lunes, marzo 28, 2011

SIN COMPROMISO Falsa Transgresion

Hay una cierta tendencia en los últimos años dentro del género de las comedias románticas que parece buscar una fórmula para, bajo la apariencia de huir de sus lugares comunes y navegar a contracorriente de sus convenciones, seguir ofreciendo al espectador exactamente aquello que uno espera de ellas. Si hiciéramos el esfuerzo de analizar las obras del género de los últimos años, no costaría trabajo nombrar tres o cuatro títulos que parten de una propuesta rompedora o decididamente antirromántica (quizás antisentimental sería un término más acertado) pero que, salvo honrosas excepciones, de forma inevitable acaban cediendo a su naturaleza esencial en su resolución, con la pareja de turno superando sus diferencias falsamente insalvables y comiendo perdices para solaz del complaciente espectador habitual del género.

Sin Compromiso puede adherirse perfectamente a esta tendencia, partiendo de una premisa que más a contracorriente del género no puede ir pero que tampoco resulta demasiado extraña en los tiempos que corren: una pareja que construye su relación exclusivamente desde el plano sexual, prescindiendo de los habituales inconvenientes de la relación sentimental y estableciendo unas reglas que le permitan disfrutar sin ataduras del mutuo refocile, como corresponde a cualquier buen follamigo que se precie. Por supuesto, la trampa es evidente desde el mismo instante de su planteamiento: si es sabido que el roce hace el cariño, el roce sexual no digamos con lo que la gracia de la historia está en ver cómo se buscan la vida los dos atribulados protagonistas para hacer frente a ese molesto sentimiento que crece de forma inevitable entre ellos.

No obstante, hay algunos detalles que hacen de Sin Compromiso, asumida ya esa falsa transgresión como parte del juego, una película que se deja ver con cierto agrado. Para empezar, los tres prólogos que nos cuentan los primeros encuentros de la pareja demuestran a las claras que la parte masculina, ese Ashton Kutcher tan inconsciente y tontorrón como suele, es la que va a resultar más malparada de un trato que, fríamente considerado, habría resultado en otros tiempos como ideal para la mayor parte de los hombres. Hay una inversión de roles, puede que reflejo de cierta evolución de las relaciones hoy en día, según la cual es el personaje de Natalie Portman el que marca las reglas huyendo del más mínimo compromiso emocional, dejando al tipo en terreno de nadie y ahondando más en esa especie de crisis de la masculinidad que aparece puntualmente en las últimas obras del género: de hecho, sus intentos por construirse una relación más convencional tienen un punto mucho más patético - ¡ese CD recopilatorio con temas para escuchar durante el periodo! – que entrañable. Desde ese punto de vista y pese a que diálogos y situaciones no tienen la más mínima capacidad de sorprender a nadie a estas alturas, la evolución de esa relación de pareja entre polvo y polvo puede tener hasta cierta gracia siempre que uno no sea demasiado exigente y que no pierda de vista la previsibilidad del conjunto.


La película se resiente, eso sí, de esa falta de química de sus protagonistas que acentúa aun más los desequilibrios entre una estupenda Natalie Portman, retozona y divertida, a la que casi se le transparenta el alivio que supone un papel tan sencillo tras el tormento que debió ser Cisne Negro y un Ashton Kutcher tan insípido como acostumbra en su papel de guapo despreocupado y el existente entre ellos dos, algo más trabajados desde el guión, y unos desdibujados secundarios (terrible el papelón que le toca a un buen actor como Kevin Kline) reducidos a meras comparsas excepto quizás en el caso de Lake Bell, que se esfuerza por dotar a su insegura asistente de cierto encanto en su torpeza.

Tras la cámara, el veterano Ivan Reitman se esfuerza en molestar lo menos posible con una puesta en imágenes tan funcional como anodina que deja espacio a sus estrellas para adueñarse por completo de una propuesta liviana, a la postre mucho menos arriesgada de lo que podría haber dado de sí con semejante punto de partida. No ofende tanto a la inteligencia como otras comedias románticas, vale, pero tampoco deja la más mínima huella.



