Cruzamos el ecuador del Festival con la sensación general de que la calidad media de los títulos programados en la Sección Oficial es aceptable, aunque aun no hemos descubierto un título verdaderamente notable que se eleve por encima de todos, esa obra que permita recordar esta edición por algo más que los problemas de (des)organización. De momento debemos conformarnos con Los Momentos Eternos de Maria Larsson y Cerezos en Flor como lo más destacado de una programación desigual aunque insisto, de calidad media aceptable. Algunos opinan que es precisamente la casi total ausencia de películas insufribles en la Sección Oficial – la única verdaderamente indigna de la Seminci hasta la fecha ha sido la infame La Mujer del Anarquista - lo único que, de seguir así, puede salvar los muebles de esta 56 Edición marcada por otras cosas.
Eso si, esperemos que no haya en días sucesivos más obras tan flojitas como esta La Pérdida de un Diamante Lágrima que hemos sufrido esta mañana, porque de ser así la argumentación anterior se nos puede ir rapidamente al carajo. Esta es una película basada en un texto no publicado de Tenneesse Williams (digo yo que será por algo ¿no?) y en él se encuentran todos y cada uno de los elementos que hemos visto hasta la saciedad en las obras teatrales del autor de La Gata sobre el Tejado de Zinc Caliente: diferencias sociales, luchas por conseguir el amor o el reconocimiento social, pasiones desatadas y calenturientas, hijos que abominan de sus padres y viceversa, hombres y mujeres que tratan de escapar del rígido corsé de la sociedad en la que les ha tocado vivir y por supuesto, el Sur, ese Sur característico lleno de calor, humedad, plantaciones, mansiones, sirvientes negros, fortunas y torrenciales pasiones.La película, primer largometraje de la actriz Jodie Markell (Safe, Un Final Made in Hollwood) es poco más un vehiculo de lucimiento para sus dos jóvenes y guapos protagonistas: ella es Bryce Dallas Howard, que tras ejercer de dueña de una plantación mucho más peculiar en el Manderlay de Lars Von Trier, adopta aquí el acento meloso y la pose entre chulesca y descarada de una señorita bien del sur cansada de serlo para dar vida a uno de esos típicos personajes de Williams, atrapado entre su voluntad de huir de una sociedad en la que no encaja y que la desprecia por ser hija del despiadado dueño de una próspera plantación, y el deseo que siente por un joven, por supuesto de origen mucho más humilde que el suyo pero guaperas y con hechuras de buen semental – un perdidísimo Chris Evans al que casi se le puede oir gritar en cada plano que le devuelvan su traje de los 4 Fantásticos – colocándolos a ambos en el centro de una de esas tramas de deseos cruzados, equívocos y juegos de apariencia que partiendo de una premisa bastante estúpida – la pérdida del dichoso diamante lágrima del título – le sirve a la directora para juguetear un poco con las idas y venidas de sus protagonistas por una de esas fiestas sureñas / hoguera de vanidades donde el mozo se verá tentado por una primita con ganas de marcha y la damita Fisher Willow encontrará su camino. Si le quitamos al filme la belleza de una afectada Bryce Dallas Howard – aunque algo más entradita en carnes que en sus últimos papeles la combinación de su piel blanquísima con esos labios rojo pasión es divina de la muerte – y el atractivo del soseras de Chris Evans y obviamos lo que siempre ha de exigirsele a una producción de este tipo (o sea, una lograda dirección artística, vestuario, ambientacion general y trabajo lucido de fotografía) La Perdida de un Diamante Lagrima se queda en poco más que una plumbea y por momentos aburridísima película que produce la misma emoción que un pescado destripado en un tenderete de cualquier mercado. O sea, una ligera nausea y ganas de salir de allí pitando en busca de sensaciones más agradables.
