Mientras el desastre organizativo sigue causando estragos cada vez más graves en el anormal funcionamiento de la Seminci – hoy nos hemos desayunado con la noticia de que ayer se produjo un motín en toda regla en uno de los pases de Punto de Encuentro en los Cines Manhattan, cuando cien personas se quedaron sin poder entrar en la sala ¡porque el aforo completo había sido vendido dos veces en taquillas y en internet! obligando al dueño de los cines a devolver el importe de las entradas con el consiguiente escándalo y sin que al parecer ningún responsable de la Seminci ofreciera una explicación satisfactoria a tal dislate tercermundista impropio de un festival de esta solera – la muerte y los moribundos parecen haberse apropiado de la programación. ¿Se acuerdan del argumento de la película La Guitarra que les contaba en la Crónica 2? Pues hoy hemos tenido triple ración: en todas y cada una de las películas de la Sección Oficial había uno o más personajes que bien palmaban o bien eran diagnosticados de una enfermedad incurable que les hacía replantearse el sentido de su existencia. Como si de una coincidencia macabra se tratara – la película prevista a primera hora de hoy era Adoration de Atom Egoyan, pero fue cambiada por problemas técnicos de última hora con la copia por la alemana Cerezos en Flor – llevamos cuatro películas consecutivas en las que La Muerte se ha hecho presente acojonando al personal hasta tal punto que uno empieza a preguntarse si uno de los criterios de selección de este año consistía precisamente en que algún personaje se fuera al otro barrio. La alegría de la huerta, vamos.Abrió fuego la veterana Doris Dörrie (Hombres, Desnudos) con la notable Cerezos en Flor, una historia de reinvención personal en la tercera edad que cuenta como la vida anodina de Rudi, un gris funcionario amante de la monotonía y la rutina a punto de jubilarse cambia radicalmente cuando su esposa fallece, lo que le hace ser dolorosamente consciente de cómo ésta sacrificó sus sueños y sus esperanzas por él y por los tres hijos ya mayores del matrimonio, cuyas vidas son en cierto sentido tan grises y anodinas como la suya propia. Ni corto ni perezoso, el buen señor se dispone a cumplir el sueño de su difunta y cambia su cómoda rutina en su pueblecito bávaro por un viaje nada menos que a Japón donde tratara de encontrar algún sentido a su nueva vida. La película se configura como una suerte de mezcla de los Cuentos de Tokyo de Ozu, con ese elaborado y preciso arranque en el que se demuestra como los hijos son incapaces de sobrellevar una sorpresiva visita de sus padres y, una vez la historia se ubica en Japón, de Lost in Translation, ya que Rudi es algo así como el Bill Murray de la peli de Sofía Coppola: igual de abrumado por esa urbe alienígena pero con aun menos recursos que éste.Cerezos en Flor navega con soltura en el difícil filo que separa sensibilidad de sensiblería y por momentos, parece a punto de descontrolarse y optar por el camino de la lágrima fácil. Pero muy al contrario, la sobria puesta en escena de Dörrie, un sólido guión que no deja que la historia se desborde por lo lacrimógeno en la tranquila evolución de los personajes, la espléndida interpretación de un gran Elmar Wepper en el papel principal – apunten su candidatura a Mejor Actor – ganándose el cariño y la comprensión del espectador y la hábil colocación de algún sutil recurso humorístico para desengrasar cuando el drama amenaza con apoderarse de la función dan como resultado una película que quizás hubiera sido más redonda con una duración algo inferior – tarda en arrancar y es algo reiterativa en algunos aspectos menores – pero que consigue abrirse paso al corazón del espectador con una desarmante facilidad y hacer brotar genuina emoción: este cronista no tiene empacho alguno en reconocer que se le escapó alguna que otra lagrimilla y aunque habrá quien opine que con semejante material de partida eso no es de extrañar, les aseguro que merece mucho la pena embarcarse en este a ratos tan desconcertante como hermoso viaje.Recuerdo que mi padre, al que le encantaba Vencedores y Vencidos de Stanley Kramer, especialmente de la parte que interpretaba Montgomery Clift, contaba como la primera vez que vio la película en el cine estuvo a punto de marcharse de la sala por la en su opinión muy caprichosa puesta en escena del director, basándose en continuos travelling circulares en el escenario de aquellos juicios de Nüremberg “La quinta vez que le vi el cogote a Spencer Tracy, sentí ganas de levantarme y pegarle fuego a la pantalla ¡Me ponía de los nervios!” solía recordar para luego dar gracias por no haberlo hecho.Pues hoy viendo la segunda película del día, Más Tarde Comprenderás del israelí Amos Gitai, no he podido evitar acordarme de aquella anécdota cuando el director se empeñaba en contar las idas y venidas de los miembros de una familia por una casa con travelling