En fin, anécdotas aparte, la segunda jornada del Festival transcurrió como estaba previsto: la lluvia volvió a perjudicar un poco el aforo de Recursos Humanos, que no obstante consiguió que unas cuantas decenas de espectadores se dieran perfecta cuenta que muchas de las cosas que Laurent Cantet contaba en esa estupenda película hace casi una década mantienen hoy una inusitada vigencia. He visto muchas veces Recursos Humanos pero no deja de maravillarme la inteligente forma en la que el realizador francés planteó en esa película esa maravillosa relación filial marcada por la conciencia de pertenecer a una clase, coronado con esa escena que siempre me pone el corazón en la boca y me deja al borde mismo de las lágrimas de pura emoción en la que ese hijo da rienda suelta a todo lo que lleva acumulando años en su interior al enfrentarse a ese padre que ha trabajado duramente para evitarle el destino de obrero que él ha tenido y que no entiende ni mucho menos comparte la decisión de Frank de echarlo todo por la borda por defender unos principios morales sin los cuales no podría vivir dignamente.
Recursos Humanos es una de esas películas que me siento muy orgulloso de haber traído a Mérida gracias a la oportunidad que me daba programar en el mismo día La Clase, también de Cantet. Los que la descubrieron ayer por primera vez creo que sufrieron la misma conmoción que tuvieron los del día anterior con la durísima En Un Mundo Libre de Ken Loach y han adquirido, en apenas 24 horas, una visión del mundo laboral que puede y debe hacernos reflexionar. Aunque solo sea para no aceptar dócilmente lo que siempre se nos quiere vender como poco más que un mal necesario e inevitable de esta sociedad que entre todos nos hemos construido y para seguir teniendo conciencia de quienes somos, de los sacrificios que hizo mucha gente para llevarnos a donde ahora estamos y no olvidar nunca de donde venimos.
El primer pase de La Clase se saldó con la mejor entrada del Festival hasta el momento: unas 150 personas acompañaron a François Begaudeau y su grupo de estudiantes en un pase en el que se pudo comprobar que la copia que Golem nos ha enviado para el Festival estaba nueva, recién salida del laboratorio. La nitidez de la imagen, la calidad de los subtítulos, la falta del más mínimo roce que da el uso… Era un gustazo y probablemente la mejor proyección que se ha hecho nunca en el Centro Cultural Alcazaba en cuanto a la calidad. Por supuesto, todo el mérito de eso no es solo de la calidad de la copia, sino del celo y la profesionalidad con la que Jose Sanchez, nuestro proyeccionista y pieza clave del Festival está llevando a cabo no solo su trabajo, sino multitud de pequeños detalles sin los cuales tendría muchos más quebraderos de cabeza. Es un crack.
Centrándonos en La Clase, creo que fue recibida con división de opiniones. Hubo algunos tímidos aplausos al final de la primera proyección, pero no así en el segundo, en el que la vieron unas 80 personas. Como era de esperar, nutridos grupos de profesionales de la enseñanza presentes en la sala y, por supuesto, multitud de jugosos comentarios y lecturas tras la proyección, que era exactamente lo que yo pretendía conseguir con la película, que fuera un homenaje a uno de los colectivos más fieles que tenemos en el cine club. A mi me pasó algo curioso con el filme: me sigue pareciendo una excelente película, tal como lo pensé como la primera vez que la vi en San Sebastián, pero esta vez note algo más su duración, cosa que no me ocurrió entonces.
