martes, marzo 27, 2012

BLANCANIEVES Colorin, Colorado, un cuento desvirtuado

La culpa de todo la tiene Shrek. Vale, nos reímos muchísimo con su merecido rapapolvo a los clásicos Disney y su lectura irreverente de los conocidos arquetipos de los cuentos infantiles, conformando una mirada ácida que por desgracia se fue desvirtuando más y más con cada nueva entrega. Abrió la puerta a un verdadero torrente de reinterpretaciones de todo pelaje que, con mayor o menor fortuna, han ido deslizándose por nuestras carteleras de forma lenta pero constante hasta el punto que hoy cuesta reconocer como contemporánea cualquier versión de cuento clásico que se precie que no disponga de dicha vena irreverente. Es bajo esas coordenadas donde hay que situar la primera de las tres versiones de Blancanieves que llegarán en este 2012, un acercamiento excéntrico y contaminado de esa modernidad mal entendida.


El responsable de la misma es el hortera de Tarsem Singh, un director caracterizado por el barroquismo que impregna una filmografía (La Celda, The Fall, Inmortals) apoyada en una sobrecargada imaginería visual con la que siempre intenta disimular sus muchas carencias narrativas. Su Blancanieves no es una excepción y eso que la cosa no empieza mal del todo gracias al prólogo de la película, un cuidado trabajo de animación con cierto hálito entre trágico y poético, y a las primeras intervenciones de la estrella de la función, una Julia Roberts que sin duda se lo ha pasado en grande en el papel de esa madrastra malévola, algo así como una versión cínica de la Reina de Corazones de la Alicia burtoniana. Si a eso sumamos unos impresionantes trabajos de dirección artística y vestuario – éste último a cargo de una enorme Eiko Ishioka a la que parece haberse concedido un cheque en blanco para hacer realidad sus imaginativos diseños – la primera impresión puede resultar de lo más atractiva. Pero es poco más que un bonito espejismo.


Porque claro, luego hay que meterse en faena y desarrollar la historia. Y ahí es donde empiezan a reventar las costuras. Ante la más que cuestionable elección de la cejuda Lily Collins como Blancanieves uno entiende a la perfección que los guionistas hayan decidido prescindir de la clásica pregunta al espejo de quién es la más bella del reino. Nadie se habría creído la respuesta. Convertir a los enanitos mineros en forajidos del bosque a lo Robin Hood tampoco es algo de lo que se saque excesivo partido sino más bien al contrario y presentar al príncipe como un fatuo pazguato que acaba convertido literalmente en un cachorrito resulta un poco de vergüenza ajena.


Todo está narrado con un ritmo tan cansino según avanza el metraje, con tal falta de gracia y sometido a un encorsetamiento mayor que los vestidos de las protagonistas que hasta Nathan Lane parece atribulado por seguir en la misma terrible película cuando recupera su aspecto humano tras su breve conversión en cucaracha y Sean Bean preferiría volver a ser decapitado en Juego de Tronos que seguir un minuto más en tal desatino.


Así las cosas uno solo puede aferrarse a los denodados esfuerzos de la Roberts por mantener a flote el barco tanto en su faceta de reina perversa y sádica como en su versión hechicera del otro lado del espejo, quizás la lectura más interesante de la propuesta. Pero ni eso consigue disipar la sensación de estar ante una película cuyo defecto más imperdonable es resultar carente de sustancia y finalmente aburrida. El desvaído y forzado numerito musical final a lo Bollywood también es algo que se nos podría haber ahorrado: Tarsem Singh será indio pero eso no le daba licencia para castigarnos las pupilas y los oídos de tal forma.


En fin, que el listón no ha quedado demasiado elevado ni para la versión supuestamente algo más oscura y aventurera Blancanieves y La Leyenda del Cazador dirigida por Rupert Sanders – un desatino aun mayor de casting si cabe: nadie en su sano juicio preferiría a Kristen Stewart, la sosa de Crepúsculo, a esa jugosa madrastra que interpreta Charlize Theron ¿verdad? – o el curioso experimento en blanco y negro y mudo con Maribel Verdú de madrastra que está ultimando Pablo Berger. La Blancanieves de Tarsem Singh es todo lujoso envoltorio y poco más.

lunes, marzo 26, 2012

UN DIOS SALVAJE Lunes 26 Marzo Cinesa el Foro 20:30 y 22:30

¡Saludos a todos!