Este artículo se publicó en el periódico Voz Emérita el Lunes 28 de Marzo

lunes, marzo 21, 2011

EL RITO, Puerilidad Irritante


No sé que pensarán ustedes, pero a un servidor le producía de entrada una pereza considerable ver otra de exorcismos. Con razón. Hasta el diablo tiene que estar aburrido de un género con una obra tan canónica que parece tarea imposible escaparse de su alargada sombra (El Exorcista, William Friedkin, 1973) y desmarcarse así de esa cansina legión de secuelas y sucedáneos que en general con más bien escasa fortuna asoman cada cierto tiempo el alzacuellos por la cartelera reproduciendo hasta la nausea las dos principales columnas sobre las que se apoya argumentalmente el género: la eterna lucha entre ciencia y religión por un lado, que siempre empieza por discutir la posibilidad de que no estemos ante una verdadera posesión demoníaca, sino ante un trastorno psicológico no suficientemente bien diagnosticado para acabar abrazando la explicación sobrenatural que por supuesto da mucho más juego de cara a las posibilidades comerciales del producto, y la propia crisis de fe del sacerdote al que le toca el marrón de enfrentarse cara a cara con el maligno por otro, ya que a menudo los protagonistas de estas historias se hallan inmersos en el escepticismo que les produce el insoportable silencio de Dios ante las maldades que desata el ser humano, a veces incluso en su nombre. Nada hay como tener de frente una prueba palpable de la existencia del Diablo para reforzar esa conveniente fe en Dios, no vaya a ser que caigamos en las fauces de un indeseable ateismo.


La primera media hora de El Rito juega al despiste. No porque no mezcle de forma hábil los dos ingredientes arriba descritos, con un seminarista al que como premio por intentar colgar los hábitos antes de ordenarse sacerdote le mandan a Roma a formarse como exorcista diplomado (?) y un especialista en dichos ritos encarnado por un actor del que sabemos de sobra su capacidad para generar inquietud como Anthony Hopkins, sino porque en el primer exorcismo que vemos en pantalla resulta harto desconcertante ver a éste último interrumpir el rito para contestar al móvil – un gag anticlimático que deja al espectador en tierra de nadie, sin saber muy bien si a partir de ese momento debe tomarse en serio o no todo lo que vendrá después – y tras concluir la sesión, ante la mirada interrogante del neófito, preguntarle socarrón si esperaba cabezas girando o puré de guisantes.
Lo que podría interpretarse como una forma de marcar distancias respecto a la película de Friedkin y acercarse a terrenos algo más “realistas” a la hora de afrontar el tema – no olvidemos que la película se abre con el inevitable aunque luego matizado “basado en una historia real” y una frase de Juan Pablo II que nos sitúa en el contexto justo en el que el Vaticano impulsó la formación de exorcistas en su seno – genera unas expectativas interesantes que por desgracia se ven cada vez más defraudadas según avanza el metraje.

Y es que Mikael Hafström, que en la resultona 1408 ya pifió de la misma forma adaptando un relato de Stephen King, nos miente de forma descarada: arropado por una fotografía tenebrosa y una atmósfera inquietante, Hafström en realidad no siente el más mínimo deseo de esquivar los manidos esquemas del género, sino de revolcarse en ellos. No faltan en El Rito ni la joven aspirante a contorsionista que habla en lenguas que no debería conocer y provoca a los curas de palabra y obra, ni las explicaciones psicológicas de manual respecto de los comportamientos de la propia joven o el mismo protagonista, dominado por la sombra de un padre embalsamador que generó en él no pocos traumas – curioso Rutger Hauer – hasta desmadrarse por completo en un disparatado y desesperante tramo final en el que un paródico Anthony Hopkins dispone de luz verde para dar rienda suelta a todo su histrionismo. Lo que tratándose de Hopkins, créanme, no es precisamente poco.

El Rito tiene así el dudoso mérito de ser una película profundamente irritante por pueril: un guión previsible y aburrido lleva al espectador por caminos opuestos a los que parece querer transitar en su planteamiento, para acabar configurando esa lamentable y temible “El Exorcista de los Corderos” que uno intuía desde el mismo principio.


