viernes, febrero 01, 2008

DÉJATE CAER, La vida adulta acecha

El sevillano Jesús Ponce, autor de esa maravillosa película llamada 15 Días Contigo, y de un segundo filme de género, Skizo, que no he visto pero al que le cayeron en su momento no pocos palos, presenta ahora Déjate Caer, una comedia amarga alrededor del difícil tránsito a la edad adulta que encarnan una serie de jóvenes ya talluditos que poco a poco se van dando cuenta que eso de pasarse las horas muertas en una plaza bebiendo cerveza y comiendo palmeras de chocolate mientras reflexionan en voz alta sobre el sexo, el trabajo, las broncas familiares, su falta de perspectivas, en fin, sus miserias cotidianas no puede durar para siempre: ya sea porque aparece una novia en el horizonte que te obliga a replantearte tus prioridades, ya sea porque necesites independencia económica porque quieres evitar que tus padres te sigan tocando los cojones o porque hay que echar un par de ídems para conseguir a la moza que andas persiguiendo, el caso es que la vida adulta acecha a la vuelta de la esquina y no está para tonterías.

La peli de Jesús Ponce es difícil de clasificar. Por un lado posee una innegable gracia, fruto del buen oído de su director para los diálogos y las situaciones surrealistas y la vez sumamente familiares que se van desarrollando en pantalla. Por otro resulta tan voluntariamente localista – según ese viejo y muy respetable principio de tratar temas universales sin salir de tu propio barrio y de lo que mejor conoces – que su propuesta inequívocamente sevillana puede descolocar a más de uno. Al fin y al cabo, Déjate Caer se complace en perpetuar una serie de tópicos sobre los andaluces que no se yo hasta qué punto pueden ser reales o peor aún, puede provocar un cierto distanciamiento con los que vean el filme en, por ejemplo, el País Vasco o Asturias, que en virtud de ese localismo pueden cometer el error de concluir que los temas de esta película no van con ellos.

No se me escapa ni por un momento que el amargo retrato de estos tres tipos que en su vida han dado un palo al agua, que sueñan como todos nosotros con una vida mejor pero que no se mueven ni un ápice en la dirección necesaria para alcanzarla, rodeados por la falta no ya de perspectivas sino de imaginación para salir de su situación y en el fondo atrapados por el aburrimiento existencial, su tremenda soledad y su mutua dependencia es un cuadro nada localista que sin duda se repite en multitud de poblaciones españolas de hoy, algo que sin duda provoca no poco miedo. Desde ahí y pese a jugar la carta de la sonrisa cómplice, Ponce pone su película al servicio de un silencioso grito de alarma sobre una situación más frecuente de lo que pensamos.

También es verdad que la deriva de esa comedia que pretende funcionar por pura acumulación de frase divertida tras frase divertida alrededor de situaciones cotidianas fácilmente reconocibles (un poco en la línea de Tapas, por poner un ejemplo relativamente reciente) hacia temas mucho más serios como el forzado tránsito a la edad adulta que viven sus protagonistas en mi opinión no solo no acaba de cuajar en una propuesta redonda, sino que es puro desequilibrio. Déjate Caer es una montaña rusa en la que a ratos uno se lo pasa francamente bien con las cuitas de sus protagonistas – destaquemos, porque es de justicia, que Iván Massagué, Darío Paso y Juanfra Juárez están estupendos, además de muy bien acompañados por la natural Pilar Crespo y la deliciosa Ana Cuesta - y el innegable arte que tiene Jesús Ponce a ratos para arrancarte la sonrisa, pero también tiene multitud de situaciones dramáticas pésimamente resueltas, baches narrativos del tamaño de un camión y algún que otro exceso perfectamente prescindible que lastra el resultado final del filme con lo que éste se coloca bastante lejos de la brillantez de su excelente ópera prima.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sr. Garrido que la patrona de Mérida le conserve el gusto, la vista y el oido.....en conserva. Calificar a Déjate caer como "una comedia amarga alrededor del difícil tránsito a la edad adulta que encarnan una serie de jóvenes ya talluditos" me parece un distale, como la misma película. No es más aconsejable hablar de un concierto lleno de tópicos, de gritos y zafiedades? y ¿de un querer y no poder? ¿Se ha de confundir "una innegable gracia" con una falta de la misma?y ¿ de unas situaciones surrealistas con unas situaciones ordinarias chabacanas y poco creibles? Parece que si....¿o no?

David Garrido Bazán dijo...

Bueno, algo de eso hay: es cierto que la peli tiene mejores intenciones que resultados, es igualmente cierto lo de los tópicos (eh, que eso lo he puesto por escrito en la reseña, leñe) y que se cae a ratos por el lado zafio, pues también.

PERO:

Servidor conoce a unos cuantos cercanos a su quinta que andan por la vida tan varados como estos tres pringaos y si no fuera porque las ganas de salir de casa o la moza de turno les pone las pilas, ahí seguirían, deglutiendo palmeras y litronas y viendo pasar la vida tan ricamente.

Desde ahí, creo que la peli de Ponce pretende ser algo más que una colección de tópicos y zafiedades y aunque de manera algo torpe, sí que esconde un aviso para navegantes.

Y hombre, creo que negarle al Ponce que tiene cierta gracia de vez en cuando me parece demasiado injusto: yo me reí varias veces durante la película, aunque eso no sea indicativo de nada salvo según su parecer, de mi mal gusto... claro que si el reproche viene de un hermano de Torrente, no se yo que pensar al respecto, la verdad.

En cualquier caso, le agradezco la aportación, de verdad, que a veces me parece estar solo en este desierto bloguero y viene bien tener alguien para discutir de vez en cuando