Como siempre una vez que finaliza el año resulta un ejercicio interesante echar la vista atrás y seleccionar Lo Mejor del 2009 tanto en cine extranjero como en cine español. Quizás sea un impresión apresurada pero en líneas generales tengo la sensación que el año que acabamos de dejar atrás ha elevado el nivel de calidad respecto a años precedentes: solo en lo que se refiere a cine extranjero no me ha costado demasiado realizar una selección previa de una treintena de títulos, algo que no recuerdo que ocurriera en los últimos años. Algo parecido me ha sucedido con el cine español del 2009: aun faltándome por ver alguna que otra película fundamental, no he tenido que rebuscar mucho para recordar al menos quince títulos que me han parecido interesantes o dignos de mención. En fin, dejémonos de preámbulos y vamos con ello:
Resulta difícil resistirse a la magia del nuevo trabajo del maestro Miyazaki, una joyita llena de encanto que pueden disfrutar con igual deleite pequeños y mayores. La desbordante imaginación de Miyazaki al servicio de la historia de amor entre una obstinada pececilla y un niño de 5 años nos regaló momentos impagables - ¡esa cena con Ponyo descubriendo el infinito placer que proporciona la comida! – todo un mundo de fantasía oceánico al que rendirse maravillado y una pegadiza cancioncilla corolario de una enorme BSO del gran Joe Hisaishi. Conseguía reconciliarnos con su desarmante inocencia con esa pequeña parte de nosotros que aun se resiste a crecer del todo.
Ari Folman descubrió un día que no guardaba recuerdo alguno de su participación como soldado en la I Guerra del Líbano. Y decidido a tirar del hilo de su memoria huidiza, descubrió que la imposibilidad de asumir su participación indirecta en los terribles hechos que condujeron a la matanza de tres mil refugiados palestinos en los campos de Sabra y Chatila era la responsable de ese vacío. Conmocionado, decidió contar esa historia inventando de paso un nuevo género: el documental de animación. Mano a mano con el ilustrador David Polonsky, Folman utiliza las inmensas posibilidades narrativas de la animación para ofrecer una visión de la guerra cuya mayor inteligencia es saber dar con un tono propio hasta enfrentarnos con el horror del que ya hablaron Conrad y Coppola, ese horror que demuestra que el ser humano es perfectamente capaz de llevar a cabo las más terribles acciones contra sus semejantes sin el más mínimo atisbo de reparo moral. Vals con Bashir no solo es una película impresionante e imprescindible, es una valiosa innovación del lenguaje cinematográfico a través del cual Folman consigue, en ese valiente proceso personal de recuperar su propia conciencia, despertar la nuestra.
La enésima joya de Pixar correspondiente a este año consistía en una propuesta de alto riesgo: ahí es nada poner en pie un argumento que desgranado en unas cuantas líneas resultaba hasta algo estúpido y que sin embargo funciona a la perfección en una insuperable mezcla de humor, surrealismo, cine de aventuras y hasta drama por la pérdida: esa es la magia de Pixar, capaz en su atrevimiento de resumir toda una existencia y ofrecer a la vez una majestuosa lección del uso de la elipsis cinematográfica al comprimir en apenas cuatro minutos varias décadas de convivencia de una pareja en lo que sin duda es no solo una de las grandes secuencias del año, sino una de las escenas más maravillosas y emocionantes que han iluminado una pantalla en los últimos tiempos. Puro cine.
El triunfo de lo sencillo: un viudo apático y desilusionado de la vida conoce a una pareja de inmigrantes que se han establecido en su piso de Nueva York y en vista de su situación, les da una oportunidad para seguir viviendo allí sin saber que en realidad se la está dando a si mismo. Aprender a tocar el djembe, confiar, dejarse llevar, abrirse a nuevas experiencias, incluso al amor… y rebelarse ante lo arbitrario, lo injusto de una cultura del miedo que tanto daño ha hecho a la otrora conocida como Tierra de las Oportunidades. Richard Jenkins, eterno secundario, está inconmensurable en esta historia pequeña que acaba por hacerse grande, muy grande, en el corazón y la mente del espectador…
Probablemente la película más original del año, una mezcla irresistible de terror y ternura, un cuento de hadas glacial y desolado que tiene el atrevimiento de mezclar la calidez del despertar del primer amor con el horror que supone ser consciente que la criatura que inspira esos sentimientos está muy lejos de ser una niña convencional. Déjame Entrar es todo menos una película convencional, funciona a muy diversos niveles gracias a un excepcional sentido de la puesta en escena y del uso del off visual por parte de su realizador, que consigue una joya de sensaciones encontradas mientras construye esa relación de entendimiento y necesidad mutua que desemboca en un final tan prodigioso como coherente.
