AMOR BAJO EL ESPINO BLANCO, Zhang Yimou se pasa de cursi.



Y eso ha hecho Yimou: apoyándose en la preciosa fotografía de Zhao Xiaoding y con unos materiales que conoce de sobra, el cineasta chino da forma a una historia de amor tan inocente y sin apenas connotaciones sexuales que, si sumamos las dificultades e impedimentos sociales que han de sortear sus protagonistas, hacen que uno se plantee seriamente cómo es posible que la población china haya crecido tanto en las últimas décadas. Desde luego no habrá sido gracias a parejas tan timoratas como ésta que, como esos jóvenes católicos que hoy en día han de montar movidas como las Jornadas Mundiales de la Juventud para poder echar un puñetero polvo, son algo así como la quintaesencia idílica de esas relaciones perfectas entre camaradas revolucionarios que tanto placían al camarada Mao. Muy bonita y poética, si, pero que de puro naif consigue despertar, como están leyendo, mi lado más cínico. Y eso que cualquiera que me siga sabe que aqui el que suscribe es un romántico empedernido.

No negaré que tiene algunos momentos preciosos. Es más, su primera hora, quizás porque recuerda mucho El Camino a Casa, resulta de lo más interesante. Pero hay una muy fina línea entre sensibilidad y sensiblería y Zhang Yimou no solo la cruza sino que en muchos momentos la rebasa ampliamente. Cuestión de piel, claro – me consta que a muchos les ha encantado y sin duda es una firme candidata a Premio del Público porque… es que es tan, tan bonita– pero, que quieren que les diga, para mi es una película desmesuradamente cursi, que usa y abusa de los recursos del folletín de toda la vida para atacar a saco el lacrimal. Y por ahí no paso.
HERMANOS, Los Ídem Karamazov según Kaurismaki. Pero Mika, no Aki.

Hace tres años Mika Kaurismaki, que de vez en cuando hace alguna película de ficción que otra entre sus por otro lado estupendos documentales sobre la música y la cultura brasileña, nos trajo a Sección Oficial Tres Reyes Magos, un relato de tres hombres bastante patéticos solos en Nochebuena que buscaban en un cutre karaoke algo de camaradería masculina con la que sobrellevar sus tragedias personales y que pese a su buen punto de arranque no acababa de funcionar por culpa de un guión caprichoso que no resolvía nada bien los conflictos planteados y se perdía en divagaciones cuando no directamente estupideces.


STARBUCK, Paternidad Desatada


Si de películas sobre la paternidad hemos de seguir hablando – y en esta Seminci llevamos ya unas buenas cuantas aproximaciones de variado pelaje – resulta obligado conceder que el acercamiento más original, irresistible y divertido al tema lo ofrece esta película canadiense de Ken Scott que va camino de convertirse en la gran sorpresa de esta edición. Y es que a lo desopilante de su punto de partida – ahí es nada enterarte de la noche a la mañana que tienes por ahí rulando a unas cuantas centenas de descendientes tuyos – hay que añadir la inteligencia y el sentido del humor con el que está contada esta historia del forzado proceso de evolución de este tarambana peterpanesco que a fuerza de tocar las vidas de hijos y más hijos perdidos en plan Amelie desarrolla un sentido de la responsabilidad que para sí quisiera el Michael Landon de La Casa de la Pradera. Starbuck tiene un guión magnífico en el que no solo puedes reírte bien a gusto de los lugares comunes de la paternidad – a este respecto las primeras charlas que mantiene con su abogado son antológicas – sino que demuestra una sorprendente madurez y solvencia en algunas de sus aristas menos cómicas, que también las hay. Y también funcionan.

Patrick Huard está simplemente soberbio en un papel dificilísimo. Su comicidad resulta sin duda irresistible, pero sabe ser igual de convincente cuando ha de enfrentarse a algunos de los aspectos menos agradables de su situación. Todo está servido con habilidad y lucidez por Ken Scott, coautor asimismo de este estupendo guión. El resultado es una estupenda película que más allá de su humor irónico, ofrece una reflexión bastante lúcida sobre lo que significa ser padre hoy en día, sobre la necesidad de madurar y sobre la asunción de responsabilidades.

Probablemente, y ojalá me equivoque, el Jurado sentirá la tentación de no incluir en el Palmarés una película como ésta, ya que su condición de comedia la relegará a como mucho algún premio menor frente a propuestas más “rigurosas”. Sin embargo, escuchando las continuas carcajadas y las simpatías casi unánimes que la película ha despertado en su pase de prensa, servidor reflexionaba sobre el enorme mérito que tiene una película como Starbuck que pese a contar con un arranque tremendo fruto de su magnífica premisa, no deja de crecer a lo largo de todo su metraje, cerrándose además a la perfección y de forma sumamente coherente en su tramo final, sin dejar de hacer pensar y hacer reír al espectador en todo momento. Eso está al alcance de muy pocas comedias hoy en día. El Jurado haría bien en recordarlo.
1 comentario:
Es un amor que puede contra la fatalidad, la recomiendo mucho porque es muy puro su cariño. La vi en HBO GO porque me gusta más su idioma original y sólo la encontraba doblada.
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