lunes, agosto 30, 2010

CONOCERAS AL HOMBRE DE TUS SUEÑOS Catalogo de Autoengaños

Para entender en su justa medida a un autor tan prolífico como Woody Allen, que sigue fiel a su compromiso de entregar una nueva película todos los años, no está de más detenerse un momento y echar un vistazo a su filmografía en lo que llevamos de siglo. Veamos: por orden cronológico encontramos un par de comedias tildadas de menores (La Maldición del Escorpión de Jade y Un Final Made in Hollywood), una suerte de infravalorada y curiosa actualización de Annie Hall donde tanto su atribulado protagonista - un allenizado Jason Biggs - como el delirante secundario interpretado por el propio Allen ya apuntaban ciertos tintes sombríos (Todo lo Demás) y un acertado ensayo sobre los dos prismas, comedia y tragedia, bajo los que puede observarse los mismos hechos de una vida (Melinda y Melinda) esencial para entender una verdad fundamental de la filosofía de vida del autor, que a lo largo de su filmografía a menudo ha dado pruebas de saber mantenerse en equilibrio en tan díficil alambre.

Todas ellas son obras que preceden al autoexilio europeo del neoyorquino que hasta ahora se ha saldado con una obra maestra sobre la moralidad de nuestros actos (Match Point), una divertida a la par que intrascendente comedia sobre periodistas, magos y engaños (Scoop), un intento desigual de escapar de sus esquemas tradicionales explorando nuevos géneros como el thriller (El Sueño de Cassandra), una obra tan mal recibida como incomprendida sobre el peso del fracaso sentimental (Vicky Cristina Barcelona) y un saludable paréntesis en forma de corrosiva comedia de vuelta a su añorada Nueva York que intuyo debió tener mucho de liberador (Si La Cosa Funciona). Aunque no puede decirse que sea precisamente su mejor década, tampoco cabe duda que Allen sigue ofreciéndonos cosas interesantes y está bastante lejos de ser ese autor agotado que algunos proclaman, pese a que igualmente son innegables ciertas señales de cansancio.


Conocerás al Hombre de tus Sueños ofrecerá munición fresca tanto a los devotos del cine de Woody Allen como a sus detractores. Para los primeros, será una nueva muestra de su habilidad como narrador al entrelazar las historias de seis personajes marcados por el autoengaño y el deseo de ser lo que no son ni nunca serán, una obra por la que desfilan muchas de las obsesiones del cineasta: su miedo a envejecer, la frustración creativa y personal, la imposibilidad de alcanzar una relación satisfactoria, la insatisfacción continua como motor existencial, la moralidad de nuestros actos… un puñado de dramas cotidianos que en manos de Allen pasan ante los ojos del espectador con un aire de falsa intrascendencia, como si fuera algo liviano, incluso cómico, pero que en el fondo, a poco que se reflexione sobre ellos, no tienen ni puñetera gracia.

Para los segundos, se confirmarán sus peores temores: una nueva repetición de una fórmula agotada, una nueva y fallida allenización de un personaje (insufrible Anthony Hopkins), una realización funcional y algo desmañada, detalles que recuerdan mejores tiempos - la prostituta de pocas luces interpretada por Lucy Punch es una versión menor y desprovista del corazón de Mira Sorvino en Poderosa Afrodita, las sesiones con la vidente remiten a Alice o La Maldición del Escorpión de Jade pero con mucha menos gracia o poder de fascinación) y cierta sensación de hastío del cineasta abocado a trabajar en tierra extraña que se transmite al espectador.


Mientras estaba viendo la película pensaba que posiblemente estaba ante la película más floja hecha por Allen en años. Sin embargo, reflexionando luego sobre ella me he dado cuenta que lo que verdaderamente me deprime de Conocerás al Hombre de tus Sueños es esa mirada más desesperanzada y pesimista que nunca al género humano y a sus patéticos intentos de alcanzar la felicidad. El escritor bloqueado que desea a su vecina, tratando de convencerse que está ante una nueva musa mientras roba su próxima novela a un amigo en coma, la esposa abandonada, frustrada e inútilmente enamorada de su jefe que sueña con tener una aventura, el sexagenario que quiere creer que podrá vivir una segunda juventud casándose con una joven y llamativa prostituta que a su vez se vende por la promesa de una vida mejor, el galerista triunfador que disimula el fracaso de su matrimonio con ostentosos regalos y la anciana que pone su vida en manos de una vidente que le dice lo que quiere oír, todos conforman un cuadro desolador de personajes que se engañan a sí mismos y que deambulan perdidos por una serie de historias inconclusas, frustrantes, en las que la única forma de encontrar cierta felicidad parece ser ponerse en manos sin reparos de la estupidez más absoluta.


Allen, más distante y frío que nunca, se muestra implacable con sus criaturas: la persecución vana de sus sueños, la desesperación por poseer aquello de lo que carecen, que los transforma en marionetas sin posibilidad alguna de redención o de controlar sus destinos tiene corolarios memorables como el plano de Josh Brolin observando a su ex esposa desnudándose desde la ventana de su nueva pareja o la dolorosa conversación final del personaje de Naomi Watts con el objeto de su deseo frustrado Antonio Banderas.

Como si finalmente se hubiera decantado por el bando que solo veía el lado trágico de la existencia en Melinda y Melinda, Allen no tiene el más mínimo deseo de generar empatía alguna en el espectador por el destino de sus personajes, que se revelan tan caprichosos como frágiles, tan inestables como antipáticos, tan incapaces de ser sinceros consigo mismos como, hasta cierto punto, conmovedores en su buscada desgracia.