Creo que Cantet y Begaudeau aciertan plenamente tanto en su discurso como en la forma de narrar la película, esa especie de interminable partido de tenis, a veces agotador, a veces brillante que es el intercambio de ideas entre el profesor y los adolescentes. También sigo pensando que es una película más valiosa por el debate que puede llegar a plantear que por sus virtudes cinematográficas – que son muchas, empezando por esa increíble frescura y naturalidad que en realidad es el fruto de un trabajo muy serio y meticuloso realizado a lo largo de mucho tiempo – y que tiene una esplendida descripción de personajes y situaciones… y a lo mejor es la forma en la que Cantet pretende mostrar ese universo, a base de filmar lo que son prácticamente clases completas para entender tanto el método didáctico de François como la forma en la que lo reciben los alumnos y aun más importante, como se relacionan ellos entre sí para conocerlos mejor, puede que caiga en algún que otro exceso por reiteración. En cualquier caso no deja de ser un defecto menor en una película notable, necesaria y que tiene en mi opinión la inmensa virtud de alejarse de los maniqueos modelos en los que el educador es un héroe enfrentado a unos alumnos incapaces de apreciar su dedicación y estos mismos alumnos consiguen superar sus múltiples carencias y deficiencias gracias a lo allí aprendido, trampa en la que el cine ha caído y seguirá cayendo una y mil veces.
Muy al contrario, Entre Les Murs plantea muchas preguntas y no ofrece respuestas y mucho menos soluciones – impresionante el corolario final con esa demoledora revelación capaz de poner en la picota no ya a un colectivo, sino a todo un sistema educativo como base de una sociedad - , sus protagonistas, ya sean los educadores o los educandos, son personas reales que destilan verosimilitud por los cuatro costados, seres llenos de contradicciones que aciertan, se equivocan o son injustos una y otra vez, dando palos de ciego continuos en su afán de enseñar o incluso aprender. Una visión de la realidad de hoy en día a la que da cierto miedo mirar de frente pero que jamás deberíamos perder de vista por la enorme importancia que tiene. Por eso son tan necesarias películas tan inteligentes como La Clase y realizadores tan concienciados como Laurent Cantet, del que ya solo falta poner en Mérida El Empleo del Tiempo para haber visto toda su filmografía, ya que Hacia el Sur estuvo en la I Edición.
Ah, antes de que se me olvide: también he colgado en Youtube y en el Facebook la cabecera de este año, realizada por Antonio Gil Aparicio y que creo que ha quedado francamente bien. La música es el tema All I Want Is You de Barry Louis Polisar y pertenece a la BSO de Juno:
Por cierto, si lo pincháis os daréis cuenta que en los videos relacionados hay dos videos en los que aparezco, aunque sea en penumbras: son los que me grabó mi buena amiga Almudena en la Seminci 2007, por supuesto en un pub y estando de copas, cuando aun estaba montando la programación del II Festival de Mérida del año pasado. Resulta cuanto menos curioso escuchar a esa cabeza flotante y en penumbras hablar del Festival. Soy yo, de verdad ;-)
3 comentarios:
Gracias por la información y por los vídeos. Es genial leerte. Y ya te he visto en los vídeos, aunque se te ve un poquito oscuro... jeje. Me gusta lo que comentas de 'lo mejor de mí' ;P
Un besazo!
Sandra.
Hmmm... Como uno no es de natural coqueto, sino mas bien todo lo contrario tal vez no estaría de más haber caido en la cuenta de que debería haberos advertido que en esos videos tengo algo así como 20 kilos más que lo que peso ahora ;-)
Es una gilipollez, pero es que me has recordado una anécdota que me ha pasado este año con un especial de televisión que nos grabaron para un programa de Canal Extremadura Televisión, La Isla de Viernes: el año pasado nos hicieron un reportaje sobre el Festival y este año quisieron repetir, pero el día que decidieron grabarnos era exactamente el mismo día a la misma hora que estaba grabando el programa de radio sobre el III Festival que ya he colgado por aquí, asi que no pude asistir a la grabación de este año.
