Resulta una tarea ardua no caer en el abuso de los adjetivos grandilocuentes cuando se trata de hablar de una película Pixar. Pero los chicos de John Lasseter nos tienen demasiado mal acostumbrados: en catorce años nos han deslumbrado de tal forma con diez joyas tan maravillosas que resulta imposible encontrar hoy en día un autor, no digamos ya un estudio, tan fiable como Pixar. Antes de sentarse en la butaca, uno ya sabe de antemano que su dinero y su tiempo va a ser ampliamente recompensado con una historia cuidada hasta el más mínimo detalle que hará de la originalidad y del respeto a la inteligencia del espectador sus principales banderas, una obra repleta de magia que uno lleva consigo bastante tiempo después de que se apagan las luces, como suele suceder con el gran cine. Y es que esa y no otra es la clave del éxito de Pixar: no se limitan a hacer películas de animación, crean cine con mayúsculas porque sus responsables son, por encima de todo, cineastas de primer orden.
Up es una propuesta de alto riesgo. Ahí es nada atreverse con un protagonista septuagenario de inequívoco parecido con Spencer Tracy, viudo y cascarrabias, que para escapar de la feroz transformación que ha cambiado la faz de su barrio – como le sucedía a Clint Eastwood en Gran Torino – y cumplir a la vez lo que siempre fue el deseo de su difunta esposa, pone en marcha la muy poética idea de salir volando en su propia casa arrancada de sus cimientos por cientos de globos de helio y dirigirse a un lugar ignoto de América del Sur, llevándose consigo a un boy scout de origen asiático tan entusiasta como en el fondo necesitado de afecto que le ayudará a cambiar su visión del mundo y con el que vivirá incontables aventuras que implicarán a un enloquecido explorador – vagamente parecido a Kirk Douglas – , un desternillante pájaro exótico con debilidad por el chocolate aficionado a tragarse cosas y un bonachón perro parlante.
La verdad, así resumido suena bastante estúpido. ¿Funciona? Por supuesto. Esa es la magia de Pixar, capaz en su atrevimiento de resumir toda una existencia y ofrecer a la vez una majestuosa lección del uso de la elipsis cinematográfica al comprimir en apenas cuatro minutos varias décadas de convivencia de una pareja - incluyendo tanto la fascinación y la pasión mutua del primer amor como la tranquila rutina de la madurez que sacrifica ciertos sueños, pasando por el dolor de un aborto y la angustiosa soledad de la pérdida del ser amado - en lo que sin duda es no solo una de las grandes secuencias del año, sino una de las escenas más maravillosas y emocionantes que han iluminado una pantalla en los últimos tiempos.
Así, cuando la casa de Carl se eleve por los aires, alejando a su dueño de un mundo que ni le comprende ni acepta, en un plano de indescriptible belleza por la liberación que supone, el corazón del espectador rebosa de comprensión y emoción hacia su protagonista, descrito a la perfección: Carl no sale volando por su necesidad de ajustar cuentas o por la deuda que cree tener con su esposa, lo hace empujado por la necesidad y el azar, es el imparable progreso el que le ha dejado sin otra opción que buscar su lugar en una hermosa huida hacia delante, la única forma de seguir viviendo.
En su desenfrenada inmersión posterior en el más puro cine de aventuras, Up parece adentrarse tras ese descomunal arranque por terrenos aparentemente más convencionales, pero éstos no lo son en absoluto a poco que se analicen las arriesgadas ideas que lo pueblan, expresiones todas ellas de un mismo objetivo: llevar lo imposible hasta sus últimas consecuencias. Por encima de cualquier otra consideración, Up es una soberana lección de cine repleta de ideas magníficas en las que por cierto el uso del 3D no es sino una herramienta narrativa más. Sería imperdonable perdérsela.
PD: Hay una idea que une Up y Cerezos en Flor, ganadora el pasado año del Festival de Cine Inédito de Mérida: ambas películas comparten el deseo por parte de un viudo de cumplir el sueño de su difunta esposa que da como resultado un viaje y un estimulante redescubrimiento personal ¿No les parece una hermosa y feliz coincidencia?
