Siempre he creído que el Festival de Cine Inédito de Mérida ha de ser un viaje que aporte algo más que el habitual carrusel de historias y emociones que ofrece la pantalla. Hay algo de obligación moral en ese sentido: uno tiene que ponerse en el lugar del espectador que acuda día tras día al Festival y pensar si al final de ese viaje las distintas películas de la Sección Oficial le habrán proporcionado una visión de conjunto que de alguna forma haya ensanchado su percepción del mundo, enriquecido su conocimiento del mismo. El cine es por supuesto emoción y entretenimiento, pero eso no está reñido con el reto continuo que supone enfrentar nuestra forma de entender la vida con las historias que disfrutaremos en esta edición.
El viaje de este año es Europa, ese inabarcable espacio político, social e histórico que nos rodea y del que formamos parte. No es más que un pequeño atisbo, un pestañeo ante una realidad compleja y diversa que muta ante nuestros ojos con enorme rapidez mientras se sostiene sobre la sólida base de la Historia, de sus valores compartidos, de una diversidad apabullante que sin embargo parece empeñada en encontrar una identidad común donde reconocerse.
Hay una línea invisible que une varias películas del Festival a través del conflicto. En La Cinta Blanca Haneke nos propone que nos sumerjamos en un pequeño pueblo alemán de principios del siglo XX y tratemos de encontrar algunas claves sobre cómo pudo surgir la mentalidad que años más tarde daría lugar a ese monstruo que asoló Europa. Honeymoons sin embargo nos habla de conflictos más recientes: la herida de Kosovo sigue abierta y sus consecuencias afectan a serbios y albaneses convirtiéndoles en ciudadanos de segunda enfrentados entre sí en esa Europa que estamos construyendo. Cinco Minutos de Gloria nos habla desde Irlanda de superar esas heridas, de la dificultad para encontrar el camino del perdón que venza al rencor y la venganza. Y todo desemboca en la imprescindible Los Caminos de la Memoria que nos obligará a revisar nuestro sentido de la justicia, nuestro compromiso moral de no dejarnos llevar por el olvido. Europa se ha forjado en el conflicto: sus orígenes, sus consecuencias, su superación, su memoria… todo es parte de nuestra herencia, de nosotros mismos.
También está la forma en que crecemos, en que nos relacionamos, en lo que creemos. Ahí está La Isla Interior para hablarnos del aislamiento emocional y la locura, del peso de las herencias familiares que condicionan nuestra existencia. O El Erizo, deliciosa película sobre las apariencias, nuestra necesidad de protegernos y la forma en la que debemos aprender a correr riesgos, a abrirnos sin miedo a las ideas o los sentimientos del otro. Por último, Lourdes habla de la religión católica, un pilar básico en la construcción de Europa. Una mirada tan respetuosa como ambigua llena de sutilidad e inteligencia que sin duda está destinada a generar debate y polémica.
Otra cosa que también merece la pena destacar de esta selección de títulos es la variedad de emociones que proporciona. Por la temática que manejan podría pensarse de forma errónea que se trata de un conjunto de obras extremadamente serias, ásperas, pasto abonado de sesudos cinéfilos lejos del alcance del espectador común. Nada más lejos de la realidad: no es drama y afán de conocimiento todo lo que reluce, sino mucho, mucho más. Y todo el mundo, sin excepción, puede disfrutar de estas propuestas.
Les aseguro que en este Festival habrá momentos de la más pura comedia como los que surgen de los peculiares comportamientos de los atribulados protagonistas de La Isla Interior, se desconcertarán ante la clarividencia con la que una niña ve el mundo muy a menudo carente de sentido de los adultos y vibrarán con el renacer de sentimientos largamente olvidados con El Erizo, podrán disfrutar al máximo de la música, el baile y las ganas de vivir tan características de los Balcanes en Honeymoons, sentirán a fondo el carrusel de géneros que proponen los distintos autores de La Noche del Cine Extremeño, serán seducidos por el sutil uso de la ironía y el peculiar sentido del humor que recorre el metraje de la ambivalente Lourdes o pasarán en un suspiro de la risa al dolor siguiendo al atacado personaje de James Nesbitt en Cinco Minutos de Gloria.
Disfruten de este privilegio. Quizás mirando a esta Europa diversa y contradictoria aprendan algo sobre sí mismos. Les aseguro que emociones no les van a faltar a lo largo del viaje.
El viaje de este año es Europa, ese inabarcable espacio político, social e histórico que nos rodea y del que formamos parte. No es más que un pequeño atisbo, un pestañeo ante una realidad compleja y diversa que muta ante nuestros ojos con enorme rapidez mientras se sostiene sobre la sólida base de la Historia, de sus valores compartidos, de una diversidad apabullante que sin embargo parece empeñada en encontrar una identidad común donde reconocerse.
