domingo, junio 21, 2009

III CINES DEL SUR: Soñando en Granada

Una pantalla al aire libre emite una película mientras al fondo se recorta la inconfundible forma de la Alhambra iluminada, dando lugar a ese concepto tan manoseado y que sin embargo aquí tiene perfecta justificación de “marco incomparable”. En la película, un hombre tatuado, violento e irascible, victima de una extraña enfermedad que le impide generar recuerdos nuevos por un espacio superior a unos minutos transcurridos los cuales olvida lo que acaba de experimentar busca de forma incansable al asesino de su esposa. ¿Memento? Podría pasar por ella, si no fuera porque tras los primeros cuarenta minutos, la película se ve bruscamente interrumpida por un colorido y frenético videoclip en el que los protagonistas ejecutan espectaculares coreografías, convirtiendo lo que hasta entonces estaba siendo un thriller en un musical y dando lugar a una comedia romántica. Solo son los primeros cambios de género de una película que mutará constantemente durante sus ¡tres horas! de metraje tocando todos los palos: suspense, amor, terror, cine de acción, musical, comedia, thriller y vuelta a empezar. Una deliciosa coctelera servida con un generoso presupuesto bien utilizado, irresistiblemente divertida pese a los desatinos de guión que solo molestarían a un purista que se hubiera equivocado de espectáculo.
El resto nos frotamos los ojos, maravillados ante el saludable desparpajo de una peli con protagonistas sobrenaturalmente guapos y atractivos que te lleva en volandas por un carrusel de emociones capaz de devolverte a la infancia, cuando uno veía el cine con otros ojos. La peli en cuestión se llama Ghajini, es la delirante versión Bollywood de Memento y una de las mejores experiencias que un servidor ha pasado en un Festival de Cine en los últimos años. Y es que daba igual todo: lo incómodo de las sillas, el horario de madrugada, el hambre o la sed…era volver a los cines de verano al aire libre en la Plaza de Toros de Mérida cuando uno, sin saberlo, estaba empezando a alimentar su incipiente cinefilia en una pantalla gigante con las estrellas como techo. Y de fondo, la Alhambra, majestuosa, hermosa, desafiante… Tras solo un año de ausencia, he vuelto a Granada, he vuelto a Cines del Sur, uno de mis festivales favoritos. Y aquí estoy de nuevo, como hace dos años en la inolvidable proyección de Half Moon de Bahman Ghobadi al aire libre en la Plaza de las Pasiegas en otra pantalla gigante, disfrutando como un niño.
Cines del Sur cumple su tercer año en un envidiable estado de salud: un concepto de festival muy potente – tocar todas las filmografías habitualmente olvidadas por no ya por las salas comerciales sino incluso por muchos festivales: Asia, Africa, Latinoamérica, la Europa más desconocida - una programación coherente servida por un grupo de profesionales curtidos (Esteve Riambau, Mirito Torreiro, Alberto Elena…) que saben muy bien lo que tiene entre manos y de los que uno puede fiarse a ciegas, un presupuesto decente en el que apoyarse y una ciudad de irresistibles atractivos. Tuve la suerte de estar en Granada en su primera edición y entonces ya intuí que no iba a tardar demasiado en convertirse en una referencia ineludible en el panorama de los Festivales de Cine españoles. Y si a lo vivido en Cines del Sur le sumo mi reciente experiencia en el FCAT de Tarifa, creo que le debo a ambos festivales el concepto base que este año animará el IV Festival de Cine Inédito de Mérida: una apuesta por la multiculturalidad en el que haré todo lo posible por contar en la Sección Oficial con al menos una película procedente de cada continente, una ventana abierta desde Mérida que permitirá un hermoso viaje al espectador por el mundo… Pero no adelantemos acontecimientos y centrémonos en analizar el indiscutible palmarés del III Festival de Cines del Sur en el que el Jurado presidido por Arturo Ripstein ha sabido, a mi modo de ver, destacar las dos obras más importantes que han podido verse en Granada este año.