Atravesamos hoy el ecuador del ciclo de cine en VOSE que estamos desarrollando en CINESA EL FORO con la proyección de UN DIOS SALVAJE de Roman Polanski, adaptación de una obra de teatro de la prestigiosa autora Yasmina Reza y protagonizada por un reparto espléndido: Jodie Foster, Kate Winslet, Christoph Waltz y John C. Reilly dando vida a dos parejas que en menos de una hora y media nos brindan una muy inteligente sátira sobre la condición humana, que a menudo navega entre la contradicción y la estupidez. Recordad que tenemos cambio de horario: a partir de hoy tendremos dos pases, a las 20:30 y a las 22:30, con lo que ya no hay excusas para no acudir a disfrutar del buen cine. Estamos en pleno proceso de negociación con Cinesa para poner en marcha un segundo ciclo en VOSE que dé continuidad a esta propuesta así que sigue siendo muy importante no solo que vengáis al cine, sino que difundáis la información entre aquellos de vuestros contactos y amigos que pudieran estar interesados. Os agradecemos de antemano vuestra colaboración. Nos vemos esta noche en Cinesa.


Dos niños de unos once años se enfrentan con violencia en un parque. Labios hinchados y algún diente roto.... Los padres de la "víctima" han invitado a su casa a los padres del "matón" para resolver el conflicto. Lo que comienza siendo una charla con bromas y frases cordiales adquiere un tinte más violento a medida que los padres van revelando sus ridículas contradicciones y grotescos prejuicios sociales. Impredecible y sorprendente, la película muestra la hipocresía que se esconde tras la fachada burguesa de buenos modales.


Aclamada por la crítica y público, la obra de teatro de Yasmina Reza obtuvo un gran éxito en París, Londres y Broadway tras su estreno en 2006, y ganó varios galardones en los premios Olivier y Tony. Después de ver la obra de teatro, Roman Polanski supo que se podía convertir en una película ambientada en Nueva York. El director también quiso ser fiel al tiempo real tal y como estaba establecido el ritmo dramático en la obra original, creando así una cinta de 79 minutos donde la acción se desarrolla sin interrupciones y en un único decorado, a pesar de las dificultades que eso implicaba.


Sobre UN DIOS SALVAJE han dicho:

“Polanski les quita las máscaras a los personajes, para que se emborrachen y vomiten sus miserias, para una hilarante galería de equívocos, encontronazos verbales y gags tan divertidos como patéticos. Al existir un buen guion, solistas virtuosos y un magistral director de orquesta, nada puede fallar en la fiesta. Un Dios Salvaje es brillante y malévola, hace sonreír y reír, nunca es previsible, la ves y la escuchas con deleite, se te alegra la expresión al recordarla.” (Carlos Boyero, El País)


"Con un sencillo punto de partida se precipita ante los ojos de la concurrencia una afilada disección de muchas cosas: principalmente de la estupidez que nos asiste. A un lado lo oportuno de un guión que no deja ni prisioneros ni heridos (sólo exquisitos cadáveres), la maestría del director consiste en transformar una obra de teatro en otra cosa. A falta de una mejor definición, llámese película. La puesta en escena no deja nada al azar y nigún momento se entrega a la vagancia de dejarse llevar por la imponente sonoridad del texto. Polanski simplemente, y esto es lo difícil, consigue hacer que la cámara desaparezca entre las magistrales interpretaciones y, otra vez, el guión de Reza" (Luis Martínez, El Mundo)


"Polanski, que es un inadaptado, malamente puede ser un adaptador, y por eso lo que hace con la sutilísima y genial obra de Yasmina Reza no es adaptarla, sino inocularle toda su personalidad compleja, oscura y pesimista con un resultado sorprendente: la luminosa ironía del original, mezclada con el desánimo sombrío de su versión; es decir, una comedia que desmoraliza o un jolgorio que entristece. La situación no es de comedia. El desarrollo, en cambio, sí se pasea por lo cómico (o trágico) del ser humano, que suele convertir la diplomacia en la primera bala de lo que será una guerra." (Oti Rodríguez Marchante, ABC)

lunes, marzo 19, 2012

MELANCOLIA Cinesa El Foro Lunes 19 Marzo 20:00

Sinopsis: Justine celebra su boda en la mansión de su hermana Claire y su esposo. Pero muy pronto las excentricidades de Justine hacen que la boda se convierta en algo problemático. Mientras tanto, un planeta nuevo que ha aparecido en el cielo, Melancolía, se dirige hacia la Tierra lenta pero al parecer de forma inexorable.