Hay una línea invisible que une varias películas del Festival a través del conflicto. En La Cinta Blanca Haneke nos propone que nos sumerjamos en un pequeño pueblo alemán de principios del siglo XX y tratemos de encontrar algunas claves sobre cómo pudo surgir la mentalidad que años más tarde daría lugar a ese monstruo que asoló Europa. Honeymoons sin embargo nos habla de conflictos más recientes: la herida de Kosovo sigue abierta y sus consecuencias afectan a serbios y albaneses convirtiéndoles en ciudadanos de segunda enfrentados entre sí en esa Europa que estamos construyendo. Cinco Minutos de Gloria nos habla desde Irlanda de superar esas heridas, de la dificultad para encontrar el camino del perdón que venza al rencor y la venganza. Y todo desemboca en la imprescindible Los Caminos de la Memoria que nos obligará a revisar nuestro sentido de la justicia, nuestro compromiso moral de no dejarnos llevar por el olvido. Europa se ha forjado en el conflicto: sus orígenes, sus consecuencias, su superación, su memoria… todo es parte de nuestra herencia, de nosotros mismos.
También está la forma en que crecemos, en que nos relacionamos, en lo que creemos. Ahí está La Isla Interior para hablarnos del aislamiento emocional y la locura, del peso de las herencias familiares que condicionan nuestra existencia. O El Erizo, deliciosa película sobre las apariencias, nuestra necesidad de protegernos y la forma en la que debemos aprender a correr riesgos, a abrirnos sin miedo a las ideas o los sentimientos del otro. Por último, Lourdes habla de la religión católica, un pilar básico en la construcción de Europa. Una mirada tan respetuosa como ambigua llena de sutilidad e inteligencia que sin duda está destinada a generar debate y polémica.
Otra cosa que también merece la pena destacar de esta selección de títulos es la variedad de emociones que proporciona. Por la temática que manejan podría pensarse de forma errónea que se trata de un conjunto de obras extremadamente serias, ásperas, pasto abonado de sesudos cinéfilos lejos del alcance del espectador común. Nada más lejos de la realidad: no es drama y afán de conocimiento todo lo que reluce, sino mucho, mucho más. Y todo el mundo, sin excepción, puede disfrutar de estas propuestas.
Les aseguro que en este Festival habrá momentos de la más pura comedia como los que surgen de los peculiares comportamientos de los atribulados protagonistas de La Isla Interior, se desconcertarán ante la clarividencia con la que una niña ve el mundo muy a menudo carente de sentido de los adultos y vibrarán con el renacer de sentimientos largamente olvidados con El Erizo, podrán disfrutar al máximo de la música, el baile y las ganas de vivir tan características de los Balcanes en Honeymoons, sentirán a fondo el carrusel de géneros que proponen los distintos autores de La Noche del Cine Extremeño, serán seducidos por el sutil uso de la ironía y el peculiar sentido del humor que recorre el metraje de la ambivalente Lourdes o pasarán en un suspiro de la risa al dolor siguiendo al atacado personaje de James Nesbitt en Cinco Minutos de Gloria.
Disfruten de este privilegio. Quizás mirando a esta Europa diversa y contradictoria aprendan algo sobre sí mismos. Les aseguro que emociones no les van a faltar a lo largo del viaje.
2 comentarios:
Buenas David
Acabo de descubrir tu blog y quiero felicitarte por el Festival, una vez más y para mí, un evento que me tiene enganchado, pues es el cine una de mis pasiones, y de calidad además, me llena y relaja. Este año solo he visto La cinta blanca y La isla interior, y ambas me han dejado hundido en la butaca del Alcazaba. Increíbles. Sólo podré asistir el martes y el jueves al resto del evento, pero espero que siga creciendo y animo a todos los organizadores a que eso suceda, porque es de los "tesoritos" que tiene el panorama cultural emeritense: un evento honesto, de calidad y realizado (se ve a todas luces, con pasión) Un saludo
Gracias por tus palabras, Chesku. Intentamos transmitir esa pasión y creo que lo hemos conseguido en bastantes ocasiones a lo largo de este Festival en el que sin duda muchos han vivido emociones de lo más intenso y quizás aprendido algo sobre Europa y sobre sí mismos.
Sabemos que tenemos un buen producto entre las manos, que el Festival de Cine Inédito de Mérida es una propuesta tan sólida en su concepción que lo único que necesita para seguir creciendo es contar cada vez con un mayor apoyo, tanto económico como personal. Mi compromiso con él es absoluto y lo seguirá siendo mientras haya gente como tú a la que hagamos disfrutar del mismo. Eso puedo garantizártelo.
Me gusta mucho que hayas utilizado el término honesto para definirlo. Creo que la honestidad es uno de los valores en los que más pienso a la hora de seleccionar los títulos que veis. Sería fácil escoger otros con temáticas más suaves, que ganarían más facilmente el apoyo del público. Pero para un programador la honestidad consiste en una cierta obligación moral de descubrir determinadas obras al público, eso lo tengo siempre muy presente.
Seguiremos compartiendo la pasión. Un abrazo y de nuevo, gracias por tus reflexiones.
David Garrido
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