Estômago es una película cuanto menos desconcertante. Sucintamente, cuenta la historia de Raimundo Nonato, un paleto que descubre casi por azar que tiene mano para la cocina y al que vemos ejercer de cocinero de forma paralela en un bareto de mala muerte donde llega sin un céntimo en el bolsillo... y en la cárcel, donde no sabemos cómo ni por qué ha acabado compartiendo celda con unos cuantos tipos nada recomendables. Raimundo es de una candidez y una inocencia tan puras que desconcierta por completo al espectador con esa actitud vital entre optimista y agilipollada que le permite salir adelante tanto en uno como en otro ámbito haciendo lo único para lo que parece estar dotado, que es la gastronomía. Marcos Jorge, el director debutante de esta sorprendente Estômago, se sumerge de lleno en una propuesta que hubiera hecho las delicias de dos homenajeados de esta Seminci, la pareja Ferreri/Azcona de La Gran Comilona, mezclando de forma despreocupada poder y comida (y sexo gracias al tremendo personaje de una prostituta obsesionada con la pitanza) en un cuento sumamente perverso que en el fondo no es otra cosa que un desolador ejercicio de corrupción moral.Estômago alterna de forma continua la acción que transcurre en la cárcel con la que sucede dentro de ella, con tanta habilidad que al principio uno incluso duda sobre cual es el presente y cual es el pasado. En la trama que transcurre fuera de la cárcel Raimundo aprende lecciones de cocina y a relacionarse con el mundo que le rodea, prostituta incluida; en la cárcel aprende las normas básicas para sobrevivir mientras utiliza sus conocimientos para ascender dentro del frágil sistema en el que su habilidad de hacer maravillas con la comida le sirve para ascender en esa peculiar escala social. Todo está contado con sencillez pero con encanto, ritmo e inteligencia. La película se hace simpática gracias a la esplendida interpretación de João Miguel en el papel principal, una desarmante mezcla de inocencia, sumisión y deseo por aprender, y aunque llega un punto en el que Estòmago se hace previsible tanto su desarrollo como su resolución, al espectador no le importa demasiado anticiparse a los acontecimientos porque pesa mucho más en el balance final escenas tan logradas como la del banquete en la cárcel, (que destila un surrealismo y una ironía dignas del mejor Azcona o Berlanga) o la infinita ternura que es capaz de desprender esa alma cándida en casi cualquier situación. Es hasta facilona la analogía, pero la verdad es que Marcos Jorge ha sabido combinar con inteligencia los ingredientes de los que disponía y conseguir una película sabrosa, nutritiva y que no se hace nada pesada. No es poca cosa. Hoy ha sido el primer día que no hemos tenido tres peliculas en la Sección Oficial, por lo que he aprovechado la tarde libre además de para escribir estas líneas y ponerme al día para acercarme a mi sección favorita, Tiempo de Historia, y disfrutar allí de un estupendo documental cuyo engañoso título, Hollywood contra Franco, no es sino un pegadizo gancho que esconde la interesante biografía de Alvah Bessie, guionista de Hollywood que decidió en su momento abandonar su lucrativo trabajo para embarcarse como voluntario en el Batallón Abraham Lincoln y combatir en la Guerra Civil Española; hacerse miembro una vez finalizada la contienda del Partido Comunista Americano y de la Asociación de Escritores; ser perseguido por ello durante la infame Caza de Brujas y finalmente incluido en la famosa Lista Negra. De hecho, fue uno de los famosos Diez de Hollywood que se negaron a colaborar con el Comité de Actividades Antiamericanas y pagaron un alto precio por ello, incluyendo la cárcel (Bessie estuvo un año) y la imposibilidad de trabajar como escritores en Hollywood.
El documental de Oriol Porta utiliza la interesantísima vida de Bessie y la narración en off de fragmentos de su libro de memorias como columna vertebral de una propuesta que analiza asimismo la cambiante relación de Hollywood con la Guerra Civil Española y la forma en la que sus películas utilizaron el conflicto y el enorme impacto que, al ser la primera en alcanzar una gran difusión internacional gracias a los noticiarios que se difundían en los cines, tuvo en la sociedad estadounidense. Con un inteligente uso del abundante material de archivo del que dispone (hilarante en algunos casos como las torpes manipulaciones de la censura en el doblaje al castellano de Casablanca o el enfado de los brigadistas con Hemingway y con Hollywood por la trivialización del conflicto en ¿Por Quien Doblan las Campanas?, por poner solo dos ejemplos más o menos conocidos) Porta y un elocuente Roman Gubern ofrecen una visión hasta cierto punto desconocida de la gran importancia que esta contienda tuvo en el mismo corazón de Hollywood donde por un tiempo incluso se reprodujo en cierta forma el conflicto que desangraba a España, ya que artistas, directores y técnicos eran mayoritariamente partidarios de la causa republicana mientras los dueños de los estudios, los altos cargos que manejaban el capital y en definitiva el gran negocio del cine lo eran del bando franquista.