laterales que, cuando se topaban con una pared en lugar de una puerta abierta de una habitación, nos sumían en la oscuridad más absoluta con un caprichoso fundido a negro mientras seguían oyéndose los diálogos de los personajes, atados por los continuos planos secuencias con los que Gitai nos fustigaba. Y fastidiaba más porque lo que contaba su película, sin ser nada demasiado original, no carecía de interés: la búsqueda por parte de un hombre del pasado oculto de parte de su familia, unos abuelos maternos judíos desaparecidos durante la época de la ocupación nazi de Francia en la II Guerra Mundial sobre los que su madre jamás ha contado nada, resuelta a no desvelar lo ocurrido en el pasado, lo que lleva a su hijo a cuestionarse sobre la razón de ese obstinado silencio y a una obsesión enfermiza por descubrir la verdad.Amos Gitai es un tipo que suele conseguir con su cine cabrear a palestinos y judíos por igual, lo que hace que me caiga inevitablemente simpático y aunque su obra no suele despertarme pasiones, me inclino a pensar que no suele andar muy desencaminado en sus propuestas. Sin duda, es un tipo muy inteligente. Lo que no entiendo es la razón de que esta película sea narrativamente tan árida y fatigosa para el espectador, tratándose de un tema interesante pero ya de por sí manoseado por el cine hasta conseguir eso tan peligroso de que se desvirtúe su importancia. Hurgar en el pasado para sacar a la luz hechos luctuosos relacionados de alguna forma con la dolorosa herida del Holocausto incluso por debajo de las paletadas de tierra con la que se han querido enterrar los mismos (la madre, encarnada por una Jeanne Moreau que afortunadamente sigue en forma, educó a sus hijos en la religión católica que ella misma no profesaba con ese fin) es un tema interesante que merecía la pena un desarrollo narrativo algo menos plúmbeo. Para cuando esa madre asume ese pasado antes de que sea demasiado tarde – es la enferma terminal que cubre el cupo en esta peli - y hace no a sus hijos, sino a sus nietos, depositarios de esa herencia cultural familiar oculta en una preciosa y emotiva escena sobre la que conviene guardar discreción, es más que posible que la mayor parte del público haya desconectado de la película, abrumado de tanto montaje entrecortado – la recreación del pasado es un absurdo pegote narrativo que rompe el ritmo de la película -, de los ya mencionados travelling laterales que crispan la paciencia del más templado y de los innecesarios primerísimos planos de algunos actores que no aportan mucho a la intensidad dramática de la historia, en el dudoso caso de que fuera eso lo que pretendía el realizador israelí. Vamos, que por tema bien, pero este original desarrollo narrativo lastra su propuesta hasta hacerla pelín infumable. Como creo que suele pasar demasiado a menudo con el cine de Gitai, por otra parte.La cuota de cadáveres o personajes a punto de convertirse en ellos terminó hoy con uno de los tres protagonistas de la finlandesa Los Reyes Magos, un peculiar cuento navideño en el que Mika Kaurismaki – no confundir con su hermano Aki, el autor de Un Hombre Sin Pasado o Nubes Pasajeras: éste es el Kaurismaki malo, el de Colgados en Los Angeles, Honey Baby o Brasileirinho – reune a tres viejos amigos que en plena Nochebuena prefieren ahogar sus penas con el alcohol y la mutua compañía masculina: uno acaba de ser padre esa misma noche pero está convencido que no es el padre biológico de la criatura ya que sospecha que su mujer tuvo una aventura; otro es un mujeriego impenitente que tirándose el rollo de que es fotografo profesional siempre se ha llevado a las mujeres de calle, lo que no le ha servido de mucho ahora que se encuentra solo y a punto de palmarla por un tumor inoperable; el tercero es un actor fracasado afincado en Paris que vuelve a Helsinki por navidad solo para descubrir que su ex - mujer acaba de suicidarse y que su hijo veinteañero al que abandonó hace años le odia y le responsabiliza de dicha muerte. Sin una familia a la que dedicarse en una fecha tan especial y en un espacio tan patético y a la vez tan bien aprovechado por Kaurismaki como un hortera karaoke, estos tres gañanes obsesionados con el fracaso de sus vidas se refugian en la camaradería masculina para evitar hacerle frente a su inmadurez.Kaurismaki rinde homenaje en los títulos de crédito finales a Cassavettes. Y, la verdad, hace bien porque cualquiera que haya visto Maridos, aquel tremebundo, acertado y a la vez patético retrato de los aspectos más deplorables asociados a lo masculino podrá reconocer sin esfuerzo las huellas de aquel filme en esta irregular aunque por momentos interesante propuesta. Al director le basta con exponer de forma sucinta el drama personal de cada uno de los personajes por separado en la presentación, reunirlos después a los tres bajo el mismo techo de neón y observar como se precipitan los acontecimientos en una