Cleveland Heep – un Paul Giamatti tan brillante como acostumbra en su papel de hombre descreído de si mismo y derrotado por las circunstancias que no está muy alejado del de Mel Gibson en Señales o Bruce Willis en el Protegido– se limita a aceptar la increíble presencia de Story, una ninfa, una narf, - a la que por cierto la acertada Bryce Dallas Howard dota de toda la carga de ternura e inocencia que el personaje requiere, algo a lo que le ayuda tanto su talento interpretativo como su más que adecuado físico - que proviene de un mundo acuático con la misión de inspirar a un escritor para que su obra a su vez inspire a la Humanidad. Su presencia en nuestro mundo, amenazada por una criatura de afilados dientes e infinita capacidad de confundirse con el entorno para hacerse invisible, obliga a Cleveland a embarcarse en una búsqueda de aliados humanos que sean capaces primero de creer que acaban de embarcarse en un cuento y segundo, que sepan cual es el papel que han de jugar en él.Shyamalan, como siempre, se toma su tiempo en establecer la historia y en presentarnos a los múltiples inquilinos de esa urbanización que tendrán su importancia en la historia. Como siempre, ningún detalle está dejado al azar - si acaso, se le puede acusar de ser un poco menos sutil que en anteriores ocasiones: La Joven del Agua resulta algo más previsible que sus películas precedentes - y, también como siempre, su premeditado ritmo lánguido desesperara a los amantes de las emociones rápidas y los montajes entrecortados a la vez que su sentido de la planificación y su elaborada narrativa dejará satisfechos a sus defensores, que volverán a encontrar en La Joven del Agua motivos para maravillarse con la enorme creatividad de este director, muy por encima de la media de la mayor parte de los realizadores norteamericanos de hoy en día. Y ello pese a que en la primera media hora de la cinta el realizador – que ha cambiado de director de fotografía para la ocasión, Christopher Doyle y que pasa mucho más tiempo delante de la cámara que en sus anteriores filmes con un papel mucho más relevante – juegue mucho más de lo acostumbrado con la cámara al hombro y normalice un tanto su sofisticada puesta en escena, como si pretendiera alejarse de sus marcas visuales más reconocibles.
Sin embargo, La Joven del Agua está llena de momentos que denotan la inequívoca mano de su autor, un hábil creador de atmósferas malsanas capaz de conseguir que una simple piscina de urbanización o el jardín que la rodea sean a la vez un lugar de esparcimiento y un sitio de lo más amenazante - una vez más, y son incontables en su filmografía, el agua no es tanto una fuente de vida por mucho que Story provenga de ella, sino un ambiente hostil no apto para los humanos -; los enfrentamientos con el agresivo Snart no son tanto motivos de sobresalto como elaborados duelos de tensión, a veces incluso resueltos en off, que prueban una vez más el elegante sentido del suspense que tanto gusta al realizador; hay multitud de planos con enfoques poco habituales que, sin embargo, nunca dan la impresión de ser gratuitos o complacientes sino que siempre están al servicio de la historia, James Newton Howard vuelve a deleitarnos con otra elegante partitura de las suyas, etc.Con todo, los detractores de Shyamalan argumentarán (no sin razón) que La Joven del Agua no aporta gran cosa nueva a la filmografía de Shyamalan y que la mayor parte de sus virtudes, ya sean estrictamente cinematográficas o derivadas de su mensaje humanista estaban mejor desarrolladas en sus obras anteriores. O dicho de otro modo, que La Joven del Agua indica en el mejor de los casos una preocupante tendencia a la baja en el cine de Shyamalan y una simple repetición de fórmulas suficientemente probadas en el peor de ellos. Estando básicamente de acuerdo en que no es ni mucho menos la obra más lograda de su realizador, en su defensa diré que percibí en la película dos elementos permiten puntualizar tales críticas.
El primero es la ambición por parte del realizador de manejar repartos más amplios, dando espacio a muchos más personajes secundarios que en sus anteriores filmes que si bien en algunos casos no pasan de la simple anécdota para hacer avanzar mecánicamente la trama, en otros adquieren mayor complejidad. El ejemplo más perverso y a la vez divertido es sin duda ese desagradable crítico de cine interpretado por Bob Balaban a través del cual Shyamalan parece haber querido ajustar cuentas con esa crítica USA que tan incomprensiblemente le maltrata y cuyo principal interés no es tanto su amarga y pedante personalidad, sino su condición de experto en tramas que sirve para que Shyamalan juegue al despiste con la complicidad del espectador.El segundo es una mucho mayor presencia del sentido del humor, un elemento con el que el realizador ya había coqueteado en Señales y The Village. Sin duda que tanto la presencia de un actor de innegable talento cómico como Giamatti unido a esta tropa de inquilinos a cual más extravagante que harían las delicias de un Alex de la Iglesia que quisiera emprender un remake USA de La Comunidad ayudan no poco a que Shyamalan explore sus posibilidades en ese campo, si bien el resultado es de lo más desigual, abundando tanto momentos logrados – una vez más hay que citar a Bob Balaban – con otros que no lo son tanto.
Por último, y aunque no es algo precisamente novedoso, creo que es de justicia resaltar que dentro de la habitual exaltación de la fe (entendida no en el sentido religioso del término, sino en el de fe en uno mismo y en la propia capacidad para conseguir lo que uno se propone) a la que Shyamalan nos tiene acostumbrados en sus películas, La Joven del Agua parece querer advertirnos sobre los peligros de ir demasiado lejos en la alegre aceptación de según que cosas: incluso dentro de un relato de estas características en el que los personajes han de hacer el esfuerzo de creerse en lo que están metidos, alguno se deja llevar tanto por su propio entusiasmo que resulta contraproducente. Y es que en el cine de Shyamalan siempre ha habido monstruos, pero el sueño de la razón, ya lo sabemos, también los produce.