ALHAMBRA DE ORO A LA MEJOR PELÍCULA: The Other Bank (Gagma Napiri, Georgia-Kazajstán, George Ovashvili)

Hay veces en las que el cine sirve para arrojar un poco de luz sobre conflictos de los cuales nada sabemos o nuestro conocimiento es poco menos que superficial. Cuando se derrumbó la Unión Soviética surgieron un puñado de nuevas identidades territoriales deseosas de alcanzar su independencia y proclamar su identidad como estados independientes. El problema es que no todas tenían una historia y una sólida base sobre la que apoyar dichas demandas como podía ser el caso de Ucrania o las repúblicas bálticas. Georgia, sin ir más lejos, vio como dos regiones que habían formado parte de su territorio, Abjasia y Osetia del Sur, proclamaban su independencia en 1995 apoyadas por Rusia y procedían a un proceso de “limpieza étnica” en el que más de 250.000 georgianos fueron expulsados por la fuerza de Abjasia por separatistas abjasos y chechenos y obligados a buscar refugio y vivir en condiciones penosas en Georgia.
Es en este contexto donde se desarrolla la historia de Tedo, un chaval de doce años que vive con su joven madre en un modesto refugio en Tbilissi. Ambos son desplazados de Abjasia a causa de esa guerra civil que les ha arrebatado todo, incluso la esperanza de una felicidad futura. Tedo sólo contaba con cuatro años cuando huyeron de Abjasia dejando atrás al cabeza de familia, aquejado de una enfermedad cardíaca que le impedía soportar el duro viaje. Tedo es un chaval peculiar: inteligente, retraído, bizco… Intenta ayudar económicamente a su madre trabajando de forma ocasional o colaborando en pequeños delitos para salir adelante, pero no soporta la vida que lleva en Georgia y sueña con volver a su tierra y reencontrarse con el padre que dejó atrás. Al final su situación se hará tan desesperada que emprenderá el viaje de regreso a Abjasia a pesar de los peligros que éste conlleva y aun sabiendo que, por su condición de georgiano, no será bien recibido allí sino que, muy al contrario, su vida puede correr peligro.
La Otra Orilla es, simplemente, una película impresionante. El viaje de Tedo, la determinación que éste muestra surgida de la más pura desesperación, está narrada con una increíble solvencia por el debutante George Ovashvili, que se apoya casi exclusivamente en una descomunal interpretación del joven Tedo Bekhauri, una suerte del Haley Jael Osment de Inteligencia Artificial, capaz de transmitir toda la tragedia que encierra su personaje que lleva con desarmante naturalidad el peso de la película. El viaje de Tedo conmueve y emociona a partes iguales, nos revela unos hechos terribles y, con sutileza, habla mucho acerca de la intolerancia, de la estupidez de determinados patriotismos, del rechazo por motivos étnicos y también de la solidaridad, de la necesidad de las ilusiones y de la lucha por la supervivencia. Todo ello en apenas una hora y media de un viaje en el que la dureza es capaz de darse la mano con cierta poesía – las escenas de Tedo en un pueblo fantasma sepultado por la nieve son de una belleza tan desolada como conmovedora - y ante el que nadie con un mínimo de sensibilidad puede quedarse indiferente. Una historia sencilla para una gran película.

