jueves, marzo 08, 2007

GOODBYE AMERICA, La cara oculta del abuelito Monster

¿Se acuerdan ustedes de la Familia Monster? Si, hombre, esa serie entrañable de televisión en blanco y negro de los años 50 protagonizada por una familia compuesta por el monstruo de Frankenstein, una mujer vampiro, un niño hombre lobo, un abuelete vampiro y una chica de lo más convencional… ¿Ya les suena? Bueno, pues resulta que Elías Querejeta y el director brasileño Sergio Oksman, estudiando un proyecto para un documental sobre una emisora de radio fundada en 1949 y aun en marcha hoy en día llamada Pacific Radio desde donde se le da una cera considerable al Presidente Bush y sus secuaces, descubrieron que el actor que interpretaba al simpático abuelote, de nombre Al Lewis, tenía allí un programa bastante cañero. Y es que el ya difunto Al Lewis fue un activista de izquierdas de toda la vida cuyas actitudes casi empequeñecen los logros de un Michael Moore cualquiera. Así que Oksman y Querejeta decidieron que sería una buena idea dedicarle a Al Lewis y a su faceta de activista un documental, para lo que utilizaron una idea estupenda: maquillarían por última vez al actor para interpretar una vez más al abuelo Monster y mientras el maquillador hace salir al monstruo amable que se oculta detrás del hombre, un Al Lewis de 80 años conduciría el documental con sus propios recuerdos, desnudándonos progresivamente al hombre que llegó a presentarse a Gobernador de California por el Partido Verde.
Les mentiría si no les dijera que este documental me entusiasmó. Y no solo porque uno simpatice más o menos con las ideas progresistas de este actor pero sobre todo ser humano insobornable que vivió la Caza de Brujas de cerca porque afectó a muchos de sus amigos y compañeros, que lideró imaginativas protestas contra la guerra de Vietnam (y en los últimos años contra Irak) o que llevaba desde su programa de radio una iniciativa para encontrarle a los presos alguien con quien pudieran escribirse desde la cárcel. No, lo que verdaderamente engancha de este documental es la tremenda coherencia y humanidad de este empedernido fumador de puros cuyo máximo terror no era otro que el caer en las garras terribles de la senilidad, un señor que ha vivido 80 años de la vida política americana y que las ha visto de todos los colores pero que siempre ha tenido claro su lugar en el mundo y cuales eran sus principios, aquellos por los que merecía luchar hasta el mismo final.
Su historia es de esas que, como suele suceder, nos ayuda a entender el presente analizando las causas de lo que ocurrió en el pasado, sin entrar en falsas proclamas morales o juicios de valor pero cuestionando siempre la cultura del miedo, lo que dictaminan los Gobiernos o los intereses de los poderosos. Oksman presenta su documental como un acto de desnudez ante el espejo que transcurre paralela a su conversión en la imagen que todos guardamos de él como Abuelo Monster, un juego al que un Al Lewis siempre seductor se presta generoso, convirtiendo su documental en algo diametralmente alejado de la hagiografía al uso. No se la pierdan ahora que se ha estrenado en las salas comerciales (de las grandes ciudades, claro): descubrirán algo sorprendente y se reirán a gusto con anécdotas tan sumamente salvajes como la protagonizada con Henry Kissinger en un avión, a la vez que disfrutan de momentos de pura emoción como la grabación de la emisión de su programa de radio el 11-S. Encantado de haberle conocido de nuevo, Mr. Lewis. Gente como usted hacen de este asqueroso mundo un lugar mucho más agradable.