Es una obra de gran interés para todo aficionado al cine y a la historia de España, que tiene sus mejores bazas en el recurso constante a la figura de Alvah Bessie, protagonista de tal importancia que el título del documental no le rinde la justicia que merece: desde su rehabilitación en su país tras los años oscuros – él fue junto a su amigo Martin Ritt y muchos otros represaliados uno de los creadores de La Tapadera, aquella película protagonizada por Woody Allen y Zero Mostel que quizás sea la mejor que se ha hecho sobre todo aquello – hasta su vuelta a España de la mano de Jaime Camino y Roman Gubern para colaborar con ellos en el guión de La Otra España, este notable trabajo ofrece tanta información como algún que otro momento de genuina emoción, como el que protagoniza el hijo de Alvah Bessie visitando las ruinas de Belchite y el paraje donde su padre se fotografiara durane la Guerra Civil setenta años atrás. Si tienen ocasión cuando se estrene – o se pase en la televisión catalana o nacional, pues entre sus productoras están tanto TVC como TVE – no se lo pierdan. Les aseguro que no se sentirán defraudados.Podría terminar la crónica de hoy hablándoles de Elle Veut Le Chaos, horripilante película de la Sección Punto de Encuentro que de manera para mi absolutamente inexplicable se alzó con el premio al Mejor Director en el pasado Festival de Locarno, pero es una historia tan pedante, tan pretenciosa, tan absolutamente pagada de si misma en un estilo más que estático comatoso que plagia vagamente a un primerizo Jim Jarmusch – como Extraños en el Paraíso pero sin sentido del humor – que paso corriendo un tupido velo sobre tan lamentabe perdida de tiempo y cierro con algo que a ustedes no les interesará demasiado pero que para un servidor es esencial: hemos descubierto que pese a no figurar en el listado de centros colaboradores, podemos seguir yendo a nuestro legendario Colombo con los vales de comida de la Seminci. Asi que ya saben: la tradición de la porra de los periodistas acreditados que lleva cumpliéndose desde hace cinco años no se verá alterada tampoco en la edición de este año tal y como parecía al principio. Volveremos a juntarnos el viernes alrededor de una mesa para llevarla a cabo. Y por supuesto, yo se lo contaré todo, jugosas anécdotas incluidas.
Eso si, esperemos que no haya en días sucesivos más obras tan flojitas como esta La Pérdida de un Diamante Lágrima que hemos sufrido esta mañana, porque de ser así la argumentación anterior se nos puede ir rapidamente al carajo. Esta es una película basada en un texto no publicado de Tenneesse Williams (digo yo que será por algo ¿no?) y en él se encuentran todos y cada uno de los elementos que hemos visto hasta la saciedad en las obras teatrales del autor de La Gata sobre el Tejado de Zinc Caliente: diferencias sociales, luchas por conseguir el amor o el reconocimiento social, pasiones desatadas y calenturientas, hijos que abominan de sus padres y viceversa, hombres y mujeres que tratan de escapar del rígido corsé de la sociedad en la que les ha tocado vivir y por supuesto, el Sur, ese Sur característico lleno de calor, humedad, plantaciones, mansiones, sirvientes negros, fortunas y torrenciales pasiones.La película, primer largometraje de la actriz Jodie Markell (Safe, Un Final Made in Hollwood) es poco más un vehiculo de lucimiento para sus dos jóvenes y guapos protagonistas: ella es Bryce Dallas Howard, que tras ejercer de dueña de una plantación mucho más peculiar en el Manderlay de Lars Von Trier, adopta aquí el acento meloso y la pose entre chulesca y descarada de una señorita bien del sur cansada de serlo para dar vida a uno de esos típicos personajes de Williams, atrapado entre su voluntad de huir de una sociedad en la que no encaja y que la desprecia por ser hija del despiadado dueño de una próspera plantación, y el deseo que siente por un joven, por supuesto de origen mucho más humilde que el suyo pero guaperas y con hechuras de buen semental – un perdidísimo Chris Evans al que casi se le puede oir gritar en cada plano que le devuelvan su traje de los 4 Fantásticos – colocándolos a ambos en el centro de una de esas tramas de deseos cruzados, equívocos y juegos de apariencia que partiendo de una premisa bastante estúpida – la pérdida del dichoso diamante lágrima del título – le sirve a la directora para juguetear un poco con las idas y venidas de sus protagonistas por una de esas fiestas sureñas / hoguera de vanidades donde el mozo se verá tentado por una primita con ganas de marcha y la damita Fisher Willow encontrará su camino. Si le quitamos al filme la belleza de una afectada Bryce Dallas Howard – aunque algo más entradita en carnes que en sus últimos papeles la combinación de su piel blanquísima con esos labios rojo pasión es divina de la muerte – y el atractivo del soseras de Chris Evans y obviamos lo que siempre ha de exigirsele a una producción de este tipo (o sea, una lograda dirección artística, vestuario, ambientacion general y trabajo lucido de fotografía) La Perdida de un Diamante Lagrima se queda en poco más que una plumbea y por momentos aburridísima película que produce la misma emoción que un pescado destripado en un tenderete de cualquier mercado. O sea, una ligera nausea y ganas de salir de allí pitando en busca de sensaciones más agradables.