Quizás el mayor autoengaño sea el del propio Allen, al que después de ese corrosivo y liberador paréntesis que fue Si La Cosa Funciona, se le nota bastante fatigado de trasplantar personajes y situaciones desde su añorado Manhattan a diversos ambientes europeos donde no acaban de encajar del todo. Habrá que asumir que tal vez necesita reencontrarse con sus raíces para volver a ofrecer lo mejor de sí mismo y recuperar cierta frescura en su cine. O eso, o afrontamos el hecho de que Woody Allen ha perdido definitivamente la poca fe que le quedaba en el género humano y nos quedamos con la desesperanzada conclusión según la cual solo huyendo de la realidad y abandonándonos a la estupidez podremos atisbar algo parecido a la felicidad, una posibilidad terrible se mire por donde se mire.


Este artículo, levemente modificado, se publicó el lunes 30 de Agosto en el periódico Voz Emérita.

miércoles, agosto 18, 2010

ORIGEN Reflexiones para Mentes Inquietas

Nota previa: Este artículo tiene como objeto analizar en profundidad o al menos invitar a la reflexión sobre algunos aspectos de Origen, la película de Christopher Nolan. Está elaborado tras un segundo visionado de la misma y contiene numerosos spoilers sobre los que hay que prevenir, no solo al que aun no la haya visto – que por supuesto debe abstenerse de seguir leyendo – sino del que la haya visto solo una vez, ya que leer el mismo implica condicionar ese eventual segundo visionado y evitar así la gracia de disfrutar de una “revelación” que puede darse (o no) en ese segundo pase. Mi consejo, amigo lector, es que si ya has visto la película una vez, pruebes a verla una segunda tratando de encajar las piezas que a lo mejor no te cuadraban del todo al final del primer pase, que estés muy atento a las reglas que rigen el sueño y que cuestiones lo que ves en la pantalla en base a las mismas… quizá descubras una nueva película. O no.

Preludio: El Prestigio

Antes de empezar a analizar Origen, es necesario hacer mención a una película previa de Christopher Nolan: El Truco Final (El Prestigio), posiblemente la película más dudosa de su filmografía pero que plantea un tema que nos será de enorme utilidad a lo largo de todo este análisis. En El Prestigio, Nolan nos explicaba que todo buen truco de magia consistía de tres partes: la Presentación, en la cual se planteaba al espectador la naturaleza del truco que se iba a realizar, su aparente imposibilidad y la forma en la que el mago piensa enfrentarlo; la Actuación, en la que el mago lleva a cabo el truco, realizando una performance de cara a los espectadores para distraer su atención y su percepción de forma que el truco resulte lo más efectivo posible y El Prestigio, que es algo así como el corolario final, la vuelta de tuerca, un elemento que añade una posible interpretación adicional o que invita a la audiencia a embelesarse con el más difícil todavía o el giro inesperado. Cualquier truco de magia que pretenda ser efectivo ha de ser lo suficientemente fuerte y convincente en todas y cada una de sus fases. De la misma forma uno puede analizar Origen en función de estas reglas. Porque adelanto que la tesis que sustenta este artículo es que toda la película es un elaboradísimo truco de magia – acaso el mayor de la historia del cine – que juega de forma permanente con nuestro sentido de la percepción y en el que es muy importante seguir de cerca esta regla: Es tan importante aquello que se muestra o se explica en pantalla como aquello que no se ve a simple vista, pero que puede ser interpretado en función de las reglas que rigen el sueño. Así pues, empecemos por las instrucciones

1 - ¿Cómo interpretamos las reglas que rigen el sueño en Origen?

Veamos. Tras el impactante prólogo según el cual sabemos que estamos ante un mundo en el que podemos no solo introducirnos en el subconsciente de un sujeto a través de los sueños, sino incluso crear varios niveles de los mismos, Cobb necesita reclutar a un nuevo arquitecto (Ariadna) y, como hacía Morfeo con Neo en Matrix, nos introduce en una espectacular clase virtual de sueño compartido - las secuencias en Paris - en la que se establecen las reglas según las cuales jugamos en Origen. Es muy importante tomar buena nota de las mismas, aceptar su veracidad y buscar a lo largo de la película las aparentes incoherencias que surjan de su aplicación estricta, pues solo con esa mentalidad crítica e inquisitiva llegaremos a conclusiones que vayan más allá de lo aparente.


En el sueño tenemos tres sujetos esenciales: hay un Arquitecto, un Soñador y un Sujeto en cuyo subconsciente se pretende entrar, ya sea para robar información o bien para implantar una idea nueva, esto es, un Origen.

Empecemos con el soñador. A la manera de un director artístico en el cine, el soñador proporciona el teatro, el escenario en el que se va a desarrollar el sueño. La función del soñador es proporcionar un ambiente que sea familiar al sujeto, para que este llene el mismo con sus secretos, sus recuerdos. Si el soñador imagina una caja fuerte, el subconsciente del sujeto pondrá en ella la información que considere relevante.