Este artículo, levemente modificado, se publicó en el periódico Voz Emérita el lunes 21 de Marzo

lunes, marzo 14, 2011

RANGO, La Crisis Existencial del Camaleon

He aquí una de las películas más desconcertantes en lo que va de año: un filme de animación que no solo se atreve a seguir su propio camino alejado de la sombra de la omnipresente Pixar, sino que no se corta un pelo a la hora de desarrollar un argumento que bajo la apariencia del homenaje al western esconde una más que curiosa reflexión de corte casi existencialista al obligar a su personaje principal a hacerse las preguntas más esenciales de la vida, a saber: quienes somos, cuál es nuestra función en la vida, qué podemos hacer con nuestra identidad y cómo llegaremos a definirla. No hay nada de casual en el hecho de que su protagonista sea un camaleón, reptil que sobrevive camuflándose con su entorno, adaptándose a lo que le rodea hasta fundirse con el mismo.

Un camaleón que ha pasado toda su vida aislado en un apacible terrario, con sus rutinas ordenadas y alimentando su existencia con desbordantes fantasías en las que se permite ser todo aquello que desea, liberado de repente en mitad de un desierto donde ha de aprender a marchas forzadas a relacionarse con los habitantes de un arquetípico pueblo del Oeste. Como si se tratara de una versión animada del Zelig de Woody Allen, Rango no solo se inventará un nombre, sino una actitud y una identidad que vienen dadas a partes iguales por una serie de catastróficas coincidencias y la necesidad de satisfacer los deseos de aquellos que ven en él lo que más desean ver.

Desde ese punto de vista, tampoco resulta ni mucho menos casual que Verbinski haya elegido el territorio del western porque más allá de las jugosas posibilidades que encierra es complicado dar con un género donde sea más sencillo asumir un rol cuyas características estén tan definidas de antemano. Un camaleón en plena crisis de identidad – por la falta de ella - encuentra así el terreno abonado para la búsqueda de sí mismo, en una especie de huida hacia delante que obliga a una lectura adulta insólita que empareja a esta inclasificable película con los logros alcanzados en ese terreno por joyas como Toy Story o Los Increíbles.


Por supuesto, todo esto no sería posible si no estuviéramos hablando de un filme cuya animación resulta simplemente sensacional, con uno de los trabajos de iluminación más exquisitos alcanzados por el género, que consigue el imposible de generar una fuerte sensación de realismo en una obra cuyos protagonistas son animales de todo tipo – gran parte del mérito hay que atribuírselo a Roger Deakins, director de fotografía de los Coen y aquí asesor visual como ya lo fuera en la extraordinaria Wall-E – pero que uno siente tan real como si se hubiera rodado en Almería.


Y es que otra de las cosas notables del filme es su desenfadada apuesta por el spaghetti- western. Rango es algo así como la película que Sergio Leone habría podido hacer si fuera animador hoy en día: no en vano Verbinski enfatiza las semejanzas de su protagonista con aquel Hombre sin Nombre al que daba vida Clint Eastwood haciéndolos coincidir en la culminación de una alucinada escena en la que, como si de un mal viaje de peyote se tratara, nuestro protagonista alcanzará la iluminación necesaria para asumir finalmente su rol de improbable héroe hasta las últimas consecuencias.

Cuando uno llega a ese momento, que casi es como si en el filme se hubiera colado de improviso un David Lynch desquiciado, Rango ya ha preparado sobradamente al espectador para que sea capaz de aceptar casi cualquier cosa: más allá de su cuidadísimo diseño de personajes, de las referencias cinéfilas y unas cuantas secuencias de acción – los dos brillantes encuentros con el halcón y la magnífica persecución en el cañón – la película hace bandera de un gamberro y marciano sentido del humor (¡ese coro griego formado por búhos mariachis de lo más agoreros!) que hace que a menudo uno agradezca tal libertad creativa a sus artífices.


Verbinski y la ILM han demostrado que hay vida más allá de Pixar, que se puede aprender de sus lecciones sin por ello dejar de explorar caminos nuevos. Quizá los logros de Rango pasen desapercibidos a primera vista. Pero no son ni mucho menos desdeñables. Más bien todo lo contrario.



