Para entender en su justa medida a un autor tan prolífico como Woody Allen, que sigue fiel a su compromiso de entregar una nueva película todos los años, no está de más detenerse un momento y echar un vistazo a su filmografía en lo que llevamos de siglo. Veamos: por orden cronológico encontramos un par de comedias tildadas de menores (La Maldición del Escorpión de Jade y Un Final Made in Hollywood), una suerte de infravalorada y curiosa actualización de Annie Hall donde tanto su atribulado protagonista - un allenizado Jason Biggs - como el delirante secundario interpretado por el propio Allen ya apuntaban ciertos tintes sombríos (Todo lo Demás) y un acertado ensayo sobre los dos prismas, comedia y tragedia, bajo los que puede observarse los mismos hechos de una vida (Melinda y Melinda) esencial para entender una verdad fundamental de la filosofía de vida del autor, que a lo largo de su filmografía a menudo ha dado pruebas de saber mantenerse en equilibrio en tan díficil alambre.
Todas ellas son obras que preceden al autoexilio europeo del neoyorquino que hasta ahora se ha saldado con una obra maestra sobre la moralidad de nuestros actos (Match Point), una divertida a la par que intrascendente comedia sobre periodistas, magos y engaños (Scoop), un intento desigual de escapar de sus esquemas tradicionales explorando nuevos géneros como el thriller (El Sueño de Cassandra), una obra tan mal recibida como incomprendida sobre el peso del fracaso sentimental (Vicky Cristina Barcelona) y un saludable paréntesis en forma de corrosiva comedia de vuelta a su añorada Nueva York que intuyo debió tener mucho de liberador (Si La Cosa Funciona). Aunque no puede decirse que sea precisamente su mejor década, tampoco cabe duda que Allen sigue ofreciéndonos cosas interesantes y está bastante lejos de ser ese autor agotado que algunos proclaman, pese a que igualmente son innegables ciertas señales de cansancio.
Conocerás al Hombre de tus Sueños ofrecerá munición fresca tanto a los devotos del cine de Woody Allen como a sus detractores. Para los primeros, será una nueva muestra de su habilidad como narrador al entrelazar las historias de seis personajes marcados por el autoengaño y el deseo de ser lo que no son ni nunca serán, una obra por la que desfilan muchas de las obsesiones del cineasta: su miedo a envejecer, la frustración creativa y personal, la imposibilidad de alcanzar una relación satisfactoria, la insatisfacción continua como motor existencial, la moralidad de nuestros actos… un puñado de dramas cotidianos que en manos de Allen pasan ante los ojos del espectador con un aire de falsa intrascendencia, como si fuera algo liviano, incluso cómico, pero que en el fondo, a poco que se reflexione sobre ellos, no tienen ni puñetera gracia.
Para los segundos, se confirmarán sus peores temores: una nueva repetición de una fórmula agotada, una nueva y fallida allenización de un personaje (insufrible Anthony Hopkins), una realización funcional y algo desmañada, detalles que recuerdan mejores tiempos - la prostituta de pocas luces interpretada por Lucy Punch es una versión menor y desprovista del corazón de Mira Sorvino en Poderosa Afrodita, las sesiones con la vidente remiten a Alice o La Maldición del Escorpión de Jade pero con mucha menos gracia o poder de fascinación) y cierta sensación de hastío del cineasta abocado a trabajar en tierra extraña que se transmite al espectador.
Mientras estaba viendo la película pensaba que posiblemente estaba ante la película más floja hecha por Allen en años. Sin embargo, reflexionando luego sobre ella me he dado cuenta que lo que verdaderamente me deprime de Conocerás al Hombre de tus Sueños es esa mirada más desesperanzada y pesimista que nunca al género humano y a sus patéticos intentos de alcanzar la felicidad. El escritor bloqueado que desea a su vecina, tratando de convencerse que está ante una nueva musa mientras roba su próxima novela a un amigo en coma, la esposa abandonada, frustrada e inútilmente enamorada de su jefe que sueña con tener una aventura, el sexagenario que quiere creer que podrá vivir una segunda juventud casándose con una joven y llamativa prostituta que a su vez se vende por la promesa de una vida mejor, el galerista triunfador que disimula el fracaso de su matrimonio con ostentosos regalos y la anciana que pone su vida en manos de una vidente que le dice lo que quiere oír, todos conforman un cuadro desolador de personajes que se engañan a sí mismos y que deambulan perdidos por una serie de historias inconclusas, frustrantes, en las que la única forma de encontrar cierta felicidad parece ser ponerse en manos sin reparos de la estupidez más absoluta.
