lunes, junio 29, 2009

TERMINATOR SALVATION, El Futuro ya no es lo que era

Cuando a finales del 2007 corrió por internet la noticia de que el encargado de un nuevo intento por revitalizar la franquicia Terminator iba a ser McG, firmante de las dos horrendas entregas de Los Ángeles de Charlie, muchos nos echamos a temblar. Y es que, reconozcámoslo, digerir que la saga de viajes en el tiempo, robots asesinos y futuros apocalípticos por evitar que instauraron James Cameron y Arnold Schwarzenegger en 1984 y que alcanzó su punto más álgido con aquella esplendida T-2: El Juicio Final que revolucionó el panorama de los efectos visuales en 1991 –olvidemos piadosamente la bastante sosa tercera entrega de Jonathan Mostow - había caído en manos de un sujeto con semejantes credenciales no era nada fácil.
Esa falta casi absoluta de expectativas ha acabado jugando en cierta forma a favor del filme: el arranque de Terminator Salvation, con el ataque de un grupo de humanos liderados por un John Connor ya adulto (con los rasgos de un crispado y pasado de intenso Christian Bale) a un enclave dominado por Skynet en ese futuro apocalíptico hecho ya realidad, servido con una acertada fotografía en tonos metálicos y culminado con una virguería técnica en forma de elaborado plano secuencia en el que vemos al actor subirse a un helicóptero, elevarse en el aire e intentar en vano largarse del lugar para acabar estrellándose, hizo que se me quitaran muchas de las lógicas aprensiones iniciales que me provocaba McG. Por un instante sufrí el espejismo de pensar que me iba a encontrar con una buena película de acción. Pero era eso, un espejismo.
Vale, este T-4 persigue ante todo el entretenimiento en estado puro, con un ritmo machacón que procura no dar respiro al espectador (ni tiempo para pensar, por si acaso, un poco al estilo Michael Bay) y un aparatoso andamiaje digital que intenta apabullar con un puñado de filigranas – estamos en una guerra y eso le da al realizador un cheque en blanco para llenar la pantalla con Terminators de todo tipo, ya sean sofisticadas motos, bichos acuáticos o robots gigantes al más puro estilo Transformer – mientras hila con trazo gordo las dos líneas argumentales que siguen a los protagonistas de la película, el indisciplinado y paranoico John Connor, obsesionado con estar a la altura de su destino como le inculcó mamá Sarah y un personaje de nuevo cuño que en el fondo no lo es tanto, ese ambiguo Marcus Wright que acaba protegiendo a un adolescente Kyle Reese, a la sazón futuro padre de John Connor cuando éste lo mande al pasado a proteger a su madre y la acabe dejando preñada del propio John Connor. Si no se ha entendido a la primera, cosa bastante normal, volver a leer muy despacio: la claridad expositiva del argumento de la película –indescifrable para los que no estén familiarizados con la saga – no es precisamente el punto fuerte del filme.
Los problemas principales de T-4 residen en su desastroso guión, lastrado por brutales incoherencias y estupideces que harán que cualquier espectador con criterio enarque una ceja ante tanto sinsentido, y en la voluntad constante de guiñar el ojo a los fans de la serie no solo a base de frases emblemáticas y cameos digitales reconocibles (¡Ese T-800 a los sones de los reconocibles acordes del tema de Brad Fiedel!), sino mimetizando hasta el paroxismo elementos y situaciones de las dos primeras entregas que uno tiene por momentos la incómoda sensación de estar asistiendo a un refrito anabolizado y ruidoso - y por supuesto mucho menos interesante - de las dos películas firmadas por James Cameron, hasta tal punto que su clímax no deja de ser un especie de remix del final de ambas, especialmente de la primera.
Terminator Salvation comete además el grave error de ponerse trascendente cuando si sus autores se hubieran detenido a analizar con algo de cuidado las razones del éxito de las películas de Cameron habrían caído en la cuenta de la importancia en ellas tanto del sentido del humor como cierta ligereza a la hora de teorizar acerca de las indeseables consecuencias del progreso tecnológico, elementos ambos ausentes por completo en una película más o menos entretenida, sí, pero que me provoca en el mejor de los casos una considerable indiferencia.

Este artículo, levemente modificado, se publicó en el periódico gratuito Voz Emérita el 29 de Junio del 2009