El arranque de Melancolia resulta arriesgadísimo y sin embargo el resultado es brutal: una serie de imágenes preciosistas, en cámara ultralenta, como si de preciosas y dolorosas postales visuales se trataran que muestran una serie de instantes congelados, reales o soñados que pertenecen al argumento que se desarrollará con posterioridad, culminan con el impactante choque de la Tierra con un planeta de mucho mayor tamaño y la consiguiente destrucción de nuestro hogar. Todo servido con el majestuoso preludio de Tristán e Isolda de Wagner. Un espectáculo sobrecogedor que te deja temblando con una pura sobredosis de belleza en la butaca. Y solo van ocho minutos de metraje.


De ahí Von Trier pasa a desarrollar su historia en dos partes. Primero la boda más desoladoramente triste de la historia del cine, solo superada en términos de mal rollo general por aquella Celebración con la que nos sacudió hace años otro danés, Thomas Vinterberg. Von Trier rodea a Justine, esa novia desequilibrada y llena de dudas – impresionante Kirsten Dunst en el mejor papel que ha hecho en su vida –, de una de esas familias tremebundas, verdadero vía crucis de parientes, que cuanto más empujan en la dirección de esa obligada felicidad, más consiguen el efecto contrario.


Sobre todo Claire – otra no menos tremenda Charlotte Gainsbourgh – que es algo así como su reverso y su complemento: una hermana devota y sacrificada cuyos sentimientos ambivalentes hacia Justine hace de la relación entre ambas uno de los grandes motores de la película. Von Trier entreteje con pasmosa facilidad ese universo ambiguo, moralmente perverso, a veces deliberadamente atroz con una serie de precisas cuchilladas que definen personajes de forma tan afilada como certera. En manos de cualquier otro cineasta menos hábil, lo que sucede con Justine en esa primera parte simplemente no sería creíble.


Luego está Melancolía, claro. Ese planeta que cada vez se hace más grande en el cielo y que de forma ominosa domina la segunda parte de la película, en la que varios de los personajes esperan su destino. Aquí Von Trier se muestra incluso más hábil, pasa del retrato coral a la introspección íntima con el trasfondo de un evento cósmico – en este aspecto es donde se dan las mayores similitudes con El Árbol de la Vida, el filme de Malick – y consigue reducir a ese drama aislado la enormidad del dolor de la destrucción, el olvido y la pérdida que se avecina de forma inevitable.


Todo está narrado de forma magistral, de una forma desoladoramente bella y aunque es cierto que esta es una película más hecha con la cabeza que con las entrañas – al contrario de lo que sucedía en la mucho más salvaje pero también más desequilibrada y enferma Anticristo – Melancolia funciona como un reloj de precisión, desembocando en un plano final que es un estallido de emoción tal que difícilmente puede dejar a nadie indiferente. Me importa un bledo el Lars Von Trier personaje, lo que haya dicho, diga o pueda decir en el futuro. Mientras siga haciendo películas tan soberbias y dolorosamente hermosas como ésta puede seguir provocando cuanto le venga en gana. A los genios, incluso a los que están tan zumbados como Von Trier capaces de torpedearse a si mismos de forma tan idiota como hizo en Cannes cuando dijo aquello de que entendía a Hitler, se les puede y se les debe perdonar estas cosas.



viernes, marzo 16, 2012

LA FUENTE DE LAS MUJERES. Viernes 16 CC Alcazaba 18:00


La Filmoteca de Extremadura se ha sumado en este mes de marzo a los actos que se realizarán con motivo del Día Internacional de la Mujer. En colaboración con el IMEX (Instituto de la Mujer de Extremadura), ha programado la película "La Fuente de las Mujeres" del director Radu Mihaileanu que tiene la peculiaridad de ser la primera que el Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales (ICCA) del Ministerio de Educación y Cultura, ha calificado como "especialmente recomendada para la igualdad de genero". En Mérida este pase tendrá lugar hoy viernes 16 de Marzo a partir de las 18:00 en el CC Alcazaba. Por desgracia la copia que se proyectará no será en VOSE sino en versión doblada, pero aun así merece mucho la pena: Radu Mihaileanu es el director de películas como EL CONCIERTO, VETE Y VIVE o EL TREN DE LA VIDA, todas ellas de lo más recomendables



En un pequeño pueblo, en algún lugar entre el norte de África y Oriente Medio, la tradición exige que las mujeres vayan a buscar el agua a la fuente que nace en lo alto de una montaña, bajo un sol ardiente. Ha sido así desde el principio de los tiempos. Pero un día, Leila, una joven casada, propone al resto de mujeres una huelga de amor: nada de sexo hasta que los hombres colaboren en el traslado del agua hasta la aldea.