La gente que puebla los sueños son proyecciones del sujeto, no del soñador. En Paris, las proyecciones de Cobb atacan a Ariadna porque ella es el soñador y Cobb el sujeto en cuya mente Ariadna está haciendo cambios (jugar con las leyes físicas, construir un puente por el que cruza todos los días, etc…). Razón por la cual las proyecciones de Cobb empiezan primero a mirarla y después a atacarla como glóbulos blancos a un virus externo. No perdáis esto nunca de vista: cada vez que una proyección ataque a alguien, tenéis que preguntaros las posibilidades ¿de quien son esas proyecciones? ¿Quien es el sujeto y quien el soñador? Pero ojo, hay una cuestión interesante al respecto: en ningún momento de la película se afirma que soñador y sujeto no puedan ser una misma persona…


Vayamos con el Arquitecto. La función de un Arquitecto es crear laberintos, laberintos que sirvan para retrasar a las proyecciones y dar tiempo a los intrusos en el subconsciente del sujeto para conseguir su objetivo. Los poderes del Arquitecto, un verdadero diseñador de sueños en mentes ajenas, pueden ser infinitos pero la cuestión es que pueden diseñar dichos laberintos sin necesidad de estar presentes en los sueños: pueden diseñar uno y enseñárselo a un soñador sin que, llegado el momento, entren en el mismo. No es el caso de Ariadna, que habiendo diseñado los mundos del primer nivel (el sueño de Yusuf) y tercer nivel del objetivo Fischer (el paraje invernal helado de Eames) – el segundo , el Hotel, pertenece a Arthur y el cuarto, el limbo, a Cobb - acaba viéndose obligada a entrar en ambos, primero cuando tiene que formar parte del equipo al descubrir los secretos de Cobb y después cuando se ve arrastrada por el cambio de planes que obliga al equipo a huir hacia delante.

Otra regla esencial que hay que recordar de la secuencia de París es la explicación simple que Cobb le dice para reconocer un sueño: en un sueño nunca sabes como has llegado a un determinado sitio. Simplemente estás ahí. Es otra regla que conviene no perder de vista.

2 – El Reclutamiento de los Profesionales


Cuando Cobb acepta el encargo hecho por Saito – al que analizaremos más detenidamente dentro de un momento – la película entra en una dinámica propia de las heist movies o películas de atracos. Todo se reduce a reclutar un equipo capaz de llevar a cabo una misión imposible. Tiene que ser lo suficientemente bueno como para conseguir algo que, en teoría, nadie ha logrado antes. ¿Cuál es la verdadera misión imposible que este equipo tiene que llevar a cabo?

Analicemos un poco las motivaciones de cada uno de los miembros del grupo para hacer el trabajo. Saito es el que hace el encargo, así que podemos dejarle al margen. Sabemos que Cobb quiere volver a EE.UU a reunirse con sus hijos y la única manera que tiene de hacerlo es a través de una llamada del influyente Saito. Yusuf es el único que, cuando Arthur le pregunta en el primer nivel, habla de dinero: dice que Cobb le prometió darle la totalidad del mismo. Arthur, que intenta al principio disuadir a Cobb de que acepte, parece hacerlo por fidelidad a su amigo, aunque su primera intención tras el trabajo fracasado con Saito era estar oculto una temporada.

Eames tampoco tiene una motivación clara, más allá del reto de que una vez intentó un Origen que no arraigó y la antigua amistad que le une con Cobb. Finalmente, Ariadna entra a formar parte del equipo porque se ve arrastrada por el descubrimiento de un mundo nuevo y además, acaba conociendo los secretos de Cobb. Su lógica es inapelable: alguien tiene que haber que pueda reaccionar cuando el subconsciente de Cobb haga de las suyas, pero tampoco parece tener una motivación clara ¿no es un poco extraño esta especie de cabo suelto, que la mayor parte de los profesionales que participan en el golpe lo hagan sin tener una recompensa o un objetivo claro?


3 – Saito, el poder

Hay varias cuestiones interesantes alrededor de la figura de Saito. Al principio se nos explica que el golpe inicial fue una audición para Cobb y su equipo, una audición en la que fracasan pero a pesar de lo cual Saito es aun más persistente a la hora de contar con los servicios de Cobb.

Saito se presenta como la cabeza de una megacorporación cuyo único rival es la corporación de Fisher padre y su objetivo es implantar en Fisher hijo la idea de que destruya el legado de su padre. Desde esa premisa, todos sus actos están dirigidos a conseguir ese objetivo y juega el rol de salvador en momentos puntuales de la función: cuando Cobb está acorralado en Mombasa, Saito aparece milagrosamente para salvarle en su limusina (“He de proteger mi inversión”) cuando se necesita una idea que lleve a un periodo de sueño de nueve horas de Fisher, el la aporta ( “Un vuelo de Sydney a Los Angeles para llevar el cuerpo del padre muerto a su lugar de descanso” – por cierto, un guiño a Lost como la copa de un pino -) y antes incluso de que el grupo reflexiones sobre la viabilidad de dicha idea, él ya ha comprado toda la aerolinea


El carácter de Saito invita a pensar que es una especie de motor que impulsa a Cobb en sus momentos de duda. Al fin y al cabo, resulta herido en el primer nivel del sueño y arrastra dicha herida – y los esfuerzos de Cobb por mantenerlo con vida - hasta fallecer en el tercer nivel no sin haber hecho su parte para Eames y precipitarse en el temido limbo, lo que obligará a Cobb a ir tras él y bajar al limbo a enfrentarse con sus demonios, representados en Mal. Recordemos que la película se abre con Cobb en una playa del limbo siendo detenido por los hombres de un envejecido Saito, que le reconoce y le dice las palabras que liberarán a ambos sanos y salvos en el avión antes de aterrizar en Los Angeles.


Por cierto, un detalle interesante ¿Cómo es posible que en el mismo avión tomen asiento Saito, cabeza visible de una megacorporación, y Fisher hijo, heredero de la corporación rival y este último no le reconozca? Sería algo así como si Rajoy y Zapatero fueran en el mismo avión y se comportaran como si uno no supiera quien es el otro, algo que no cuadra demasiado ¿no les parece? ¿Por qué será?