Reportaje 25 Años de Metal sobre Terminator Salvation emitido en Dias de Cine el 04/06/09

jueves, junio 25, 2009

CORAZÓN DE TINTA: Letras sin chispa de magia


La semana pasada les hablaba desde estas mismas páginas de las adaptaciones literarias y la forma en la que ha evolucionado la relación del cine con las mismas. Pues bien, hoy retomamos el tema desde una perspectiva algo distinta. Si hay un género literario que haya alcanzado una fuerza inusitada en los últimos tiempos gracias en parte a sus versiones para la gran pantalla, ese es sin duda el de la literatura fantástica. El éxito arrollador de las novelas de J.K.Rowling sobre Harry Potter y sus películas, sumado al fenómeno que supuso en su momento la trilogía de El Señor de los Anillos o el éxito en taquilla de Las Crónicas de Narnia han abonado el terreno para que en los últimos tiempos hayan conseguido ver la luz un puñado de películas que han adaptado, con mayor o menor fortuna, obras de similares temáticas como Eragon, Las Crónicas de Spiderwick, Un Puente hacia Terabitha o La Brújula Dorada. Si no fuera porque los resultados son, siendo muy benévolos, bastante desiguales, casi podríamos estar hablando de una especie de edad dorada del género.
Corazón de Tinta, primera parte de una trilogía escrita por Cornelia Funke que desconozco, dispone de una serie de elementos que a priori configuraban una película con posibilidades de resultar interesante, a saber: un hombre que solo con su voz es capaz de traer a esta realidad a los personajes y situaciones de cualquier libro si bien hay que pagar un cierto peaje por ello, pues por cada personaje literario que se materializa en nuestro mundo, alguien de nuestra realidad se queda atrapado en las páginas del mismo; un reparto compuesto por nombres tan solventes como Helen Mirren, Jim Broadbent o Paul Bettany y la voluntad de llevar este proyecto a contracorriente de las modas imperantes en el género, es decir, huir en cierta medida de las pantallas verdes y los efectos digitales para trasladar cierta sensación de realismo al espectador.
Esta apuesta de jugar con el realismo dentro de una propuesta fantástica, una labor que se apoya en una puesta en escena que introduce los elementos mágicos de la trama de una forma casi naturalista, no acaba de cuajar del todo, dejando la propuesta en terreno de nadie: ni su fantasía resulta tan seductora como para enganchar al espectador más joven ni sus reflexiones metalingüísticas están lo suficientemente desarrolladas como para resultar atractivas al público algo más adulto, con lo que el interés de la película se diluye como un azucarillo, victima tanto de los excesivos tiempos muertos que abundan en su metraje como de una realización, cortesía del irregular Iain Softley, bastante más plana de lo que pide a gritos una película de estas características. Resumiendo, Corazón de Tinta comete un pecado imperdonable: aburre como si en vez de un cuento fantástico adaptara el libro de instrucciones de una lavadora.
Pese a ello, resulta interesante el desparpajo con el que aborda una declaración de amor en toda regla por la palabra escrita: hay algo que empuja constantemente al espectador a dejarse seducir por la magia de los libros, incluso por encima de la aventura que se nos está contando. La aparición en escena del autor del libro Fenoglio – un excelente como acostumbra Jim Broadbent – y el hecho de vivir ese sueño en el que los personajes que ha creado sobre el papel aparecen en el mundo real, permitiéndole interactuar con ellos, da lugar a algunas reflexiones jugosas sobre la responsabilidad del autor sobre el destino de su obra y sus creaciones. Lástima que tan interesante cuestión esté solo apuntada y no demasiado desarrollada porque podría haber dado bastante más juego.
Para el anecdotario quedan los guiños tolkinianos - Andy Serkis, Gollum, haciendo de villano, La Sombra clavadita al Balrog de Moria y la aparición final de Helen Mirren emulando a cierto mago blanco – y que uno entiende a la perfección el deseo de Dustfinger (Paul Bettany) de volver a su libro a toda costa: la mujer que allí le espera no es otra que Jennifer Connelly, a la sazón su esposa en la vida real. Yo también querría lo mismo.

Video: Sagas Literarias de Cine Reportaje de Dias de Cine emitido el 18/06/2009

Este artículo, levemente modificado, se publicó en el periódico gratuito Voz Emérita el lunes 22 de Junio de 2009