Este artículo se publicó en el periódico Voz Emérita el 14 de Marzo de 2011

jueves, marzo 10, 2011

FILMOTECA: BLOG, Fascinante Mirada Adolescente


No sé si hay muchas adolescentes que le presten atención a esta sección de cine. Me gustaría que fuera así al menos esta semana porque me parecería especialmente interesante que acudieran este jueves a la Filmoteca para descubrir Blog y aportar algo esencial que este cronista echó de menos cuando vio esta estimulante opera prima de Elena Trapé por primera vez: qué piensan de Blog las chicas de edades similares a las que protagonizan el filme. Tarea ardua ésta en tiempos en los que series televisivas como El Internado, Física y Química y películas como la sensacionalista Mentiras y Gordas o la horrenda A Tres Metros Sobre el Cielo parecen haberse apropiado del imaginario audiovisual adolescente y desnaturalizarlo por completo. En las antípodas se encuentra esta notable película, una de las más arriesgadas e interesantes propuestas que ha ofrecido el cine español reciente, que combina los recursos propios de la ficción con el realismo que aportan sus jóvenes actrices no profesionales para conformar un retrato casi naturalista de la adolescencia que además aporta una perspectiva absolutamente femenina prácticamente insólita en este tipo de cine.

La saludable naturalidad y frescura que exhibe Blog se debe a que gran parte de su metraje se compone tanto de imágenes rodadas por las propias chicas como por material procedente de las distintas cámaras web instaladas en sus ordenadores – un mejor título para el filme habría sido WebCam - lo que permite al espectador asomarse literalmente a las vidas de siete quinceañeras cualquiera, todo ese fascinante universo repleto de hormonas, dudas, ilusiones, temores, deseos, sueños e inseguridades.

La gran apuesta y a la postre verdadero acierto de la película consiste precisamente en otorgar a las chicas su propia voz, dándole tan solo una mínima excusa narrativa – el argumento de Blog, que solo cobra verdadera importancia en el tramo final, se mantiene tan en segundo plano que por momentos uno incluso duda de la existencia del mismo – para que desarrollen con inaudita libertad sus personajes ante las cámaras, dejando sin voz al mundo adulto, fuera de campo o reducido a una presencia testimonial al principio y al final del filme, con lo que su ausencia resulta por momentos inquietante.

Blog coloca en el centro de su propuesta la importancia insoslayable de la amistad, la necesidad de pertenecer a un grupo y sentirse especial por formar parte del mismo y tener un objetivo conjunto. Resulta creíble la inmersión total en ese universo femenino adolescente con el despertar sexual (y sus consecuencias) planeando sobre el mismo y los variables roles que se juegan dentro del grupo desempeñando un papel crucial en el desarrollo del filme. Blog capta a la vez la inocencia y un estado de ánimo confuso, cambiante, propio de ese difícil tránsito a la madurez configurándose como una obra que, equilibrando lo inmediato con una mínima narrativa imprescindible, propone una cierta reivindicación de una etapa a menudo retratada de forma falsaria o simplemente truculenta.


La película, tras un comienzo algo titubeante propio del aire desmañado de ese collage de imágenes digitales que conforma su apuesta narrativa, encuentra poco a poco su sentido y sabe cómo conseguir conectar al espectador con las vidas de las chicas, alza el vuelo a partir de la prodigiosa (e hilarante) escena del visionado conjunto de la peli porno y ya no deja de crecer hasta el final, consiguiendo crear algunos momentos magníficos por el camino y llegando a un desenlace no por esperado menos desolador y confuso como por otro lado suele ser la vida misma a esas edades y asimismo alejado de cualquier trasunto moralizante, lo que me parece algo especialmente valioso precisamente porque huye de esa habitual mirada paternalista, frívola o en el peor de los casos, incluso un punto reaccionaria que impregnan los productos destinados al consumo adolescente, algo que contrasta con la refrescante libertad y espontaneidad que transpira todo el filme de Elena Trapé.




BLOG se proyecta en el Centro Cultural Alcazaba el jueves 10 de marzo a partir de las 20:30 horas. Este artículo se publicó el Lunes 07 de marzo en el periódico Voz Emérita

martes, marzo 01, 2011

OSCARS 2011: La Contracronica


Lo más camuflaje: Robert Downey Jr y Jude Law luciendo respectivamente una corbata y una pajarita blanquísimas… sobre unas camisas igual de blancas. ¿Estilismo disimulado o ganas de dar la nota?


