lunes, mayo 29, 2006

FACTOTUM: Universo Bukowski

Recuerdo que cuando esta película se proyectó en la pasada edición de la Seminci de Valladolid, los más mordaces liquidamos con una frase tan lapidaria como malintencionada este interesante pero sin duda fallido acercamiento a la obra y la vida de Charles Bukowski “No se le puede hacer eso a un muerto”. Y no es que este excesivo escritor que hizo de su agitada vida la principal fuente de inspiración para su obra no hubiera en su tiempo coqueteado de forma abundante con el cine mientras aun estaba vivo – de hecho escribió el guión original de El Borracho, dirigida por Barbet Schroeder y llegó a ver hasta dos adaptaciones más de sus novelas, Amor Loco y Ordinaria Locura – ni tampoco que esta Factotum guionizada y dirigida por el noruego Bent Hamer - el mismo autor de aquella cachondada surrealista un poco en las antípodas estilísticas de este filme que respondía al nombre de Kitchen Stories - se aparte de la línea marcada por tan peculiar autor a lo largo de su trayectoria. De hecho, la película está hecha con el beneplácito de la fundación que administra su legado, algo que, habiendo dinero de por medio, a buen seguro hubiera encantado al escritor.

No, el problema de Factotum es que para encarnar al alter ego de Bukowski en la ficción, Hank Chinaski, uno se encuentra de sopetón con el nombre de Matt Dillon... y claro, la primera reacción es pensar “Pues va a ser que no”. Pero en fin, como también están las mucho más fiables Lily Taylor y Marisa Tomei para respaldarle, como Factotum es una de las novelas más divertidas de su autor, y por último, había que ver como se lo montaba Bent Hamer con su primera producción indie USA, atractivos a priori no le faltaban.
Tal y como era previsible, lo mejor de la película reside en las perlas de diálogo salidas de la privilegiada mente del escritor - a uno puede gustarle más o menos, pero Bukowski, dentro de su amargura existencial, sabía ser muy divertido cuando se lo proponía - y en algunas de las situaciones creadas por ese tipo cuyas únicas preocupaciones en este mundo son escribir relatos, beber hasta hartarse, follar con lo que esté más a mano cuando las ganas aprieten y representar la auténtica antitesis del sueño americano, porque a Hank le importan una higa la mayoría de las cosas que les quitan el sueño a usted y yo, y como esa es una elección consciente y asumida, pues vive con ella divinamente, pese a sus sinsabores.
Hay que reconocer que, por momentos, la puesta en escena estática, un tanto contemplativa, que Bent Hamer construye tras la cámara parece ir acorde con el mundo ideado por Bukowski y hasta llegamos a entrever parte de la innegable poesía que habitaba en ese lodazal... pero cuando eso ocurre, ahí está el bueno de Matt Dillon, con su barba de tres días y su aspecto sucio como únicas armas de composición de su nihilista personaje, para recordarnos que no hay manera de creerse a semejante tipo.
Aun siendo insuficientes para que el filme levante el vuelo, son loables los esfuerzos de Dillon para retratar a ese ser excesivo, contradictorio y a ratos genial que se debate entre la necesidad de trabajar en insoportables empleos cada vez más alienantes para sobrevivir y su obstinado empeño por triunfar como escritor, dos mundos tan contrapuestos y excluyentes – algunos de los que nos gustaría ganarnos la vida con nuestros textos sabemos bien de lo que habla esta parte de la película - que no es extraño que lleven por momentos a nuestro protagonista a sufrir cierta esquizofrenia existencial que combate dejándose arrastrar por los placeres más básicos; queda también el buen trabajo de una actriz tan solvente como Lily Taylor en su retrato de una mujer capaz no solo de entenderle sino de aceptar tan descolocado e irreverente modo de vida – su extraña, torturada relación llena de altibajos es de lo más salvable de la cinta – y el espejo que supone la contraposición de dicho personaje al de Marisa Tomei, también interesante aunque por distintas razones.
No basta con esforzarse, por muy buenas intenciones que se tengan, para encarnar a un icono tan tremendo como el alter ego del mismísimo Charles Bukowski en una de sus novelas, además, más autobiográficas y personales, por lo que el intento de Hamer, aunque simpaticón y bienintencionado – y hasta inspirado en algún momento aislado - parece estar condenado de antemano al fracaso... algo que paradójicamente quizás no hubiera desagradado al autor de frases como “Hacer algo aburrido con estilo es a lo que yo llamo arte” Bien, Hamer desde luego no carece de estilo y su Factotum me resultó a ratos bastante aburrido, así que... saquen sus propias conclusiones.