lunes, junio 22, 2009

LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES

Sobre las adaptaciones literarias a la gran pantalla

La persistencia en la cartelera de Los Hombres que No Amaban a las Mujeres me proporciona la excusa perfecta para dedicar el artículo de Voz Emérita de esta semana a la siempre espinosa cuestión de las adaptaciones literarias. Sabido es que las relaciones entre cine y literatura siempre han sido tan tormentosas como en el fondo fructíferas: el cine siempre tendrá necesidad de historias que contar y partir de un material literario previo ayuda a solventar en gran medida el siempre difícil escollo de conseguir un guión inicial. Por supuesto, hay películas impresionantes basadas en libros mediocres y viceversa, libros maravillosos que han perdido toda su magia en su traslación a la gran pantalla. En un debate casi tan viejo como el propio cine, parecía haber quedado claro que cine y literatura son lenguajes diferentes y conseguir una película notable a menudo dependía de que se pudiera alcanzar cierto grado de independencia respecto a su referente literario, una suerte de reinvención del texto en sus propios términos cinematográficos.
Con los best-sellers hubo que revisar ese planteamiento porque si uno quiere convertir en público potencial a los miles de lectores del libro, parece lógico no alejarse un ápice de sus elementos esenciales, no vaya a ser que tengamos que enfrentarnos a la ira de una legión de aficionados descontentos y, cielos, al consecuente fracaso económico. Así pues en los últimos tiempos vivimos una fiebre de adaptaciones cuya característica esencial no es tanto la reinterpretación en clave cinematográfica como la fidelidad obsesiva al original. Eso ha dado lugar a plúmbeas películas pasadas de metraje en los que sobran diálogos y líneas narrativas pero lo peor es que gran parte de estas obras hacen gala de una falta de personalidad alarmante y para colmo, algunos autores escriben sus novelas pensando en su futura traslación al cine, lo que es una perversa consecuencia de este cambio de reglas del juego.
Vi Los Hombres que No Amaban a las Mujeres habiendo decidido no solo no leer la novela en la que se basa sino también obviar cualquier tipo de información referente a su argumento. Salió bien, ya que la película, un thriller más que correcto, me entretuvo bastante. Ese ambiente malsano que ya he podido detectar en más de una obra nórdica hace que uno se pregunte como será vivir por allí arriba, ya que la disección de esa sociedad sueca tan saludable en apariencia y bastante podrida en el trasfondo que muestra la película es desoladora. Creo que el personaje de Lisbeth Salander es una bomba - el episodio con el tutor, más allá de su carácter de elemento casi externo a la columna del relato y su sordidez extrema es demoledor - muchísimo más interesante que el algo pazguato Blomqvist, pero la muy peculiar química entre ambos funciona francamente bien, algo a lo que ayuda no poco que los actores que los interpretan sean, además de creíbles, completos desconocidos.
Puede que a algunos la enorme frialdad que despliega el conjunto y el ritmo tranquilo igual les dejan un poco fuera de la película. A mi sí consiguió engancharme, especialmente desde esa reconstrucción de los hechos a partir de las fotografías digna sucesora de las de Blade Runner o Blow Up. Y las dos horitas y media se me pasaron en un suspiro, consiguiendo incluso que perdonara algunas de las inconsistencias y de las arbitrariedades del relato en su apresurado tramo final. Sospecho, en fin, que la película contentará a los que conozcan la novela y resultará entretenida para los que no. Lo que no es poco: podría haber sido muchísimo peor.
Por otra parte, he de reconocer que aunque no pienso abalanzarme sobre ellos, no me importaría ni leer el voluminoso best seller de Stieg Larsson ni sus dos continuaciones aunque tengo de nuevo la molesta sensación que ya me asaltara con las obras que perpetra Dan Brown: El éxito de este tipo ¿no será debido a que escribía libros de fácil uso para gente que no suele leer demasiado?

Este artículo, levemente modificado, apareció en el periódico gratuito Voz Emérita el lunes 13 de junio

PD: Si quereis leer un buen artículo sobre la obra de Stieg Larsson y su adaptación a la pantalla por parte de alguien que sí se ha leído la novela, echadle un vistazo a la entrada que le ha dedicado en su blog el crítico Tomás Fernández Valenti

domingo, junio 21, 2009

III CINES DEL SUR: Soñando en Granada

Una pantalla al aire libre emite una película mientras al fondo se recorta la inconfundible forma de la Alhambra iluminada, dando lugar a ese concepto tan manoseado y que sin embargo aquí tiene perfecta justificación de “marco incomparable”. En la película, un hombre tatuado, violento e irascible, victima de una extraña enfermedad que le impide generar recuerdos nuevos por un espacio superior a unos minutos transcurridos los cuales olvida lo que acaba de experimentar busca de forma incansable al asesino de su esposa. ¿Memento? Podría pasar por ella, si no fuera porque tras los primeros cuarenta minutos, la película se ve bruscamente interrumpida por un colorido y frenético videoclip en el que los protagonistas ejecutan espectaculares coreografías, convirtiendo lo que hasta entonces estaba siendo un thriller en un musical y dando lugar a una comedia romántica. Solo son los primeros cambios de género de una película que mutará constantemente durante sus ¡tres horas! de metraje tocando todos los palos: suspense, amor, terror, cine de acción, musical, comedia, thriller y vuelta a empezar. Una deliciosa coctelera servida con un generoso presupuesto bien utilizado, irresistiblemente divertida pese a los desatinos de guión que solo molestarían a un purista que se hubiera equivocado de espectáculo.
El resto nos frotamos los ojos, maravillados ante el saludable desparpajo de una peli con protagonistas sobrenaturalmente guapos y atractivos que te lleva en volandas por un carrusel de emociones capaz de devolverte a la infancia, cuando uno veía el cine con otros ojos. La peli en cuestión se llama Ghajini, es la delirante versión Bollywood de Memento y una de las mejores experiencias que un servidor ha pasado en un Festival de Cine en los últimos años. Y es que daba igual todo: lo incómodo de las sillas, el horario de madrugada, el hambre o la sed…era volver a los cines de verano al aire libre en la Plaza de Toros de Mérida cuando uno, sin saberlo, estaba empezando a alimentar su incipiente cinefilia en una pantalla gigante con las estrellas como techo. Y de fondo, la Alhambra, majestuosa, hermosa, desafiante… Tras solo un año de ausencia, he vuelto a Granada, he vuelto a Cines del Sur, uno de mis festivales favoritos. Y aquí estoy de nuevo, como hace dos años en la inolvidable proyección de Half Moon de Bahman Ghobadi al aire libre en la Plaza de las Pasiegas en otra pantalla gigante, disfrutando como un niño.
Cines del Sur cumple su tercer año en un envidiable estado de salud: un concepto de festival muy potente – tocar todas las filmografías habitualmente olvidadas por no ya por las salas comerciales sino incluso por muchos festivales: Asia, Africa, Latinoamérica, la Europa más desconocida - una programación coherente servida por un grupo de profesionales curtidos (Esteve Riambau, Mirito Torreiro, Alberto Elena…) que saben muy bien lo que tiene entre manos y de los que uno puede fiarse a ciegas, un presupuesto decente en el que apoyarse y una ciudad de irresistibles atractivos. Tuve la suerte de estar en Granada en su primera edición y entonces ya intuí que no iba a tardar demasiado en convertirse en una referencia ineludible en el panorama de los Festivales de Cine españoles. Y si a lo vivido en Cines del Sur le sumo mi reciente experiencia en el FCAT de Tarifa, creo que le debo a ambos festivales el concepto base que este año animará el IV Festival de Cine Inédito de Mérida: una apuesta por la multiculturalidad en el que haré todo lo posible por contar en la Sección Oficial con al menos una película procedente de cada continente, una ventana abierta desde Mérida que permitirá un hermoso viaje al espectador por el mundo… Pero no adelantemos acontecimientos y centrémonos en analizar el indiscutible palmarés del III Festival de Cines del Sur en el que el Jurado presidido por Arturo Ripstein ha sabido, a mi modo de ver, destacar las dos obras más importantes que han podido verse en Granada este año.