El autor de la impresionante Nadie Sabe consigue rescatar y poner al día el espíritu del mejor Ozu para narrar con una precisión y una facilidad envidiable los secretos, reproches y enfrentamientos soterrados de los miembros de una familia que se reúne un fin de semana para conmemorar el aniversario de la muerte del añorado hijo mayor. Ese relato subterráneo que jamás aflora al exterior – y menos en una sociedad en la que se cuidan tanto las apariencias como la japonesa – va quedando progresivamente claro en la mente del espectador sin que jamás haya que subrayar nada, sin dar una sola voz más alta que otra. Puede parecer fácil, pero no lo es en absoluto y alcanzar ese nivel de perfección narrativa no está al alcance de todos: Kore Eda consigue que absolutamente todos los personajes que desfilan por la pantalla queden retratados con sus virtudes, sus miserias y sus contradicciones mientras coreografía una puesta en escena prodigiosa para conjugar los muchos elementos con los que juega a la vez en una obra brillante, redonda, madura, sutil y a la postre enormemente bella sobre la que uno puede volver cuantas veces quiera para maravillarse con su inteligencia y su gusto por el detalle. Una obra maestra.
Más allá de este Top Ten habría que nombrar al menos estas otras diez notables películas del 2009: El Lector, Malditos Bastardos, El Imaginario del Dr. Parnassus, La Clase, Distrito 9, Donde Viven los Monstruos, El Curioso Caso de Benjamín Button, Gran Torino, El Desafío: Frost contra Nixon y Gigante. Y también habría que hacer una mención especial para Avatar, que si bien es una película cuya irregularidad y excesos me disuaden de incluirla entre las mejores del año, he de confesar que es uno de los espectáculos que más me han deslumbrado y alucinado en una sala de cine en el 2009, el año que siempre recordaremos porque fue cuando empezamos a ver las películas en 3D.
Pese a que en su momento supusiera una decepción personal por lo mucho que esperaba de ella, he de reconocer que Almodóvar sigue estando incluso en sus películas más desiguales unos cuantos peldaños por encima de la inmensa mayoría de los cineastas de este país. He de verla una segunda vez para confirmar esta sensación, pero con el paso del tiempo, reconozco que en mi recuerdo brillan más algunos de los buenos momentos de este sentido homenaje al cine y a sus creadores que sus desaciertos. Me quedo con Penélope Cruz rompiendo con José Luis Gómez mientras dobla a las espaldas de éste lo que está diciendo muda desde la pantalla, con el plano de unos amantes envueltos de forma sofocante en unas sábanas que se asemejan a un sudario, con los abrazos de unos amantes en una playa o en un sofá que no quieren romperse, con la brillantez de las escenas de Lola Dueñas, con la increíble belleza de la mejor BSO del año, rematada con ese A Ciegas que con los arreglos de Alberto Iglesias y en la voz de Miguel Poveda me sigue poniendo los pelos de punta… Almodóvar está en la encrucijada, si, pero Los Abrazos Rotos si está para mi pese a todos mis reparos entre lo más destacable del cine español del 2009.
Una de las sorpresas más agradables del año fue el descubrimiento de un cineasta con las ideas muy claras de lo que quiere transmitir con su trabajo, capaz de construir un discurso coherente e insobornable y llevarlo hasta sus últimas consecuencias con la complicidad de un Langui que borda su papel de discapacitado capaz de sobreponerse a todo simplemente porque, ay amigo, no quedan más huevos. La marginalidad vista no desde el morbo, sino desde el conocimiento, la honestidad y el respeto en una de las mejores historias que ha dado el cine español este año, un puñetazo encima de la mesa que a muchos nos dejó noqueados y con ganas de más. Este año he tenido el enorme privilegio de conocer un poco a Santiago y admirar su pasión por el cine, su entrega y su compromiso. Nos va a dar muchas grandes cosas en el futuro.