Este artículo, levemente modificado, aparecerá en el periódico gratuito Voz Emérita el lunes 10 de agosto y está cariñosamente dedicado a la persona que compartió conmigo el visionado de UP, disfrutando de lo lindo de su primera experiencia con una película en 3D... La verdad es que no había mejor elección que esta nueva maravilla de Pixar
Up es una propuesta de alto riesgo. Ahí es nada atreverse con un protagonista septuagenario de inequívoco parecido con Spencer Tracy, viudo y cascarrabias, que para escapar de la feroz transformación que ha cambiado la faz de su barrio – como le sucedía a Clint Eastwood en Gran Torino – y cumplir a la vez lo que siempre fue el deseo de su difunta esposa, pone en marcha la muy poética idea de salir volando en su propia casa arrancada de sus cimientos por cientos de globos de helio y dirigirse a un lugar ignoto de América del Sur, llevándose consigo a un boy scout de origen asiático tan entusiasta como en el fondo necesitado de afecto que le ayudará a cambiar su visión del mundo y con el que vivirá incontables aventuras que implicarán a un enloquecido explorador – vagamente parecido a Kirk Douglas – , un desternillante pájaro exótico con debilidad por el chocolate aficionado a tragarse cosas y un bonachón perro parlante.
La verdad, así resumido suena bastante estúpido. ¿Funciona? Por supuesto. Esa es la magia de Pixar, capaz en su atrevimiento de resumir toda una existencia y ofrecer a la vez una majestuosa lección del uso de la elipsis cinematográfica al comprimir en apenas cuatro minutos varias décadas de convivencia de una pareja - incluyendo tanto la fascinación y la pasión mutua del primer amor como la tranquila rutina de la madurez que sacrifica ciertos sueños, pasando por el dolor de un aborto y la angustiosa soledad de la pérdida del ser amado - en lo que sin duda es no solo una de las grandes secuencias del año, sino una de las escenas más maravillosas y emocionantes que han iluminado una pantalla en los últimos tiempos.
Así, cuando la casa de Carl se eleve por los aires, alejando a su dueño de un mundo que ni le comprende ni acepta, en un plano de indescriptible belleza por la liberación que supone, el corazón del espectador rebosa de comprensión y emoción hacia su protagonista, descrito a la perfección: Carl no sale volando por su necesidad de ajustar cuentas o por la deuda que cree tener con su esposa, lo hace empujado por la necesidad y el azar, es el imparable progreso el que le ha dejado sin otra opción que buscar su lugar en una hermosa huida hacia delante, la única forma de seguir viviendo.
En su desenfrenada inmersión posterior en el más puro cine de aventuras, Up parece adentrarse tras ese descomunal arranque por terrenos aparentemente más convencionales, pero éstos no lo son en absoluto a poco que se analicen las arriesgadas ideas que lo pueblan, expresiones todas ellas de un mismo objetivo: llevar lo imposible hasta sus últimas consecuencias. Por encima de cualquier otra consideración, Up es una soberana lección de cine repleta de ideas magníficas en las que por cierto el uso del 3D no es sino una herramienta narrativa más. Sería imperdonable perdérsela.
PD: Hay una idea que une Up y Cerezos en Flor, ganadora el pasado año del Festival de Cine Inédito de Mérida: ambas películas comparten el deseo por parte de un viudo de cumplir el sueño de su difunta esposa que da como resultado un viaje y un estimulante redescubrimiento personal ¿No les parece una hermosa y feliz coincidencia?
Este artículo, levemente modificado, aparecerá en el periódico gratuito Voz Emérita el lunes 10 de agosto y está cariñosamente dedicado a la persona que compartió conmigo el visionado de UP, disfrutando de lo lindo de su primera experiencia con una película en 3D... La verdad es que no había mejor elección que esta nueva maravilla de Pixar
1 comentario:
Me encantó, David. El fin de los mitos (¡eso era! ¡Kirk Douglas! Me estaba preguntando a quién se parecía el explorador y lo tenía... ¡en la punta de la lengua!). Los minutos de todos los años de amor (¿aborto? Yo entendí que no podían tener hijos. O quizá fuera un aborto que imposibilitó tener hijos. Ya, ya, preparan la habitación, vale, pero hay gente que lo hace ANTES DE).
Maravillosa. Vamos, que me la he tragado dos veces y tengo ganas de aprendérmela.
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