4 – Ariadna, la conciencia

Hay varias cosas que llaman la atención de Ariadna. Sobre todo en su peculiar relación con Cobb. Ariadna llega a la vida de Cobb a través de Miles – otro sobre el que habrá que volver luego, por cierto – quien se la recomienda diciéndole que es mejor arquitecto que él. Cobb y Ariadna hacen gala de una complicidad increíble desde el primer momento: ella comprende con más facilidad e intuición que nadie antes las reglas del sueño, acepta las posibilidades que ofrece y de forma entusiasta se lanza de cabeza a los sueños de Cobb incluso cuando su primera reacción es de huir ante un tipo que sabe que tiene serios problemas en sus subconsciente. Cobb no se inmuta y le dice a Arthur que volverá, cosa que acaba sucediendo.

Llama la atención la facilidad con la que Cobb, un tipo tan reservado que ni siquiera ha confesado a Arthur, su colaborador más fiel, su adicción a los recuerdos de Mal y los problemas que ello conlleva, revela a Ariadna hasta los detalles más íntimos de su relación con Mal. Ariadna se introduce en el subconsciente de Cobb con una facilidad insultante y éste no reacciona expulsándola del mismo, como parecería lógico, cuando ella penetra en la fortaleza onírica que ha construido para Mal. Muy al contrario, ejerce de guía turístico y le muestra los diversos niveles de la misma, hasta acabar revelándole sus experimentos con Mal, su viaje común al limbo, el Origen que plantó en ella y su culpabilidad.


Ariadna se convierte en el escudero fiel de Cobb, además de su constante conciencia (Por cierto, atención a cuando le dice la frase “Cuanto más nos adentramos en la mente de Fisher más nos adentramos en la tuya” en el primer nivel, tras caer herido Saito). Si Saito es el motor por honor – Cobb hará lo que sea para respetar su parte del trato y conseguir que Saito cumpla el suyo – Ariadna es su motor a nivel emocional: confesándose a ella (y al espectador de paso) Cobb va progresivamente preparando el terreno para su confrontación final con Mal en el limbo que le permitirá asumir su culpabilidad y vivir una especie de catarsis que le permitirá seguir adelante.


Interesante elección de nombre el de Ariadna, por cierto. Busquemos en la wikipedia:

"Ariadna fue, en la mitología griega, la hija de Minos y Pasífae, los reyes de Creta que atacaron Atenas tras la muerte de su hijo Androgeo. A cambio de la paz, los atenienses debían enviar siete hombres jóvenes y siete doncellas cada año para alimentar al Minotauro. Un año, Teseo, hijo de Egeo, rey de Atenas, marchó voluntario con los jóvenes para liberar a su pueblo del tributo.

Ariadna se enamoró de Teseo a primera vista y le ayudó dándole una espada mágica y un ovillo del hilo que estaba hilando para que pudiese hallar el camino de salida del Laberinto tras matar al Minotauro."

Hmmm… vaya ¿La que ayudó a Teseo a escapar del laberinto con un ovillo mágico? ¿Cómo deberíamos interpretar eso en función del papel que juega en Origen? Desde luego, que nadie se llame a engaño: la elección de ese nombre por parte de Nolan es cualquier cosa menos casual

5 – Fischer – El McGuffin

Fischer es el objetivo de la misión, la persona en cuya mente el equipo ha de implantar Origen, la idea que ha de creer suya y que le lleva, como quiere Saito, a destrur el imperio de su padre. La misión para conseguirlo vertebra toda la película, el reclutamiento del equipo, el plan para lograrlo que implica bajar a tres niveles de sueño, el estudio pormenorizado del mismo, la suplantación por parte de Eames en un momento dado del papel de su padrino y consejero Browning (Tom Berenguer) y a partir de un determinado momento – cuando las cosas se tuercen en el primer nivel, Saito es herido, las proyecciones están armadas hasta los dientes y es preciso cambiar el plan sobre la marcha – el protagonista de un curioso juego cuando, en el segundo nivel, Cobb decide utilizar la técnica de Mr. Charlesrevelarle que está en un sueño y que él está allí para protegerle, como su supuesto jefe de seguridad – y bajar al siguiente nivel convenciéndole que están en la mente de Browning de forma que ayude a combatir su propio subconsciente, un concepto magnífico.


Fisher da un juego increíble a Nolan: le permite meter todo ese conflicto alrededor del padre, jugar con el uso de esa cámara acorazada y, por encima de todo, ofrecer al espectador la actuación de la que hablaba antes cuando me refería a los tres pasos a seguir en un buen truco de magia. Una vez introducidas las reglas, el objetivo de implantar Origen en Fisher es lo que hace que el argumento de la película se mueva. Sin embargo, lo que interesa de verdad a Nolan es todo lo que atañe al personaje de Cobb. Este es un recurso cinematográfico muy antiguo que conocemos bien pero que sigue funcionando de forma envidiable hoy en día. Recurramos de nuevo a la Wikipedia:

Un McGuffin es un elemento de suspense que hace que los personajes avancen en la trama, pero que no tiene mayor relevancia en la trama en sí. MacGuffin es una expresión acuñada por Alfred Hitchcock y que designa a una excusa argumental que motiva a los personajes y al desarrollo de una historia, y que en realidad carece de relevancia por sí misma.