Algunos dirán que es pura ambición, pero mi corazón ama a los cineastas que se la juegan a fondo con cada película nueva que hacen. Amenábar pertenece a esa raza. Sigue los pasos de Kubrick sin disimulo, cambiando de género con cada nuevo proyecto y utilizando su enorme talento visual al servicio de una historia que nació, quien lo diría, de la pasión de su autor por la astronomía hasta convertirse en una compleja superproducción que reflexiona con inteligencia sobre los peligros, tan actuales hoy como entonces, del fanatismo y la intolerancia que surgen del fundamentalismo religioso. Con una magnífica Rachel Weisz convertida en los ojos y el alma de la película, Agora se embarca en un viaje por el conocimiento y la lucha rampante del cristianismo por hacerse con el poder político que aunque en algún momento puntual pueda faltarle algo de emoción para acabar de conquistar al espectador me parece que tiene el mérito incuestionable de sumergirle con enorme convicción en ese mundo, ese crisol de culturas, sectarismos y odios, entretenerle al tiempo que le obliga a reflexionar sobre nuestra triste condición como especie, hoy como entonces. No es poco logro.
Hay algo extremadamente inquietante en esta película: la identificación con esa bestia parda fascinante llamada Malamadre a la que obliga al espectador nos lleva por unos recovecos interiores francamente extraños. La interpretación de Luis Tosar resulta contundente, la evolución de esa relación de confianza y lealtad que desarrolla con el personaje de Alberto Ammán está bien contada y resulta creíble pero es en el poderío visual de la puesta en escena de Daniel Monzón, que da en esta película un enorme paso adelante respecto a su anterior filmografía, donde residen las mejores virtudes de una película que te agarra por el cuello desde el primer instante, te embarca en un viaje trepidante por terrenos desconocidos y no te suelta hasta su resolución, dejando un inmejorable sabor de boca en el zarandeado espectador, que sale convencido de haber asistido a un gran espectáculo donde hay asimismo espacio para la reflexión. Cine poderoso y estimulante, Celda 211 es uno de los grandes logros del año del cine español.
Borja Cobeaga tiene el mérito de haber hecho una película muy necesaria para muchos en la que podemos vernos reflejados como en un espejo y, lo que es más importante, ser capaces de reírnos abiertamente de nosotros mismos y nuestras tristes circunstancias. Su mezcla irresistible de crueldad y ternura, su descripción documental de algunos comportamientos destinados al fracaso o al sufrimiento en nuestro deseo de conseguir a mujeres inalcanzables nos quieren “pero solo como un amigo”, el fino trabajo del tan abrazable como asesinable pringado Gorka Otxoa, sus impagables gags a costa de Enrique Bunbury y su honestidad y coherencia final hacen de esta maravillosa y brutal comedia en opinión del que esto escribe la gran película española del año. Por motivos personales e intransferibles, claro, pero cuando a uno le tocan la fibra (y esta película me la toca sobremanera) pasa lo que pasa…
Más allá de estas cinco podríamos nombrar 25 Kilates, La Vergüenza, 3 Días con la Familia, Castillos de Cartón, la recientemente estrenada – corran a verla si aun tienen ocasión – Animales de Compañía, La Casa de mi Padre, Hollywood Contra Franco, [REC]2, Retorno a Hansala, Petit Indi… Creo sinceramente que el 2009 ha sido un año estupendo en lo que al cine español se refiere. Convendría hacer una mención especial a Planet 51, por el enorme mérito que tiene conseguir hacer una película así, aunque no pueda compararse (todavía) con un producto Pixar. También he de decir que, como todos los años y pese a mis deseos, aun tengo lagunas muy importantes en lo que al cine español se refiere: Gordos, V.O.S., After, Garbo el Espía...
