No ha sido algo premeditado, pero no cabe duda que hablar de la programación de la IV Edición del Festival de Cine Inédito de Mérida es hablar de Europa. Cuando empecé este año el periplo habitual por los distintos certámenes nacionales en busca de las películas que tenían ante sí el difícil reto de mantener el más que notable nivel de calidad exigible a un festival de nuestras características, no me costó demasiado darme cuenta que, un año más, las propuestas más estimulantes del panorama cinematográfico internacional venían del viejo continente. Uno trata de juntar las piezas de forma coherente, buscando una temática, una línea que haga algo más sencilla la tarea de “vender” el festival al público y a los medios. Y al final resulta que la idea que mejor define esta selección de títulos que tengo el honor y el placer de presentarles este año no es otra cosa que el compromiso con una serie de valores, una mirada entre crítica y esperanzada a la forma en que nos relacionamos con nuestros semejantes o a hechos históricos cuyas consecuencias aun tenemos muy presentes.
Quizás sea La Isla Interior la película que define en gran parte la locura y el aislamiento del que yo quisiera que estas películas les ayudaran a alejarse. Cuando terminen este viaje que empieza en las Islas Canarias puede que aprendan a enfrentarse mejor con esas temibles herencias que nos dejan las familias o una educación basada en ideales considerados como valores absolutos y por lo tantos condenados a pervertirse, tal y como nos muestra Michael Haneke en la imprescindible La Cinta Blanca, una contundente lección de Historia que a nadie dejará indiferente. Puede que sepamos mirar más allá de las apariencias, como les sucede a los protagonistas de El Erizo, para atrevernos a dejar expuesto el corazón y la cabeza a sentimientos e ideas que no sean los propios. A lo mejor reconocemos que cerca nuestro siguen existiendo barreras muy reales que convierten a algunos europeos en ciudadanos de segunda como denuncia Honeymoons. O seremos capaces de cuestionar nuestras propias creencias y las de otros sin necesidad de imponer nada, desde el respeto y la inteligencia como nos reta Lourdes en su peculiar visión de un fenómeno que va mucho más allá de lo religioso para convertirse en una exploración primordial del ser humano. ¿Sabríamos acaso ser lo suficientemente generosos para perdonar las afrentas más dolorosas como buscan los protagonistas de Cinco Minutos de Gloria? ¿Encontraremos la fórmula que nos ayude a sacar del olvido, sin rencores, a tantos que merecen ese reconocimiento, como pide el imprescindible documental Los Caminos de la Memoria que cierra nuestro viaje?
No puedo prometerles respuestas. Este es un Festival que, por encima de todo, plantea preguntas y las respuestas acaso estén más en el interior de cada uno que en las imágenes que inundan la pantalla. Pero eso sí: puedo garantizarles que van a emocionarse, que estas obras les van a ofrecer argumentos más que suficientes para que la noche termine mucho después de los títulos de crédito. Más allá de su incuestionable calidad cinematográfica, esta es una selección de títulos valientes que tienen en común poner el acento en una serie de valores esenciales. Ese es el compromiso del mejor cine europeo que domina por completo la programación de este año y que ha obtenido los mayores reconocimientos en certámenes como Cannes, la Seminci o el Festival de Cine Europeo de Sevilla. Y todo esto sin dejar de prestar a nuestros jóvenes valores extremeños la atención que sin duda merecen para que sus excelentes propuestas puedan verse en el marco que sin duda merecen. Ellos también tienen mucho que aportar.
Habrá tiempo para recorrer otros caminos. Este año desde Mérida miramos a Europa y Europa nos devuelve la mirada desde la emoción y el interrogante. Espero que disfruten de este privilegiado viaje.
Quizás sea La Isla Interior la película que define en gran parte la locura y el aislamiento del que yo quisiera que estas películas les ayudaran a alejarse. Cuando terminen este viaje que empieza en las Islas Canarias puede que aprendan a enfrentarse mejor con esas temibles herencias que nos dejan las familias o una educación basada en ideales considerados como valores absolutos y por lo tantos condenados a pervertirse, tal y como nos muestra Michael Haneke en la imprescindible La Cinta Blanca, una contundente lección de Historia que a nadie dejará indiferente. Puede que sepamos mirar más allá de las apariencias, como les sucede a los protagonistas de El Erizo, para atrevernos a dejar expuesto el corazón y la cabeza a sentimientos e ideas que no sean los propios. A lo mejor reconocemos que cerca nuestro siguen existiendo barreras muy reales que convierten a algunos europeos en ciudadanos de segunda como denuncia Honeymoons. O seremos capaces de cuestionar nuestras propias creencias y las de otros sin necesidad de imponer nada, desde el respeto y la inteligencia como nos reta Lourdes en su peculiar visión de un fenómeno que va mucho más allá de lo religioso para convertirse en una exploración primordial del ser humano. ¿Sabríamos acaso ser lo suficientemente generosos para perdonar las afrentas más dolorosas como buscan los protagonistas de Cinco Minutos de Gloria? ¿Encontraremos la fórmula que nos ayude a sacar del olvido, sin rencores, a tantos que merecen ese reconocimiento, como pide el imprescindible documental Los Caminos de la Memoria que cierra nuestro viaje?
No puedo prometerles respuestas. Este es un Festival que, por encima de todo, plantea preguntas y las respuestas acaso estén más en el interior de cada uno que en las imágenes que inundan la pantalla. Pero eso sí: puedo garantizarles que van a emocionarse, que estas obras les van a ofrecer argumentos más que suficientes para que la noche termine mucho después de los títulos de crédito. Más allá de su incuestionable calidad cinematográfica, esta es una selección de títulos valientes que tienen en común poner el acento en una serie de valores esenciales. Ese es el compromiso del mejor cine europeo que domina por completo la programación de este año y que ha obtenido los mayores reconocimientos en certámenes como Cannes, la Seminci o el Festival de Cine Europeo de Sevilla. Y todo esto sin dejar de prestar a nuestros jóvenes valores extremeños la atención que sin duda merecen para que sus excelentes propuestas puedan verse en el marco que sin duda merecen. Ellos también tienen mucho que aportar.
Habrá tiempo para recorrer otros caminos. Este año desde Mérida miramos a Europa y Europa nos devuelve la mirada desde la emoción y el interrogante. Espero que disfruten de este privilegiado viaje.
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