ALHAMBRA DE ORO A LA MEJOR PELÍCULA: The Other Bank (Gagma Napiri, Georgia-Kazajstán, George Ovashvili)

Hay veces en las que el cine sirve para arrojar un poco de luz sobre conflictos de los cuales nada sabemos o nuestro conocimiento es poco menos que superficial. Cuando se derrumbó la Unión Soviética surgieron un puñado de nuevas identidades territoriales deseosas de alcanzar su independencia y proclamar su identidad como estados independientes. El problema es que no todas tenían una historia y una sólida base sobre la que apoyar dichas demandas como podía ser el caso de Ucrania o las repúblicas bálticas. Georgia, sin ir más lejos, vio como dos regiones que habían formado parte de su territorio, Abjasia y Osetia del Sur, proclamaban su independencia en 1995 apoyadas por Rusia y procedían a un proceso de “limpieza étnica” en el que más de 250.000 georgianos fueron expulsados por la fuerza de Abjasia por separatistas abjasos y chechenos y obligados a buscar refugio y vivir en condiciones penosas en Georgia.
Es en este contexto donde se desarrolla la historia de Tedo, un chaval de doce años que vive con su joven madre en un modesto refugio en Tbilissi. Ambos son desplazados de Abjasia a causa de esa guerra civil que les ha arrebatado todo, incluso la esperanza de una felicidad futura. Tedo sólo contaba con cuatro años cuando huyeron de Abjasia dejando atrás al cabeza de familia, aquejado de una enfermedad cardíaca que le impedía soportar el duro viaje. Tedo es un chaval peculiar: inteligente, retraído, bizco… Intenta ayudar económicamente a su madre trabajando de forma ocasional o colaborando en pequeños delitos para salir adelante, pero no soporta la vida que lleva en Georgia y sueña con volver a su tierra y reencontrarse con el padre que dejó atrás. Al final su situación se hará tan desesperada que emprenderá el viaje de regreso a Abjasia a pesar de los peligros que éste conlleva y aun sabiendo que, por su condición de georgiano, no será bien recibido allí sino que, muy al contrario, su vida puede correr peligro.
La Otra Orilla es, simplemente, una película impresionante. El viaje de Tedo, la determinación que éste muestra surgida de la más pura desesperación, está narrada con una increíble solvencia por el debutante George Ovashvili, que se apoya casi exclusivamente en una descomunal interpretación del joven Tedo Bekhauri, una suerte del Haley Jael Osment de Inteligencia Artificial, capaz de transmitir toda la tragedia que encierra su personaje que lleva con desarmante naturalidad el peso de la película. El viaje de Tedo conmueve y emociona a partes iguales, nos revela unos hechos terribles y, con sutileza, habla mucho acerca de la intolerancia, de la estupidez de determinados patriotismos, del rechazo por motivos étnicos y también de la solidaridad, de la necesidad de las ilusiones y de la lucha por la supervivencia. Todo ello en apenas una hora y media de un viaje en el que la dureza es capaz de darse la mano con cierta poesía – las escenas de Tedo en un pueblo fantasma sepultado por la nieve son de una belleza tan desolada como conmovedora - y ante el que nadie con un mínimo de sensibilidad puede quedarse indiferente. Una historia sencilla para una gran película.

