Mi última jornada en una ciudad que se despertaba hoy resacosa y feliz a una mañana esplendida – que he aprovechado para darme un soberano paseo por sus múltiples atractivos – se componía de otros dos filmes que competían en la Sección Oficial por el codiciado Durian de Oro, dos obras en principio sumamente diferentes entre sí tanto a nivel temático como estilístico que prometían una despedida del certamen cuanto menos interesante. La verdad es que por desgracia ninguna de ambas estuvo por diferentes motivos a la altura de mis expectativas, pero he de insistir en que pese a ello este Festival me parece sumamente atractivo y estimulante para todo amante del cine que busque propuestas arriesgadas, originales y diferentes, propuestas que por desgracia rara vez llegarán al espectador medio por las vías habituales.
ALL AROUND US (Ryosuke Hashiguchi, Japón): Enfrentándose a la Pérdida
Dos detalles nada desdeñables avalaban esta producción centrada en los avatares que sufre una joven pareja japonesa a lo largo de varios años. El primero era el haber obtenido el Gran Premio del Jurado en el pasado Festival de Deauville. El segundo, que su actriz principal Tae Kimura había ganado por su trabajo en esta película el equivalente al Goya a la Mejor Actriz de la Academia Japonesa de Cine de este mismo año. All Around Us narra la complicada relación de pareja de Kanao y su esposa. Kanao es un joven algo apocado y resignado, el típico hombre tranquilo algo colonazos, que pasa gracias a su talento como dibujante de trabajar en un puesto de reparación de calzado a convertirse en uno de esos ilustradores que trabajan en los juzgados haciendo retratos al natural de los acusados para los noticiarios. Su mujer, mucho más inquieta y decidida, trabaja en una editorial, tiene programada la existencia de ambos hasta el punto que decide de antemano sobre un calendario los días que tendrán sexo y, para felicidad de ambos, acaba de conseguir su sueño de quedarse embarazada.Ambos se compenetran bien y tienen una de esas relaciones que pese a su disparidad de caracteres parece bien equilibrada en lo esencial. Sin embargo, la muerte natural de su bebé de pocos meses sume en una profunda depresión a la mujer y provoca una crisis de incalculables consecuencias, amenazando con destruir esa relación de pareja hasta los cimientos. Capeando el temporal como puede y centrándose en su trabajo – que le permite ver de cerca de los elementos más peligrosos de la sociedad, criminales y desequilibrados de todo tipo capaces de los actos más horribles, lo que en cierto sentido le hace ser consciente que, pese a todo, hay una realidad aun más oscura que la que él y su mujer están atravesando- Kanao intenta aferrarse a lo poco positivo que resta de su relación mientras su esposa va hundiéndose progresivamente en la negrura.Esta película del para mi desconocido Hashiguchi, que trabaja sobre un guión propio, es uno de esos casos en los que se dispone de elementos interesantes con los que construir una historia interesante, pero en la que el realizador acaba por perder un poco la perspectiva y, gustándose no poco a si mismo, caer en cierta reiteración que alarga de modo innecesario el metraje hasta unos a todas luces excesivos 140 minutos a lo largo de los cuales asistimos a los denodados esfuerzos de esta joven pareja por salir adelante pero de un modo casi individual, dejando que reine la incomunicación entre ambos y perdiendo así la fuerza que da el otro para encontrar la salid del pozo. Si a eso sumamos unos familiares que lejos de servir de ayuda no hacen sino lastrar aun más con su actitud a ratos intransigente y a ratos simplemente egoísta sobre los más diversos asuntos, nos encontramos con un filme que la verdad por momentos parece ofrecer poca o ninguna luz al final del tunel.Sin embargo, lo mejor de la propuesta no es tanto la descripción del drama como la naturalidad inicial con la que se nos presenta la pareja – la divertida escena inicial en la que Kanao llega a casa tarde y algo puesto de copas y su esposa le exige que cumpla con el sexo que tenían programado, lo que da lugar a una divertida disertación sobre los extraños mecanismos para “meterse en situación” resulta de lo más logrado de la función – y las transiciones temporales brillantemente resueltas desde el punto de vista narrativo gracias a un inteligente uso de las elipsis. Sin embargo, el conjunto pierde fuerza según su realizador se detiene en divagaciones que poco aportan a lo ya expuesto – como la innecesaria sucesión de casos en el juzgado – o no acierta a sacar todo el partido que puede de determinados elementos como sucede con el tema familiar. All Around Us resulta a ratos interesante y cuenta, eso si, con una excelente interpretación de su actriz protagonista, una Tae Kimura en estado de gracia en varias secuencias claves, pero carece del rigor y la fuerza dramática deseable para ser una obra algo más que simplemente correcta.