¿De verdad a alguien le importa que arraigue en la mente de Fischer la idea de destruir el imperio de su padre?¿No es la misión es a partir de un determinado momento tanto una excusa para mantener entretenido al espectador – con la brillantez desplegada por Nolan en las secuencias de acción, las espectaculares peleas a lo Matrix en gravedad cero, los gozosos tiroteos a lo Michael Mann del nivel uno, el homenaje evidente a 007 Al Servicio Secreto de su Majestad de las escenas de acción en la nieve del nivel tres – como, sobre todo, un recurso para proporcionarle un argumento lineal que, pese a su complejidad, es relativamente fácil de seguir?

En realidad lo que importa es lo que le ocurre al único personaje con peso emocional en la trama capaz de arrastrar al espectador: Cobb

6 – Los Niveles y sus aparentes incongruencias

Vamos con la estructura lineal del golpe. El equipo duerme a Fischer (sujeto) en el avión y entra en el primer nivel. Aquí el soñador es Yusuf – aunque el diseño pertenece a Ariadna – y la sorpresa es que una vez secuestrado Fischer (que por cierto, en un primer momento, en el taxi, ve las caras de Eames, Arthur y Yusuf, aunque no de Ariadna o Cobb) lo primero que aparece a toda velocidad es un tren que arrasa todo a su paso. Tren que, como luego sabremos, jugó un papel esencial en el limbo de Cobb. ¿No es un poco extraño que desde un primer momento, siendo Yusuf el soñador y Fisher el sujeto, aparezca con tanta virulencia algo que pertenece a la mente de Cobb?

Dejémoslo ahí en el aire y sigamos: las proyecciones están fuertemente armadas y atacan a los soñadores, algo que se atribuye a que Fischer ha sido entrenado por un extractor para defenderse y que se convierte en un reproche brutal a Arthur, que supuestamente debería haberlo descubierto en su investigación. De paso, se descubre que debido al sedante de Yusuf, la muerte en ese o en sucesivos niveles no es liberadora como hasta ahora sino que implica una caida al limbo “subconsciente puro del sujeto” donde podrían estar atrapados décadas. El grupo decide seguir adelante con el plan, no hay otra opción. Tras la suplantación de Browning por parte de Eames y el primer tanteo a Fisher (una caja fuerte, una combinación secreta) deciden jugársela a que el segundo nivel sea el recurso Mr. Charles. Arthur será el soñador del nivel dos y todos bajan con él mientras Yusuf intenta mantener a raya a las proyecciones y que la furgoneta no caiga en el agua hasta el instante preciso para completar la misión.

En el nivel dos se produce el metajuego del sueño: Cobb, convertido en Mr. Charles, se dedica a tratar de revelarle a Fischer que está en un sueño. Arthur le dice a Ariadna que, al ser él el soñador influyendo en el sujeto, las proyecciones tratarán de buscarle –excusa que aprovecha para besarla, en un gag estupendo – pero lo cierto es que, si prestamos atención, las proyecciones no se fijan solo en él, sino más en otro: en Cobb. Volvamos a las reglas iniciales: si Arthur es el soñador y Fischer el sujeto ¿las proyecciones de Fischer no deberían prestarle a Arthur toda la atención, como afirma? ¿Por qué entonces miran a Cobb?

Con el tiempo, todas las proyecciones – la seguridad del hotel- acabarán atacando a todo el grupo, especialmente a Arthur que es el que ha de lidiar con ellos mientras el resto baja al tercer nivel… pero ha quedado ahí la sombra de otra incongruencia no del todo bien explicada. Para bajar al tercer nivel, convencen a Fischer de que van a entrar en la mente de Browning, cuya proyección “real” (vamos, que no es Eames haciéndose pasar por Browning) expresa la duda ya plantada en Fischer en el nivel anterior de que efectivamente puede haber un testamento dejado por su padre. Sin embargo, el soñador será Eames, convenientemente adiestrado por Ariadna en el laberinto en forma de fortaleza que ha diseñado en el mundo de nieve.

Bajamos al tercer nivel. Ariadna le pregunta a Cobb – que se asegura como jefe de equipo de tenerla a su lado constantemente - “¿Qué hay ahí abajo?” a lo que Cobb responde La verdad que queremos que Fischer averigue” Ariadna insiste “No ¿Qué hay ahí debajo de ti?". Cobb no responde. Se juega al despiste con el ejército a cargo de la fortaleza, distrayendo su atención para que Saito y Fischer puedan entrar en la misma mientras Cobb les cubre. La cosa funciona hasta que suena la música – que viene del primer nivel – indicándoles que el tiempo se acaba. Cobb obliga a Ariadna a que le confiese cual es el atajo de la fortaleza – el que conocían Saito, que guia a Fischer, y Eames, pero no Cobb – y, caramba, en ese preciso instante el ejercito deja de ser distraído y regresa a la Fortaleza a toda marcha, mientras Mal aparece de repente y se carga a Fischer antes de ser abatida por Cobb, que ha tardado en reaccionar más de lo necesario.