Lo más despeinado: Scarlett Johansson, cuyo elegante vestido contrastaba con la pinta de habérselo puesto recién salida de la ducha por haberse quedado dormida y perdido la vez en la pelu…


Lo más irreconocible: Jennifer Hudson, con veinte kilos menos, luciendo nuevo tipazo


Lo más sexy: Mila Kunis, con un precioso traje lavanda cuyo escotazo, resaltado por unas graciosas figurillas de los adornos, era imposible de ignorar. De la mirada morbosa mejor no digo nada, ufff


Lo más hermoso: Halle Berry, Halle Berry y Halle Berry. Punto.


Lo más esperado: Que en cualquier momento asomara un mapache entre el alborotado peinado de Helena Bonham Carter, por una vez más alambicado que el de su pareja Tim Burton


Lo más desubicado: Jennifer Lawrence, que debería despedir a su estilista por convertirla en una especie de extra de Los Vigilantes de la Playa. Ni rastro de la estoica protagonista de la excelente Winter’s Bone


Lo más repetido: El color rojo. Jesús, cuanta pasión desbordada sobre la alfombra.


Lo más inquietante: Danny Houston, hermano de Angelica… que parecía mismamente Jack Nicholson, exmarido de ésta: observense las cejas


Lo más feliz: La pareja Bardem-Pe, padres hace solo un mes y sin ningún tipo de presión para disfrutar la ceremonia. Él sabía que iba a ganar Colin Firth y ella había vuelto a ser otra vez una de las más elegantes sobre la alfombra roja.


Lo más a la moda: Cate Blanchett, que eligió un vestido de una colección exclusiva de Pret a Porter que la diferenciaba (para bien) del resto.


Lo más Pacto con el Diablo: Marisa Tomei. Cada año que pasa está más y más guapa la jodía.


Lo más sobre seguro: el video introductorio con los presentadores siguiendo el esquema de Origen para meterse en la mente de Alec Baldwin mientras repasaban parte de las películas nominadas, de humor demasiado blanco para mi gusto – le faltaba mordiente - pero sin duda bien realizado. Eso si, no entendí el por qué de la referencia final a Regreso al Futuro.



Lo más esforzado: Anne Hathaway. Desbordando frescura y naturalidad, impecable en sus ocho cambios de vestuario, que ya tiene mérito que todos le quedaran de maravilla. Lástima que su entusiasmo solo hiciera cada vez más evidente la indolencia de su desnortado partenaire, James Franco. Pero estuvo arrolladora.



Lo más sorprendente: El golpe de efecto Kirk Douglas, divertidísimo tanto requebrando a Anne Hathaway y a Melissa Leo como estirando el suspense del premio a la Mejor Actriz de Reparto (…You know?)


Lo más desenfadado: Josh Brolin y Javier Bardem entregando los premios a Mejor guión bailando agarrados y vestidos con dos chaquetas blanquísimas… que les hacían parecer dos camareros. Eso sí, no dejaron de pasárselo bien ni un segundo sobre el escenario


Lo más innecesario: James Franco vestido de Marilyn. Se suponía que era un gag acompañando a Anne Hathaway de smoking pero la verdad es que no tuvo demasiada gracia. Más allá de comprobar que podría ser una drag queen bastante convincente… de lo más guapa.


Lo más despistado: Wally Pfister, que subió a recoger su Oscar a la Mejor Fotografía con las gafas sobre la frente. Solo le faltó protagonizar un gag y buscarse las gafas antes de leer una nota de agradecimiento


La pareja más improbable: el cómico Russell Brand y la solemne Helen Mirren entregando el Premio a la Mejor Película de Habla No Inglesa y escenificando un sketch de falsa traducción simultanea bastante viejuno, por más que la referencia a The Queen y a Colin Firth estuviera bien traída.


Lo más irónico: Kirk Douglas, en su improvisación "Hugh Jackman se ríe. Todo el mundo en Australia cree que es gracioso, no sé por qué. Pero mirad a Colin Firth, no se ríe porque es inglés"


Lo más espontáneo: Melissa Leo “Esto de subir al escenario parecía tan jodidamente fácil…ups, perdón” La ABC estuvo rápida: con solo siete segundos de retardo, le dio tiempo a censurar en los USA el “fucking”… que por otro lado fue de lo poco inesperado de la gala.


