domingo, junio 20, 2010

CINES DEL SUR 2010 Parte I: Palmares

Hace ya cuatro años que arrancó uno de los Festivales más hermosos y apreciados por el que suscribe estas líneas. Una propuesta coherente y poderosa que aúna películas procedentes de las filmografías asiáticas, oceánicas, africanas, latinoamericanas y de los países que componen Oriente Medio e incluso el sur de Europa. Me maravilla comprobar como año tras año la programación diseñada por Alberto Elena y Mirito Torreiro con la colaboración de gente como Maria Luisa Ortega o Esteve Riambau mantiene un altísimo nivel de calidad y exigencia, no solo en las obras a concurso Sección Oficial sino en las numerosas secciones paralelas y retrospectivas. Acudo a mi cita anual con Granada y aunque, como de costumbre, me siento frustrado tanto por tener que volver antes de que termine como por no poder ver todo lo que me gustaría de una oferta tan apetitosa, siempre, siempre compensa. Con los años, he descubierto que no se trata solo de las películas: también de la gente que lleva ese Festival, de los que acudimos año tras año a esa cita, del placer que supone estar en Granada disfrutando buen cine en mi buena compañía. Vamos con el Palmarés de este año.

SECCIÓN OFICIAL

Alhambra de Oro a la Mejor Película: THE FAMOUS AND THE DEAD (Os famosos e os duendes da morte, Esmir Filho, Brasil)


A primera vista, el debut en el largometraje del prometedor cineasta Esmir Filho, que ya había cosechado numerosos premios con sus cortos Alguna Coisa Assim y Saliva, podría confundirse con una simple película más sobre la sempiterna angustia de ser adolescente. Su protagonista, un joven de 16 años obsesionado con Bob Dylan que tiene un blog llamado Mr. Tambourine Man, pasa las horas muertas en un pueblecito perdido del interior de Brasil, fumando hierba con su mejor amigo, enredando en Internet y fantaseando tanto con una chica de apariencia fantasmal que aparece de forma recurrente en su mente (¿imaginación?¿recuerdos?¿fantasías?) como con la posibilidad de escapar de ese lugar donde por cierto hay una malsana tendencia a suicidarse arrojándose desde un vetusto puente sobre el río.

Sin embargo, hay algo atrayente en la extraña poética de un autor que mezcla videocreación con realismo en su afán de hacernos participes de la sensación de desasosiego de un adolescente que siente no pertenecer a ningún sitio y cuyo destino parece en parte ligado al de un personaje inquietante, protagonista asimismo de algunos de los cortos de la chica que le obsesiona (¿antiguo novio?¿actor?¿asesino?). Por momentos la película de Filho tiene algo de desesperante y puede ponerse algo plastita… pero no es menos cierto que los puntos de fuga de la historia consiguen enganchar al espectador con algunas imágenes e ideas de puesta en escena de lo más sugerente.
El resultado es una película desequilibrada pero por momentos fascinante en el que la nostalgia, la muerte, la ensoñación, la soledad y el desapego por lo cotidiano son elementos de una extraña poesía, como una melodía que bien puede no ser del gusto de todos – a mi por ejemplo no me satisface por completo, aunque le reconozco cierto mérito – pero que persigue una cierta vocación autoral a la que convendría seguirle la pista. Por cierto, uno de los puntos fuertes de la película es su BSO, compuesta en su práctica totalidad por temas de un tal Nelo Johann.



Alhambra de Plata a la Mejor Dirección y Premio del Público: THE TIME THAT REMAINS (Le Temps Qu’Il Reste, Elia Suleiman, Palestina/Francia)

¿Se puede uno enfrentar al horror con el único arma del desconcierto? Elia Suleiman cree firmemente que sí, a juzgar por las películas que componen su filmografía. Para el autor de Crónica de una Desaparición e Intervención Divina no hay mejor forma de hacer frente a la sangrante herida de su país natal Palestina en su eterno e inacabable conflicto con los israelíes que el humor teñido de cierto desconcierto y a ello se aplica con fruición, superponiendo su mirada como director a su propia mirada como personaje cuando irrumpe en escena, como si de una reencarnación del mejor Búster Keaton se tratara, observando lo que sucede a su alrededor de forma tan impávida como tierna, incluso cuando se trata de sucesos a priori poco susceptibles de ser tomados a broma.