Rebobinemos: si según las reglas Eames es el soñador y Fischer el sujeto, las proyecciones deberían ser de éste y atacar primordialmente a Eames. De nuevo, algo falla en el cuadro general: las proyecciones no se comportan como deberían ¿o si? En cualquier caso, las muertes de Saito y de Fischer obligan a una solución desesperada –ofrecida por Ariadna y no por Cobb - como es bajar al limbo a rescatarlos, al limbo de Cobb que será el soñador en este nivel, que al ser el cuarto carece de proyecciones que ataquen a Ariadna y al propio Cobb. Pero, un momento, si el sujeto sigue siendo Fischer ¿Por qué éste y Saito van a estar precisamente en el limbo de Cobb, aquel que compartió con Mal? Y sin embargo, así es: Fischer está atado en el porche de la casa donde Mal y Cobb hablan y éste acabará por encontrar a un envejecido Saito… Hmmm, interesante

7 – Cobb y Mal: Amor, Culpabilidad, Redención


En mi primer artículo sobre Origen, dije que lo que más me gustaba de ella era que, al igual que pasaba en el Solaris de Tarkovski o en ¡Olvidate de mi!, bajo todo el artificio y el ruido desarrollado por Nolan latía una poderosa historia de amor. Y no cabe duda que la desgraciada historia de Cobb y Mal – con no pocos elementos en común con la que animaba al personaje de Leonardo Di Caprio en Shutter Island de Scorsese, por cierto – lo es por derecho propio: cincuenta años construyendo como dioses un mundo a su medida, envejeciendo juntos, confundiendo ficción con realidad hasta que Cobb, hastiado, implanta el Origen en Mal y la convence de que han de volver escapando mediante el suicidio que les liberará… y que acabará por condenarlos pues la idea, ese Origen arraigará en Mal hasta llevarla a un nuevo suicidio-escape en la realidad.


Todo lo que sucede en la película, en especial todo lo que se confiesa al personaje de Ariadna, es para preparar la trascendental conversación final que Cobb mantiene con Mal, a lo largo de la cual vemos como éste consigue asumir su culpabilidad por la responsabilidad en la pérdida del ser querido y aun más importante, darse cuenta que la Mal que sobrevive en el interior de esa fortaleza que ha construido para ella, ese limbo que se derrumba esperando su vuelta, no es sino una sombra del amor que fue y ha de dejarla marchar si quiere liberarse. Con todas las revelaciones que se hacen en este tramo final, en el fondo ninguna es tan importante como la que le permite a Cobb asumir como propia esa verdad. Fisher cae por la ventana – que a su vez despertará en el tercer nivel para penetrar en el aséptico dormitorio (guiño evidente a 2001, Una Odisea del Espacio) donde su padre le indica la caja fuerte y éste recoge su Origen asumiéndolo como propio – seguido por Ariadna y se produce la cascada de “patadas” (Eames, Arthur, Yusuf, Ariadna, Fischer). Cobb, una vez liberado de Mal, queda libre para buscar a Saito apareciendo en la playa –la primera escena del filme – quien pese a los años, le recuerda lo suficiente como para encontrar la forma de salir de ese limbo.

Cobb ha realizado una catarsis: acepta su culpabilidad y la expía, acepta los actos de Mal y su pérdida como algo inevitable y por fin puede enfrentarse al reencuentro con sus hijos, el objetivo final de su viaje

8 – El Dichoso Tótem

Aunque estamos terminando, hay que hacer un alto para analizar un poco lo que ocurre con el Tótem. Arthur le explica a Ariadna que un Tótem es algo que utilizamos para saber que no estamos soñando, un objeto propio que llevamos con nosotros de forma constante cuyas características conocemos y, ojo, que nadie que no sea su dueño puede tocar bajo pena de perder sus características especiales. Hasta aquí, todo correcto: vemos a Cobb girar su peonza en Tokio – y caer – lo que le confirma que está en la realidad y le vemos intentar utilizarla en Mombassa tras la primera experiencia con el sedante de Yusuf – digo intentar porque Saito le interrumpe y no le deja terminar la prueba en el baño – y también vemos el dado de Arthur y el alfil de ajedrez que se construye Ariadna.

Sin embargo, a pesar de que se nos ha dicho que nadie puede utilizar un tótem que no sea el suyo, se nos revela que la peonza de Cobb no es su Totem, sino que era el de Mal… Hmmm, de nuevo, tenemos que jugar según las reglas: si el Tótem es algo personal e intransferible que solo puede tocar su poseedor bajo pena de perder sus características que lo hacen especial, tendremos que concluir que no sirve para su propósito en las manos de Cobb ¿no? Lo que nos lleva directamente a:

9 – El Gran Finale

Bueno, Cobb y todos despiertan en el avión, Saito hace la llamada, Cobb cruza el control de pasaportes, todos se miran con simpatía mientras recogen sus equipajes – menos Fisher que, extrañamente, no parece recordar de su sueño ni siquiera a los que ha visto a cara descubierta, que son ya unos cuantos – y Miles (¿Miles? ¿Pero éste no daba clase en Paris? ¿Que hace en L.A.?) el entrañable abuelo de los niños y mentor de Cobb le recibe en el aeropuerto. De repente, Cobb vuelve a verse en su casa, como ya le hemos visto muchas veces antes en sus sueños, sin que parezca saber muy bien como ha llegado allí – el momento de duda es claramente perceptible en el rostro de Cobb un segundo antes de mirar por la ventana y ver a sus niños – y por fin, estos se vuelven y miran a Cobb que corre a abrazarlos mientras la peonza da vueltas sobre la mesa, parece inclinarse fatalmente… y antes de que lo haga Nolan corta el plano sumiéndonos en una aparente perplejidad ¿Sigue soñando Cobb o está en la realidad? ¿Hay ambigüedad en la que cada uno puede elegir lo que mejor le convenga o solo una explicación?