"Un texto previo da una idea de intenciones y tono: "Esto no es más que un cuento". Pero añade una coda: "O quizá no". ¿Un deseo? ¿Una premonición? Desde luego, tiene aureola de fábula. De esas unidireccionales, con la moraleja clara y los personajes estereotipados. También un aire de falta de verosimilitud, con los tiempos que corren. Y, sin embargo, hay dos aspectos que la redimen de su condición de bienintencionado cuento chino. El primero, interno, la fuerza del relato: delicado, tierno, bello, sensible. ¿Demasiado? Quizá sí, pero, ¿no estábamos ante una fábula?



El segundo, externo, del que nunca se habla en la película, es el que da que pensar: en 2003, Leymah Gbowee movilizó y organizó a las mujeres para poner fin a una larga guerra en Liberia y garantizar su participación en las elecciones. Fue el principio del fin de la contienda. Le han dado el Premio Nobel este año. Y lo consiguió gracias a... una huelga de sexo. ¿Cuento? ¿Qué cuento? Queda una pregunta ¿La podrán ver, mujeres y hombres, en Marruecos, Afganistán, Egipto o Siria? La fuente de las mujeres, por desgracia, solo convencerá a los ya convencidos. Ustedes y yo. ¿O servirá de algo? Ojalá que sí. Pero ese es ya otro cuento." (Javier Ocaña, El Pais)




martes, marzo 13, 2012

LOS IDUS DE MARZO Compromiso e Inteligencia

Siento cierta fascinación por el cine americano que bucea en las entrañas de la sociedad en la que viven, especialmente por aquel que se esfuerza por dejar al descubierto las corruptelas y defectos de un sistema electoral y político manifiestamente mejorable. Un cine militante y comprometido que desde los años setenta ha ayudado a los que no vivimos allí a comprender mejor su forma de entender la política y como se despliega el complejo juego de ambiciones e intereses que se ocultan detrás de cualquier candidato con afán de conseguir o perpetuarse en un puesto público. George Clooney, un tipo lúcido y coherente que ha demostrado a lo largo de su trayectoria como director entender ese compromiso desde una posición más crítica de lo que uno le supondría a una estrella con semejante estatus de privilegio en Hollywood, construye en Los Idus de Marzo no solo una mirada cínica y demoledora sobre las miserias de la política, sino toda una reflexión acerca de la imposibilidad de la supervivencia de la honestidad y el idealismo en dicho mundo.


Clooney, ferviente demócrata y defensor a ultranza del presidente Obama, desarma de entrada con dos decisiones inteligentes. La primera es situar su irónica fábula en el ámbito de unas elecciones primarias demócratas y no republicanas como cabría esperar de una obra tan crítica como ésta. La segunda es ceder el protagonismo de su historia a otro, el personaje del brillante asesor de campaña interpretado por Ryan Gosling, reservándose el del gobernador candidato a Presidente, que no es sino la viva imagen del sueño dorado del votante liberal norteamericano. Su Mike Morris es uno de esos políticos en los que merece la pena creer: atractivo, inteligente, poseedor de un irresistible carisma fruto de su simpatía y una cuidada imagen que recuerda a JFK y Clinton, ecologista, laico que esquiva con habilidad las venenosas cuestiones sobre su fe, contrario a las guerras preventivas, accesible y hasta desinhibido en el trato.

Pero la película no gira en torno a él, sino en torno al asesor que encarna Gosling, uno de esos especialistas en diseñar estrategias, controlar el mensaje, supervisar el discurso y sobre todo la puesta en escena para que el candidato luzca impecable – los paralelismos con la sofisticación de una función de teatro son continuos a lo largo del filme – pero también un idealista que cree sinceramente en el hombre para el que trabaja. Hasta que empieza a darse cuenta no ya de lo podrido que resulta el medio en el que se mueve, sino de la necesidad de anteponer el pragmatismo a cualquier otro valor para conseguir lo único que verdaderamente importa: ganar y salirse con la suya.


Nada novedoso, dirán ustedes y no les falta un punto de razón. Sin embargo, lo verdaderamente interesante de Los Idus de Marzo no es tanto la descripción de ese ambiente sino lo fácil y rápidamente que uno puede olvidarse de aquellos supuestos valores por lo que uno entró en política cuando las cosas se ponen feas. El espectador, obligado a identificarse con un Ryan Gosling que ejecuta aquí una tan sutil como impecable interpretación en el que su rostro va progresivamente vaciándose de contenido hasta que de él queda poco más que una máscara, no se coloca de su parte porque represente unos ideales superiores capaces de imponerse a un sistema corrupto en esa noble tradición de ese cine liberal de nuevo cuño muy a menudo demasiado complaciente. No, lo hace a pesar de su caída a ese barro moral en el que ha de pelear. Es una diferencia sutil pero esencial.

