Lo mejor del día vino con una llamada de uno de los miembros de la comisión del Festival al que, por su condición de profesor de secundaria, le habíamos encomendado el marrón de encontrar al menos cinco chavales dispuestos a formar el Jurado Joven que, novedad de esta edición, dará un Premio de la Juventud a una de las siete películas de la Sección Oficial. Una de mis grandes frustraciones el año pasado fue que no conseguimos que no ya adolescentes sino simples menores de 25 años pisara la sala para ver las películas que seleccionamos. Una verdadera lástima. Y un rato terriblemente embarazoso cuando acudimos con el equipo de La Distancia para mantener un coloquio con los chavales sobre la película para la que se le habían regalado entradas... y que no se molestaron en acudir a ver la película de Dorronsoro. Al final salvamos la situación improvisando sobre la marcha un coloquio sobre por qué la mayor parte de la juventud actual no acude al cine salvo para ver películas comerciales cuya necesidad de ver les meten por los ojos con una inmoral sobredosis de publicidad, una actitud de borregos que me cabrea enormemente.
Este año tenía en mente varias ideas para atraer ese mercado al Festival. La principal era una apuesta muy personal y arriesgada: abrir con Los Cronocrímenes de Nacho Vigalondo, una película de género sobre asesinatos y viajes temporales protagonizada por Karra Elejalde y Bárbara Goenaga que, con una adecuada campaña a base de proyectar en los institutos los cortos “7:35 de la mañana” (nominado al Oscar hace unos años) y “Choque”, más la presencia del equipo en Mérida podrían haber conseguido ese objetivo. Hubiera sido estupendo. Al final la productora de la película KV Entertainment, que aun no tiene atada la distribución de la peli en España – algo extraño si pensamos que ganó un importante premio en Austin, otro en Trieste y que tiene asegurada distribución internacional en un buen puñado de países, de EE.UU a Nueva Zelanda, pasando por Rusia o Francia – decidió que la película ya se había visto demasiado (Sitges, San Sebastián, Madrid...) y la retiró de Cartagena y de Mérida. Así analizó el tema el cáustico Mauro Entrialgo:
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