A este respecto conviene resaltar dos cosas: una, los niños no van vestidos exactamente igual que cuando antes los hemos visto en los sueños de Cobb. Sus trajes son parecidos pero ligeramente diferentes. Por otro lado, como hemos argumentado antes, puede que lo del Tótem carezca en absoluto de importancia: no sirve para distinguir la realidad del sueño ya que, según las reglas explicadas, no es el verdadero tótem de Cobb, sino el de Mal. Eso puede explicar por qué a éste le da igual lo que pueda hacer o no el Tótem: pero Nolan nos deja alelados mirándolo dar vueltas, no podemos apartar la vista de él…

10 – Algunas pistas diseminadas por el metraje sobre las que conviene reflexionar

El papel de Miles. Profesor de Arquitectura en Paris y mentor de Cobb, una de las cosas que le suelta es “Vuelve a la Realidad, Dom” Su segunda aparición será en el aeropuerto de Los Ángeles (¿?) recogiendo a Cobb


Mal tiene claro que Cobb está soñando. De hecho, lo argumenta con fiereza: una de las pruebas que aduce es que Cobb sufre manía persecutoria y así lo expresa "¿No te sientes acosado, Don, perseguido por todo el Planeta por empresas anónimas y fuerzas policiales, tal y como las proyecciones acosan al soñador?" Hmmm… A Cobb lo persigue la policía por el supuesto asesinato de Mal, después hay una empresa – la que le encargó el trabajito fallido con Saito – que le quiere muerto (¿Por qué?) y sin embargo Cobb no parece tener problemas para ir de un sitio a otro como si tal cosa. Por cierto, ¿Cómo se llamaba esa empresa? ¡Ah, si! Cobbol Engineering ;-)


Otra cosa interesante es que nunca vemos como Cobb llega a una ciudad: ya sea Paris, Tokio o Mombassa, siempre aparece ya allí y, por cierto, cuando Nolan la muestra suele hacerlo en planos aéreos que, caramba, uno diría que se asemejan a ciertos laberintos.

En el prólogo en casa de Saito, antes de que Mal dispare a Arthur en la pierna, Mal afirma que según la decoración, el soñador es Arthur. A la luz de eso ¿no resulta curioso que cuando Cobb se reencuentra con el Saito envejecido del limbo, la decoración sea sino igual, sí bastante parecida? Da que pensar…


En todos los niveles del sueño en el que el sujeto es Fischer, aparecen elementos clave de la vida de Cobb: El tren en el nivel uno, los niños, la copa rota e incluso el abogado que le dio el billete de huida – está en la barra del bar del hotel – en el nivel dos y ya directamente Mal en el nivel tres. De hecho ¿Qué es lo que verdaderamente pone nervioso a Cobb cuando Ariadna recrea el puente en París? ¿Qué sea el puente que Ariadna dice cruzar todos los días para ir a la Universidad… o que sea el puente en el que vemos a Cobb y Mal en la época en que eran felices? ¿Sobre los recuerdos de quien está construyendo Ariadna?

Hay al menos dos personas en Mombasa que le preguntan a Cobb si está soñando. Uno es Yusuf y otro… uno de los matones de Cobbol, que por cierto resultan bastante torpes a la hora de apresarle, escapando Cobb por un estrecho paso entre edificios que tiene mucho de elemento irreal antes de saltar a la seguridad del coche de Saito.

Cuando visitan la farmacia de Yusuf y ven a los durmientes, el encargado de vigilar a los mismos dice “Vienen a despertarse, el sueño se ha convertido en su realidad”.


¿Cuáles son las dos únicas frases medianamente inteligibles que Fischer padre le dedica a Fischer hijo? Una es “Fue una decepción no que no fueras como yo, sino que ni siquiera lo intentaras” pero la segunda es “Nunca jamás hagas lo que yo te diga” Curioso ¿está la proyección de Fischer padre tratando de avisar a su hijo que el origen que se pretende implantar en él – el testamento en la caja fuerte – es falso? ¿Y por qué haría tal cosa?

¿Por qué tanto Saito como Ariadna, cada uno a su manera resultan fundamentales para hacer que Cobb supere sus dudas y siga avanzando hacia abajo, pese a las dificultades y riesgos?

10 –Conclusión y Prestigio Final

El enorme mérito que tiene Origen es que uno puede verla una primera vez y quedarse con su explicación “lineal”, que de por sí ya es lo bastante compleja de seguir. O sea, que hay que implantar un Origen en Fischer, que hay que atravesar cuatro niveles de sueño, que el éxito de la misión libera a Cobb, etc. En esa primera vez, lo lógico es quedarse pillado con el plano final de la peonza que nunca sabremos si cae o no, dejando flotar esa sensación de ambigüedad sobre si Cobb está en la realidad o sigue soñando. Solo con ese primer visionado y esas conclusiones ya se puede afirmar que Origen es una película original y sumamente brillante.

Sin embargo, a poco que se tenga una mente algo inquisitiva, uno caerá en la cuenta que, como he descrito, hay piezas que no acaban de encajar con esa explicación. Y si uno busca un poco más, debe preguntarse: si esto es, en esencia, una rebuscada película de atracos ¿Cuál sería la verdadera misión imposible? Desde luego no plantar un Origen en Fischer, dado que Cobb ya lo llevó a cabo con Mal con más éxito del que pretendía. Eames dice en un momento dado del metraje “Si vamos a plantar Origen, necesitamos imaginación”

¿Cuál es entonces el reto? La película describe claramente el proceso adictivo que Cobb tiene respecto Mal, a la que ha encerrado en una fortaleza onírica para recrearse con sus recuerdos. Eso le lleva a cargar con la culpabilidad de sus actos sin afrontar la catarsis que sería dejarla marchar. Para seguir con su vida, ha de expiar esa culpa, aceptar que Mal se marche definitivamente. Pero ¿Cómo conseguir que esa idea germine en él, un adicto al amor perdido, el mejor extractor existente – lo que explica unas proyecciones especialmente bien armadas y persistentes - y prisionero voluntario de ese recuerdo de Mal al que se aferra desesperadamente?

