lunes, marzo 06, 2006

OSCARS 2006: La resaca

OSCARS 2006: LA VIDA TE DA SORPRESAS, SORPRESAS TE DA LA VIDA

Fue una conmoción. Un leve momento de duda en el semblante del gran Jack anticipó lo que iba a pasar. Saboreó el momento, pronunció Crash y esperó la reacción del auditorio, que respondió de manera enfervorizada. Entre otras cosas porque, como muy bien había apuntado chuscamente Jon Stewart en su presentación, eran pocos los actores presentes en la sala que no estaban en el reparto de la peli de Paul Haggis. Mientras unos no podían disimular su alegría, los miembros de Brokeback Mountain se quedaban con la cara de tontos de aquellos a quien les ponen un caramelo en la boca – el Oscar a Mejor Director a Ang Lee anticipaba su triunfo, ya que director y película, aunque no siempre es así, suelen ir de la mano - para arrebatárselo en el último momento ante el jolgorio y la incredulidad generalizada. Si, si, a la vez: tan favorita era BBM que ni los responsables de Crash se creían que acababan de recibir el Oscar a la Mejor Película.
¿Por qué ganó Crash? Hay una respuesta sencilla a la vez que compleja: para empezar, cuatro de las cinco películas nominadas – Capote siempre fue la quinta rueda – eran películas estupendas, más que notables, y cualquiera de ellas tenía argumentos de sobra para alzarse con el premio gordo. En una competición tan reñida como ésta, hay que recordar tres cosas 1) Crash es una película, por encima de cualquier otra consideración, de actores, de muchos y estupendos actores en una esplendida interpretación coral que ya fue premiada por el sindicato de actores como la mejor actuación conjunta de este año hace unas semanas; 2) Los actores son, de largo, el gremio más numeroso de los académicos: aproximadamente un tercio de sus miembros son actores; 3) Por si esto fuera poco, estamos hablando de una película que se estrenó en los USA ¡en mayo del 2005! Y que ya había hecho toda su carrera comercial – incluso ha salido en DVD – cuando fue recuperada para la carrera de los Oscars. Da que pensar ¿no? Además, esto último permitió a los responsables de una película que en su momento había costado 7 millones de dólares gastarse 6 millones – obviamente de los beneficios que dejó el filme – en publicidad y en remitir copias mucho más interesantes de los DVD a todos y cada uno de los Académicos. Y a esperar: había un runrún que situaba a Crash como la película por la que votar sin problemas de conciencia – su calidad estaba fuera de toda duda – si las otras opciones parecían mucho más incómodas. Y funcionó, vaya si funcionó.
Hay voces que sin duda se alzarán diciendo que la Academia ha hecho un precioso trabajo de lavado de imagen. Precioso e incompleto porque después de nominar las películas más arriesgadas del año en la mejor cosecha que se recuerda desde hace décadas, al final ha ninguneado ampliamente a las dos películas más delicadas políticamente – Munich, caballo de batalla del siempre temible lobby judío, ese que ha debido conseguir que la magnífica Paradise Now se quede sin un Oscar que parecía cantado y Buenas Noches y Buena Suerte, la que resultaba más incómoda por sus claros paralelismos con la situación política actual con respecto a algunos comportamientos de la Administración Bush y de la complaciente prensa en general – y ha repartido con eficacia (tres oscars para cada una) los oscars entre Brokeback Mountain y Crash. No se si eso será así, pero me inclino a pensar lo de siempre: manipular a más de cinco mil personas para que voten en un determinado sentido debe ser francamente difícil. Creo, si, que Crash es una película que levanta menos ampollas que el amor homosexual de Brokeback Mountain y que, pese a que también trata temas delicados – hay que ver el autoanálisis que obliga a hacerse a uno a la salida del cine – su final algo más complaciente crea menos problemas de conciencia e, insisto, es lo suficientemente buena como para poder defenderse por si sola ante cualquier crítica.