Allen, más distante y frío que nunca, se muestra implacable con sus criaturas: la persecución vana de sus sueños, la desesperación por poseer aquello de lo que carecen, que los transforma en marionetas sin posibilidad alguna de redención o de controlar sus destinos tiene corolarios memorables como el plano de Josh Brolin observando a su ex esposa desnudándose desde la ventana de su nueva pareja o la dolorosa conversación final del personaje de Naomi Watts con el objeto de su deseo frustrado Antonio Banderas.
Como si finalmente se hubiera decantado por el bando que solo veía el lado trágico de la existencia en Melinda y Melinda, Allen no tiene el más mínimo deseo de generar empatía alguna en el espectador por el destino de sus personajes, que se revelan tan caprichosos como frágiles, tan inestables como antipáticos, tan incapaces de ser sinceros consigo mismos como, hasta cierto punto, conmovedores en su buscada desgracia.
Quizás el mayor autoengaño sea el del propio Allen, al que después de ese corrosivo y liberador paréntesis que fue Si La Cosa Funciona, se le nota bastante fatigado de trasplantar personajes y situaciones desde su añorado Manhattan a diversos ambientes europeos donde no acaban de encajar del todo. Habrá que asumir que tal vez necesita reencontrarse con sus raíces para volver a ofrecer lo mejor de sí mismo y recuperar cierta frescura en su cine. O eso, o afrontamos el hecho de que Woody Allen ha perdido definitivamente la poca fe que le quedaba en el género humano y nos quedamos con la desesperanzada conclusión según la cual solo huyendo de la realidad y abandonándonos a la estupidez podremos atisbar algo parecido a la felicidad, una posibilidad terrible se mire por donde se mire.
Todas ellas son obras que preceden al autoexilio europeo del neoyorquino que hasta ahora se ha saldado con una obra maestra sobre la moralidad de nuestros actos (Match Point), una divertida a la par que intrascendente comedia sobre periodistas, magos y engaños (Scoop), un intento desigual de escapar de sus esquemas tradicionales explorando nuevos géneros como el thriller (El Sueño de Cassandra), una obra tan mal recibida como incomprendida sobre el peso del fracaso sentimental (Vicky Cristina Barcelona) y un saludable paréntesis en forma de corrosiva comedia de vuelta a su añorada Nueva York que intuyo debió tener mucho de liberador (Si La Cosa Funciona). Aunque no puede decirse que sea precisamente su mejor década, tampoco cabe duda que Allen sigue ofreciéndonos cosas interesantes y está bastante lejos de ser ese autor agotado que algunos proclaman, pese a que igualmente son innegables ciertas señales de cansancio.
Conocerás al Hombre de tus Sueños ofrecerá munición fresca tanto a los devotos del cine de Woody Allen como a sus detractores. Para los primeros, será una nueva muestra de su habilidad como narrador al entrelazar las historias de seis personajes marcados por el autoengaño y el deseo de ser lo que no son ni nunca serán, una obra por la que desfilan muchas de las obsesiones del cineasta: su miedo a envejecer, la frustración creativa y personal, la imposibilidad de alcanzar una relación satisfactoria, la insatisfacción continua como motor existencial, la moralidad de nuestros actos… un puñado de dramas cotidianos que en manos de Allen pasan ante los ojos del espectador con un aire de falsa intrascendencia, como si fuera algo liviano, incluso cómico, pero que en el fondo, a poco que se reflexione sobre ellos, no tienen ni puñetera gracia.