domingo, marzo 04, 2007

THE HOST, Gozosa peli con bicho

Lo primero que llama la atención en The Host es su autor. Es decir ¿Qué lleva a un director como Bong Joon Ho, ganador de varios Premios internacionales – incluido uno en San Sebastián - y ampliamente reconocido por la crítica por una película tan interesante como Memories of Murder a dar un giro tan tremendo a su carrera y afrontar una película de monstruos como ésta? La respuesta es tan sencilla como desconcertante: Bong Joon Ho hace las películas que a él le gustaría ver como espectador porque no encuentra quien las haga hoy en día. Eso explica varias cosas. Para empezar que The Host, aun siendo claramente una película de género, parezca complacerse en demoler algunas de sus convenciones más arraigadas, un trabajo para lo cual se necesita que previamente se conozcan a fondo las mismas.
The Host es, además de una propuesta estimulante y brillante, una película inteligente ya que, como ocurre en cinematografías de tipos como Guillermo Del Toro o Tim Burton, Bong Joon Ho entiende que los géneros no se agotan en si mismos sino que pueden servir además como un medio para abordar otro tipo de historias sin desmerecer por ello el atractivo envoltorio fantástico que seduzca por si solo al espectador. Por ejemplo, uno puede quedarse en Hellboy con las espectaculares peleas que enfrentan a su protagonista con esas lovecraftianas criaturas o dejarse deslumbrar por los sucesivos cuentos mágicos que pueblan Big Fish y disfrutarlas sin caer jamás en la cuenta de la hermosa historia de amor y la emotiva relación paterno filial que esconden una y otra respectivamente. En The Host Bong Joon Ho se sirve de una historia de monstruo cuyo germen empieza siendo casi una parodia más que una puesta al día de las convenciones del género para poner en primer plano a la familia protagonista de la historia, un puñado de personajes ciertamente pintorescos que a duras penas sobreviven como núcleo familiar a sus miserias que verán reforzados sus lazos como consecuencia de verse obligados a enfrentarse a una amenaza que les supera por completo. Desde ese punto de vista, sí que son evidentes las semejanzas entre esta película y la anterior obra del director Memories of Murder.Similitudes que no acaban ahí, pues como ya ocurría en Memories of Murder, la ternura con la el director retrata a sus protagonistas no impide que la torpeza que preside sus actos o su innata incapacidad haga que la película pase con rapidez del horror y el drama a la comedia del absurdo más surrealista, una conjunción de elementos de difícil equilibrio de la que sin duda el director sale más que airoso. Así, es imposible no conmoverse con ese padre torpón y en perpetuo estado de somnolencia – otra impecable interpretación de Song Kang Ho – que lucha frenéticamente contra sus limitaciones para liberar a su niña del bicho o con ese abuelo resuelto a mantener la familia unida ante la adversidad, pasando por esa arquera de élite fracasada o ese hermano en paro cuyo paso por la universidad solo parece haberle servido para aprender a hacer ¡Cócteles Molotov! con los que, se intuye, probablemente hacía frente a la policía del anterior régimen en las habituales algaradas estudiantiles.Y es que la denuncia política soterrada es otro de los elementos que hacen de The Host mucho más que una simple película de monstruos: una vez más se pone de manifiesto la terrible inoperancia que caracteriza a las autoridades coreanas para hacer frente a cualquier problema de cierta relevancia y la absoluta orfandad en la que sus ciudadanos quedan sumidos en estas emergencias, denuncias recurrentes en la filmografía de Bong Joon Ho. El monstruo queda reducido así a un mero detonante que sirve para hacer evidente la incapacidad de un sistema sordo y ciego que prefiere perderse en extravagantes explicaciones, engañar a sus ciudadanos y someterlos a toda clase de arbitrariedades – por cierto con la inestimable ayuda de los militares estadounidenses – antes que resolver la crisis, creando un desolador panorama donde el individuo queda expuesto.
Si embargo, donde The Host se muestra más sutilmente transgresora es en su puesta en imágenes. Lejos de jugar la baza del ocultamiento hasta el último instante, el director planifica la primera secuencia de aparición del monstruo como una coreografiada secuencia de masas en las que un montón de gente que pasa su día de descanso junto al río Han se ve de repente convertida en unos improvisados participantes de una especie de Sanfermines en los que el toro es sustituido por un monstruo tan original en su diseño como espectacular en su forma de conducirse. Bong Joo Ho opta por planos ralentizados antes que el habitual montaje entrecortado que podría parecer más lógico en una secuencia de acción como ésta, pintada con tanto humor (negrísimo) como dramatismo. El esplendido acabado técnico de la escena – atención a esos magníficos travelling laterales marca de la casa – y su sentido del espectáculo hacen de esa secuencia una de las más estimulantes de lo que va de año y marca el tono general del resto del filme, que lejos de cebarse en los aspectos más escabrosos de un bicho con costumbres ciertamente repulsivas, lo presenta siempre de un modo natural y comportándose como lo que aparentemente es: una especie de batracio hiperdesarrollado que trata de adaptarse a su hábitat siguiendo su instinto de supervivencia.
Bong Joon Ho establece con esta escena el tono del que ya no piensa separarse a lo largo de toda la película, esa mezcla de naturalidad, terror y comicidad absurda que hace de The Host una película tan original. Quizás algunos opinen que el director se limita a hacer una puesta al día del modelo que en su día estableció M. Night Shyamalan para Señales, película en la que otra familia cuyos miembros estaban heridos por su pasado reciente se unían frente a una amenaza exterior y conseguían vencer a sus propios fantasmas para imponerse. No es un análisis descabellado, pero lo que diferencia en mi opinión ambas propuestas es la falta de pretensiones trascendentes de The Host, lo que la convierte en una obra siempre muy consciente del género principal al que pertenece y que tiene en cuenta el público al que va dirigida, por más que su conseguida mezcla de horror, drama, comedia, entretenimiento y hasta denuncia política hagan de ella una película mucho más compleja de lo que podría parecer a primera vista.No estoy nada convencido de que The Host sea, como se ha apresurado a calificar Variety y como la maquinaria de publicidad se ha encargado de recordar con machacona existencia, “la mejor película con monstruo de la historia”. Habría mucho que discutir al respecto – sobre todo si en esa categoría incluimos films como Tiburón de Steven Spielberg o Alien de Ridley Scott, por poner un par de ejemplos – pero lo que si tengo claro es que the Host es una película entretenida y absolutamente recomendable por muchos motivos, una obra que continua dándonos motivos para que sigamos muy de cerca los próximos trabajos de un director interesante que con tan solo tres películas ha demostrado un saludable gusto por romper las convenciones de las películas de género, que es una forma tan válida como otra cualquiera de hacer que éstos progresen y crezcan.
Un trailer para rematar la jugada. Aviso: es el trailer coreano. Lo pongo aquí porque aunque no se entiende un pito, hay una buena preview de mi escena favorita, la de los SanFermines con el bicho: