lunes, enero 17, 2011

TAMBIEN LA LLUVIA Cine del compromiso narrado con talento

No cabe la más mínima duda que la película elegida por la Academia del Cine Español para representarnos en los Oscars – tarea ardua esa, por cierto, con la dura competencia que hay este año: Incendies, De Dioses y Hombres, Cirkus Columbia, La Misión del Director de Recursos Humanos, Carancho, Canino, Tio Boonmee, In a Better World o Son of Babylones, ante todo, una película de su guionista, el combativo Paul Laverty. La pareja de Iciar Bollaín, colaborador habitual de Ken Loach desde hace años, vuelve en También la Lluvia a muchas sus temáticas recurrentes, pero en esta ocasión la pericia de su realizadora consigue que la película crezca para superar ese cierto esquematismo de buenos y malos que a menudo lastra un poco sus colaboraciones con el viejo anarquista inglés.

Hay un planteamiento de partida muy interesante en También La Lluvia: un equipo de rodaje se traslada en el año 2000 por cuestiones presupuestarias a Bolivia para filmar una versión del descubrimiento de América por Cristóbal Colón que centra su mirada en la figura de Bartolomé de las Casas y su lucha para conseguir que los derechos de los indígenas fueran reconocidos y observados. Objetivo encomiable, sin duda, pero las buenas intenciones se diluyen con los actos ya que el rodaje liderado por un productor – ajustado Luis Tosar - al que inicialmente solo le importa conseguir como sea sacar adelante la película al menor coste posible y un director, Gael Garcia Bernal, cuyo proceso es en cierta medida inverso al del productor ya que empieza demostrando ciertas dudas y acaba entregado por completo al objetivo de hacer realidad su filme cueste lo que cueste, establece un evidente paralelismo con los abusos cometidos en el pasado. Es una forma de colonialismo distinta, pero el proceso se repite cinco siglos después, algo que Laverty, pese a su tendencia al subrayado, establece de forma convincente.


El discurso político de la película enlaza con la rebelión real protagonizada por la población indígena contra la multinacional – americana, por supuesto – que con el auspicio del gobierno boliviano pretende cobrar tarifas abusivas por el agua potable, cuya exclusividad pretende, una rebelión en la que se ve implicado de forma clara uno de los protagonistas de la película y, por extensión, todo el equipo de rodaje. Bollaín tiene la inteligencia y la habilidad de utilizar ese manido recurso del cine dentro del cine de una forma distinta a como suele hacerse habitualmente, intercalando la realidad del día a día del rodaje con las secuencias de la película que se está rodando, estableciendo un continuo diálogo entre realidad y ficción del cual surge ese paralelismo que a nadie se le escapa, pero jugando asimismo con el conflicto del agua y la distinta forma en la que los españoles van reaccionando al mismo – en este campo destaca un estupendo Karra Elejalde que pese al poco tiempo del que dispone en pantalla clava su doble papel de Colón y del actor en crisis que lo interpreta – según su grado de compromiso y sus ideales. Es en esa lectura a varios niveles es donde se encuentran los puntos fuertes de la propuesta.

Cierto es que a la película le pesa un poco alguna ligereza de manual en su resolución, un defecto por otra parte habitual de los guiones de Laverty – el recurso utilizado para justificar el cambio del personaje de Luis Tosar, resulta tan forzado que por momentos corre el riesgo de no resultar creíble, – pero no es menos cierto que Bollain hace aquí el que probablemente sea su mejor trabajo como directora desde el punto de vista narrativo: la película está impecablemente rodada, no solo en la esfera de la privacidad de sus personajes donde el cine de Bollaín siempre ha sido fuerte sino en unas complejas escenas de masas que la directora resuelve con pulso y soltura. La entrega de un reparto al que se le nota especialmente encantado con la propuesta hace que finalmente También La Lluvia se eleve algo por encima, aunque quizás no todo lo que debiera, del maniqueísmo que le ronda: era de esperar que tan ambicioso material de partida, tratándose de una película de Paul Laverty, se cobrara ese peaje.



Este articulo se publicó en el periódico Voz Emérita el Lunes 17 de Enero



1 comentario:

Manuel Márquez dijo...

Qué curioso, compa David, esto de las percepciones y las apreciaciones: fíjate tú que, habiendo hecho apreciaciones parciales, o puntuales, casi idénticas los dos, en cambio las valoraciones globales distan bastante la una de la otra. La tuya se queda en el "sí, pero..."; y la mía, por el contrario, en el "no, pero...". Pero, al final, está claro que no hemos visto pelis tan distintas, creo. Por cierto, a ver si este año me paso con más frecuencia por tu cibercasa, que aquí se aprende, compa...

Un fuerte abrazo y seguimos trasteando.