En cualquier caso, All Around Us resultó ser con todos sus defectos una mucho mejor película que Plastic City, infumable pastiche presentado por el hongkongés Yu Lik-Wai que a priori parecía una propuesta interesante por lo bizarra – mafiosos operando en un Sao Paulo extrañamente multicultural donde, según parece, no resulta extraño que la comunidad inmigrante japonesa lleve a cabo todo tipo de negocios, ya sean o no legales – y que termina por despeñarse por el precipicio gracias a una indigesta mezcla de referencias narrativas que van de la inevitable Ciudad de Dios al cine de gangsters de Scorsese pasando por el 300 de Zack Snyder o El Fuego de la Venganza de Tony Scott, un totum revolutum insufrible que no se salva ni siquiera por un esforzado trabajo de fotografía que cambia constantemente de estilo o una curiosa BSO que trata de dotar de cierto empaque a una obra condenada de antemano por un guión simplemente desastroso.Plastic City cuenta la historia de Yuda, un capo chino que opera desde hace tiempo en Sao Paulo con una organización dedicada al género robado que actua con el beneplácito de las autoridades locales. Su hijo adoptado y heredero, Kirin, le sirve fielmente y todo marcha tan bien que empiezan a atraer la atención de otras organizaciones de emigrantes que pretenden introducirse en el mercado, por las buenas o por las malas. Cuando la mafia china compra a los políticos locales y estos empiezan a maniobrar para sacar a Yuda y Kirin de la foto, estos intentarán oponerse con lo que se desatará la inevitable guerra de bandas que tendrá un amplio coste para ambos, tanto en lo económico como en lo personal.Así contado, Plastic City bien podría haberse configurado como una extravagante versión brasileña del cine de mafias de un Johnnie To cualquiera, pero por desgracia Yu Lik Kai parece más interesado, como las copias de productos caros que venden sus protagonistas, en demostrarnos lo bien que es capaz de copiar los múltiples estilos visuales de las más distintas procedencias que nutren la película – lo de la batalla entre bandas al más puro estilo 300 en lo alto de un extraño monumento es de auténtica traca – que en trabajar un guión algo coherente, en la errónea creencia que la presunta potencia visual de sus imágenes, muchísimo menos interesante de lo que él mismo cree, podrá salvarle el día. Y va a ser que no, porque el naufragio es de tal categoría que es la única ocasión en la que he pensado qué demonios pintaba esta película en una Sección Oficial hasta el momento intachable. Quizás a mi se me escapen sus atractivos, solo evidentes en la espectacular figura – que no en sus dotes interpretativas - de una tal Taina Müller que en sus por desgracia escasas apariciones en pantalla como novia de Kirin, inunda de sensualidad la pantalla. En fin, un desastre considerable cuyo alucinante desenlace, en medio de una aldea indígena perdida del Amazonas donde no me pregunten muy bien por qué acaban los dos protagonistas, provocó un considerable y más que justificado cachondeo por parte de los espectadores, que bastante hicieron con aguantar estoicamente semejante despropósito hasta el final.Y hasta aquí mis experiencias con el Baff de este año, un festival estupendo al que, estoy convencido, regresaré en un futuro. No quiero despedir estas crónicas sin expresar mis más sinceros agradecimientos al equipo de 100.000 Retinas que organiza el BAFF y muy especialmente tanto a Santi Gil y a Arturo en el área de acreditados como a la directora de programación Amaia Torrecilla, cuya disponibilidad y buen hacer hicieron de mi breve estancia en Barcelona una experiencia aun más agradable. Gracias, amigos.
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