¿Mi opinión al respecto? Pues que no comparto el entusiasmo que percibo por Crash, película inteligente, muy bien construida, pero que toma un modelo coral ya visto (y reconozcámoslo, mucho mejor) en películas como Short Cuts o Magnolia y lo pone al servicio de un tema con mucho gancho, sin duda, pero cuyo resultado, por bueno que sea, a un servidor le interesa mucho menos que lo que se cuenta en Brokeback Mountain, Munich o Buenas Noches y Buena Suerte. Dicho aun más claro: Crash me gustó mucho, sí, pero solo estaba por encima de Capote en mis preferencias personales. Así pues sí, tengo la sensación que la Academia se mojó mucho y bien en sus nominaciones, pero se quedo corta en los premios.
Por lo demás, hay que decir que la ceremonia transcurrió sin sobresaltos. Jon Stewart estuvo francamente bien en su monólogo inicial – el comienzo, con el clip de los antiguos presentadores y el doble gag de la cama con Halle Berry y George Clooney fue de gran altura – y aunque se echó de menos que fuera más incisivo políticamente, al menos no pecó nunca de mal gusto y tuvo algún que otro golpe antológico (ver La Otra Crónica en el siguiente mensaje). Los premios caían según lo previsto: técnicos para King Kong, artísticos para Memorias de una Geisha, los de interpretación para Clooney, Weisz, Seymour Hoffman y Witherspoon y dentro de la corrección general – incluso las mujeres estuvieron de lo más comedidas y discretas en sus atuendos, más proclives a evitar las críticas que de correr riesgos – solo chirriaba alguna que otra cosa difícil de entender, como el premio a la Mejor Canción de ese horror hiphopero que se impuso a la baladita a lo Aimee Mann de Crash y al tema country de Dolly Parton y algún que otro premio abierto a cierta discusión.
Por ejemplo, a un servidor no le convenció nada ni la Mejor Fotografía (creo que había trabajos mucho mejores que el esteticista trabajo de Dion Beebe en Memorias de una Geisha… hasta tres hubiera puesto yo por delante) ni el Mejor Montaje, categoría mi claro preferido era (y sigue siendo) Michael Kahn por Munich y donde la Academia perdió una gran oportunidad de evitar que el filme de Spielberg se fuera de vacío, lo que se me antojó demasiado castigo para una película estupenda. Hubo premios, como la BSO de Gustavo Santaolalla para Brokeback Mountain, que pueden aceptarse sin problemas pese a que uno se incline un poco por otros nominados – ya sabéis que aquí también Munich era mi partitura preferida – porque la belleza del leit motiv de la peli de Ang Lee no se discute, pero hubo otros que si me hicieron rebelarme bastante como el Documental (¿de verdad El Viaje del Emperador y sus bonitos pingüinos es un documental mejor o más valioso que La Pesadilla de Darwin, Enron o Murderball? Hmmm… a ver si va a ser cierto que en esta edición la Academia no estaba por meterse en berenjenales) o la peli extranjera.
Y en esto llegaron los premios de Guión. Y la concesión del adaptado a Brokeback Mountain y el original a Crash (último tren para Buenas Noches y Buena Suerte, aunque creo que es justo reconocer la valía del trabajo de Haggis) mantenía las espadas en alto. Ang Lee hizo buenos los pronósticos y condenó al vacío a Munich arrebatándole su mejor posibilidad (no diré que sea injusto: creo que es el mejor trabajo de la filmografía de Lee y eso es mucho decir) y todo parecía propicio para la fiesta de Brokeback Mountain. Pero entonces Jack abrió el sobre… y demostró que los Oscar, para bien o para mal, guste más o guste menos, aun guarda cierta capacidad de sorpresa. Bien por ellos en esta gran cosecha del 2006, pese a que tengo serias reservas sobre algunos de los premiados.

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