sesión de jugosos secretos y mentiras para conseguir despertar la complicidad del espectador. Que sea en un karaoke le permite jugar con un repertorio de canciones finlandesas de jugosas letras en las que áquel, con su privilegiada información, sabrá leer entre líneas. Y el juego se prolonga de forma interesante hasta que el realizador comete el error de romper la unidad de espacio al abandonar el mismo – con una absurda e innecesaria digresión protagonizada por la reciente difunta – y romper a continuación la dinámica con la introducción sorpresiva de un cuarto personaje que con su sola presencia resta fuerza y emotividad a lo hasta entonces expuesto. Es una lástima porque Los Reyes Magos no carece de cierto encanto y puede llegar a provocar algo de incomodidad en el espectador masculino, colocado ante un espejo que no devuelve precisamente una imagen demasiado amable de su género. Pero no acaba de cuajar en algo de cierta enjundia y su a todas luces demasiado complaciente final solo sirve para demostrar cuan lejos se encuentra el finlandés de su admirado Casavettes, que llegó muchísimo más lejos en su cínico y afilado retrato de la inmadurez masculina.Hablando de Casavettes, otro día con más calma les cuento acerca de la pequeñita pero digna 4000 €, una producción española de cine de auténtica guerrilla protagonizada por Marta Larralde (Lena, León y Olvido, El Penalti más Largo del Mundo... un encanto como puede apreciarse en la foto de más abajo) rodada en once días con toneladas de improvisación y que cayó simpática aunque solo fuera por las múltiples vicisitudes que sufrimos durante la proyección (cambio de sala a mitad de la proyección incluida) que no desanimó ni a los presentes ni por supuesto a su entusiasta equipo, con los que mantuvimos un más que animado coloquio tras finalizar esa proyección llena de sobresaltos O, si la infinita pereza que me provoca me lo permite, profundizo algo más en la alemana Siete Días Domingo, donde el debutante Niels Lauper trata de recrear con más voluntad que verdadero acierto un hecho real en el que un par de auténticos tarados decidieron un buen día romper la monotonía de sus existencias asesinando al primer tipo que se les cruzó en el camino sin otra motivación que el simple absurdo de poder hacerlo. Como quiera que el hecho carecía desde el principio de una explicación racional, resulta del todo punto inadecuado que el director nos martirice durante más de una hora buscando en vano posibles explicaciones a tan execrable acto cuando desde un primer momento queda claro que estamos ante dos descerebrados a los que, francamente, no merece la pena tomarnos la molestia de intentar comprender. Jope, como está el patio de los compatriotas y los vecinos de Haneke.. ¿Será que Funny Games no era sino una visión premonitoria de lo que se nos empieza a venir encima? En fin, a ver si mañana conseguimos de una vez dejar de sentirnos como el niño de El Sexto Sentido y dejamos de ver muertos por todas partes, que esto empieza a ser obsesivo...
2 comentarios:
Veo que sigues haciendo amigos (más bien amigas) en tu periplo por los festivales españoles. La verdad es que Marta Larralde es un encanto. Y Me apetece mucho ver ese "Retorno a Hansala" que ha hecho Chus Gutiérrez, una directora que siempre me resulta interesante. Ya que tú nos das envidia con todas las pelis que veis en Valladolid, te comentaré que esta mañana he estado en el pase de prensa de "Solo quiero caminar", lo nuevo de Agustín Díaz Yanes. Tenía muchas ganas de verla y he quedado algo decepcionado. Es una producción con empaque -eso es innegable- pero falla lo primordial, el guión, algo sorprendente en Tano, un experto guionista , especialmente en el terreno del thriller. Bueno, como imagino que ya la comentarás después de la Seminci dejo la cosa en stand-by hasta entonces. Un abrazo y quedo a la espera de la crónica número 4.
Toni Llena
Sin duda que Retorno a Hansala es una peli que merece la pena, aunque más por ser necesaria que por sus méritos cinematográficos.
Si te ha gustado la foto con Marta Larralde, ya verás la que tengo con Farah Hamed, la prota de Hansala, que además de una preciosidad es un encanto que derrocha simpatía...
Veré Solo Quiero Caminar en Mérida la semana que viene porque se ha estrenado en Mérida. Lástima que tu impresión no sea buena... yo también creo que las últimas películas de Tano fallan por la parte del guión (Alatriste es un ejemplo de lo más llamativo, aunque poco se podía hacer si el productor quería imponer una especie de Lo Mejor De las cinco novelas...) pero siempre tengo esperanzas de volver a reencontrarme con el tio que nos impresionó a todos con Nadie Hablara de Nosotras Cuando Hayamos Muerto, pelicula espeluznante donde las haya...
Hala, Toni, vuelvo a lo mío. Nos seguimos leyendo por aqui y por alli. Gracias por comentar y aportar cosas
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