ALHAMBRA DE PLATA A LA MEJOR DIRECCIÓN Behman Behzadi por BEFORE THE BURIAL (Tahna do bar zendegui mikonim, Irán)
Fue la primera película que se proyectó en la Sección Oficial y desde el primer momento fue una clara candidata a hacerse con un hueco en el palmarés. Before The Burial narra la historia de Siamak, un antiguo estudiante de Medicina que fue expulsado de la universidad y encarcelado por sus actividades políticas veinte años atrás y que, convertido en conductor de autobús y arrastrando desde hace ya demasiado tiempo una larga serie de frustraciones tanto en el plano sentimental como en el profesional, ha decidido llevar a cabo una serie de resoluciones antes de abandonar el mundo cuando cumpla 40 años.
Lo que más llama la atención de Before the Burial es su estructura narrativa: alejada del desarrollo lineal que siempre ha presidido el cine iraní, la película de Behzadi retuerce los tiempos narrativos saltando constantemente entre el presente, pasado y futuro, un poco a la manera de 21 Gramos, Babel o Los Tres Entierros de Melquíades Estrada, las películas escritas por Guillermo Arriaga, pero sin la carga de culpabilidad y redención que presiden las obras del mexicano. No, Behzadi está mucho más interesado en crear un estado de ánimo, en que entendamos el proceso que atraviesa Siamak, un hombre tan destruido en su interior que ni siquiera la estimulante aparición en su vida de Sharzad - Sherezade en farsi, y el nombre no es casual: la muchacha es una especialista en inventar historias capaces de estimular la imaginación de Siamak a la vez que le permite escapar de la dura realidad de las mujeres bajo el régimen iraní – consigue en un principio disuadirle de sus negros pensamientos.
Before the Burial supone todo un soplo de aire fresco en lo que hasta ahora habíamos percibido como cine iraní. Behzadi consigue demostrar con su película que hay cineastas que, más allá de las inevitables limitaciones y dificultades que el régimen de los ayatolás imponen a la creación cinematográfica, demuestran tener una saludable inquietud por explorar nuevas formas narrativas para contar sus historias. No es Before the Burial una película política pese a que por ejemplo su denuncia de la situación de la mujer en Irán gracias al personaje interpretado por la estupenda actriz Negar Javaherian - cuya sonrisa por cierto me recordó a la de nuestra Natalia Verbeke – es innegable. Hay sobre todo en esta estimable película una voluntad clara de romper hasta cierto punto con la enorme ascendencia de autores como Mohsen Makhmalbaf o Abbas Kiarostami y contando una historia que curiosamente podría remitir a El Sabor de las Cerezas, utilizar una estructura narrativa diferente para no solo desconcertar a cualquier desprevenido que se encuentre con semejante propuesta en una película iraní, sino salir más que airoso en una película que, repitiendo las mismas escenas en su nevado comienzo y en su final, transmiten un mensaje completamente distinto al espectador. Brillante
No se puede obviar en cualquier comentario sobre Before the Burial la delicada situación personal de su director Behman Behzadi, que viajó a España el mismo día de las elecciones de Irán y que, como pueden ustedes imaginar, seguía con notable expectación y razonable inquietud todo lo que allí está ocurriendo durante estos días. Resultaba impresionante verle luchar consigo mismo en la rueda de prensa para no decir nada inconveniente que pudiera costarle en el futuro la posibilidad de salir del país, ya que sus declaraciones serán a buen seguro seguidas con lupa por las siempre vigilantes autoridades iraníes – por si alguien lo dudaba, Before The Burial es una de esas películas que, como tantas otras antes que ella, en la actual situación jamás podrá ser vista en las pantallas de su país de origen – pero no hacía falta ser demasiado perspicaz tanto viendo su filme como leyendo entre líneas en sus siempre comedidas declaraciones, de su claro posicionamiento reformista en la delicada situación que ahora mismo atraviesa Irán

ALHAMBRA DE BRONCE, PREMIO ESPECIAL DEL JURADO Jalainur (Zha lai nuo er, Zhao Ye, China)
Este fue mi único error del Festival: una película muy interesante pero que al no ser por su temática material apropiado para Mérida abandoné a la media hora de su proyección para ver en la mediateca – un invento esplendido para los que no pudimos estar durante todo el festival que te permitía recuperar en DVD películas de los días siguientes – Songs Of Distant Seas (ver más abajo). Jalainur cuenta en tono naturalista la jubilación de un ferroviario, de un hombre que apenas ha conocido a su familia y que debe despedirse de quien ha sido su familia sustituta en estos últimos cincuenta años, años de trabajo y miseria en Mongolia, cerca de la frontera que colinda con Rusia, en una mina de carbón a cielo abierto, un emplazamiento utilizado por la roñosa maquinaria industrial china para conseguir carbón barato utilizando un buen número de máquinas de vapor. Según Javier Tolentino, buen amigo y director de El Séptimo Vicio de Radio 3 de cuyo criterio me fío, Jalainur es una estupenda película que diserta sobre el regreso a casa como cambio de rumbo, como adaptación a los nuevos tiempos. Pero no hay tiempo para todo y Jalainur fue la victima de mis apuros este año. Lástima.