En fin, esto es para mi lo más destacado del 2009... ¿y para vosotros?
CINE EXTRANJERO
10. PONYO EN EL ACANTILADO de Hayao Miyazaki (Japón)
Resulta difícil resistirse a la magia del nuevo trabajo del maestro Miyazaki, una joyita llena de encanto que pueden disfrutar con igual deleite pequeños y mayores. La desbordante imaginación de Miyazaki al servicio de la historia de amor entre una obstinada pececilla y un niño de 5 años nos regaló momentos impagables - ¡esa cena con Ponyo descubriendo el infinito placer que proporciona la comida! – todo un mundo de fantasía oceánico al que rendirse maravillado y una pegadiza cancioncilla corolario de una enorme BSO del gran Joe Hisaishi. Conseguía reconciliarnos con su desarmante inocencia con esa pequeña parte de nosotros que aun se resiste a crecer del todo.
09. REVOLUTIONARY ROAD de Sam Mendes (USA)
La novela de Richard Yates era desoladora. La película de Mendes le hace justicia. La vida, según a que alturas, no se deja coger tan fácilmente: de hecho, puede revolverse y llevárselo todo por delante, arrasar con el simple adocenamiento, la repetición, el conformismo, el conservadurismo, el miedo. Y de repente un día te levantas y puede que caigas en la cuenta de algo que posiblemente en el fondo siempre has sabido: no eres especial, sino como todos los demás. Ésta es tu vida y no te queda otra que aguantar con ella. O no. Revolutionary Road retrata con brillantez el reverso tenebroso de los sueños, es decir, la forma en la que la introducción de los mismos en unas vidas normales puede provocar la desdicha más absoluta. Di Caprio y Winslet están esplendidos, los que les rodean también. Provoca un terrible escalofrío pensar que lo que narra Revolutionary Road algún día también puede pasarte a ti. Y el último plano es de una crueldad y una dureza tal que se te queda grabado a fuego como uno de los momentos del año.08. CEREZOS EN FLOR de Doris Dörrie (Alemania)
Hay películas que uno selecciona entre sus favoritas del año por razones que tienen mucho más que ver con la emoción que son capaces de provocar que con cualquier otra consideración. Es el caso de Cerezos en Flor: navega con soltura en el difícil filo que separa sensibilidad de sensiblería y por momentos, parece a punto de descontrolarse y optar por el camino de la lágrima fácil. Pero muy al contrario, la sobria puesta en escena de Dörrie, un sólido guión que además de homenajear abiertamente a Cuentos de Tokio de Ozu no deja que la historia se desborde por lo lacrimógeno, la espléndida interpretación de un gran Elmar Wepper ganándose el cariño y la comprensión del espectador y la hábil colocación de algún sutil recurso humorístico para desengrasar cuando el drama amenaza con apoderarse de la función dan como resultado una película que consigue abrirse paso al corazón del espectador con una desarmante facilidad y hacer brotar genuina emoción en escenas tan hermosas como la que transcurre a los pies del Monte Fuji, donde puede experimentarse una suerte de catarsis de emotividad y dar rienda suelta a los sentimientos que llevan embargándonos gran parte del metraje.07. LOS MUNDOS DE CORALINE de Henry Selick (USA)
Los Mundos de Coraline es la prueba evidente de que, contrariamente a lo que muchos piensan, la animación artesanal tiene su hueco más allá del mundo digital y puede, con un gran uso del 3D, seguir conquistando al espectador siempre que esté al servicio de una buena historia y caiga en las manos de un autor capaz tanto de desplegar cantidades ingentes de imaginación como de no temblarle el pulso lo más mínimo al enlazar con una tradición que se ha venido perdiendo con el tiempo: no menospreciar la capacidad de los niños para entender los cuentos sin importar lo tenebrosos y oscuros que puedan resultar, algo que todos parecemos haber olvidado. Y es que Coraline es una película insólita y atrevida: siguiendo el original de Neil Gaiman, la negrura, el drama con tintes psicológicos y cierto toque de perversidad juguetona se conjuran con el talento visual de Selick para crear una de las propuestas más arrebatadoras y fascinantes del año.06. EL SECRETO DE SUS OJOS de Juan José Campanella (Argentina)
