Reconozcamos de entrada que una propuesta como The Blind Side pone los pelos como escarpias: temible historia basada en hechos reales que cuenta cómo una familia adinerada del sur de EE.UU. decide sacar de la calle a uno de esos miles de negros desfavorecidos por la fortuna, una suerte de gigante bonachón incapaz de hacerle daño a una mosca y con serios problemas de aprendizaje que gracias a ser acogido como uno más en tan cristiana y abnegada familia recibe no solo una educación apropiada sino que es capaz de desplegar sus innatas habilidades para jugar al fútbol americano hasta convertirse hoy en día en uno de los tackle ofensivos más apreciados de la NFL, la liga profesional de dicho deporte. Solo con echar un ojo a semejante argumento es natural sentir cierta aprensión ante una película que se diría ideal para un telefilme de sobremesa de esos con los que sestear en el sillón orejero del salón, pero hay un par de detalles que despiertan la curiosidad: uno es el Oscar a la Mejor Actriz que le valió a Sandra Bullock y otro es su descomunal recaudación en los USA, algo inhabitual para este tipo de películas.
Para empezar, resulta evidente que The Blind Side funciona porque es una película conservadora, tradicional, escasamente original y sobre todo, la mayor abanderada del buen rollo que pueda haberse visto en una pantalla en años. Llámenme cínico pero resulta imposible no sentir cierta repulsión ante una propuesta cuyos héroes son una familia tan, tan abnegada y cristiana en el buen sentido del término que por momentos se diría que son como personajes animados de una película Disney convertidos en carne y hueso. Es cuanto menos difícil de creer, aun y cuando sepamos que estamos ante una historia real, que la adquisición por parte de esa familia bien de un angelote de dos metros bien crecidito y procedente de un barrio marginal no genere la más mínima tensión durante todo el proceso, tan suave como si los Tuohy fueran una versión incluso mejorada de aquellos insufribles Ingalls de La Casa de la Pradera.
Su director, John Lee Hancock, hace virguerías para mantener el trasfondo marginal del pasado de Michael Oher casi al margen de dicho protagonista y simplifica la historia – bajo la que subyace el tema fundamental de las enormes diferencias sociales y económicas que aun existen entre blancos y afroamericanos en los USA - hasta el punto que sea comprensible y aceptable por el espectador menos exigente, que puede tener la impresión de hallarse ante un cuento de hadas que como efectivamente tuvo lugar lanza un mensaje muy positivo de cara al futuro social de aquel país. Un espejismo que olvida que tan inusitada historia es siempre la excepción y nunca la norma.
Después está la Bullock, que es como un huracán. Hay que reconocer que está fantástica en su papel de pija sureña, esposa dominante, madre abnegada y fiera cuando se trata de defender a sus retoños y hábil manipuladora para conseguir lo que desea, ya sea abrir el corazón de Michael o la forma de encauzar las habilidades de éste para el fútbol. Su Oscar trae reminiscencias de aquel mismo premio que consiguió Julia Roberts por un papel similar en Erin Brockovich y no tanto por las faldas apretadas o los estupendos escotes, sino por el descaro con el que maneja a su antojo todo lo que sucede en pantalla.
Resulta imposible apartar los ojos de ella y eso, tratándose de una actriz como la Bullock capaz de lo mejor y de lo peor en un mismo año, ya es mucho decir. Sin embargo y aun reconociendo los méritos de un papel en el que a veces parece hallarse al borde mismo de la caricatura sin franquearlo jamás, me resulta increíble que este Oscar no fuera para la maravillosa Carey Mulligan de An Education.
En todo caso, resulta un tanto inquietante, o quizás no, que The Blind Side, con su retahíla de lugares comunes sobre la salida de la miseria a través de la educación, el deporte y el cristianismo compasivo haya alcanzado tal éxito en la América de Obama. Deben estar muy ansiosos de creer en tan improbables cuentos de hadas. Servidor solo puede enarcar una ceja incrédula ante tan azucarado y previsible relato de superación.
Este artículo se publicó el Lunes 21 de Junio en el periódico gratuito Voz Emérita
Para empezar, resulta evidente que The Blind Side funciona porque es una película conservadora, tradicional, escasamente original y sobre todo, la mayor abanderada del buen rollo que pueda haberse visto en una pantalla en años. Llámenme cínico pero resulta imposible no sentir cierta repulsión ante una propuesta cuyos héroes son una familia tan, tan abnegada y cristiana en el buen sentido del término que por momentos se diría que son como personajes animados de una película Disney convertidos en carne y hueso. Es cuanto menos difícil de creer, aun y cuando sepamos que estamos ante una historia real, que la adquisición por parte de esa familia bien de un angelote de dos metros bien crecidito y procedente de un barrio marginal no genere la más mínima tensión durante todo el proceso, tan suave como si los Tuohy fueran una versión incluso mejorada de aquellos insufribles Ingalls de La Casa de la Pradera.
Su director, John Lee Hancock, hace virguerías para mantener el trasfondo marginal del pasado de Michael Oher casi al margen de dicho protagonista y simplifica la historia – bajo la que subyace el tema fundamental de las enormes diferencias sociales y económicas que aun existen entre blancos y afroamericanos en los USA - hasta el punto que sea comprensible y aceptable por el espectador menos exigente, que puede tener la impresión de hallarse ante un cuento de hadas que como efectivamente tuvo lugar lanza un mensaje muy positivo de cara al futuro social de aquel país. Un espejismo que olvida que tan inusitada historia es siempre la excepción y nunca la norma.
Después está la Bullock, que es como un huracán. Hay que reconocer que está fantástica en su papel de pija sureña, esposa dominante, madre abnegada y fiera cuando se trata de defender a sus retoños y hábil manipuladora para conseguir lo que desea, ya sea abrir el corazón de Michael o la forma de encauzar las habilidades de éste para el fútbol. Su Oscar trae reminiscencias de aquel mismo premio que consiguió Julia Roberts por un papel similar en Erin Brockovich y no tanto por las faldas apretadas o los estupendos escotes, sino por el descaro con el que maneja a su antojo todo lo que sucede en pantalla.
Resulta imposible apartar los ojos de ella y eso, tratándose de una actriz como la Bullock capaz de lo mejor y de lo peor en un mismo año, ya es mucho decir. Sin embargo y aun reconociendo los méritos de un papel en el que a veces parece hallarse al borde mismo de la caricatura sin franquearlo jamás, me resulta increíble que este Oscar no fuera para la maravillosa Carey Mulligan de An Education.
En todo caso, resulta un tanto inquietante, o quizás no, que The Blind Side, con su retahíla de lugares comunes sobre la salida de la miseria a través de la educación, el deporte y el cristianismo compasivo haya alcanzado tal éxito en la América de Obama. Deben estar muy ansiosos de creer en tan improbables cuentos de hadas. Servidor solo puede enarcar una ceja incrédula ante tan azucarado y previsible relato de superación.
Este artículo se publicó el Lunes 21 de Junio en el periódico gratuito Voz Emérita
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