sábado, agosto 12, 2006

INSIDE DEEP THROAT, Porno y Paradojas

La escena es fantástica, una entrevista real tomada a pie de calle en aquella época y está casi al principio de la película: una sonriente señora de unos setenta años, con un peinado clavadito al de Barbara Bush, la madre del actual presidente de los USA, y con un aparatoso collar de perlas a juego con los pendientes – la viva imagen de una decente y virtuosa mujer republicana, vaya – proclama orgullosa que acaba de ver Garganta Profunda “Me ha gustado. Acabo de verla y me ha gustado. Quería ver una película guarra y eso es lo que he encontrado. No quiero que nadie me diga que no puedo ver una peli guarra” zanja la buena señora. Y en mi opinión esa escena de apenas diez segundos es la que mejor resume el espíritu de este estupendo documental que Canal Plus programó anoche en una sesión doble ¡a la que seguía la proyección de la propia película Garganta Profunda!

Un dato incuestionable: Garganta Profunda es la película más rentable de toda la historia del cine. Costó apenas 25.000$ y recaudó en todo el mundo 600 millones lo que indica que por cada dólar que se gastó en el film se consiguieron 24.000$, una cifra mareante que probablemente jamás será alcanzada. Pero Garganta Profunda fue mucho más que eso: estrenada en 1972 como cine para adultos pero no como una película pornográfica – pese a que sin duda lo era - , fue un emblema de los tiempos que corrían. Furiosamente perseguida por la Administración Nixon, que la eligió como el principal símbolo de la “ola de obscenidad” que según ellos recorría América, fue objeto de un procedimiento judicial que al tiempo que la expulsó primero de Nueva York y después de 23 de los 52 Estados de la Unión, le proporcionó una popularidad y una notoriedad imparable que la convirtió en todo un fenómeno sociológico digno de estudio.El documental indaga primero en las condiciones de producción – infames, cuando no irresistiblemente divertidas y surrealistas – de la película, el pasado de sus artífices y sus ‘actores’ para después hacerse eco de las razones del éxito del filme y las inesperadas consecuencias y paradojas que acompañaron el resto de sus vidas a aquellos que participaron en la misma. Esa ha sido la parte del documental que más me ha llamado la atención. Más allá de que pueda considerarse a Garganta Profunda como un estandarte de la primera enmienda y los derechos de libertad de expresión en los USA – un poco en la línea que exploró Milos Forman en El Escándalo de Larry Flynt, película donde por cierto aparecen varios de los personajes reales que se ven en el documental, el propio Flynt incluido – lo más curioso del mismo son las profundas paradojas que afectaron a todas las partes implicadas alrededor del filme, ya fuera a su favor o en su contra.Empecemos por su protagonista, Linda Lovelace. Lejos de ser una belleza, Linda Lovelace era físicamente una chica del montón que, eso sí, mostraba una especial y espectacular destreza a la hora de realizar felaciones de una profundidad insólita. La actriz conoció, como no podía ser de otra forma, el estrellato fugaz gracias al éxito del filme, pero en un extraño proceso de negación su propia vida y logros, emprendió años después una notoria cruzada contra la pornografía alegando que siempre fue una mujer secuestrada contra su voluntad, un rehén del que se aprovecharon su entonces marido y los que la rodeaban, forzándola a hacer actos de los que ahora renegaba. Apoyada por varias organizaciones feministas que la manejaron a su antojo – luego volveré sobre éstas – Linda Lovelace llegó a declarar ante la Comisión Presidencial sobre la pornografía llevada a cabo bajo la era Reagan cargando contra la industria del sexo… y sin otros medios de ganarse la vida, acabó volviendo a posar desnuda en diversas publicaciones eróticas a sus cincuenta y tantos años antes de perder la vida en un accidente de tráfico cuando se encontraba en la más absoluta miseria.
Gerard Damiano, productor y director no solo de Garganta Profunda sino de otros clásicos del género como The Devil in Miss Jones o Tras la Puerta Verde, soñaba con conseguir que el cine convencional y el cine para adultos siguieran un proceso de fusión que permitiera al porno salir de la marginalidad a la que habitualmente se ve abocado. Si ustedes han visto la fantástica Boggie Nights de Paul Thomas Anderson, reconocerán rasgos de Damiano en el personaje del director de porno obsesionado con lograr la película perfecta que interpretó magníficamente Burt Reynolds. A la hora de la verdad pasó todo lo contrario: el porno encontró su filón en el vídeo y se convirtió en una industria paralela a la del cine convencional que dejó las grandes pantallas para convertirse en algo de uso doméstico. La aparición de las cámaras de vídeo hizo que los cineastas como Damiano fueran progresivamente despareciendo, ya que cualquiera podía hacer porno de forma fácil y barata sin demasiados medios, con lo que los sueños de Damiano se esfumaron. Para colmo como los dos socios productores de Damiano eran notorios miembros de la mafia, éste se vio obligado a venderles su parte tan pronto como la película empezó a ser un éxito con lo que no sacó prácticamente ninguna tajada del montón de millones que la película consiguió, que fueron a los bolsillos de la Mafia