Hace unos días me dijo una de las compañeras de mi trabajo que es un encanto "Mira que te tengo dicho que ahora que estás más delgado no te pongas el jersey ese verde que ya no te favorece nada y te queda como un saco: te vi ayer en La Isla de Viernes y parecía que estabas igual de gordo que el año pasado..." ;-)
Por supuesto, los tipos de Canal Extremadura habían tirado del material grabado del año anterior, con lo cual como si no me hubiera esforzzado nada este año, fijate. Me dió una rabia considerable... y tu comentario pues me lo ha recordado
Ea, ya está bien de este momentazo coqueto que me acabo de montar yo solito: gracias a ti por leerme y por apoyarme (y por añadirme como único enlace de momento en tu blog, que no creas que no lo he visto jejeje)
Ah, por cierto, tengo un par de fotos de Marian Alvarez de la Seminci 2007, precisamente la de Lo Mejor de Mi, que no has visto porque no las tengo subidas a ninguna parte... a ver si te las paso.
Besos y esas cosas
D.
Ayer, después de mucho tiempo, fui al cine a ver “Entre los muros” o “La clase”, del director francés Laurent Cantet. No me quiero referir al argumento, a sus premios o a las críticas favorables que ya se han escrito. Quiero escribir sobre las reflexiones que me ha producido.
Soy un docente maduro, de Mar del Plata, Argentina y desde hace varios años trabajo en el sistema educativo oficial. Quiero escribir sobre el múltiple fenómeno socializante de la educación.
La educación pública en la historia cercana de mi país tuvo distintos períodos, con distintos objetivos desde el gobierno de turno:
- 1870 – 1940: Se buscó extender la enseñanza elemental para conseguir una uniformación de la población ante el fenómeno de la inmigración europea. Saber leer era una habilidad envidiada. Cultura del folletín, el libro, el diario. Los gobiernos creyeron que necesitaban ciudadanos ilustrados y buscaron aumentar el capital humano.
- 1940 – 1990: El mundo estaba dividido entre “los buenos” y “los malos”. En la escuela el maestro era el portador de los saberes, que eran entregados como herramientas a los alumnos para que estos se labraran un seguro porvenir, dependiendo de su sola voluntad. El progreso y el ascenso social eran posibles y aún seguros para los más capaces. Las actividades sociales eran múltiples y los clubes sociales y deportivos tenían mucha concurrencia, se hacían desfiles y reuniones públicas. Los gobiernos perdieron de vista a la educación como prioridad en los gastos.
- 1990 – 2009: En el mundo cayeron el comunismo y el neoliberalismo. La globalización termina con las seguridades de fuentes de trabajo y los trabajadores cambian fácilmente de lugar de trabajo. Aumenta la informalidad y el trabajo “en negro”. La institución familiar se desmorona, por separación y/o divorcio de los padres, etc. En la escuela se busca teóricamente hacer posible el diálogo maestro – alumno. El aislamiento social de jóvenes y adultos está fomentado por el uso autista de la televisión, los juegos electrónicos, la informática y la decadencia de los servicios sociales de clubes y otros centros. Auge de las adicciones.
Los gobiernos caen en la cuenta que cuando más ignorante y empobrecido es el pueblo, más fácilmente se lo maneja. No existe un modelo buscado de país.
El sistema de formación de docentes está muy desactualizado.
La Universidad pública no forma profesores adecuados para la función que les espera.
Para afrontar la mayoría de las problemáticas actuales el docente argentino debe ser formado también como:
- Tutor, asesor, escucha y confidente de sus alumnos.
- Conocedor de la realidad social de cada familia.
- Agente de prevención sanitaria.
- Animador sociocultural.
- Mediador en conflictos.
A pesar de la crisis económica mundial actual, si el gobierno argentino quisiera mejorar la tarea educativa, debería:
- Asumir la necesidad de la protección, formación y diálogo con los niños y adolescentes.
- Reconocer la función socializadora de la escuela, que reemplaza y/o cubre múltiples carencias institucionales (familiares, sanitarias y sociales).
- Aprovechar, potenciar, capacitar y favorecer la tarea de los maestros y las escuelas.
- “Adoctrinar” y formar amplia y profundamente a los directivos de las escuelas según el modelo de alumno y de país que se busca conseguir.
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