Clooney construye una muy sólida película manejando hábilmente a un magnífico reparto. Uno se queda con ganas de muchas más escenas de cualquiera de los dos directores de campaña (soberbios Philip Seymour Hoffman y Paul Giamatti) con el propio Gosling sin que el inevitable aire teatral que preside la obra repercuta demasiado en el conjunto. No será Sidney Lumet ni Alan J. Pakula, vale. Tampoco hace olvidar aquellos brillantes guiones de Aaron Sorkin que marcaron una época en la imprescindible El Ala Oeste de la Casa Blanca, pero sin duda resulta de lo más reconfortante tener a alguien como Clooney desplegando semejante grado de compromiso e inteligencia desde dentro de Hollywood.



lunes, marzo 12, 2012

EL ARBOL DE LA VIDA, El Arbol de la Polemica


El privilegio del cine visionario, ese que se atreve a explorar caminos nunca antes transitados, que se lanza al vacío en busca de lo desconocido y que crea imágenes que no se parece a nada que hayamos visto antes es lo que define la trascendencia de una película tan descomunal e inabarcable como El Árbol de la Vida, que desde su mismo estreno en Cannes 2011 donde acabaría obteniendo la Palma de Oro a la Mejor Película polarizó de inmediato todos los debates de la crítica y todas las opiniones. Es algo que ha seguido haciendo desde entonces y que seguirá haciendo en el futuro. Este correo recoge solo algunas de las impresiones de varios de los críticos más importantes de nuestro país, como mínima muestra de ese debate y como prueba de algo irrefutable: podrá gustar más o menos pero la película de Malick es una experiencia que hay que ver, vivir y sentir en el cine, en pantalla grande. Hoy lunes a partir de las 20:00 Cinesa el Foro, os ofrece esa oportunidad, ese privilegio. Aprovechadla.




Carlos F. Heredero – Cahiers Du Cinema “La controversia es inevitable y con toda seguridad, también provechosa. O por lo menos deberíamos intentar que lo fuera. El film de Malick, con su poderosa cosmogonía imbuida de misticismo en torno a los orígenes del universo, con su visionaria representación de los albores de la tierra, con su irredenta determinación de capturar lo inasible y de atrapar el latido de las emociones, con sus explícitas ambiciones de trascendencia religiosa, con su vocacional dimensión de poema lírico no narrativo, con todo su misterio y con todos sus excesos, con todos sus clamorosos desequilibrios y con todo su arrollador impulso fílmico, no necesita de ninguna operación de marketing para convertirse en una película acontecimiento y en un film de culto.

Es el privilegio de los grandes creadores: el de proponer algo que nunca antes habríamos podido imaginar, sacudir las certezas y los dogmas imperantes, poner en cuestión nuestra propia percepción de la vida, interrogar o poner patas arriba los códigos fundadores de las formas de representación conocidas. Invitarnos, en definitiva. A explorar nuevas rutas expresivas y exigirnos, en cualquier caso, una actitud más abierta ante aquello que nos cuestiona a nosotros mismos.

Abramos pues el debate y, sobre todo, abramos bien nuestros ojos. Estamos ante una película que nos lo demanda.”

Carlos Boyero – El País “En El Árbol de la vida Malick ya ha renunciado a su muy liviano interés por la narrativa en posesión de un orden, por una sucesión de cosas con principio, desarrollo y final. Si existe algo enemistado con el análisis, un género que capta exclusivamente sensaciones y que ofrece múltiples interpretaciones al gusto de cada lector, es la poesía. Y Terrence Malick la crea en cada plano y en cada sonido, en la atmósfera, en lo que muestra y en lo que sugiere, en el detallismo y en la evocación, en lo palpable y en lo etéreo. Admitiendo su innegociable vocación de juglar, hay tanta densidad en El árbol de la vida que a veces me pierdo y en otras ocasiones me conmueve. La media hora inicial la veo en estado de hipnosis aunque me resulte difícil saber de qué está hablando (…)


Pero lo más hermoso es cómo está captado el mundo de la infancia, todas esas cosas que marcarán la personalidad adulta. Malick se inventa un lenguaje de artista superior para hablar de la iniciación, del descubrimiento permanente. Su prodigiosa cámara recrea juegos, estados de ánimo, miedos, visiones, enigmas, amores, paisajes, libertad, asombro, dudas, olores, revelaciones que te acompañarán toda tu vida y la lacerante nostalgia de haber vivido alguna vez en un paraíso que se ha perdido. Las relaciones de estos niños entre ellos, con sus padres, con las personas y las cosas, con la naturaleza, con los milagros cotidianos, poseen la cadencia, la complejidad, el poder de evocación y la magia de los mejores poemas.”