Harry Reems, un tipo que empezó en el film como parte del equipo tecnico y acabó convertido casi de forma involuntaria en el actor principal del mismo, fue el chivo expiatorio de la persecución del gobierno. El ‘actor’ que interpretaba al desquiciado médico que descubría que Linda tenía un clítoris en las profundidades de su garganta fue el único que no gozó de inmunidad en el juicio por conspiración que se siguió contra los responsables del filme, y fue condenado en primera instancia a cinco años de cárcel, condena que no llegó a cumplir ya que recurrió y la comunidad de Hollywood se movilizó para apoyar su causa. No en vano era la primera vez que el Gobierno perseguía a un simple actor por interpretar a un personaje que las autoridades calificaban de obsceno, y eso creaba un precedente muy peligroso. Es muy divertido ver a estrellas de la época como Jack Nicholson o Warren Beatty apoyando a Harry. Esquivó la cárcel, pero no consiguió relanzar su carrera como actor convencional (¡estuvo a punto de tener un papel en Grease!) y tras caer de nuevo en las redes del porno, pasó por una fase de alcoholismo que le hizo perderlo todo. Paradojas de la vida: ganó la batalla judicial pero cayó tan profundo que incluso pasó años mendigando por las calles de L.A… hasta que descubrió el cristianismo (!) y ahora es agente inmobiliario en Utah (!!)
Sigamos: La Administración Nixon reaccionó ante el éxito de Garganta Profunda con una comisión presidencial que debía investigar científicamente, los perjuicios que para la salud tenía la obscenidad y la pornografía. Como quiera que la comisión hizo bien su trabajo y, en consecuencia, sus conclusiones señalaban que la pornografía y la obscenidad no eran perjudiciales para el organismo de las personas, Nixon hubo de esforzarse para que dichos resultados, muy distintos a los que él pretendía, no fueran aprobados por el Senado. Paradójicamente, fue poco tiempo después el Caso Watergate y otro notorio ‘Garganta Profunda’ – el informador secreto de los periodistas del Washington Post – quienes provocaron su imparable caída y salida de la Presidencia. Por otro lado, las cosas mejoraron para la industria del sexo durante la Administración Carter, pero la derecha religiosa encontró un inesperado aliado en las feministas radicales, que se pasaron todos esos años haciendo causa común con los republicanos más conservadores para intentar cargarse una industria que consideraban denigrante para las mujeres, lo que propició en cierta medida el advenimiento de la nueva ola conservadora representada después por Reagan. Y es que a veces se ven alianzas de lo más extrañas…
En fin, el documental contiene multitud de datos interesantes para entender lo que supuso Garganta Profunda en su momento. Y por él desfilan gente como los cineastas Roger Waters y Wes Craven o los escritores Norman Mailer y Gore Vidal que aportan su inestimable visión de los hechos. Todo en un tono de lo más distendido donde destaca con luz propia una adorable pareja de ancianos, Arthur y Terry Sommer, que en su momento distribuyeron las película en Florida cuando fue prohibida en Nueva York y que, como si fueran una de esas parejas de ancianos que aparecen en las pelis de Woody Allen, se pasan todo el documental discutiendo sobre la conveniencia o no de contar ciertas cosas. Es interesante también que, como se ve en el documental brevemente, las estrellas del cine X de hoy en día desconozcan por completo la película a la que sin duda deben gran parte de su éxito y su crecimiento.
La guinda de la noche fue quedarse a ver después del documental la dichosa película – la había visto en mi adolescencia pero apenas la recordaba – y flipar de lo lindo con el delirante argumento (reconozcámoslo: lo del clítoris en la garganta es pa nota) las líneas de diálogos descacharrantes (“¿Te molesta si fumo mientras comes?” le pregunta una a un mozo que se está aplicando en darle sexo oral a modo) y sobre todo, lo pésima que es la película vista desde cualquier ángulo – horrible fotografía, profusión de horrendos primeros planos, estética 70 insoportable, fealdad intrínseca, montajes delirantes con campanas y cohetes para simular el deseado orgasmo femenino - más allá de las estimables proezas bucales de Linda. Como dice Fernando Trueba en su estimable Diccionario de Cine Personalmente, siempre he lamentado la escandalosa ausencia de sexo en el cine llamémosle normal y la escandalosa ausencia de normalidad en el cine porno. Su mutuo desencuentro siempre me ha parecido algo lamentable. El porno es un género que casi nunca está a la altura de las expectativas que tenemos puestas en él” :-)

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