Cuando a finales del 2007 corrió por internet la noticia de que el encargado de un nuevo intento por revitalizar la franquicia Terminator iba a ser McG, firmante de las dos horrendas entregas de Los Ángeles de Charlie, muchos nos echamos a temblar. Y es que, reconozcámoslo, digerir que la saga de viajes en el tiempo, robots asesinos y futuros apocalípticos por evitar que instauraron James Cameron y Arnold Schwarzenegger en 1984 y que alcanzó su punto más álgido con aquella esplendida T-2: El Juicio Final que revolucionó el panorama de los efectos visuales en 1991 –olvidemos piadosamente la bastante sosa tercera entrega de Jonathan Mostow - había caído en manos de un sujeto con semejantes credenciales no era nada fácil.
Esa falta casi absoluta de expectativas ha acabado jugando en cierta forma a favor del filme: el arranque de Terminator Salvation, con el ataque de un grupo de humanos liderados por un John Connor ya adulto (con los rasgos de un crispado y pasado de intenso Christian Bale) a un enclave dominado por Skynet en ese futuro apocalíptico hecho ya realidad, servido con una acertada fotografía en tonos metálicos y culminado con una virguería técnica en forma de elaborado plano secuencia en el que vemos al actor subirse a un helicóptero, elevarse en el aire e intentar en vano largarse del lugar para acabar estrellándose, hizo que se me quitaran muchas de las lógicas aprensiones iniciales que me provocaba McG. Por un instante sufrí el espejismo de pensar que me iba a encontrar con una buena película de acción. Pero era eso, un espejismo.
Vale, este T-4 persigue ante todo el entretenimiento en estado puro, con un ritmo machacón que procura no dar respiro al espectador (ni tiempo para pensar, por si acaso, un poco al estilo Michael Bay) y un aparatoso andamiaje digital que intenta apabullar con un puñado de filigranas – estamos en una guerra y eso le da al realizador un cheque en blanco para llenar la pantalla con Terminators de todo tipo, ya sean sofisticadas motos, bichos acuáticos o robots gigantes al más puro estilo Transformer – mientras hila con trazo gordo las dos líneas argumentales que siguen a los protagonistas de la película, el indisciplinado y paranoico John Connor, obsesionado con estar a la altura de su destino como le inculcó mamá Sarah y un personaje de nuevo cuño que en el fondo no lo es tanto, ese ambiguo Marcus Wright que acaba protegiendo a un adolescente Kyle Reese, a la sazón futuro padre de John Connor cuando éste lo mande al pasado a proteger a su madre y la acabe dejando preñada del propio John Connor. Si no se ha entendido a la primera, cosa bastante normal, volver a leer muy despacio: la claridad expositiva del argumento de la película –indescifrable para los que no estén familiarizados con la saga – no es precisamente el punto fuerte del filme.
Los problemas principales de T-4 residen en su desastroso guión, lastrado por brutales incoherencias y estupideces que harán que cualquier espectador con criterio enarque una ceja ante tanto sinsentido, y en la voluntad constante de guiñar el ojo a los fans de la serie no solo a base de frases emblemáticas y cameos digitales reconocibles (¡Ese T-800 a los sones de los reconocibles acordes del tema de Brad Fiedel!), sino mimetizando hasta el paroxismo elementos y situaciones de las dos primeras entregas que uno tiene por momentos la incómoda sensación de estar asistiendo a un refrito anabolizado y ruidoso - y por supuesto mucho menos interesante - de las dos películas firmadas por James Cameron, hasta tal punto que su clímax no deja de ser un especie de remix del final de ambas, especialmente de la primera.
Terminator Salvation comete además el grave error de ponerse trascendente cuando si sus autores se hubieran detenido a analizar con algo de cuidado las razones del éxito de las películas de Cameron habrían caído en la cuenta de la importancia en ellas tanto del sentido del humor como cierta ligereza a la hora de teorizar acerca de las indeseables consecuencias del progreso tecnológico, elementos ambos ausentes por completo en una película más o menos entretenida, sí, pero que me provoca en el mejor de los casos una considerable indiferencia.