ALHAMBRA DE PLATA A LA MEJOR DIRECCIÓN Behman Behzadi por BEFORE THE BURIAL (Tahna do bar zendegui mikonim, Irán)
Fue la primera película que se proyectó en la Sección Oficial y desde el primer momento fue una clara candidata a hacerse con un hueco en el palmarés. Before The Burial narra la historia de Siamak, un antiguo estudiante de Medicina que fue expulsado de la universidad y encarcelado por sus actividades políticas veinte años atrás y que, convertido en conductor de autobús y arrastrando desde hace ya demasiado tiempo una larga serie de frustraciones tanto en el plano sentimental como en el profesional, ha decidido llevar a cabo una serie de resoluciones antes de abandonar el mundo cuando cumpla 40 años.
Lo que más llama la atención de Before the Burial es su estructura narrativa: alejada del desarrollo lineal que siempre ha presidido el cine iraní, la película de Behzadi retuerce los tiempos narrativos saltando constantemente entre el presente, pasado y futuro, un poco a la manera de 21 Gramos, Babel o Los Tres Entierros de Melquíades Estrada, las películas escritas por Guillermo Arriaga, pero sin la carga de culpabilidad y redención que presiden las obras del mexicano. No, Behzadi está mucho más interesado en crear un estado de ánimo, en que entendamos el proceso que atraviesa Siamak, un hombre tan destruido en su interior que ni siquiera la estimulante aparición en su vida de Sharzad - Sherezade en farsi, y el nombre no es casual: la muchacha es una especialista en inventar historias capaces de estimular la imaginación de Siamak a la vez que le permite escapar de la dura realidad de las mujeres bajo el régimen iraní – consigue en un principio disuadirle de sus negros pensamientos.
Before the Burial supone todo un soplo de aire fresco en lo que hasta ahora habíamos percibido como cine iraní. Behzadi consigue demostrar con su película que hay cineastas que, más allá de las inevitables limitaciones y dificultades que el régimen de los ayatolás imponen a la creación cinematográfica, demuestran tener una saludable inquietud por explorar nuevas formas narrativas para contar sus historias. No es Before the Burial una película política pese a que por ejemplo su denuncia de la situación de la mujer en Irán gracias al personaje interpretado por la estupenda actriz Negar Javaherian - cuya sonrisa por cierto me recordó a la de nuestra Natalia Verbeke – es innegable. Hay sobre todo en esta estimable película una voluntad clara de romper hasta cierto punto con la enorme ascendencia de autores como Mohsen Makhmalbaf o Abbas Kiarostami y contando una historia que curiosamente podría remitir a El Sabor de las Cerezas, utilizar una estructura narrativa diferente para no solo desconcertar a cualquier desprevenido que se encuentre con semejante propuesta en una película iraní, sino salir más que airoso en una película que, repitiendo las mismas escenas en su nevado comienzo y en su final, transmiten un mensaje completamente distinto al espectador. Brillante
No se puede obviar en cualquier comentario sobre Before the Burial la delicada situación personal de su director Behman Behzadi, que viajó a España el mismo día de las elecciones de Irán y que, como pueden ustedes imaginar, seguía con notable expectación y razonable inquietud todo lo que allí está ocurriendo durante estos días. Resultaba impresionante verle luchar consigo mismo en la rueda de prensa para no decir nada inconveniente que pudiera costarle en el futuro la posibilidad de salir del país, ya que sus declaraciones serán a buen seguro seguidas con lupa por las siempre vigilantes autoridades iraníes – por si alguien lo dudaba, Before The Burial es una de esas películas que, como tantas otras antes que ella, en la actual situación jamás podrá ser vista en las pantallas de su país de origen – pero no hacía falta ser demasiado perspicaz tanto viendo su filme como leyendo entre líneas en sus siempre comedidas declaraciones, de su claro posicionamiento reformista en la delicada situación que ahora mismo atraviesa Irán