Para los segundos, se confirmarán sus peores temores: una nueva repetición de una fórmula agotada, una nueva y fallida allenización de un personaje (insufrible Anthony Hopkins), una realización funcional y algo desmañada, detalles que recuerdan mejores tiempos - la prostituta de pocas luces interpretada por Lucy Punch es una versión menor y desprovista del corazón de Mira Sorvino en Poderosa Afrodita, las sesiones con la vidente remiten a Alice o La Maldición del Escorpión de Jade pero con mucha menos gracia o poder de fascinación) y cierta sensación de hastío del cineasta abocado a trabajar en tierra extraña que se transmite al espectador.
Mientras estaba viendo la película pensaba que posiblemente estaba ante la película más floja hecha por Allen en años. Sin embargo, reflexionando luego sobre ella me he dado cuenta que lo que verdaderamente me deprime de Conocerás al Hombre de tus Sueños es esa mirada más desesperanzada y pesimista que nunca al género humano y a sus patéticos intentos de alcanzar la felicidad. El escritor bloqueado que desea a su vecina, tratando de convencerse que está ante una nueva musa mientras roba su próxima novela a un amigo en coma, la esposa abandonada, frustrada e inútilmente enamorada de su jefe que sueña con tener una aventura, el sexagenario que quiere creer que podrá vivir una segunda juventud casándose con una joven y llamativa prostituta que a su vez se vende por la promesa de una vida mejor, el galerista triunfador que disimula el fracaso de su matrimonio con ostentosos regalos y la anciana que pone su vida en manos de una vidente que le dice lo que quiere oír, todos conforman un cuadro desolador de personajes que se engañan a sí mismos y que deambulan perdidos por una serie de historias inconclusas, frustrantes, en las que la única forma de encontrar cierta felicidad parece ser ponerse en manos sin reparos de la estupidez más absoluta.
Allen, más distante y frío que nunca, se muestra implacable con sus criaturas: la persecución vana de sus sueños, la desesperación por poseer aquello de lo que carecen, que los transforma en marionetas sin posibilidad alguna de redención o de controlar sus destinos tiene corolarios memorables como el plano de Josh Brolin observando a su ex esposa desnudándose desde la ventana de su nueva pareja o la dolorosa conversación final del personaje de Naomi Watts con el objeto de su deseo frustrado Antonio Banderas.
Como si finalmente se hubiera decantado por el bando que solo veía el lado trágico de la existencia en Melinda y Melinda, Allen no tiene el más mínimo deseo de generar empatía alguna en el espectador por el destino de sus personajes, que se revelan tan caprichosos como frágiles, tan inestables como antipáticos, tan incapaces de ser sinceros consigo mismos como, hasta cierto punto, conmovedores en su buscada desgracia.
Quizás el mayor autoengaño sea el del propio Allen, al que después de ese corrosivo y liberador paréntesis que fue Si La Cosa Funciona, se le nota bastante fatigado de trasplantar personajes y situaciones desde su añorado Manhattan a diversos ambientes europeos donde no acaban de encajar del todo. Habrá que asumir que tal vez necesita reencontrarse con sus raíces para volver a ofrecer lo mejor de sí mismo y recuperar cierta frescura en su cine. O eso, o afrontamos el hecho de que Woody Allen ha perdido definitivamente la poca fe que le quedaba en el género humano y nos quedamos con la desesperanzada conclusión según la cual solo huyendo de la realidad y abandonándonos a la estupidez podremos atisbar algo parecido a la felicidad, una posibilidad terrible se mire por donde se mire.
Este artículo, levemente modificado, se publicó el lunes 30 de Agosto en el periódico Voz Emérita.
1 comentario:
Siendo fan de Woody Allen, he de decir que, para mi gusto, Conocerás al hombre de tus sueños es su película más floja, junto a Vicky Cristina Barcelona, si bien ésta tenía mejores interpretaciones que aquélla. Además, creo que en esta nueva película de Allen, todos los actores están irritantes, excepto Antonio Banderas (lo cual me ha sorprendido) y Freida Pinto, aunque sólo están correctos.
Me aburrió soberanamente.
Pd: por cierto David, muy bueno el artículo.
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