Vaya por delante que al sentarme
a escribir sobre mi cine español del 2016 vuelve a invadirme una vez más esa
inevitable sensación de cuadro incompleto que tiene que ver con la seguridad de
haberme perdido títulos imprescindibles en muchas listas de Lo Mejor del 2016 que
he visto y que encima se me han escapado en Festivales o (lo que aún tiene más
delito) por no haber podido ver los links que las distribuidoras me cedieron en
su momento… pero aun así creo que he visto la suficiente producción española
del 2016 como para poder afirmar esa tendencia en la que cuesta mucho encontrar
algo parecido a una ‘clase media’ en un cine español cada vez más profundamente
dividido entre esas películas de amplio presupuesto que cuentan con el apoyo de
alguna gran cadena televisiva detrás y ese cine mucho más pequeño en
presupuesto pero grande en resultados que tiene serias dificultades para
encontrar un público estable más allá de las trincheras de los cineclubs, las
filmotecas, los festivales y algunos distribuidores suicidas dignos de todo mi
respeto que se buscan la vida para darles necesarias ventanas a un cine a veces
arriesgadísimo. Repasando mi propio listado, yo mismo oscilo entre ambos
grupos, dando cabida en mi top-10 a representantes de uno y otro grupo y me doy
cuenta que donde tengo más lagunas son en títulos perdidos en tierra de nadie
entre ambos, esas películas que quizás una vez fueron la tendencia más habitual
del cine español y que ahora navegan en un mar de indiferencia, ni reconocidos
por la crítica y festivales, ni con un recorrido comercial mínimo para resultar
rentables para sus productores.
La cuota de cine español se ha elevado en el
2016 al 18,1%, subiendo un 6,5% respecto al 2015, lo que objetivamente es un
buen dato, pero por otra parte conviene recordar que 26 de los 109 millones de
euros recaudados por el cine español del 2016 pertenecen a una sola película,
Un Monstruo Viene a Verme de Juan Antonio Bayona y una gran parte de los
títulos que voy a enumerar a continuación han tenido una distribución comercial
muy limitada, en algunos casos casi nula. Las nominaciones a los Goya (y por
cierto, también las nominaciones a los Premios Feroz de los periodistas
cinematográficos) tampoco ayudan, pues lejos de rescatar esos títulos se
centran por lo general en el grupo de las películas que han contado con un
fuerte apoyo publicitario televisivo detrás que han hecho que al menos “les
sonase” al espectador.
Por lo demás, lamentar y condenar enérgicamente la
enésima campaña interesada de desprestigio realizada desde algunos medios al
cine español, personalizada en algunos directores que han estrenado este año (Almodóvar,
Trueba) y que contribuyen a propagar no solo los cansinos infundios que rodean
al cine español, sino ese fenómeno extraño y un tanto paradójico por el cual en
el país en el que las series nacionales resultan imbatibles en el prime time
televisivo, las cuotas de pantalla de cine español están aún muy lejos de las
que en teoría deberían corresponderles.
Para este listado se han
considerado, además de las citadas, películas como Esa Sensación, Un Monstruo Viene a Verme, La Memoria del Agua, Omega,
1898 Los Últimos de Filipinas, La Puerta Abierta, Que Dios Nos Perdone o La
Madre que también me han interesado en este 2016
Dicho lo cual, allá van mis diez
imprescindibles del 2016 del cine español:
10. POZOAMARGO de Enrique Rivero. Porque resulta un ejercicio
fascinante observar la evolución de ese personaje interpretado con desarmante
naturalidad por Jesús Gallego, que lo abandona todo llevado por la culpa y
busca en vano reinventarse en una peripecia personal que por momentos resulta
tan hipnótica como desconcertante. Por la primera aparición en la película de
Natalia de Molina y por ese travelling circular de larguísimo recorrido que se
marca después su director para acabar en uno de los encuentros sexuales más
inolvidables del cine español reciente, una escena que se queda fijada al
espectador.