ALHAMBRA DE BRONCE, PREMIO ESPECIAL DEL JURADO Jalainur (Zha lai nuo er, Zhao Ye, China)
Este fue mi único error del Festival: una película muy interesante pero que al no ser por su temática material apropiado para Mérida abandoné a la media hora de su proyección para ver en la mediateca – un invento esplendido para los que no pudimos estar durante todo el festival que te permitía recuperar en DVD películas de los días siguientes – Songs Of Distant Seas (ver más abajo). Jalainur cuenta en tono naturalista la jubilación de un ferroviario, de un hombre que apenas ha conocido a su familia y que debe despedirse de quien ha sido su familia sustituta en estos últimos cincuenta años, años de trabajo y miseria en Mongolia, cerca de la frontera que colinda con Rusia, en una mina de carbón a cielo abierto, un emplazamiento utilizado por la roñosa maquinaria industrial china para conseguir carbón barato utilizando un buen número de máquinas de vapor. Según Javier Tolentino, buen amigo y director de El Séptimo Vicio de Radio 3 de cuyo criterio me fío, Jalainur es una estupenda película que diserta sobre el regreso a casa como cambio de rumbo, como adaptación a los nuevos tiempos. Pero no hay tiempo para todo y Jalainur fue la victima de mis apuros este año. Lástima.

PREMIO DEL PÚBLICO A LA MEJOR PELÍCULA
$9,99 (Tatia Rosenthal, Israel/Australia)

He aquí una película francamente simpática. Basada en una serie de relatos del autor israelí Edgar Keret (director de cine a su vez: ganó con Meduzot la Cámara de Oro a la Mejor Opera Prima en Cannes 2007), $9,99 narra las peripecias de una serie de vecinos que conviven en el mismo inmueble, a saber: un joven obsesionado por encontrar el sentido de la vida, un anciano y su gruñón ángel guardián, una top model alérgica al pelo, un niño y su hucha en forma de cerdito que sueña con comprar un juego de fútbol, una pareja en crisis, un hermano que se dedica a ejecutar embargos y que no soporta demasiado ni su empleo ni a su tiránico jefe y un padre traumatizado por el suicidio de un indigente al que no quiso dar dinero – la primera e impactante secuencia de la película – que trata de reencontrarse con su gusto por la vida.