Oti Rodríguez Marchante – ABC “Dos horas y media después de haber empezado, aquello se acabó, y todo el público parecía tener ganas de hacer o decir algo al respecto, y los berridos y los aplausos era lo que se tenía más a mano. Ha de suponerse, una vez vista la película, que lo que quería hacer con ella Malick es pura poesía, que se ha puesto frente al mundo y se ha dicho para sí mismo: voy a verte, a explicarte, y le ha salido una monumental obra cuya mitad, más o menos, son visiones espaciales, aéreas, con mucho aparato de nubes y fuegos y aguas, con una voz en «off» que si uno se empeña le compone un cuadro parecido al de Juan Salvador Gaviota; y cuya otra mitad se dirige a la explicación de la niñez, de la familia, de la vida, del tránsito hacia la muerte y de algunos otros abismos…

Negarle algunos momentos de sublime sensibilidad y de máxima belleza sería igual que negarle los otros, esos que parecen causados por algún producto estimulante o por la letra pequeña del decálogo de alguna secta. No es fácil ver y dejarse ver por esta película, que no sortea ni lo sublime ni lo otro, el peldaño que desciende hacia un cursillo acelerado de filosofía sostenible, hacia un panteísmo reparador o hacia una idea confortable del tránsito hacia la muerte, casi como una ofrenda. Las imágenes que lo corroboran son una audacia mental, o sentimental. Sobre si Malick consigue aliar lo sólido y lo líquido de su película sólo hay una respuesta: la que tenga cada cual."


Tomas Fernández Valentí – Imágenes de Actualidad “El Árbol de la Vida es al mismo tiempo un retrato familiar íntimo y una digresión filosófica sobre la existencia humana. Todo ello contado mediante una exuberante puesta en escena donde predominan las imágenes, sensuales y sensitivas como pocas, y escasean los diálogos, supeditándolo todo a un concepto de cine puro. Superada una primera parte que supone un fascinante desafío para el espectador más exigente, el espectador ya está sobradamente preparado para adentrarse en un sensible melodrama familiar que erige El Árbol de La Vida como una de las más bellas piezas de género que haya dado el cine norteamericano de estos últimos años. La nostalgia por la infancia perdida, las difíciles relaciones entre cónyuges y entre padres e hijos, las heridas del pasado y el devenir del tiempo que todo lo cura se combinan de forma magistral, con no pocas escenas oníricas. Destaca en ese sentido la poderosa secuencia final que resume por sí sola el estilo de un realizador empeñado como pocos en trascender la realidad con sus películas.”


Luis Martínez – El Mundo “Es, o debe ser, la historia del tiempo; quizá de la misma vida. Pero, cuidado, no de una parte de ella, sino de toda ella. A lo bruto. Por el medio, una familia, con Brad Pitt a la cabeza, se debate contra las miserias de, también, la vida y, necesariamente y como parte indisoluble de ella, de la muerte. El problema no es la perfecta composición de imágenes, sino el despiste. La narración navega sin rumbo entre una composición anárquica de frases perdidas dictadas en 'off' con la nada velada intención de la profundidad. Cueste lo que cueste.

Raptado por una suerte de lírica 'new age' de sonajero, la película apenas acierta a retratar el sentimiento de pérdida con una falta de rigor y de honestidad ciertamente preocupante. Es cierto que la caligrafía rota, sensible y precisa que ordena la filmografía del director arrolla cuando aparece. La mirada del chaval que descubre en la violencia de su padre el rigor de su amor es capturada con una certeza que asusta. Es en esos instantes, directos y vacunados contra la pedantería, cuando aparece la sensación de reconocimiento. El director pasa de hablar de la vida (así en general) a referirse a la vida de cada uno de los espectadores (así en particular). Y claro, en ese momento, hiere. Que es de lo que se trata.”


