lunes, agosto 07, 2006

CYRANO DE BERGERAC y otros amores eternos

La cartelera de Mérida sigue en el estado comatoso terminal que suele caerle encima todos los agostos. A Todo Gas 3, Cariño Estoy hecho un Perro, La Sombra de la Sospecha (¿Alguien puede explicarme por qué demonios Kiefer Sutherland aprovecha sus descansos de la tele… para hacer en el cine un remedo de su Jack Bauer de 24? Que cosa más triste. De Michael Douglas mejor no digo nada…) Poseidón, Silent Hill, la inefable Bandidas… En fin, que a la espera de que Jack Sparrow y sus Piratas del Caribe tentaculares arrasen con casi todas las salas disponibles de este país hasta no dejar sitio a ningún otro estreno este próximo viernes y nos asesten el golpe definitivo, lo mejor es refugiarse en la programación de Canal Satélite Digital o echar mano del DVD. Servidor ha echado el cierre por vacaciones en Cinemérida hasta Septiembre – tampoco es que estuviese haciendo mucho, siendo sinceros – y pretende concentrarse este verano en contar lo que va viendo en su casita, tan ricamente.

Por ejemplo, el pasado domingo me desvelé antes de las ocho (entre el calor y que el body está acostumbrado a despertarse a esa hora no hay tutía, a no ser que me alcoholice a modo la noche anterior) y me planté frente a la tele justo a tiempo de pillar en la Fox un pase de Cyrano de Bergerac, versión de 1990 de Jean Paul Rappeneau. Y me pasó lo que siempre me pasa con esa película: que una vez que empiezo a verla no puedo evitar disfrutarla de nuevo hasta el final. No se si es por placer o por un perverso sentido del masoquismo. Posiblemente una mezcla de ambos. Lo cierto es que mientras Gerard Depardieu volvía a atizar con su afilado verbo al petimetre del teatro (“Solo tenéis siete letras, las que forman la palabra Cretino”), mientras proclamaba en vano su amor por Roxana – tan feliz ella de tenerle como amigo, la muy… -, mientras ayudaba al guaperas de Vincent Perez a conquistar el corazón de su amada (triste, triste consuelo al que aspirar) y se precipitaba hacia su trágico final voceando su orgullo, reflexionaba un servidor que no ha cambiado tanto como a veces quiero pensar en estos ya largos quince años desde la primera vez que vi Cyrano.

El recuerdo tiene algo de doloroso. Alguien a quien entonces amaba (en vano, como casi siempre) vio la película antes que yo y me dijo “Esta película tengo que volver a verla contigo”. Cuando se estrenó en Mérida – en el ya difunto Cine Maria Luisa, aun lo recuerdo – me puso mil excusas y al final fui a verla solo. A la salida, entendí que no quisiera cumplir su palabra: nos hubiera conducido a una conversación para la que entonces no estábamos preparados, conversación que tuvimos de todas formas años después, por aquello de que hay cosas que no pueden evitarse por más que se esquiven. No, ella no era Roxana y por supuesto a mi me faltaban muchas cualidades para atreverme siquiera a pensar en ser Cyrano. Pero en aquellos tiempos tampoco hacían falta demasiadas excusas para encontrar paralelismos. Pedro Guerra lo expresó muy bien en Golosinas (“Un día estas cosas/son cosas pasadas/llenando la memoria como cajas”) donde por cierto también recordaba a Cyrano (“Amor y golosinas/sueños perversos/…Y Gerard Depardieu diciendo versos”). Veía el domingo a Cyrano bajo el balcón, conquistando a Roxana y alejándose después bajo la lluvia mientras Cristian subía a reunirse con su amada (¡que gran plano ese, que tristeza transmite!) y sentía la misma congoja que quince años atrás cuando lo que Cyrano sufría era también mi sufrimiento. O quizás era nostalgia de la misma. Mi Roxana de entonces y yo aun somos amigos, lo que no deja de ser un logro. Pero ella es feliz, con su corazón bien ocupado y yo no la amo como Cyrano siguió amando a Roxana hasta el final. Y sin embargo la casa desocupada que sigue siendo mi vida sigue estremeciéndose con ese tipo de películas en las que el amor no acaba de ser correspondido, es fugaz, no supera las barreras que se le imponen o parece condenado de antemano.

