domingo, julio 04, 2010

TWO LOVERS Entre el Deseo y la Comodidad

Dice Woody Allen que el corazón es un músculo muy pero que muy elástico. Tiene razón. Los seres humanos dedicamos gran parte de nuestra vida a satisfacer nuestras necesidades emocionales moviéndonos casi siempre a tientas en una penumbra en la que no solo no estamos seguros de lo que quiere el otro sino que ni tan siquiera tenemos claro que queremos nosotros mismos. Por si eso fuera poco a menudo sucede que cuando estamos a punto de consolidar una relación, el corazón sigue sus propios caminos y nos tiende en el camino la promesa de otra muy distinta, a veces con alguien inalcanzable, que nos hace dudar y nos obliga a repensar nuestras decisiones.

Two Lovers se estructura como si fuera una comedia romántica. Su melancólico protagonista, Leonard Kraditor, un aprendiz de suicida sumamente inestable - la primera escena de la película, con su salto a un río helado y su posterior indiferencia e incluso enfado con aquellos que le salvan de su destino, es sumamente reveladora de su incapacidad para sobrellevar una vida "normal" tras un desengaño amoroso - atrapado en ese entorno familiar tan protector como asfixiante característico de todas las películas realizadas hasta la fecha por James Gray (Cuestión de Sangre, La Otra Cara del Crimen, La Noche es Nuestra), se debate entre dos mujeres muy distintas, casi podría decirse que opuestas.

Sandra (una encantadora Vinessa Shaw que Gray tiene la inteligencia de no mostrar como una mujer banal en su dulzura, sino abnegada y conmovida por la sensibilidad de Leonard) representa la seguridad, el cariño, la tranquilidad de espíritu, la presumible compañera ideal para un futuro estable y es su propia familia quien le abre las puertas para que esa relación se consolide. Michelle (una Gwyneth Paltrow que dinamita su dulzura habitual para dar vida a una especie de inconsciente femme fatale a la que acompañan no las malas intenciones sino una natural tendencia a la fatalidad) es una mujer etérea que bajo su hermosa apariencia esconde una inestabilidad y una inseguridad pareja a la del propio Leonard y quizás por eso éste se ve irremisiblemente atraído por ella hasta el punto de comportarse como un adolescente enamorado y dejarse llevar por la pasión que siente por la promesa de una relación inalcanzable, pues ella se haya atrapada en otra relación con un hombre casado.

Con Sandra se relaciona siempre en entornos protegidos, seguros - su propia casa, la habitación, una fiesta familiar - mientras que con Michelle se encuentra en sitios clandestinos que alimentan la sensación de trasgresión a la vez que nos hablan de la imposibilidad de esa relación, siempre en el aire: una fría azotea, una disco frenética, un restaurante caro. Cuanto más presiona el entorno para que Leonard se deje envolver por la cálida Sandra, más siente aquél la necesidad de huir con esa vecina a la que espía desde la ventana de su habitación, no por casualidad situada unos pisos por debajo de la de Michelle, una forma elegante de sugerir las diferencias insalvables entre ambos, pese a su progresivo acercamiento.


A James Gray no le interesa la comedia romántica. Solo utiliza ese esquema como punto de partida para elaborar un denso y melancólico drama sobre la vulnerabilidad de un hombre enamorado, atrapado entre su pasión y el confort, un hombre incapaz de tomar una decisión no porque no quiera hacerlo sino porque ésta le viene impuesta desde fuera, como si se tratara de una marioneta que trata de forma inútil de rebelarse contra las fuerzas de un destino caprichoso y cruel. Gray subraya todo esto con una puesta en escena extremadamente elegante en la que se contrapone la calidez de sus encuentros con Sandra con unos planos cerrados que transmiten la idea de una prisión mientras que por el contrario sus encuentros con Michelle en espacios abiertos como los de esa helada azotea no hacen sino reforzar la idea del distanciamiento entre ambos por más que Leonard se esfuerce en acercarse a ese ideal que ella representa.

Joaquin Phoenix, en una interpretación memorable, convierte a Leonard en una figura trágica, un amante de una fragilidad dolorosa incapaz de sublimar su pasión incluso cuando intuye que es irrealizable y a pesar de la promesa de placidez que le ofrece Sandra. Porque en el fondo, nos viene a decir su realizador, aunque todos valoremos en la balanza la seguridad y el confort que nos ofrece aquel que nos quiere por lo que somos, a menudo nos dejamos arrastrar por esa pasión arrebatadora que nos induce una emoción altamente adictiva.


Two Lovers es material peligroso porque nos pone enfrente un espejo que nos obliga a confrontar aquello que somos con lo que una vez soñamos con ser. Es ahí donde posee una cualidad muy perturbadora capaz de afectarnos profundamente, pues su carácter subversivo no reside en una maniquea apología de perseguir nuestros sueños sea cual sea el precio a pagar por ello sino precisamente plantear un improbable retorno al orden habitual de las cosas como alternativa, incluso como forma de supervivencia emocional. El último plano de la película, en el que la mirada de Leonard nos interroga directamente cuando Gray se ha estado esforzando en todo momento para que no juzguemos a sus personajes, produce un desasosiego considerable no solo porque nos obligue a repasar bajo esa luz nuestras propias decisiones del pasado, sino porque nos muestra un desamparo ante la falta de elección que acaso también sea el nuestro.


Este artículo, levemente modificado, se publicó el Lunes 5 de Julio en el periódico gratuito Voz Emérita

Días de cine: Two lovers




2 comentarios:

Enric Morrow dijo...

A ver, una peli sobre emociones, relaciones, decisiones y riesgos...
Según cuentas, una peli seria y que termina interrogando al espectador.

Tu que me conoces y sabes que estos temas me gusta, pero que también me irritan de vez en cuando.. ¿que crees? ¿esta será de las que me gusten o de las otras? Le tengo ganas a esta peli, desde que empecé a oir hablar de ella (pese a que el Joaquín este me caiga gordo)..

(pa que luego me digas que no te leo, ea)

David Garrido Bazán dijo...

Hombre, Enrique, a mi esta película me gusta mucho. Y la verdad es que me toca, en un sentido parecido al de Revolutionary Road, aunque sin llegar quizás a ese nivel de intensidad.

Lo único que me hace dudar un poco sobre si te gustará o no esta película tiene que ver con Joaquin Phoenix: toda la película gira alrededor de él y encima haciendo un personaje con serios problemas, un tanto especialito. Si ya de por sí te cae gordo, en una película como ésta en la que el tipo transmite fragilidad e inseguridad por los cuatro costados, puede que se te atragante un poco. A mi me parece una de las grandes interpretaciones del año - de hecho, creo que es uno de sus mejores trabajos - pero es una apreciación muy personal.

Yo creo que en cualquier caso deberías ver la película porque tiene uno de los trabajos de dirección y puesta en escena más elegantes y sutiles de lo que llevo visto este año. No he podido extenderme todo lo que me habría querido en la crítica pero es un prodigio la forma en la que está narrada la historia, el uso del espacio, las conversaciones entre Leonard y Michelle a través de ese patio de vecinos... Hay infinidad de detalles que en un segundo visionado de la peli - la primera vez pasan desapercibidos si estas metido en la historia - cobran pleno sentido y nos hablan de un director muy atento al detalle, a la sutileza, que te está contando en imágenes más de lo que lo hace la palabra...

En fin, que sí, que creo que deberías verla. Y si no te convence tanto como a mi, al menos seguro que por temática nos dará juego para que podamos discutir sobre ella, que ya sabes que eso siempre es un plus ;-)

Un abrazote