El Tiempo Que Nos Queda es una película autobiográfica: arranca en su ciudad natal, Nazaret, en 1948, durante la invasión israelí, la dolorosa Nakba que obligó a tantos a huir de Palestina en dirección a Joradania. En Nazaret se quedó Fuad, futuro padre del director, formando parte de esa minoría extraña del estado israelí, su población árabe, que en ciudades como Nazaret es incluso mayoritaria respecto a los propios judíos. La historia de la película es la historia de la propia familia de Elia Suleiman, la forma en la que trataron de adaptarse a la nueva situación, sobreviviendo como extraños en una tierra que antaño fue suya y que ya nunca volverá a serla pero asimismo desde una perspectiva tranquila, resignada, nada combatiente.

De hecho la película no es sino una sucesión de secuencias familiares a lo largo de los años, una cuidadosa y medida repetición de momentos y situaciones que componen una mirada entrañable repleta de ternura por el pasado del realizador que en un momento determinado del metraje vuelve al que fue su hogar para asistir a su madre anciana y se convierte en un personaje más del filme, proporcionando un gozoso juego de dobles miradas sobre una misma situación. Suleiman encuadra cada plano con un mimo impresionante, se mantiene fiel de forma insobornable al poder del plano fijo y juega con el sonido y el fuera de campo de forma absolutamente magistral para, con el uso continuo de un surrealista y maravilloso sentido del humor – cercano a Keaton, pero también a Tati -, acabar desarmando por completo al espectador, que no puede hacer otra cosa que rendirse ante la humanidad que destilan personajes y situaciones, por momentos conmovedora como en la hermosa escena del fallecimiento del padre.

Alguien debería hacer coincidir en una mesa redonda a Elia Suleiman con otros trabajadores del humor y del plano fijo como Aki Kaurismaki o Roy Andersson. Sin duda que sería sumamente interesantes. De momento, yo me quedo con escenas inolvidables como la persecución por parte del cañón de un tanque israelí a un palestino que habla por el móvil caminando arriba y abajo sin hacer ni el más mínimo caso del blindado que le sigue de forma pertinaz, la señora con un cochecito de bebé que interrumpe una refriega de Intifada y que responde al grito de los soldados israelíes que la conminan a irse a su casa con un “¡Iros vosotros a vuestra casa!” o un inverosímil salto con pértiga del muro construido por Israel… a cargo del propio director. Y es que debe ser verdad que no hay mejores armas contra el horror cotidiano que el humor y el desconcierto, por mucho que irrite a algunos. Fue la película que más me gustó de todo lo que vi en Granada. Y no solo por la desopilante versión de Staying Alive de los créditos finales…



Alhambra de Bronce. Premio Especial del Jurado: ADRIFT (Choi Voi, Bui Thac Chuyen, Vietnam)

Esta es una película que venía avalada por el Premio Fipresci del pasado Festival de Cine de Venecia y el éxito mayúsculo obtenido en su país de origen, un Vietnam que todavía se haya tan dominado por la estricta observación de la moral y los valores tradicionales que mostrar o siquiera insinuar algo de sexo o simple erotismo en sus películas nacionales es motivo de polémica y por supuesto, muy rentable en taquilla. Adrift narra la historia de Duyen, una hermosa joven que tras apenas tres meses de noviazgo contrae matrimonio con un joven taxista, Hai, dominado por su madre, inmadura y pelín inapetente que no parece especialmente interesado en consumar el matrimonio con su bella esposa, que pronto se ve abocada a la soledad, atrapada en una relación altamente insatisfactoria.

También está Cam, la prima de Duyen, una escritora lesbiana enamorada en secreto de ella que para provocar el despertar sexual de la joven y cargarse de paso su incipiente matrimonio la empuja a los brazos de un semental amigo suyo, chulazo ocasional. La evolución de esos amores tortuosos e ilícitos explora temas delicados como el lesbianismo o la infidelidad a través de un ritmo más que lento comatoso que no obstante sabe gracias a una hermosa fotografía y a la innegable belleza de los intérpretes inundar de sensualidad la pantalla. Por supuesto para los cánones occidentales el erotismo de Adrift puede resultar un tanto naif pero consigue retrotraernos al cine que predominaba hace unas décadas cuando el poder de la sugerencia aun no había sido completamente desplazado por la manía de mostrar todo de forma gratuita.