Estômago es una película cuanto menos desconcertante. Sucintamente, cuenta la historia de Raimundo Nonato, un paleto que descubre casi por azar que tiene mano para la cocina y al que vemos ejercer de cocinero de forma paralela en un bareto de mala muerte donde llega sin un céntimo en el bolsillo... y en la cárcel, donde no sabemos cómo ni por qué ha acabado compartiendo celda con unos cuantos tipos nada recomendables. Raimundo es de una candidez y una inocencia tan puras que desconcierta por completo al espectador con esa actitud vital entre optimista y agilipollada que le permite salir adelante tanto en uno como en otro ámbito haciendo lo único para lo que parece estar dotado, que es la gastronomía. Marcos Jorge, el director debutante de esta sorprendente Estômago, se sumerge de lleno en una propuesta que hubiera hecho las delicias de dos homenajeados de esta Seminci, la pareja Ferreri/Azcona de La Gran Comilona, mezclando de forma despreocupada poder y comida (y sexo gracias al tremendo personaje de una prostituta obsesionada con la pitanza) en un cuento sumamente perverso que en el fondo no es otra cosa que un desolador ejercicio de corrupción moral.Estômago alterna de forma continua la acción que transcurre en la cárcel con la que sucede dentro de ella, con tanta habilidad que al principio uno incluso duda sobre cual es el presente y cual es el pasado. En la trama que transcurre fuera de la cárcel Raimundo aprende lecciones de cocina y a relacionarse con el mundo que le rodea, prostituta incluida; en la cárcel aprende las normas básicas para sobrevivir mientras utiliza sus conocimientos para ascender dentro del frágil sistema en el que su habilidad de hacer maravillas con la comida le sirve para ascender en esa peculiar escala social. Todo está contado con sencillez pero con encanto, ritmo e inteligencia. La película se hace simpática gracias a la esplendida interpretación de João Miguel en el papel principal, una desarmante mezcla de inocencia, sumisión y deseo por aprender, y aunque llega un punto en el que Estòmago se hace previsible tanto su desarrollo como su resolución, al espectador no le importa demasiado anticiparse a los acontecimientos porque pesa mucho más en el balance final escenas tan logradas como la del banquete en la cárcel, (que destila un surrealismo y una ironía dignas del mejor Azcona o Berlanga) o la infinita ternura que es capaz de desprender esa alma cándida en casi cualquier situación. Es hasta facilona la analogía, pero la verdad es que Marcos Jorge ha sabido combinar con inteligencia los ingredientes de los que disponía y conseguir una película sabrosa, nutritiva y que no se hace nada pesada. No es poca cosa. Hoy ha sido el primer día que no hemos tenido tres peliculas en la Sección Oficial, por lo que he aprovechado la tarde libre además de para escribir estas líneas y ponerme al día para acercarme a mi sección favorita, Tiempo de Historia, y disfrutar allí de un estupendo documental cuyo engañoso título, Hollywood contra Franco, no es sino un pegadizo gancho que esconde la interesante biografía de Alvah Bessie, guionista de Hollywood que decidió en su momento abandonar su lucrativo trabajo para embarcarse como voluntario en el Batallón Abraham Lincoln y combatir en la Guerra Civil Española; hacerse miembro una vez finalizada la contienda del Partido Comunista Americano y de la Asociación de Escritores; ser perseguido por ello durante la infame Caza de Brujas y finalmente incluido en la famosa Lista Negra. De hecho, fue uno de los famosos Diez de Hollywood que se negaron a colaborar con el Comité de Actividades Antiamericanas y pagaron un alto precio por ello, incluyendo la cárcel (Bessie estuvo un año) y la imposibilidad de trabajar como escritores en Hollywood.
