miércoles, julio 19, 2006

Ciclo de Cine Español: Joyas Escondidas del 2005

Hoy comienza el segundo ciclo de cine de nuestro cine club. Y pese a algunos problemillas de coordinación que han dado como resultado carteles con las semanas cambiadas y el curioso efecto secundario de tener que programar dos películas en sendos sábados a las doce del mediodía (¡¡Toma ya Matinée con conversa y cañas a la salida, con dos huevos!!) me hace una ilusión especial. Porque se trata de cine español. De buen cine español, que también lo hay pese a lo que piensan algunos. Ya me he extendido lo suficiente sobre el tema en la web que he hecho en Cinemérida de la primera película del ciclo 15 Días Contigo, así que no me repetiré aquí. Esta noche me apetece hacer algo que nunca hago: citar a otro periodista. Concretamente a Borja Hermoso, compañero de Carlos Boyero en El Mundo que, como yo y otros muchos, consiguió descubrir esta pequeña maravilla del cine español del pasado año gracias a la empecinada y pasional defensa que ese pedazo de personaje que es Boyero - os debo un post sobre su libro Alerta Roja: Boyero.Es, que es impagable - hizo de esta pequeña gran película de Jesús Ponce. Con el comentario que Borja escribió en su siempre recomendable Blog os dejo. Esta vez no me sentía con fuerzas de intentar superar unas líneas escritas con tanta pasión y contundencia.
“Es de un tal Jesús Ponce. Su primera película.

No sé si antes había hecho cortos o escrito guiones para otros o si había sido ayudante de dirección, ni me importa demasiado. Lo que sí me importa es su primera película.

Se titula '15 días contigo' y es tan jodidamente buena y tan jodidamente dura, pero a la vez es tan sensible, que ya nada será igual para mí cuando entre en una sala de cine.

En la sala de cine donde la vi el martes por la tarde había tres personas, contándome a mí.
Era la sala 4 de los Cines Renoir Plaza de España, en Madrid. Afuera, en la calle de Madrid, hacía mucho calor. Pero yo estaba dentro de esa sala 4, viendo esa película, y me quedé helado. El dueño de estos cines, que se llama Enrique González Macho y suele apostar por películas que otros condenan a la nada, ha decidido reestrenar la película, no sólo en los Renoir éstos de Madrid, sino en otros que tiene en Barcelona.

Y eso, a pesar de que cuando la película llegó a las pantallas por primera vez, a principios de este mes, no la vio ni Dios, aunque si es verdad que Dios está en todas partes seguro que estaba allí, en alguna sala 4, un martes por la tarde, viendo sufrir y reír a estos tipos, algunos de ellos yonquis, todos ellos perdidos, y pensando que, al fin y al cabo, no todos sus hijos son tan malos.

Porque alguien que hace esa película no puede ser malo. Algunas voces, y en especial la de Carlos Boyero, clamaron contra la 'muerte súbita' de esta joya. Ahora es posible rescatarla. No se la pierdan, agradecerán el aviso.

'15 días contigo' pone la carne de gallina y bolas en la garganta. Habla de la vida, o sea, que habla de la muerte también, y de algunas de sus pavorosas antesalas. Pero también habla de algo tan poco accesible como la esperanza. Y hasta del amor. Aquí no hay ni buenos ni malos, y sí gente a la que ha pillado el toro, vulnerables presas caídas sin remedio en trampas de las que no se sale, o se sale de milagro o porque se le echan un par de huevos.

'15 días contigo' cuenta la invariable sucesión de los días y sus noches. También el deseo de algunos y algunas de poder vivir en una 'ley de mínimos' que, a día de hoy, es para ellos quimera. "Quiero tener un techo, quiero saber cómo funciona una visa", dice una diosa disfrazada de pobre diabla. '15 días contigo' nos llama, nos implica, nos concierne, nos molesta, nos advierte, nos conmina, nos sugiere, nos pide, nos exige, nos ruega. Después de verla, uno sale de la sala oscura con la ropa hecha jirones. Cine sobre la vida, sobre nosotros, sobre lo que vemos pero no queremos ver. Cine. Puro. Y con mayúsculas”

15 Días Contigo se proyecta hoy miércoles a las 20:30 horas en la Biblioteca Pública Jesús Delgado Valhondo de Mérida. Entrada Gratuita

viernes, julio 07, 2006

El Señor de la Guerra. Un novedoso punto de vista

Muy interesante película, ésta que nos ha traído Andrew Niccol, inolvidable guionista de perlas como El Show de Truman y Gattaca, peli que también dirigió en su momento. Quizás uno pueda ponerle ciertos reparos al abuso de la voz en off o a la ligereza con la que es tratado un asunto tan serio y tan asqueroso como éste del tráfico de armas, pero tampoco hay que olvidar que Niccol está en su pleno derecho a establecer, mediante un muy inteligente uso de la ironía y el cinismo más exarcebado, esa barrera entre la enormidad de lo que está contando y el espectador.

Me parece bastante apropiada esa definición que he leído por ahí de que El Señor de la Guerra es algo así como un cruce entre Uno de los Nuestros - de la que toma, además de esa omnipresente voz en off que perdura todo el relato y que consigue que entendamos a un personaje tan amoral y repulsivo como el que encarna con notable acierto Nicholas Cage, una muy cuidada selección musical en la que no falta ni el Cocaine de Eric Clapton ni el Glory Box de Portishead, pasando por el Hallelujah de Jeff Buckley o Coyita de Gustavo Santaolalla - y Syriana - por la importancia y complejidad del asunto que aborda, pero me pregunto si, de ser su objetivo hacer una denuncia más o menos seria de una situación habitual que pasa desapercibida para el espectador medio, no se le habrá ido la mano en el tratamiento ligero, casi juguetón, de tan espinoso tema.

Por lo demás, es obligado hacer referencia a esa majestuosa introducción, esa escena de los títulos de crédito iniciales que, bajo el posible título de 'Historia de una Bala', os he traido como regalito de hoy a este Blog. Disfrutad de esta escena rodada con cámara subjetiva y con el clásico tema de Buffalo Springfield 'For What's It's Worth' Su final dejará impactado a más de uno y si viendo estas imágenes no os entran ganas de descubrir que se oculta en el resto de esta inteligente película, es que no he conseguido mi objetivo.