Todas estas historias, en principio poco más que la enésima revisión del formato que popularizó Robert Altman en su estupenda Vidas Cruzadas y que han seguido otros como Paul Thomas Anderson en Magnolia o Rodrigo García en Cosas que Diría con Solo Mirarla o Nueve Mujeres por poner solo un par de ejemplos, no revestiría mayor interés si no fuera porque la película está rodada con muñecos de plastilina usando la técnica del stop-motion. Aparte de lo curioso que resulta en algunos momentos ver a estos muñecos desarrollar una argumento adulto – les aseguro que es más perturbador de lo que podría pensarse ver follar a dos muñecos de plastilina – $9,99 tiene a su favor que está contada con gracia y sutileza, que tiene algunos momentos francamente logrados y una duración tan corta, apenas una hora y veinte minutos, que se ve con interés y se disfruta con agrado, dejando un buen sabor de boca en el espectador más allá de los inevitables desequilibrios que provoca tal pluralidad de historias. Sin embargo, hay que reconocerle a Tatia Rosenthal que lleva a buen puerto su propuesta, sacando buen partido de la humanidad de algunas historias y aprovechando el toque delirante o directamente surrealista de otras. No es sorprendente que el público la eligiera como su favorita.
PREMIOS DE INTERPRETACIÓN
Mejor Actor: Melih Selçul por Milk (Süt, Semil Kaplanogou, Turquía)
Mejor Actriz: Irina Angejkina por Songs of Southern Seas (Pes’n yuzhnih morei, Marat Sarulu, Kazajstán)
Milk es una de esas películas contemplativas en las que los realizadores se complacen en alargar el plano unos cuantos segundos más de los necesarios en busca de provocar no se sabe muy bien qué emociones más allá del aburrimiento. Claro, si tienes el talento para el encuadre y el sentido fotográfico de un Nuri Bilge Ceylan (Lejano, Los Climas) pues se entiende y se perdona. Pero si eres un imitador o un simple sucedáneo corres el riesgo de quedarte en evidencia. Y eso es lo que le ocurre a Semil Kaplanogou en esta historia en la que su atribulado protagonista, un chaval con inquietudes poéticas atrapado en la granja lechera de su madre viuda que les sustenta y presa de un acusado complejo de Edipo que se desata cuando ésta inicia una relación con el Jefe de Estación de tren del pueblo. La película no está mal del todo, pero sinceramente a mi el trabajo de Melih Selçul transmitiendo su aburrimiento vital por su anodina existencia solo consiguió provocarme precisamente eso, aburrimiento. Claro que quizás por eso mismo le han premiado.
Más interés revestía Songs of Southern Seas, donde en cierto modo se retomaba la idea de The Other Bank al contar la historia de dos parejas de vecinos en la lejana Kazajstán. Unos, caucásicos y rubios de ojos azules y otros, asiáticos y morenos como suele ser habitual por aquellas latitudes casi deshabitadas y muy alejadas de los centros urbanos. Cuando María, la rubia esposa de Iván da a luz a un bebé moreno, al esposo se le encienden todas las alarmas y, con el natural ataque de cuernos, reacciona con virulencia enfrentándose a su vecino y hasta entonces amigo Assan. Obligado a vivir varios años con esa espina clavada – y la del desprecio de la familia cosaca de su esposa – Iván acabará por hacer un viaje a las raíces de su pasado que le revelará algunos secretos sobre sus ascendientes, mientras María y su vecina Aisha, con esa forma de enfrentar los problemas tan distinta a la de los hombres que tienen las mujeres, sobrellevan mucho mejor la situación de tensión creada por sus maridos. Es ésta una película interesante en la que destaca la naturalidad del trabajo de la premiada Irina Angejkina y en la que se insiste en la idea de la solidaridad y el entendimiento entre distintas razas obligadas a convivir como forma de superar las dificultades. Aunque cueste lo suyo aprender según que lecciones.
Una vez repasado el palmarés y dejando para mejor ocasión algunas propuestas igualmente interesantes que no encontraron su hueco en el palmarés de una Sección oficial que francamente rayó a gran altura – estoy pensando en la combativa Dernier Maquis, que con un estilo que mezcla a los Dardenne con el cine-denuncia de Ken Loach habla sobre esa nueva clase obrera que forman los inmigrantes que, a falta de cooperativas o sindicatos que no forman parte de su cultura, se organizan en torno a la religión para afrontar sus conflictos laborales, o Perfect Life, la nueva producción de Jia Zhang Ke (Naturaleza Muerta, 24 City) dirigida por Emily Tang, que mezcla ficción y documental narrando las vidas de dos mujeres chinas muy distintas que se cruzan fugazmente – no queda sino felicitarse de que un festival como Cines del Sur siga adelante creciendo de esta forma. Y es que se me quedan en el tintero la impresionante retrospectiva de películas sobre la Revolución Cubana (retrospectiva que por cierto pretende… El Festival de La Habana), la dedicada al africano Souleymane Cissé, las secciones Itinerarios y Mediterráneos y un largo etcétera que conforman una propuesta simplemente imposible de abarcar en los cuatro días – por otro lado os aseguro que muy bien aprovechados – que pasé en Granada.
Mis más sinceras felicitaciones a Jose Sánchez-Montes, director de Cines del Sur y a todo su excelente equipo que nos han hecho una vez más soñar con ese cine que de otra forma sería imposible disfrutar en nuestras pantallas. Os dejo con una foto mía acompañado de la maravillosa Farah Hamed, actriz de Retorno a Hansala, presentadora de la gala de inauguración con la que he vuelto a pasar ratos estupendos, así como con buenos amigos como Alejo Moreno de Días de Cine, Sesi Begeret de L'Alternativa de Barcelona o Javier Tolentino de El Septimo Vicio, que también habla en su blog sobre Cines del Sur. Y hasta el año que viene, seguiré soñando con volver a Granada.

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