Campanella parece haber encontrado con esta más que notable película la formula ideal para, sin abandonar sus señas de identidad habituales, mezclar elementos nuevos procedentes de más géneros y arriesgarse a explorar las posibilidades que éstos ofrecen. Juega Campanella con el pasado y el presente para contarnos la historia de una obsesión que se entrelaza con la memoria sentimental de Expósito (soberbio Ricardo Darín) que recurriendo de nuevo a la mujer que dejó atrás en aquel tiempo para que le ayude a desenterrar el pasado, busca una forma no ya de ajustar cuentas con los responsables de un crimen no resuelto, sino consigo mismo y con los errores cometidos en una vida que, como se recuerda varias veces a lo largo del filme, no es otra sino la misma. Película de inolvidables personajes y diálogos, capaz de estremecer, emocionar y hacer reír a un tiempo, nos dejó de la mano de un secundario genial, ese borrachín brillante y leal interpretado por Guillermo Francella, una de las frases del año: “Se puede cambiar de nombre, de ciudad, de mujer y hasta de religión, pero uno no puede cambiar de pasión” Amen.05. VALS CON BASHIR de Ari Folman (Israel)
Ari Folman descubrió un día que no guardaba recuerdo alguno de su participación como soldado en la I Guerra del Líbano. Y decidido a tirar del hilo de su memoria huidiza, descubrió que la imposibilidad de asumir su participación indirecta en los terribles hechos que condujeron a la matanza de tres mil refugiados palestinos en los campos de Sabra y Chatila era la responsable de ese vacío. Conmocionado, decidió contar esa historia inventando de paso un nuevo género: el documental de animación. Mano a mano con el ilustrador David Polonsky, Folman utiliza las inmensas posibilidades narrativas de la animación para ofrecer una visión de la guerra cuya mayor inteligencia es saber dar con un tono propio hasta enfrentarnos con el horror del que ya hablaron Conrad y Coppola, ese horror que demuestra que el ser humano es perfectamente capaz de llevar a cabo las más terribles acciones contra sus semejantes sin el más mínimo atisbo de reparo moral. Vals con Bashir no solo es una película impresionante e imprescindible, es una valiosa innovación del lenguaje cinematográfico a través del cual Folman consigue, en ese valiente proceso personal de recuperar su propia conciencia, despertar la nuestra.
04 UP de Pete Docter y Bob Peterson (USA)
La enésima joya de Pixar correspondiente a este año consistía en una propuesta de alto riesgo: ahí es nada poner en pie un argumento que desgranado en unas cuantas líneas resultaba hasta algo estúpido y que sin embargo funciona a la perfección en una insuperable mezcla de humor, surrealismo, cine de aventuras y hasta drama por la pérdida: esa es la magia de Pixar, capaz en su atrevimiento de resumir toda una existencia y ofrecer a la vez una majestuosa lección del uso de la elipsis cinematográfica al comprimir en apenas cuatro minutos varias décadas de convivencia de una pareja en lo que sin duda es no solo una de las grandes secuencias del año, sino una de las escenas más maravillosas y emocionantes que han iluminado una pantalla en los últimos tiempos. Puro cine.
03. THE VISITOR de Todd McCarthy (USA)
El triunfo de lo sencillo: un viudo apático y desilusionado de la vida conoce a una pareja de inmigrantes que se han establecido en su piso de Nueva York y en vista de su situación, les da una oportunidad para seguir viviendo allí sin saber que en realidad se la está dando a si mismo. Aprender a tocar el djembe, confiar, dejarse llevar, abrirse a nuevas experiencias, incluso al amor… y rebelarse ante lo arbitrario, lo injusto de una cultura del miedo que tanto daño ha hecho a la otrora conocida como Tierra de las Oportunidades. Richard Jenkins, eterno secundario, está inconmensurable en esta historia pequeña que acaba por hacerse grande, muy grande, en el corazón y la mente del espectador…
02. DÉJAME ENTRAR de Tomas Alfredson (Suecia)
Probablemente la película más original del año, una mezcla irresistible de terror y ternura, un cuento de hadas glacial y desolado que tiene el atrevimiento de mezclar la calidez del despertar del primer amor con el horror que supone ser consciente que la criatura que inspira esos sentimientos está muy lejos de ser una niña convencional. Déjame Entrar es todo menos una película convencional, funciona a muy diversos niveles gracias a un excepcional sentido de la puesta en escena y del uso del off visual por parte de su realizador, que consigue una joya de sensaciones encontradas mientras construye esa relación de entendimiento y necesidad mutua que desemboca en un final tan prodigioso como coherente.