Esa falta casi absoluta de expectativas ha acabado jugando en cierta forma a favor del filme: el arranque de Terminator Salvation, con el ataque de un grupo de humanos liderados por un John Connor ya adulto (con los rasgos de un crispado y pasado de intenso Christian Bale) a un enclave dominado por Skynet en ese futuro apocalíptico hecho ya realidad, servido con una acertada fotografía en tonos metálicos y culminado con una virguería técnica en forma de elaborado plano secuencia en el que vemos al actor subirse a un helicóptero, elevarse en el aire e intentar en vano largarse del lugar para acabar estrellándose, hizo que se me quitaran muchas de las lógicas aprensiones iniciales que me provocaba McG. Por un instante sufrí el espejismo de pensar que me iba a encontrar con una buena película de acción. Pero era eso, un espejismo.
Vale, este T-4 persigue ante todo el entretenimiento en estado puro, con un ritmo machacón que procura no dar respiro al espectador (ni tiempo para pensar, por si acaso, un poco al estilo Michael Bay) y un aparatoso andamiaje digital que intenta apabullar con un puñado de filigranas – estamos en una guerra y eso le da al realizador un cheque en blanco para llenar la pantalla con Terminators de todo tipo, ya sean sofisticadas motos, bichos acuáticos o robots gigantes al más puro estilo Transformer – mientras hila con trazo gordo las dos líneas argumentales que siguen a los protagonistas de la película, el indisciplinado y paranoico John Connor, obsesionado con estar a la altura de su destino como le inculcó mamá Sarah y un personaje de nuevo cuño que en el fondo no lo es tanto, ese ambiguo Marcus Wright que acaba protegiendo a un adolescente Kyle Reese, a la sazón futuro padre de John Connor cuando éste lo mande al pasado a proteger a su madre y la acabe dejando preñada del propio John Connor. Si no se ha entendido a la primera, cosa bastante normal, volver a leer muy despacio: la claridad expositiva del argumento de la película –indescifrable para los que no estén familiarizados con la saga – no es precisamente el punto fuerte del filme.
Los problemas principales de T-4 residen en su desastroso guión, lastrado por brutales incoherencias y estupideces que harán que cualquier espectador con criterio enarque una ceja ante tanto sinsentido, y en la voluntad constante de guiñar el ojo a los fans de la serie no solo a base de frases emblemáticas y cameos digitales reconocibles (¡Ese T-800 a los sones de los reconocibles acordes del tema de Brad Fiedel!), sino mimetizando hasta el paroxismo elementos y situaciones de las dos primeras entregas que uno tiene por momentos la incómoda sensación de estar asistiendo a un refrito anabolizado y ruidoso - y por supuesto mucho menos interesante - de las dos películas firmadas por James Cameron, hasta tal punto que su clímax no deja de ser un especie de remix del final de ambas, especialmente de la primera.
Terminator Salvation comete además el grave error de ponerse trascendente cuando si sus autores se hubieran detenido a analizar con algo de cuidado las razones del éxito de las películas de Cameron habrían caído en la cuenta de la importancia en ellas tanto del sentido del humor como cierta ligereza a la hora de teorizar acerca de las indeseables consecuencias del progreso tecnológico, elementos ambos ausentes por completo en una película más o menos entretenida, sí, pero que me provoca en el mejor de los casos una considerable indiferencia.
Este artículo, levemente modificado, se publicó en el periódico gratuito Voz Emérita el 29 de Junio del 2009
Reportaje 25 Años de Metal sobre Terminator Salvation emitido en Dias de Cine el 04/06/09
2 comentarios:
Es una castaña.
Y el final, infumable.
Y sí, empieza bien, pero son apenas unos minutos.
donde pone "share it"
sale un link.
lo copias y lo pegas y te lo decargas
Si no en
http://www.eresunpagafantasblog.com puedes descargártelo!
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