Personalmente reconozco que no entré del todo en el juego que Adrift proponía y me dejó más frío de lo que pretendía pero creo que en mi caso puede ser que influyera bastante lo insoportable que me resulta ese apocado protagonista masculino, Nguyen Duy Khoa, estrella juvenil de la música y la televisión de su país, cuya impasibilidad no solo hacia su esposa sino incluso hacia una vecina lolitesca que le enreda un poco me irritó sobremanera. No obstante, hay que reconocer que la propuesta vietnamita dirigida por Bui Thac Chuyen y ambientada para variar en Hanoi y no en el Saigon que nos es más familiar contiene momentos de delicada belleza y construye una atmósfera propicia a la poesía melancólica propia de la insatisfacción que puede resultar de lo más seductora (e incluso perversa) al espectador occidental.





Mejor Actriz: Denise Newman por Shirley Adams
(Shirley Adams, Oliver Hermanus, Sudáfrica)

Pues ahora que Sudáfrica es noticia por el omnipresente Mundial de Fútbol, resultó una curiosidad descubrir que los hermanos Dardenne, los autores de Rosetta, El Hijo o El Niño tienen un primo sudafricano en el director Oliver Hermanus, autor de este dramón terrible llamado Shirley Adams que narra la vida de una madre coraje en un suburbio deprimido de Ciudad del Cabo, dedicada en cuerpo y alma a cuidar día y noche de su discapacitado hijo Donovan, una victima fortuita de la violencia que recibió un disparo en un tiroteo entre bandas y que como consecuencia del mismo quedó tetrapléjico y sin el más mínimo deseo de seguir viviendo.

Abandonada por su marido, sin un trabajo que poder compaginar con la tarea de cuidar de su hijo y acuciada por el dinero que necesita para hacer frente tanto a los gastos de la casa como a las facturas médicas, Shirley Adams observa impotente como su mundo se desmorona poco a poco y no encuentra otra salida que sobrevivir a base de la caridad o de pequeños hurtos. Ni el apoyo de alguna amiga fiel o una voluntariosa y resultona terapeuta que quiere recuperar las ganas de vivir de Donovan conseguirán librarla de un destino bastante ominoso.

La columna vertebral de este tremebundo drama es su actriz principal, Denise Newman, que hace un trabajo impresionante encarnando a esa madre decidida a salvar a su hijo aun y en contra de sus propios deseos. El director Oliver Hermanus sigue en todo momento a la actriz con la cámara al hombro, bien pegada a su rostro o a su espalda en un naturalismo inspirado directamente en los logros de los Dardenne y consigue ponernos el corazón en un puño incluso aun cuando uno no tenga el ánimo suficiente para enfrentarse a tal destrozo emocional a primera hora de la mañana. Vamos, la película ideal para ir de buen rollo el resto del día. Sin embargo, el trabajo de Denise Newman es tan sobrecogedor que a partir de un determinado momento – la escena clave del autobús – uno se engancha a la película sin remedio. Acaso mejor sería decir que la película le coge a uno por las solapas y ya no lo suelta hasta su hermoso plano final.

Sin excesos narrativos ni desbarres sentimentales, pero profundamente emotiva, Shirley Adams consigue llegar al espectador y conmoverle sin que en ningún momento uno tenga la impresión de estar asistiendo a una propuesta demasiado forzada o especialmente manipuladora. Desarma con una naturalidad apabullante. Premio muy pero que muy merecido para la magnífica Denise Newman, que ha sabido dar vida a uno de esos personajes que todo actor quisiera clavar una vez en su vida.





Night and Fog es la única película de la Sección Oficial que no tuve ocasión de ver durante mi estancia en Granada así que no puedo discutir los méritos de Simon Yam para hacerse con la mención especial al Mejor Actor. Tampoco pude ver Messages From The Sea, la película egipcia dirigida por Daoud Abdel Sayed y ganadora del premio Mediterráneo por el que pugnaban las concursantes en la Sección Informativa del mismo nombre, asi que de ésta tampoco puedo darles más datos.

De momento lo dejo aquí. Reservo para un segundo post mis impresiones sobre las otras cinco películas vistas en la Sección Oficial que no consiguieron ninguna mención en el Palmarés así como alguna anécdota más digna de reseñarse... como el contenido de esa cnteresante conversación que tenía lugar en el momento de la foto entre el director de Cines del Sur Jose Sanchez Montes, el crítico argentino de El Amante Jorge Diez y el periodista de Dias de Cine Juan Carlos Rivas

1 comentario:

Luna dijo...

Madre mía, lo que se lo habrá currado el fotógrafo para conseguir una fotografía tuya hablando. Me ha sorprendido muchísimo, con lo tímido y apocado que eres…..¡ Venga ahora, en serio!, el que ha currado y se nota y se disfruta, has sido tú. Un abrazo.