PREMIO DEL PÚBLICO A LA MEJOR PELÍCULA
$9,99 (Tatia Rosenthal, Israel/Australia)

He aquí una película francamente simpática. Basada en una serie de relatos del autor israelí Edgar Keret (director de cine a su vez: ganó con Meduzot la Cámara de Oro a la Mejor Opera Prima en Cannes 2007), $9,99 narra las peripecias de una serie de vecinos que conviven en el mismo inmueble, a saber: un joven obsesionado por encontrar el sentido de la vida, un anciano y su gruñón ángel guardián, una top model alérgica al pelo, un niño y su hucha en forma de cerdito que sueña con comprar un juego de fútbol, una pareja en crisis, un hermano que se dedica a ejecutar embargos y que no soporta demasiado ni su empleo ni a su tiránico jefe y un padre traumatizado por el suicidio de un indigente al que no quiso dar dinero – la primera e impactante secuencia de la película – que trata de reencontrarse con su gusto por la vida.

Todas estas historias, en principio poco más que la enésima revisión del formato que popularizó Robert Altman en su estupenda Vidas Cruzadas y que han seguido otros como Paul Thomas Anderson en Magnolia o Rodrigo García en Cosas que Diría con Solo Mirarla o Nueve Mujeres por poner solo un par de ejemplos, no revestiría mayor interés si no fuera porque la película está rodada con muñecos de plastilina usando la técnica del stop-motion. Aparte de lo curioso que resulta en algunos momentos ver a estos muñecos desarrollar una argumento adulto – les aseguro que es más perturbador de lo que podría pensarse ver follar a dos muñecos de plastilina – $9,99 tiene a su favor que está contada con gracia y sutileza, que tiene algunos momentos francamente logrados y una duración tan corta, apenas una hora y veinte minutos, que se ve con interés y se disfruta con agrado, dejando un buen sabor de boca en el espectador más allá de los inevitables desequilibrios que provoca tal pluralidad de historias. Sin embargo, hay que reconocerle a Tatia Rosenthal que lleva a buen puerto su propuesta, sacando buen partido de la humanidad de algunas historias y aprovechando el toque delirante o directamente surrealista de otras. No es sorprendente que el público la eligiera como su favorita.
PREMIOS DE INTERPRETACIÓN
Mejor Actor: Melih Selçul por Milk (Süt, Semil Kaplanogou, Turquía)
Mejor Actriz: Irina Angejkina por Songs of Southern Seas (Pes’n yuzhnih morei, Marat Sarulu, Kazajstán)
Milk es una de esas películas contemplativas en las que los realizadores se complacen en alargar el plano unos cuantos segundos más de los necesarios en busca de provocar no se sabe muy bien qué emociones más allá del aburrimiento. Claro, si tienes el talento para el encuadre y el sentido fotográfico de un Nuri Bilge Ceylan (Lejano, Los Climas) pues se entiende y se perdona. Pero si eres un imitador o un simple sucedáneo corres el riesgo de quedarte en evidencia. Y eso es lo que le ocurre a Semil Kaplanogou en esta historia en la que su atribulado protagonista, un chaval con inquietudes poéticas atrapado en la granja lechera de su madre viuda que les sustenta y presa de un acusado complejo de Edipo que se desata cuando ésta inicia una relación con el Jefe de Estación de tren del pueblo. La película no está mal del todo, pero sinceramente a mi el trabajo de Melih Selçul transmitiendo su aburrimiento vital por su anodina existencia solo consiguió provocarme precisamente eso, aburrimiento. Claro que quizás por eso mismo le han premiado.
Más interés revestía Songs of Southern Seas, donde en cierto modo se retomaba la idea de The Other Bank al contar la historia de dos parejas de vecinos en la lejana Kazajstán. Unos, caucásicos y rubios de ojos azules y otros, asiáticos y morenos como suele ser habitual por aquellas latitudes casi deshabitadas y muy alejadas de los centros urbanos. Cuando María, la rubia esposa de Iván da a luz a un bebé moreno, al esposo se le encienden todas las alarmas y, con el natural ataque de cuernos, reacciona con virulencia enfrentándose a su vecino y hasta entonces amigo Assan. Obligado a vivir varios años con esa espina clavada – y la del desprecio de la familia cosaca de su esposa – Iván acabará por hacer un viaje a las raíces de su pasado que le revelará algunos secretos sobre sus ascendientes, mientras María y su vecina Aisha, con esa forma de enfrentar los problemas tan distinta a la de los hombres que tienen las mujeres, sobrellevan mucho mejor la situación de tensión creada por sus maridos. Es ésta una película interesante en la que destaca la naturalidad del trabajo de la premiada Irina Angejkina y en la que se insiste en la idea de la solidaridad y el entendimiento entre distintas razas obligadas a convivir como forma de superar las dificultades. Aunque cueste lo suyo aprender según que lecciones.
Una vez repasado el palmarés y dejando para mejor ocasión algunas propuestas igualmente interesantes que no encontraron su hueco en el palmarés de una Sección oficial que francamente rayó a gran altura – estoy pensando en la combativa Dernier Maquis, que con un estilo que mezcla a los Dardenne con el cine-denuncia de Ken Loach habla sobre esa nueva clase obrera que forman los inmigrantes que, a falta de cooperativas o sindicatos que no forman parte de su cultura, se organizan en torno a la religión para afrontar sus conflictos laborales, o Perfect Life, la nueva producción de Jia Zhang Ke (Naturaleza Muerta, 24 City) dirigida por Emily Tang, que mezcla ficción y documental narrando las vidas de dos mujeres chinas muy distintas que se cruzan fugazmente – no queda sino felicitarse de que un festival como Cines del Sur siga adelante creciendo de esta forma. Y es que se me quedan en el tintero la impresionante retrospectiva de películas sobre la Revolución Cubana (retrospectiva que por cierto pretende… El Festival de La Habana), la dedicada al africano Souleymane Cissé, las secciones Itinerarios y Mediterráneos y un largo etcétera que conforman una propuesta simplemente imposible de abarcar en los cuatro días – por otro lado os aseguro que muy bien aprovechados – que pasé en Granada.
Mis más sinceras felicitaciones a Jose Sánchez-Montes, director de Cines del Sur y a todo su excelente equipo que nos han hecho una vez más soñar con ese cine que de otra forma sería imposible disfrutar en nuestras pantallas. Os dejo con una foto mía acompañado de la maravillosa Farah Hamed, actriz de Retorno a Hansala, presentadora de la gala de inauguración con la que he vuelto a pasar ratos estupendos, así como con buenos amigos como Alejo Moreno de Días de Cine, Sesi Begeret de L'Alternativa de Barcelona o Javier Tolentino de El Septimo Vicio, que también habla en su blog sobre Cines del Sur. Y hasta el año que viene, seguiré soñando con volver a Granada.