09. JULIETA de Pedro Almodóvar. Creo que no se ha valorado lo
suficiente el esfuerzo del manchego por ir un paso más allá en su cine y
despojar su habitual esquema del melodrama de cualquier exceso sentimental o
escape humorístico para quedarse en el drama más íntimo, más seco y por lo
tanto, más doloroso que ha creado en este siglo. Me interesa mucho la
contención y la narrativa de una película que explora rincones muy oscuros del
dolor, la soledad y la pérdida. Su final es además toda una declaración de
intenciones: no necesita contar nada más, deja esa posible continuación en
abierto al espectador porque no es aquello que a Almodóvar le interesaba contar.
Esa renuncia me parece sumamente inteligente y una decisión de puro riesgo a
valorar como merece. Como siempre, muy intrigado por saber cuál será su
siguiente proyecto.
08. TODO SALDRÁ BIEN de Jesús Ponce. Hay películas que tienen que existir
porque son necesarias. La de Jesús lo es por muchos motivos, aunque ni siquiera
él fuera consciente del todo de dónde se estaba embarcando. Y a nosotros con
él. Unas impecables Mercedes Hoyos e Isabel Ampudia generan a su alrededor un
mundo que nosotros reconocemos dolorosamente como propio porque sabemos que
hablan de nosotros y de nuestro inevitable futuro, aunque queramos esquivarlo.
Dos actrices maravillosas, un espacio, un pudor infinito para hablar del dolor,
del rencor y por qué no, también de las risas del pasado y el presente. Aunque
se quiera apartar la mirada a veces, para el que escribe estas líneas una de
las películas más importantes de la cosecha de este año.
07. LA PRÓXIMA PIEL de Isaki Lacuesta e Isabel Ocampo. La Propera
Pell ha pasado injustamente desapercibida pese a ser uno de los ejercicios más arriesgados
y fascinantes del año, un ensayo sobre la culpa, la identidad, la redención y
el deseo de pertenecer que desde su mismo arranque agarra al espectador por el
cuello y no le suelta ni un instante. Alex Monner está impresionante como ese
adolescente que se incrusta en la vida de una familia como el niño que
desapareció y ahora regresa, obligando a todo y a todos, empezando por él
mismo, a reubicarse en la nueva situación. Una película con un reparto
impecable, con un guión de hierro, perfectamente ensamblado y un enorme pulso
narrativo. Notable.
06. MARIA (Y LOS DEMAS) de Nely Reguera. Pocas películas recientes han
sabido captar tan bien la confusión actual del treintañero medio español como
esta afilada tragicomedia de la debutante Nely Reguera, quien nos embarca junto
a ese personajazo que es María por un amargo a la par que irónico recorrido por
una etapa de confusión supina que resulta a ratos dolorosa y a ratos increíblemente
divertida mientras atraviesa todo tipo de cuitas familiares, personales y
laborales. Bárbara Lennie, la actriz todoterreno del cine español, da una
lección magistral con un papel que deposita sobre sus hombros toda la
credibilidad de un filme repleto de momentos maravillosos (¡ese monólogo final
en la librería, mezcla de patetismo, derrota e ingenio!) que hacen de María (Y
los demás) una película imprescindible en el cine español del 2016.
05. BERSERKER de Pablo Hernando. Una de las propuestas más
singulares del año, un cruce personalísimo entre géneros que se mueve entre el
thriller, la comedia costumbrista y el proceso de creación para dar como
resultado una película inclasificable cuyo gusto por desconcertar al espectador
raya en lo suicida. Y sin embargo el resultado es una película hipnótica,
fascinante, con un improbable investigador al que el punto de partida de una
historia para su nuevo libro le lleva – nos lleva – por caminos inesperados. Berserker
es una de esas películas que uno elegiría para mostrar que existe un cine
español diferente a todo y a todos. Toda una sorpresa.
