Las Vegas, y mucho me temo que el cine ha ayudado bastante a construir ese mito, siempre ha sido en el imaginario americano esa especie de eterno patio de recreo donde cualquiera puede dejar de lado su vida adulta y convertirse en un irresponsable Peter Pan por al menos una noche para embarcarse en una desenfrenada aventura en la que dar rienda suelta a todo tipo de excesos sin sufrir el más mínimo atisbo de remordimiento. Hay hasta acuñado un refrán lapidario - “Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas” - que define su esencia a la perfección. Todd Phillips, que ya había explorado en su anterior Aquellas Juergas Universitarias la sublimación de esa especie de sentimiento de nostalgia por la juventud perdida a través de la exaltación de determinados ritos masculinos, vuelve a incidir en dicho tema reconstruyendo la peripecia en Las Vegas de cuatro colegas comprometidos en una de esas típicas despedidas de soltero que acabará por convertirse en una sucesión de hechos a cual más desmadrado.
Reconozcamos que la propuesta, sin ser demasiado original – en realidad es una hábil combinación de elementos de la negrísima Very Bad Things y la disparatada Colega ¿Dónde está mi Coche? que sirve, curiosamente, para poner al día aquella canónica Despedida de Soltero protagonizada por Tom Hanks en los 80 – tiene cierta gracia: la juerga que se corren estos cuatro tipos es tan descomunal que son absolutamente incapaces de recordar nada a la mañana siguiente, en la que el novio ha desaparecido y hay algunos elementos harto alarmantes que hacen pensar en unas cuantas cosas terribles. Como si de una investigación criminal se tratara, los tres desgraciados tratarán con las pocas pistas de las que disponen de reconstruir sus pasos durante la noche anterior, haciendo de la complicidad que genera en el espectador su mejor baza, ya que éste irá descubriendo a la vez que ellos los múltiples excesos en los que se vieron envueltos mientras intentan recuperar a su amigo desaparecido a tiempo para la boda.
Aunque se deja ver con facilidad y entretiene lo justo, lo cierto es que Resacón en Las Vegas es poco más una sucesión desigual de situaciones más o menos divertidas según el listón de cada uno que repasa numerosos tópicos asociados tradicionalmente a la Ciudad del Pecado pero por desgracia sin la saludable vena corrosiva que supuraba Very Bad Things y sin ir en realidad demasiado lejos ni en su incorrección ni en su capacidad de subversión. De hecho, la película termina por convertirse en una suerte de previsible catarsis personal para sus protagonistas que desprende un incómodo tufillo moralista: todos ellos acabarán por aprovechar tan inenarrables experiencias en algo que les ayudará a mejorar sus circunstancias personales y, cielo santo, madurar, lo que mal pensado podría interpretarse como una tortuosa forma de convencer a las parejas reticentes “¿Ves, cariño? Han hecho todo tipo de cafradas pero en el fondo son unos tipos entrañables, unos adorables padres de familia…”En fin. Siendo benévolos, uno puede quedarse con algún que otro gag afortunado – el del maletero merece una mención especial –; descubrir la comicidad entre marciana y tierna de ese extravagante cuñado interpretado por un Zach Galifianakis que se lleva de calle la función y al que convendrá seguirle la pista en el futuro, disfrutar de una ajustada BSO que incluye nada menos que a Mike Tyson haciendo en pantalla lo que miles hemos hecho con la batería de Phil Collins en el clásico In The Air Tonight o entretenerse con los numerosos guiños a otras películas, como esa escena en el desierto que, rodada exactamente en la misma localización y planificada casi de la misma forma, remite al encuentro de Robert De Niro y Joe Pesci en Casino de Martin Scorsese.
Ah, eso si, no se pierdan los créditos finales: guardarán en sus retinas algunas imágenes tan divertidas como con ese toque de subversión justo que se echa en falta durante gran parte del metraje.
Este artículo, levemente modificado, se publica el lunes 31 de Agosto en el periódico gratuito Voz Emérita
Este artículo, levemente modificado, se publica el lunes 31 de Agosto en el periódico gratuito Voz Emérita
No hay comentarios:
Publicar un comentario