Amores que duran un instante, que acaso solo proporcionan un breve atisbo de felicidad que por mucho que pretendamos retener se nos escapa entre los dedos, que sucumben a la tiranía de la memoria que a menudo nos engaña. “El amor es eterno mientras dura”, cantaba Ismael Serrano y cada vez tengo más claro que esa es una de las más grandes (y acaso tristes) verdades de la vida. Hoy veo Cyrano de Bergerac y me doy cuenta, mientras desgrana sus versos de amor desesperado, que solo fue la película inaugural de una larga lista de filmes que se conectan de una u otra forma con este concepto y que siempre, siempre que las veo, me provocan esa desazón, ese peculiar escalofrío de la obra que se abre paso más allá de la razón y que es capaz de conectar de forma directa con mi interior y desarmarme por completo.
La Edad de la Inocencia, Los Puentes de Madison, In The Mood for Love, 2046, Lost in Translation, Antes del Amanecer, Una Relación Privada, Hierro 3, Eternal Sunshine of Spotless Mind, Lo Que Queda del Día, Tierras de Penumbra… incluso clásicos como Casablanca o Breve Encuentro. Y también en el cine español: Amo tu Cama Rica, Los Peores Años de Nuestra Vida, La Buena Estrella, Los Amantes del Círculo Polar, Hable con Ella, La Vida Mancha… Todos ellos, con diferente intensidad, comparten con Cyrano de Bergerac esa prodigiosa capacidad de seguir hoy en día tocándome la fibra a base de bien cuando menos me lo espero. Cualquiera de esos títulos puede, como pasó este domingo, engancharme de la forma más tonta y hacerme recordar que por mucho tiempo que haya pasado y por mucho que uno crea que ha cambiado o madurado con el paso de los años hay cosas que siempre se llevan dentro de uno. Como una condena o como una forma de permanecer fieles a la idea que tenemos de nosotros mismos.
Quizás por esa razón – y es algo en lo que nunca pienso, por cierto- el poster de Cyrano de Bergerac que tanto trabajo me costó en su momento conseguir lleva quince años pegado a la puerta de mi habitación, con un Gerard Depardieu al que no se le distingue el rostro cruzando las filas enemigas en un campo de trigo para llevar una carta de amor a Roxana y con un corazón atravesado por una espada…Si, sin duda debe ser por algo...

“Decidme en voz baja que ella no os ama…”

4 comentarios:

Nesdy dijo...

Me ha encantado la entrada!! Es cierto que la cartelera este verano (como todos los veranos) no trae nada digno de ser visto (aunque yo ya tengo mis entradas para los piratas de Sparrow).

"Cyrano de Bergerac" me tenía toda la pinta de ser una de esas películas rallantes y poco realistas sobre amores eternos. Creía que no me iba a gustar. Afortunadamente, este curso nuestra profesora de francés decidió ponérnosla. Es una de las historias de amor más bonitas que he visto nunca. Y espero que para mí, como para usted, sobreviva a mi crecimiento y al paso del tiempo.

Una entrada genial!! ^^

David Garrido Bazán dijo...

Ah, parece que hay alguien vivo en este desierto veraniego ;-) Me alegro que te gustara la entrada, Nesdy. Creo que una de las mejores formas de obligarme a escribir es olvidarme un poco de la actualidad del cine de estos días e ir anotando pequeñas cosas sobre el poco cine que estoy viendo en este demoledor agosto de libros y trabajo administrativo...

Si, es muy posible que Cyrano te acompañe el resto de tu vida. Yo siempre la he llevado dentro y, de vez en cuando, como el domingo, sube y me recuerda que aun sigo siendo muchas de las cosas que a veces olvido que soy o pretendo olvidar... Es una de sus virtudes. Es estupendo además que la descubrieras en francés: son dos películas distintas - aunque igualmente disfrutables - en francés y en su excelente (pese a su enorme dificultad) doblaje al castellano... para agradecerselo a tu profesora de francés el resto de tu vida.

Hablaremos más adelante de los piratas, sin duda ¿Sabes que el mayor aluvión de cartas (quejandose) que he recibido nunca de mis lectores fue por la crítica que escribí en La Butaca sobre Piratas del Caribe: La Maldición de la Perla Negra? Puedes echarle un vistazo (y crucificarme de paso si eres de las que aman la peli) en este link:
http://www.labutaca.net/films/18/piratasdelcaribe12.htm

Un beso y gracias por estar por ahí

Nesdy dijo...

Siempre ando al acecho de blogs de cine en los que comentar ;) Una pregunta: te importa si pongo un link a tu blog en el mío??

Con respecto a los Piratas, soy de las que se saben la película de alante para atrás, en inglés y español, con o sin comentarios en audio. Pero no voy a crucificarte. Para gustos, colores.

Gracias por pasarte por mi blog ^^

Un beso ;)

David Garrido Bazán dijo...

Anda, pues claro que no me importa que pongas un link en tu blog. Todo lo contrario, encantado de la vida.

Yo también tengo que hacer lo mismo - jo, ya ni me acuerdo como se hace eso de modificar el blog para poner links... creo que no he cambiado el mío desde que lo empecé...-, pero es que me paseo menos por los blogs que Santiago Segura por los dramas de época y así, es complicado comentar cosas...

Esta mañana tenía un rato libre en el curro y he aprovechado para darme un paseo por tu blog y curiosear un rato. La verdad es que me he divertido (me gusta el estilo, muy libre y muy ameno, además de que tienes golpes estupendos) y por eso me he animado a dejarte algunos comentarios...

Trataré de perseverar, pero me esperan tres semanas muy duras (¡dos últimas asignaturas para licenciarme, ahí voy!) y creo que estaré un poco missing lo que queda de agosto.

Besos para ti también

D.

PD: un día, via e-mail mejor, me tienes que enseñar como se hace eso de poner música en los comentarios. Es estupendo