04. EL HOMBRE DE LAS MIL CARAS de Alberto Rodríguez. Tras el éxito
de La Isla Mínima, Alberto Rodríguez podría haber hecho lo que le diera la
gana. Y sin embargo eligió contar – de forma brillante - la historia de Francisco
Paesa, uno de los personajes más esquivos e inquietantes de nuestra historia
reciente y por extensión de aquella alucinante fuga de Luis Roldán, los fondos
reservados, los millones desaparecidos y la inverosímil captura en Laos que
tantos cadáveres políticos dejó a su paso. Más allá del impecable trabajo de
Eduard Fernández en la piel de Paesa, bien secundado por un reparto ajustado y
del alucinante ritmo narrativo de una película modélica en su diseño de
producción, está muy pero que muy bien que el cine español empiece a sacar buen
provecho de su riquísima historia reciente y no tenga miedo a mirar a la misma
de frente, con nombres y apellidos. Que cunda el ejemplo y alguien recoja el
testigo: películas potenciales como ésta las hay a millares en este país
nuestro.
03. TARDE PARA LA IRA de Raúl Arévalo. Ésta es una película de
alguien que sabe muy bien lo que quiere contar y la mejor forma de hacerlo. Una
película que sabe a carajillo, a barra de bar, a partida de mus, a sueños con
una vida mejor, a violencia cotidiana y venganza incontrolable, a ley de la calle
y al sudor del calor y el sexo. Arévalo firma en su debut una película
impresionante, de esas que te mantienen tenso en la butaca en todo momento,
inquieto ante la explosión que sabes que acabará por llegar. Antonio de la
Torre y Luis Callejo construyen una pareja de química brutal, Ruth Diaz hace de
vértice de un triángulo del que no es del todo consciente y a Manolo Solo le
basta una sola y estremecedora escena para construir un personaje inolvidable.
Desgarrada e implacable, Tarde Para la Ira va creciendo en la mente del
espectador hasta hacerse tan desasosegante como rotunda. El Goya más importante
debería ser suyo.
02. LA ACADEMIA DE LAS MUSAS de José Luis Guerin. Llegó en la
primera semana del 2016 y tal y como predije, me ha costado mucho encontrar
otra película que estuviera a su altura. Quizá ni siquiera exista. El
experimento narrativo de Guerin difuminando las líneas entre el documental y la
ficción está tan repleto de hallazgos y emoción sincera que resulta tarea
imposible resumirlo en unas líneas. Baste decir que su reflexión sobre la
belleza, la poesía, el poder de la palabra, el amor, las musas y lo que
inspiran engrandecen los límites del cine español de este año hasta llevarlo a
cotas muy altas. Sus ‘personajes’ resultan inolvidables por su afán por llevar
la razón, por su íntimo deseo de seducir (o destruir) antes que convencer al
contrario, por su discurso del amor como expresión (y excusa) última de la
necesidad mutua y por ese lenguaje corporal y de la mirada que a veces, sutilmente,
traiciona a las palabras. Una película que traspasa la pantalla y golpea al
espectador con su belleza. Gran e inolvidable cine.
01. LA RECONQUISTA de Jonás Trueba. Para mí el cine es ante todo
emoción y si de emoción he de hablar, mi película española del 2016 es La
Reconquista, la película que más ha tocado mi corazón y más me ha hecho sentir
en este año. La historia de Olmo y Manuela no me es ajena: cualquier película
sobre una pareja que se reencuentra años después y empieza a hablar para recuperar
el tiempo perdido (o lamentarse por él) que acaba por convertirse en una
película sobre la conciencia de uno mismo y del otro no puede nunca serme
ajena. Pero La Reconquista es más que eso: es la enésima vuelta de tuerca –
inteligentísima y repleta de sensibilidad, todo hay que decirlo – a un tema
eterno en el que además Jonás invierte los términos, los tiempos y hasta los
comportamientos de sus personajes (infantiles cuando son adultos, adultos
cuando son adolescentes) para hablarnos de lo que es verdaderamente importante,
de lo que permanece, de lo que nos hace ser nosotros mismos, los pequeños
grandes gestos sobre lo que construimos nuestra forma de entender el amor y la
vida. Por el camino dejamos muchas cosas y rara vez tenemos la oportunidad de
recuperarlas. O engañarnos, hacernos la ilusión que aún podemos recuperarlas.
De todo eso y de mucho más habla, y muy bien, La Reconquista. Porque en esto del amor nunca dejamos de ser principiantes y el amor no acaba, como muy bien canta Rafael Berrio en el tema central la película...
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