viernes, mayo 26, 2006

SUEÑOS DE SHANGAI: El retorno imposible

Esta película que recibió el Premio del Jurado en el pasado Festival de Cannes y que está dirigida por Wang Xiaoshuai (La Bicicleta de Pekín) parte de un material autobiográfico para construir un drama sobre los conflictos generacionales de una chica de 19 años con su padre, fuertemente condicionados por unas muy especiales circunstancias políticas que afectan a la vida de esas personas de manera determinante. A mediados de los años 70, la China Comunista vivía inmersa en el miedo a un conflicto con la Unión Soviética, dado que sus relaciones en aquellos años no atravesaban precisamente una buena época. Por el miedo a una futurible invasión, el Gobierno chino dispuso que una serie de fábricas consideradas de cierta importancia para el país fueran trasladadas al interior, una zona mucho más pobre de la China Continental, para formar lo que entonces se denominó “La Tercera Línea de Defensa”. Por supuesto, un gran número de trabajadores abandonaron su vida en las grandes ciudades y se trasladaron con sus familias a los nuevos emplazamientos de dichas fábricas, lugares mucho más atrasados donde debían iniciar una vida que se suponía iba a tener un carácter temporal. El problema es que una vez allí, a los trabajadores se les impidió, salvo contadas excepciones, regresar a sus lugares de origen y esa nueva vida que, en principio, tenía carácter temporal se convirtió en definitiva. Tanto es así que muchos de los descendientes de aquellos trabajadores aun siguen en esas zonas del interior, aunque ya no sueñan con volver a sitios como Shangai algún día y se han resignado a su suerte.
La película se ambienta precisamente a principios de los años 80, cuando la familia protagonista, como muchas otras, aun sueña con volver y con que sus hijos tengan una educación mejor que la que pueden recibir en sus nuevos lugares de acogida. Eso implica que no deben relacionarse con los “locales” (es decir, los habitantes de toda la vida) porque eso puede significar renunciar a esa posibilidad remota y quedarse atrapados allí para siempre. Nuestra protagonista es una chica normal de 19 años a la que presiona un padre extremadamente estricto que la vigila de forma constante. Pero Quinghong, que así se llama la chica, preferiría tener algo más de libertad en el sitio donde vive, que está naciendo a las nuevas cosas que, con cuentagotas, van llegando del mundo occidental, como la moda o la música: ella no sueña con Shangai, sueña con ser feliz donde está y librarse de la asfixiante presión de su padre. El conflicto es imparable, pues a la normal lucha generacional entre padre e hija se suma el peso constante de la culpa y el fracaso que ese padre, impedido de volver a Shangai y por lo tanto atrapado en ese lugar perdido del interior del país, siente sobre sus hombros: necesita creer que sus hijos van a poder disponer de una vida mejor, aun a costa de ahogar por completo la libertad de movimientos de su hija, imposibilitada de hacer, en la ya de por si extremadamente estricta sociedad en la que vive, lo que hacen los adolescentes de su edad.
Wang Xiaoshuai vivió una situación muy similar a la que se describe en la película, y de ahí que sepa muy bien de lo que está hablando. En la descripción detallada de la pesada atmósfera de ese lugar marcado por la absoluta falta de libertad de movimientos de sus habitantes encontramos motivos más que suficientes para entender tanto a ese padre estricto obsesionado con sacar a sus hijos de ese lugar al que nunca debieron ir como a las naturales ansias de vivir de una joven que, como cualquier chica a su edad, empieza a descubrir el mundo que le rodea. El miedo a que ésta se enamore y se quede embarazada de un joven “local” –algo que en la práctica equivale a una condena perpetua en ese sitio- es muy palpable y ese miedo pesa en cada uno de los tiránicos actos de ese padre controlador. Sus hijos, en cambio, aunque puede que nacidos en Shangai, no conocen otra vida que la que han llevado en su pueblo y no entienden por qué se les impide disfrutar de ella, sacrificando el presente por un futuro del que, aparte de que puede que nunca llegue, ni siquiera pueden alcanzar a entender su importancia: nunca han sentido una ciudad como Shangai como propia y, por lo tanto, jamás podrán compartir los deseos de sus padres.
Xiaoshuai se aplica a la descripción de una historia bastante cargada de momentos dramáticos con una puesta en escena contemplativa y de ritmo pausado – acaso quizás demasiado en algún que otro pasaje a mitad del metraje – pero su propio ajuste de cuentas con el pasado no carece de valor ni de momentos inspirados, más allá de alguna que otra exageración en el relato. Son sumamente divertidos, para el ojo europeo, la forma en la que los jóvenes de ese pueblo van descubriendo e incorporando la moda occidental – para evidente disgusto de sus mayores – o se reúnen en la clandestinidad para escuchar lo último llegado de aquellos lares (¡cielo santo, Abba!) en unos inenarrables guateques clandestinos en los que la actitud lo es todo y la curiosidad, la norma. Hay un logrado trabajo de los actores (Yao Anlian, en el papel del sufrido padre, está esplendido) y quizás lo único que cabe reprocharle a esta interesante película es un cierto exceso de tremendismo en un relato que ya de por sí resultaba bastante dramático y que, por qué no decirlo, puede provocar en el espectador cierto hartazgo si llega a la conclusión de que le importa más bien poco todo lo que le están contando dado el innegable carácter localista de la propuesta.