Carlos Reviriego – Cahiers Du Cinema “Himno a la gloria de la creación y trascendente poema místico (que no religioso), El Árbol de la Vida es una especie única en la historia del cine. Convendría inventar nuevas perspectivas críticas para abordar debidamente su plenitud creativa. Si, es la plegaria de un creyente: sus imágenes y sonidos interpelan directamente a Dios. Pero la fe de Malick que nos cautiva es su infinita confianza en el cine como un templo donde convocar el éxtasis (…) El macrocosmos y el microcosmos, la gracia divina y la naturaleza humana se confabulan bajo el enorme talento de Malick para hacer convivir la imaginería cósmica y la interrogación filosófica con las introspección humanista más hermosa y extrema”


Quim Casas – Dirigido “Estrechando lazos con Stanley Kubrick (el largo pasaje sobre el origen de la vida está en sintonía con la idea sintética de la evolución del mundo expresada en lo visual por el autor de 2001 Una Odisea del Espacio) las metáforas son de orden similar y el montaje de imágenes de cataratas, volcanes, mares y planetas producen un similar placer de orden estético sin quedar desgajados del resto: origen y fin, el mundo y el hijo, el hombre y la naturaleza, la concepción del universo y el plano del pie de un recién nacido que cabe en la palma de la mano de su padre, una de las imágenes-símbolo más bellas y poderosas de toda la obra del director.

Los seres humanos son imperfectos, a diferencia de la naturaleza, elogio de la perfección, y por ello Malick los filma de manera esbozada sin por ello negar la construcción de sus propias vidas en la pantalla: un simple gesto de uno de los hijos de Brad Pitt o el acercamiento de la cámara a un objeto conocido son suficientes, en la mecánica afectiva del cine de Malick, para que sepamos cómo son y qué piensan en momentos determinados y determinantes de la historia. El Árbol de la vida reposa asi en la alternancia y la fragmentación, en lo sugerido y lo mostrado, en lo que pasa ante la cámara y lo que plantea la voz de uno de los personajes en pleno conflicto con los demás. Malick elabora la historia de la familia de manera que no parezca nada elaborada (…) es, en este terreno, el más sugerente de los directores norteamericanos contemporáneos, aunque a veces se deje llevar por la retórica.”



viernes, marzo 09, 2012

UN ATHLETIC DE CINE CONQUISTA EL TEATRO DE LOS SUEÑOS

El equipo de Bielsa domina por completo al Manchester en una victoria histórica

Llevaba tiempo avisando este hermoso equipo construido con mimo y tenacidad por Marcelo Bielsa. Lo mismo le da el campo del Mirandés que el del Villarreal o el que le toque: solo sabe jugar de una forma, agarrando la pelota y tratando de soltarla lo menos posible, moverla de un lado a otro con una velocidad endiablada y buscar el área contraria con decisión y determinación. No importa el resultado, no importa el rival. El Athletic carece de cambio de marchas. Eso le ha costado también no pocos disgustos en los últimos tramos de algunos partidos a un equipo de 23 años de media de edad, algo que sin duda juega a su favor en la ilusión y pasión con la que afronta cualquier compromiso pero también en su contra cuando la experiencia aconsejaría cierta prudencia. Pero el actual Athletic desconoce el sentido de ese término. No tenía demasiado sentido esperar que se achicara y traicionara su filosofía en una cita importante.

Se examinaba anoche en un escenario de lujo, nada menos que Old Trafford, el teatro de los Sueños, ante el Manchester United. Ocho mil voces bilbaínas retumbaban en las gradas como posesos, felices ante la cita e ilusionados ante lo que podía ser una cita histórica. Un ambiente fenomenal para un partido entre un grande de Europa herido, con todo el aire de un equipo incómodo por verse obligado a participar en una competición menor que la que correspondería a sus galones y un aspirante a empresas más grandes sin nada que perder y desde todo con mucho por ganar. Un escenario propicio para cualquier símil pugilístico que le venga a usted a la mente.

Echó el balón a rodar y enseguida le echó mano el Athletic, que lo hizo desaparecer para pasmo de los ingleses, obligados a correr como podencos tras él y a sufrir las pocas veces que lo conseguían la presión constante de los animosos chicos de Bielsa por recuperarlo. La pelota en los pies bilbaínos se movía de un lado a otro del tapiz como si de un rondo constante se tratara, elaborando hasta la extenuación y muriendo en la orilla del área donde el Manchester se mantenía seguro, con la defensa despejando tiros a los corners y un Smalling, menuda papeleta la suya, encaramado de forma permanente a la chepa de Llorente. Tanto que acabó por hacerle penalti en uno de tantos forcejeos pero el árbitro prefirió echarle la culpa al riojano y cambiar el sentido de la decisión. El Athletic dominaba la posesión y el partido con un descaro impropio, fascinante. Se enseñoreó por Old Trafford como si llevara toda la vida por allí.