Lo más freak: Luke Matheny, director del corto God of Love. Era como ver en directo a Jar Jar Binks en traje y con un pelucón afro.


Lo más Big Band Theory: La referencia de Jude Law a que Robert Downey Jr fue pillado en 2001 en una habitación barata de hotel con una amiga vestida de Batgirl. Respuesta del aludido: “Lo primero es que la habitación no era barata ni con el descuento de empresa. Lo segundo es que fue en el 2000 y no en el 2001 y tercero y aun más importante: iba vestida de Wonder Woman”

Lo más necesario: El recordatorio de Charles Ferguson, director del imprescindible documental sobre la crisis financiera INSIDE JOBque estuvo en el V Festival de Cine Inédito de Mérida… lo siento: tenía que volver a decirlo – que ni uno solo de los directivos de las corporaciones implicadas en aquel desastre ha ido a la cárcel por aquellos hechos. Fue una de las grandes ovaciones de la noche


Lo más inteligente: David Seidler recogiendo su Oscar a Mejor Guión Original por El Discurso del Rey “El discurso del escritor, eso si que da miedo. Mi padre siempre me dijo que yo florecería tarde. Creo que soy la persona más vieja en ganar este premio. Espero que este record se rompa pronto y a menudo. Agradezco este premio a la Reina de Inglaterra por no haberme metido en la Torre de Londres por poner en boca de su padre tan a menudo la palabra joder y acepto este premio en nombre de todos los tartamudos de este mundo”


Lo más desafinado: Celine Dion cantando la canción que introducía el temido video de los muertos, el homenaje a los desaparecidos del año. Sería impresión mía, pero creo que estuvo especialmente desacertada

Lo más indignante: la ausencia de Luis García Berlanga en dicho video, que si rindió homenaje por ejemplo a Mario Monicelli. Conviene recordar que estuvo nominado en 1961 por Plácido.

Lo más añorado: Billy Crystal sobre el escenario del Kodak Theatre, haciéndonos recordar tiempos mejores “Hay cosas que nunca cambian: los productores de la Gala me han dicho que vamos un poco tarde así que los nominados a la Mejor Película son…”


Lo más cansino: Las canciones nominadas, un aburrimiento sucesivo de temas sobre todo porque la única que no resultaba especialmente ñoña, la ganadora We Belong Together de Randy Newman sonó la primera y luego tuvimos que tragarnos las otras tres seguidas ¿de verdad no hay en toda la producción de cine del año temas originales mejores que estos?

Lo mejor montado: un video que convertía en curiosos musicales algunas secuencias con diálogos reales de Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte, Toy Story 3 y La Red Social, con una genial guinda final: el inenarrable “He Doesn’t Own a Shirt” dedicado por Robert Pattinson a Taylor Hutner en Eclipse.



Lo más natural: Sandra Bullock vacilando a los nominados a Mejor Actor: “Hola, Javier, hace un par de años dejaste aterrorizado a todo el país con un corte de pelo” “Jeff, tío, ya ganaste el año pasado, deja algo para los demás ¿no?” “Jesse, todavía estoy esperando que me aceptes como amiga en Facebook” “Colin, he oído que a la Reina le ha gustado El Discurso del Rey. Eso está bien porque supongo que tendrás pensado regresar a tu país en algún momento ¿no?” “James, eres la razón número uno por la que las madres recogen tarde a los niños en la escuela: se quedan a verte en la serie General Hospital”



Lo más acertado: Steven Spielberg recordando antes de entregar el premio a la Mejor Película que las perdedoras pasarían a formar parte de un grupo que incluye títulos como Ciudadano Kane, El Graduado o Toro Salvaje. Y la verdad es que sí es un consuelo, sí.

Lo más premonitorio: El video final con imágenes de las diez películas nominadas mientras sonaba de fondo El Discurso del Rey – el discurso real pronunciado por Colin Firth en la película, quiero decir – anticipando de manera evidente cual iba a ser la ganadora. Eso si, llega a ser otra y nos quedamos todos con una cara de pasmo que pa qué....