jueves, mayo 25, 2006

El Código y la falta de código (moral) de su distribuidora

El lunes pasado me agarré un cabreo de considerables proporciones que todavía me dura mientras os escribo estas líneas. Quedé con un grupo de amiguetes para ver El Código Da Vinci y de paso aprovechar las invitaciones que consigo por mi trabajo semanal en la radio municipal para que no les costara un euro la entrada cuando al llegar a la taquilla me encuentro con un comunicado de la empresa Cinesa el Foro que rezaba algo así:

"Por estrictas exigencias de Columbia Pictures, distribuidora de la película, se comunica a los espectadores que durante la primera semana de exhibición de El Código Da Vinci no se permitirá acceder a la sala con invitaciones ni con pases de prensa, siendo éstos de nuevo válidos a partir del próximo día 26 de Mayo"

Por supuesto, les mandé a la mierda y me fui de allí con mis amigos en el acto, porque tengo clarísimo que no pienso pagar un euro a una distribuidora que, de ser este hecho inaudito y sin precedentes conocidos algo habitual en el resto de las salas españolas, me parece que se ha sacado de la manga una burda a la par que salvaje maniobra para quitarse del medio a todos los que nos dedicamos a la información cinematográfica después de los enormes palos que la película se llevó en su estreno mundial en el Festival De Cannes, además de asegurarse de paso el máximo de recaudación posible porque claro, los habrá que no estén dispuestos a aguantar una semana sin ver una de las películas más esperadas de la temporada.
Esto no había ocurrido jamás antes que yo sepa y establece un precedente de lo más preocupante: si ya es un hecho habitual que muchas superproducciones se estrenen a la vez a nivel mundial y sin preestrenos o pases para la prensa con el único fin de evitar las presumibles críticas negativas, lo que ya me parece desmesurado es que a esto se añada que los que nos dedicamos a la información cinematográfica en los distintos medios nos veamos privados del único beneficio con el que contamos para poder realizar nuestro trabajo porque a las distribuidoras no les interesa lo que podamos decir de sus películas. Me parece una salvajada muy poco ética y un ataque directo contra gente que, les guste o no, también formamos parte de este mundillo. Habría que recordar a este respecto que tanto las invitaciones como los pases de prensa solo pueden utilizarse de lunes a viernes siempre que estos no sean festivos y nunca en fines de semana, algo bastante comprensible para que uno pueda hacer su trabajo sin entorpecer los días en los que más gente acude a las salas. Un Status Quo que Columbia Pictures ahora s eha cargado alegremente y que, insisto, crea un muy peligroso precedente.
Total, que hasta la semana que viene no voy a poder ver la película, así que os dejo con esa reflexión a la espera de poder compartir con vosotros comentarios estrictamente cinematográficos sobre la película de Ron Howard.
David Garrido, profundamente molesto