jueves, junio 18, 2009

FILMOTECA: Ponyo en el Acantilado, Otra joya de Miyazaki

El Jueves 18 de Junio en el Centro Cultural Alcazaba a partir de las 20:30 horas la Filmoteca de Extremadura proyecta dentro del ciclo de Cine y Medio Ambiente Ponyo en el Acantilado, la última película de uno de los más grandes animadores de la historia del cine, el japonés Hayao Miyazaki, autor de películas tan maravillosas y llenas de imaginación como La Princesa Mononoke, El Viaje de Chihiro o El Castillo Ambulante. Dejando a un lado las temáticas algo más adultas que habían poblado sus últimas películas, Ponyo en el Acantilado es una película dirigida primordialmente al público infantil pero cuyo mensaje universal sobre la amistad y la necesidad de vivir en armonía con la naturaleza y, por supuesto, su irresistible encanto y poesía visual alcanzan a todo tipo de edades y sensibilidades.Sosuke es un niño de cinco años que vive en lo más alto de un acantilado que da al mar. Una mañana, mientras juega en una playa rocosa que hay bajo su casa, se encuentra con una 'pececita' de colores llamada Ponyo, con la cabeza atascada en un tarro de mermelada. Sosuke la rescata y la guarda en un cubo verde de plástico. Ponyo y Sosuke sienten una fascinación mutua. Él le dice: “No te preocupes, te protegeré y cuidaré de ti”. Sin embargo, el padre de Ponyo, Fujimoto, que en otro tiempo fue humano y ahora es un hechicero que vive en lo más profundo del océano, la obliga a regresar con él a las profundidades del mar. “¡Quiero ser humana!”, exclama Ponyo y, decidida a convertirse en una niña y regresar con Sosuke, escapa. Ponyo en el acantilado es una aventura mágica sobre la fuerza de la amistad y el poder de la naturaleza que traslada a la gran pantalla una muy particular visión del director sobre el cuento de La Sirenita.Hayao Miyazaki sigue, en estos tiempos en los que la animación digital amenaza con devorarlo todo, empeñado en continuar su trabajo por las sendas de la animación tradicional con apenas algunas ayudas informáticas. Su cine se apoya en un trazo simple, diáfano, que consigue transmitir con suma sencillez unas historias llenas de imaginación y poesía visual en las que siempre sale a relucir su obsesión por vivir en paz con la Naturaleza y su terrible miedo a que la locura y el sinsentido desatado por los hombres en su afán depredador acabe por romper el fino equilibrio que nos sustenta.
Gracias a una extraordinaria historia de amistad, amor y respeto a la libertad llena de sensibilidad, encanto y colorido que se apoya en una hermosa BSO de su colaborador habitual Joe Hisaishi, Ponyo en el Acantilado tiene la virtud de que encantará a los niños por su sencillez, su magia y la naturalidad de sus protagonistas a la vez que cautivará a los adultos por el enorme derroche de talento y oficio del que hace gala una vez más Hayao Miyazaki, un genio absoluto de la animación y el único que, desde su mítico estudio Ghibli, puede mirar hoy en día de igual a igual a la todopoderosa Pixar. Miyazaki pasa de modas: él hace tiempo que juega en otra liga.Ah, por cierto, la cancioncilla es de las cosas más simpáticas y pegadizas que hemos podido escuchar en una banda sonora en los últimos tiempos. Os aseguro que resulta difícil no dejarse llevar por su encanto y ponerse a tararear el estribillo...