Efectivamente: hay que concluir que el Origen que persigue todo el filme no es la idea que hay que implantar en Fischer, sino la idea que hay que implantar en Cobb. O que Cobb está intentando, en un más difícil todavía, implantarse a sí mismo. Un auto Origen por así decirlo.

Contemplen pues la posibilidad de que Cobb haya estado soñando todo el tiempo, hasta que su propio Origen, producto de un elaboradísimo plan que incluía la realización de otro Origen en Fischer y su participación como sujeto activo contra su subconsciente, se implantara en su mente. Contemplen que se pueda ser soñador y sujeto a un tiempo y analicen las aparentes incongruencias descritas en este artículo en función de eso. O no se compliquen la vida y quédense con el buen sabor de boca de la primera vez que vieron Origen y disfrutaron de un espectáculo igualmente fascinante.


Por cierto, ¿se han dado cuenta que Cobb luce una alianza bien visible en su mano? ¿Se han fijado si esa alianza sigue en su mano durante todo el metraje? ¿No? Vaya, a lo mejor deberían fijarse la próxima vez…

sábado, agosto 07, 2010

ORIGEN La materia de la que estan hechos los sueños

Tengo bastante claro que una de las razones de mi infinita pasión por el cine tiene que ver con el hecho de que es la mejor herramienta que conozco para evadirse de la realidad. El cine tiene esa capacidad maravillosa de trasladarte a otros mundos, de hacerte protagonizar historias que nada tienen que ver con lo cotidiano, de provocarte emociones que probablemente serían inalcanzables de otra forma. Salvo en los sueños. En los sueños uno también consigue evadirse de la realidad o, mejor dicho, redefine la misma a partir de sus elementos más reconocibles: anhelos, frustraciones, fantasías… la capacidad de nuestro propio cerebro de reinventar la realidad mientras dormimos parece inagotable. El cine y nuestra capacidad para soñar están tan relacionados que hay pocas expresiones más acertadas que “pantalla de sueños” para referirse al primero.


Las películas que se instalan de forma consciente en el maleable territorio de los sueños cuestionan de frente nuestra percepción de la realidad tal y como la conocemos. Christopher Nolan va en su revolucionaria Origen mucho más lejos que la mayor parte de las propuestas en este jugoso terreno de los últimos años: allí donde Matrix proponía el desierto de lo real y su sustitución por un mundo virtual que el espectador podía discernir a partir de un determinado momento, Origen superpone varias realidades compartidas a distintos niveles y en una estructura de cajas chinas por un grupo de soñadores que buscan información o implantar una idea en un cerebro ajeno.

De la misma forma, si en ¡Olvídate de Mí! el proceso de borrado del ser querido forzaba a su protagonista a esconderse en lo más recóndito de su mente para tratar de salvar los últimos retazos de recuerdos del mismo en Origen hay quien construye toda una fortaleza onírica en la que encerrar el recuerdo del amor perdido, convirtiéndose a la vez en arquitecto, guardián y un yonqui del mismo; si la reciente Shutter Island obligaba al espectador a un desacostumbrado ejercicio de concentración para no perderse en la fina línea que separaba la locura de la cordura, Origen no da tregua alguna en su continuo flujo de información hasta conformar una compleja y densa red de datos difícil de asimilar incluso para las mentes más despiertas.


Dirán ustedes a estas alturas que todo eso está muy bien pero que no les estoy desvelando nada acerca del argumento de la película. Tienen toda la razón, es algo premeditado. Créanme si les digo que estaría haciendo un muy flaco favor al deslumbrante aparato narrativo ideado por Nolan si revelara algunas de sus claves. Origen es uno de esos largometrajes sobre los que conviene saber lo menos posible antes de entrar en el cine y de los que provocan apasionantes e interminables conversaciones entre aquellos que ya la han visto a la salida, tal es su insólita capacidad de sugerencia.

Baste saber que el director de Memento y El Caballero Oscuro, en un ejercicio de ambición desmedida parejo a su habilidad como narrador y forjador de poderosas imágenes dotadas de una sorprendente fisicidad incluso cuando trabaja con materiales sumamente resbaladizos, dota a su película de una sólida estructura que arranca como si de un filme de James Bond se tratara con una magnética set piece de acción capaz de pegar al espectador a la pantalla, continúa con una minuciosa y fascinante descripción racionalista que intenta fijar las reglas de la invasión y recreación del mundo onírico – con escenas tan deslumbrantes como ese París plegándose sobre sí mismo – , el reclutamiento de un grupo de especialistas que preparan un atraco mental perfecto y acaba derivando hacia el drama personal del personaje interpretado por un esplendido Leonardo Di Caprio, que arrastra al resto y a si mismo hacia una odisea que según va avanzando superpone sus niveles narrativos, emocionales y la acción hasta límites insospechados, noqueándote literalmente en el asiento.


Origen, filme apabullante en todos los sentidos en cuyo interior resuenan ecos del Kubrick de 2001 y del Tarkovski de Solaris y que supone un paso adelante respecto a ese punto de inflexión que fue Matrix, es una obra tan brillante como exigente, tan adulta como entretenida, tan renovadora como fascinante. Un referente ineludible del cine del futuro.


Este artículo aparecerá el lunes dia 9 en el periódico Voz Emérita