viernes, mayo 12, 2006

DE LATIR MI CORAZÓN SE HA PARADO

De Battre Mon Coeur S’est Arrêté – por una vez el título en ha respetado la literalidad del título original, que además es un verso de un poema - la última película de Jacques Audiard, resulta ser una propuesta de lo más interesante. Nos presenta a un hombre que trabaja en el sector inmobiliario. Bueno, en realidad se encarga de la parte más sórdida de dicho trabajo: su oficio consiste en desalojar a los inmigrantes y desheredados de la fortuna que ocupan ilegalmente los edificios desocupados que la inmobiliaria pretende vender, usando toda la violencia que sea necesaria; o bien ‘persuadir’ a los inquilinos de inmuebles que interesan que los vendan, no deteniéndose en nada para conseguir dichos objetivos. Tom es despiadado, un salvaje que vive en una jungla competitiva cuyos compañeros son comerciales que engañan a sus mujeres, se desfogan en fiestas hasta altas horas de la madrugada hasta caer redondos, se pelean con otros borrachos, y que al día siguiente vuelven, con sus trajes limpios, a seguir con el mecanismo implacable del lenguaje de los negocios. Tom es además muy bueno en lo suyo, porque es eficaz, violento, ambicioso y carece de escrúpulos morales para conseguir lo que necesita.
Pero hete aquí que una noche, por un encuentro casual, se topa con el hombre que ejercía de manager de su madre, una famosa concertista de piano. Y de repente descubrimos que ese hombre violento y despiadado que escucha música electro a todo volumen en sus cascos, tiene una faceta que no conocíamos: sabe tocar muy bien el piano. Más que bien, incluso podría, de haber seguido estudiando en su momento, haber llegado a ser concertista. El manager le ofrece una prueba y de repente, la vida de Tom se transforma: con la misma pasión y la misma violencia con la que ejerce su ‘profesión’ Tom se dispone a prepararse para esa audición. Busca a alguien que le ponga a punto –lleva años sin tocar- y encuentra a una inmigrante china, eminente música, recién llegada a Paris y que no habla una palabra de francés. Su peculiar relación, marcada por la impaciencia y la frustración – señales inequívocas de la enorme rabia interior que tiene el personaje – hace que Tom se vea en la tesitura de servir a dos amos irreconciliables: su trabajo y sus ilusiones. Por mucho que lo intenta, Tom se ve sobrepasado por los acontecimientos.
Jacques Audiard, director de Un Héroe Muy Discreto y Lee mis Labios, ha llevado a cabo un remake muy personal de una película norteamericana (¡toma ya cambio de roles!) llamada Fingers que protagonizó Harvey Keitel en 1978 y que fue la opera prima del director James Toback, película que por cierto al parecer gustó mucho en su momento a Jean Luc Godard y que un servidor desconoce. Cuenta con una baza más que notable a su favor: la sobrecogedora interpretación de Romain Duris en el papel protagonista de una película que sigue a su personaje allá por donde va, de tal forma que éste aparece en todos y cada uno de los planos del filme. Duris, al que hemos visto en Exils, Arsene Lupin o en Una Casa de Locos y su secuela, Las Muñecas Rusas, hace una impresionante composición de un personaje dominado por una terrible frustración interna que se manifiesta en cada uno de sus movimientos. No obstante parece encontrar una salida a la espiral de violencia en la que se haya inmerso gracias a esa puerta que le abre la posibilidad de retomar sus estudios de piano y convertirse en concertista, un mundo por supuesto incompatible con la sordidez de sus negocios inmobiliarios.
Su difícil relación con su dominante padre, sus escarceos amorosos con la mujer de uno de sus colegas de trabajo y, sobre todo, la peculiar forma de entenderse con la concertista china que le instruye van poco a poco suavizando el carácter de un personaje que empieza siendo francamente antipático para acabar convirtiéndose en toda una figura trágica. Con una excelente BSO a cargo de Alexandre Desplat, un buen trabajo de puesta en escena y una fotografía oscura pero atractiva de Stephane Fontaine, a esta De Latir mi Corazón se ha Parado solo le perjudica cierta previsibilidad en el tramo final que contrasta un poco con la originalidad inicial del filme, un defecto menor que no molesta demasiado para disfrutar de una propuesta francamente lograda en la que, insisto, destaca sobremanera el excelente trabajo de su protagonista Romain Duris.

martes, mayo 09, 2006

DEFOSAENFOSA,Vitalidad y Tragicomedia a la Eslovena

Cuando uno se enfrenta a una película proveniente de los Balcanes, siempre siente una sensación un tanto especial. Las ganas de cachondeo, las situaciones surrealistas, el sexo y la música inundan de optimismo y de ganas de disfrutar de la vida – que ironía – muchas de las películas que llegan de aquella región devastada hace bien poco por la violencia, algo con lo que estamos familiarizados desde que emir Kusturica nos descubrió las posibilidades de aquella filmografía. El referente no es casual: De Fosa en Fosa da la impresión de ser una película de Kusturica, pero muchísimo más elaborada y bastante más contenida. Su protagonista es un tipo con un trabajo ciertamente peculiar, ya que su ocupación consiste en escribir y recitar los discursos fúnebres que acompañan los funerales que se celebran en su pequeña población rural.