El documental de Oriol Porta utiliza la interesantísima vida de Bessie y la narración en off de fragmentos de su libro de memorias como columna vertebral de una propuesta que analiza asimismo la cambiante relación de Hollywood con la Guerra Civil Española y la forma en la que sus películas utilizaron el conflicto y el enorme impacto que, al ser la primera en alcanzar una gran difusión internacional gracias a los noticiarios que se difundían en los cines, tuvo en la sociedad estadounidense. Con un inteligente uso del abundante material de archivo del que dispone (hilarante en algunos casos como las torpes manipulaciones de la censura en el doblaje al castellano de Casablanca o el enfado de los brigadistas con Hemingway y con Hollywood por la trivialización del conflicto en ¿Por Quien Doblan las Campanas?, por poner solo dos ejemplos más o menos conocidos) Porta y un elocuente Roman Gubern ofrecen una visión hasta cierto punto desconocida de la gran importancia que esta contienda tuvo en el mismo corazón de Hollywood donde por un tiempo incluso se reprodujo en cierta forma el conflicto que desangraba a España, ya que artistas, directores y técnicos eran mayoritariamente partidarios de la causa republicana mientras los dueños de los estudios, los altos cargos que manejaban el capital y en definitiva el gran negocio del cine lo eran del bando franquista.
Es una obra de gran interés para todo aficionado al cine y a la historia de España, que tiene sus mejores bazas en el recurso constante a la figura de Alvah Bessie, protagonista de tal importancia que el título del documental no le rinde la justicia que merece: desde su rehabilitación en su país tras los años oscuros – él fue junto a su amigo Martin Ritt y muchos otros represaliados uno de los creadores de La Tapadera, aquella película protagonizada por Woody Allen y Zero Mostel que quizás sea la mejor que se ha hecho sobre todo aquello – hasta su vuelta a España de la mano de Jaime Camino y Roman Gubern para colaborar con ellos en el guión de La Otra España, este notable trabajo ofrece tanta información como algún que otro momento de genuina emoción, como el que protagoniza el hijo de Alvah Bessie visitando las ruinas de Belchite y el paraje donde su padre se fotografiara durane la Guerra Civil setenta años atrás. Si tienen ocasión cuando se estrene – o se pase en la televisión catalana o nacional, pues entre sus productoras están tanto TVC como TVE – no se lo pierdan. Les aseguro que no se sentirán defraudados.Podría terminar la crónica de hoy hablándoles de Elle Veut Le Chaos, horripilante película de la Sección Punto de Encuentro que de manera para mi absolutamente inexplicable se alzó con el premio al Mejor Director en el pasado Festival de Locarno, pero es una historia tan pedante, tan pretenciosa, tan absolutamente pagada de si misma en un estilo más que estático comatoso que plagia vagamente a un primerizo Jim Jarmusch – como Extraños en el Paraíso pero sin sentido del humor – que paso corriendo un tupido velo sobre tan lamentabe perdida de tiempo y cierro con algo que a ustedes no les interesará demasiado pero que para un servidor es esencial: hemos descubierto que pese a no figurar en el listado de centros colaboradores, podemos seguir yendo a nuestro legendario Colombo con los vales de comida de la Seminci. Asi que ya saben: la tradición de la porra de los periodistas acreditados que lleva cumpliéndose desde hace cinco años no se verá alterada tampoco en la edición de este año tal y como parecía al principio. Volveremos a juntarnos el viernes alrededor de una mesa para llevarla a cabo. Y por supuesto, yo se lo contaré todo, jugosas anécdotas incluidas.
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