jueves, junio 11, 2009

[Filmoteca] Dersu Uzala, amistad y naturaleza

El Jueves 11 de Junio en el Centro Cultural Alcazaba a partir de las 20:30 horas la Filmoteca de Extremadura proyecta dentro del ciclo de Cine y Medio Ambiente Dersu Uzala, una obra maestra del gran Akira Kurosawa que supone una gran oportunidad para todos aquellos que, como el que escribe estas líneas, jamás ha tenido hasta ahora la posibilidad de disfrutar de este hermosísimo filme en pantalla grande. Kurosawa obtuvo el Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa en 1975 con esta historia de amistad y ecología basada en las experiencias reales del explorador y cartógrafo ruso Vladimir Arseniev junto a Dersu Uzala, un anciano cazador chino, nómada y animista, cuya actitud de profundo respeto por la naturaleza impresionó tanto a Arseniev que escribió un libro narrando sus viajes y aventuras por los terrenos inhóspitos de la taiga siberiana.Durante el transcurso de sus viajes, Dersu irá revelando a su amigo Arseniev los secretos de su pueblo, las vías especiales usadas por los animales, las tradiciones y las creencias de los indígenas de la taiga. Es una historia de vínculos: el que une a Dersu con su entorno y el que se forja entre Dersu y Arseniev. El film describe las expediciones de una patrulla de militares rusos a desconocidos rincones de Siberia situados al norte de Corea y al este de Manchuria, para trazar mapas topográficos. Guiados por el ingenioso Dersu, quien conoce la taiga como la palma de su mano, descubren sus misterios.Derzu Uzala es un humilde cazador, observador, de espíritu empírico, que vive su vida en plena naturaleza como una experiencia esencialmente emocional. En su cotidiano quehacer de cazador, descubre la felicidad en la vida simple. Representa el equilibrio entre la persona y el entorno, pues él mantiene el cordón umbilical con la naturaleza y siente el verdadero amor por todos los seres y elementos del planeta. Una cualidad que motivó al director a llevar a la pantalla la vida de un hombre que vive en armonía consigo mismo y con la naturaleza. Según Kurosawa: “La gente ha olvidado que el hombre es parte de la naturaleza. Acaban con ella ávidos como buitres. Eso hay que gritarlo a los cuatro vientos, algo que hago a través de esta película”Maksim Munzuk, el intérprete de Dersu Uzala, es en sí mismo un caso curioso: director y actor principal de uno de los teatros más importantes de Tuva, era asimismo cazador y según parece, imprimió al personaje muchas cosas que compartía con el mismo. Su peculiar forma de ser, a camino entre la profunda sabiduría que otorga el conocimiento de lo natural y la ingenuidad más desconcertante, es una de las claves por la que cualquiera que haya visto Dersu Uzala jamás olvida a uno de los personajes más carismáticos de la historia del cine contemporáneo. Es destacable asimismo la hermosa fotografía obra de Fyodor Dobronravor, que sabe sacar buen partido de los impresionantes parajes de la taiga, los sitios reales que recorrieron Arseniev y Uzala en sus múltiples viajes.Dersu Uzala siempre se nombra entre las obras más importantes del autor de clásicos como Los Siete Samurais, Yojimbo o Rashomon. Para Kurosawa siempre fue uno de sus proyectos más queridos – ya intentó llevar la novela al cine sin éxito 36 años antes, en 1939 – y además su realización le ayudó a superar una etapa clave de su vida: tras el fracaso comercial de Dodes-Ka-Den, Kurosawa estuvo sumido bajo una fuerte depresión que le condujo, tal y como confesaba en su propia autobiografía, a un fallido intento de suicidio en 1971. Dersu Uzala, financiada enteramente con capital soviético, fue su vuelta al cine y el inicio de la última etapa de su filmografía, que aun daría títulos como Kagemusha, Ran o Los Sueños.Debe hacer más de veinte años desde la última vez que vi Dersu Uzala, pero guardo un muy grato recuerdo de ella, de su belleza formal, de la hermosa historia de amistad que se forja entre esos dos hombres de culturas tan distintas, del impresionante mensaje de la necesidad de vivir en armonía con la naturaleza que sigue siendo plenamente vigente hoy en día, el talento de Kurosawa para aunar todos esos elementos. Lo único que puedo deciros es que estoy deseando que lleguen las 20:30 horas de hoy para reencontrarme con Dersu Uzala, esta vez como se merece, en pantalla grande. Y vosotros deberíais aprovechar para hacer lo mismo.
Este artículo se ha elaborado con información procedente de los siguientes enlaces:
http://www.miradas.net/2005/n41/estudio/dersuuzala.html
http://www.encadenados.org/n31/kurosawa_dersuuzala.htm
http://www.terra.org/articulos/art01536.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Dersu_Uzala