Pero – se llama así: Pero, como en la preposición - es un treintañero sensible, buena persona, que bebe los vientos por su amiga Renata – que, como pasa a menudo en estos caso, lo quiere ‘solo como amigo’ y le putea contándole sus cuitas amorosas – y vive con su familia, compuesta por un abuelo viudo que, sin su difunta esposa, ha perdido la alegría de vivir y que intenta suicidarse de las maneras más originales – e irresistiblemente divertidas - que uno pueda imaginar, sus dos hermanas, Ida, una sordomuda de lo más expresivo, vitalista y alegre; y Vilma, que tiene un hijo de lo más despierto con un chuleta que aunque la quiere, prefiere vivir a su aire. También ronda por ahí Shooki, un vecino, poseedor de un 600 que cuida con mucho mimo y que ayuda a Pero con sus discursos, además de hacerle de chofer ocasional y vivir una tierna, casi infantil, historia de amor inocente con Ida, la sordomuda.
La película transcurre con una sucesión de estampas de la vida cotidiana que nos describen la forma de vivir de esta serie de personajes vitalistas y la verdad, muy divertidos, que no desaprovechan ninguna ocasión para tomarse unos tragos y bailar al ritmo de esa música inconfundible que gente como Goran Bregovic ha hecho popular en todo el mundo. Pero realiza sus panegíricos más en función de las cosas que le van pasando en su vida personal que en su conocimiento de los fallecidos, le procura a su abuelo con tendencias suicidas un psiquiatra que no parece que le sirva de mucha ayuda, Ida se dedica a jugar al escondite con Chooki, que tiene una versión del tuning muy particular, inspirada por las carreras de cuadrigas no de Ben Hur ¡sino de las películas de Maciste!, Renata va y viene de la vida de Pero sin acabar de decidirse a acceder a sus deseos y así sucesivamente. Nada parece demasiado trascendente, y puede que precisamente por eso, su mensaje vitalista, entre gag y gag perfectamente ensamblados, llega con facilidad, aunque uno percibe en el comportamiento del algunos personajes que no todo es tan idílico o inocente como parece.
Nada prepara sin embargo al espectador para la deriva terrible que tiene lugar en el tramo final de la película, que quizás porque uno ha llegado a encariñarse con esa galería de personajes entrañables, provoca una mayor conmoción. Cvitkovic, que consigue aquí una acertada disección de ese carácter balcánico capaz de disfrutar de la vida a tope durante un segundo y reaccionar con enorme violencia un instante después, golpea al espectador con una sucesión de secuencias que poco o nada tienen que ver con el tono hasta entonces amable de la película, dejándolo petrificado en la butaca con un final terrorífico y absolutamente inesperado.
La sensación que queda es extraña, porque uno recuerda a un tiempo lo mucho que se ha reído con el estupendo timing de algunos de los gags físicos – el primer intento de suicidio del abuelo es impagable – o con los particulares panegíricos de Pero, trufados de guiños personales, y lo mezcla con la terrible desazón que producen algunas de las últimas situaciones que viven sus criaturas – la dolorosa y sorprendente resolución del romance con Renata, lo que acontece con Ida y Chooki – que son todo un recordatorio de la zona donde está ambientada la película. Con esta segunda película, Cvitkovic se revela como un cineasta al que no conviene perder de vista en el futuro, pues mezclar de esa forma tan personal drama y comedia – como sucede en la vida, viene a decir su filme – no está al alcance de cualquiera. Tomen buena nota.
Momento para recordar: el del primer funeral de la película, cuando descubrimos el peculiar trabajo de Pero mientras la banda ataca una versión balcanizada... del conocidisimo tema I Will Survive de Gloria Gaynor. Dadas las circunstancias, no se me ocurre un tema menos apropiado para tocar en un funeral (aunque reconozco que me rei un rato con el detalle de humor negro), pero por otro lado ando como loco intentando conseguir la versión que suena en la película.