Y en esto llegó el gol del Manchester. Porque un grande siempre es un grande, porque los viejos rockeros nunca mueren y porque la pegada está para lo que está. El amigo Giggs, a sus 39 castañas, agarró una arrancada que cogió a contrapié la zaga bilbaína, tiró una pared con Chicharito y el mexicano, tras un prodigioso recorte, cruzó sobre la salida de Iraizoz, que consiguió meter la mano solo para dejarla a los pies de un listo Rooney que solo tuvo que empujarla. No se descompuso el Athletic. Perseveró en su estilo como si la cosa no fuera con ellos mientras el United se echó atrás a esperar que de nuevo una contra diera sus frutos. Al fin y al cabo, el balón no era suyo. Pero no le hacía falta para enseñar los dientes. Siguió el Athletic tocando y atacando, siempre cerca del poblado patio de De Gea, perdida la lucha en el centro del campo donde Giggs, Jones y Park no podían hacer frente a Iturraspe, Herrera y De Marcos más Javi Martínez cubriéndoles las espaldas. Se animaba Iraola por la derecha donde el Manchester tenía un buen agujero, falló Susaeta un uno contra uno frente a De Gea por elevar mal la pelota a su salida y un par de remates lejanos más acabaron en el corner. Llegaba el Athletic con muchos jugadores al área y creaba una constante sensación de peligro.

Fue, tenía que ser Llorente quien lograra la igualada al borde del descanso. Al más puro estilo inglés, un fútbol que a buen seguro recibiría con los brazos abiertos a un delantero centro de sus características. Centró Susaeta, como no, desde la derecha, y por allí apareció Llorente metiendo la cabeza entre dos defensas, clavando el balón en la red como el fenomenal nueve que es. Con el marcador empatado, se fueron ambos equipos a la caseta a reflexionar sobre sus méritos. Uno sabiéndose local y dominado. Otro, buscando la fórmula para sacar mejor rendimiento a su posesión y atrevimiento.

No cambió el guión en la segunda parte. Si acaso el Athletic impusó aun más su jerarquía. Quizás quería ser el Manchester más Manchester, pero lo que pasó es que el Athletic fue aun más Athletic. Y, generoso, se dedicó a hacer grande al español De Gea, de largo el mejor del cuadro inglés. Hasta por tres veces salvó los muebles el portero, a tiros lejanos de Muniaín y Llorente primero – el del nueve lo salvó en una prodigiosa estirada a mano cambiada – y robándole la de nuevo a Muniaín, al que Herrera dejó solo frente al marco con un pase precioso que el joven colega del portero en la sub 21 no pudo aprovechar. Ander Herrera decidió entonces transmutarse en Laudrup y no contento con el dominio que ejercía a lo largo y ancho del campo, se inventó tras una combinación a tres toques un maravilloso pase de vaselina por encima de toda la línea defensiva inglesa para que De Marcos, eso sí en leve fuera de juego, cruzara al palo contrario donde esperaba De Gea. El tanto hacía justicia a lo visto: el Athletic tenía anoche la llave de los sueños del Teatro.


Dolió el gol de De Marcos en las filas inglesas, tocados en el orgullo. Pero más allá de un tiro lejano de Rooney neutralizado por Iraizoz no inquietaron mucho los dominios de un omnipresente Javi Martínez. La entrada de Nani y Anderson al campo no supuso revulsivo alguno, mientras que Bielsa soltó la correa de Toquero para que éste se vaciara como acostumbra en los últimos diez minutos. Fruto de su insistencia al hacerse con la cabeza de un balón dividido frente a dos contrarios llegó el tercero del Athletic. Le cayó el balón a De Marcos que cruzó un buen tiro desde fuera del área que a duras penas rechazó De Gea. Y ante la sorprendente pasividad de un confiado Rafael, Muniaín se marcó un sprint de velocista para llegar justo a tiempo de burlar con un solo y certero toque al guardameta.


El Athletic escribía así una de las páginas más brillantes de su historia reciente, una victoria que no resuelve del todo la eliminatoria porque, fruto de esas extrañas pájaras que a menudo padece en los instantes finales, concedió un tonto penalti que tampoco emborronó demasiado sus muchos méritos. Bielsa ha construido un bloque sólido cuya alineación los niños pueden ya recitar de memoria, dispone de una atractiva mezcla de calidad, físico, desparpajo, ilusión y hambre que puede aspirar a metas mucho más altas de las que está acostumbrado. Curiosamente tuvo que doctorarse en Old Trafford con el mismo resultado, 2-3, con el que se impusieron antes los dos únicos equipos españoles que allí han triunfado, el Madrid y el Depor. Será cosa del destino. Una lástima que fuera vestidos de verde y no con su habitual equipación rojiblanca. Tampoco es que importara mucho: solo hacía falta mirar a las gradas para ver a ocho mil rojiblancos felices cantando y ondeando sus colores. San Mamés será una fiesta.