01. STILL WALKING de Hirokazu Kore-Eda (Japón)
El autor de la impresionante Nadie Sabe consigue rescatar y poner al día el espíritu del mejor Ozu para narrar con una precisión y una facilidad envidiable los secretos, reproches y enfrentamientos soterrados de los miembros de una familia que se reúne un fin de semana para conmemorar el aniversario de la muerte del añorado hijo mayor. Ese relato subterráneo que jamás aflora al exterior – y menos en una sociedad en la que se cuidan tanto las apariencias como la japonesa – va quedando progresivamente claro en la mente del espectador sin que jamás haya que subrayar nada, sin dar una sola voz más alta que otra. Puede parecer fácil, pero no lo es en absoluto y alcanzar ese nivel de perfección narrativa no está al alcance de todos: Kore Eda consigue que absolutamente todos los personajes que desfilan por la pantalla queden retratados con sus virtudes, sus miserias y sus contradicciones mientras coreografía una puesta en escena prodigiosa para conjugar los muchos elementos con los que juega a la vez en una obra brillante, redonda, madura, sutil y a la postre enormemente bella sobre la que uno puede volver cuantas veces quiera para maravillarse con su inteligencia y su gusto por el detalle. Una obra maestra.
Más allá de este Top Ten habría que nombrar al menos estas otras diez notables películas del 2009: El Lector, Malditos Bastardos, El Imaginario del Dr. Parnassus, La Clase, Distrito 9, Donde Viven los Monstruos, El Curioso Caso de Benjamín Button, Gran Torino, El Desafío: Frost contra Nixon y Gigante. Y también habría que hacer una mención especial para Avatar, que si bien es una película cuya irregularidad y excesos me disuaden de incluirla entre las mejores del año, he de confesar que es uno de los espectáculos que más me han deslumbrado y alucinado en una sala de cine en el 2009, el año que siempre recordaremos porque fue cuando empezamos a ver las películas en 3D.
CINE ESPAÑOL
05 LOS ABRAZOS ROTOS de Pedro Almodóvar
Pese a que en su momento supusiera una decepción personal por lo mucho que esperaba de ella, he de reconocer que Almodóvar sigue estando incluso en sus películas más desiguales unos cuantos peldaños por encima de la inmensa mayoría de los cineastas de este país. He de verla una segunda vez para confirmar esta sensación, pero con el paso del tiempo, reconozco que en mi recuerdo brillan más algunos de los buenos momentos de este sentido homenaje al cine y a sus creadores que sus desaciertos. Me quedo con Penélope Cruz rompiendo con José Luis Gómez mientras dobla a las espaldas de éste lo que está diciendo muda desde la pantalla, con el plano de unos amantes envueltos de forma sofocante en unas sábanas que se asemejan a un sudario, con los abrazos de unos amantes en una playa o en un sofá que no quieren romperse, con la brillantez de las escenas de Lola Dueñas, con la increíble belleza de la mejor BSO del año, rematada con ese A Ciegas que con los arreglos de Alberto Iglesias y en la voz de Miguel Poveda me sigue poniendo los pelos de punta… Almodóvar está en la encrucijada, si, pero Los Abrazos Rotos si está para mi pese a todos mis reparos entre lo más destacable del cine español del 2009.
04 EL TRUCO DEL MANCO de Santiago Zannou
Una de las sorpresas más agradables del año fue el descubrimiento de un cineasta con las ideas muy claras de lo que quiere transmitir con su trabajo, capaz de construir un discurso coherente e insobornable y llevarlo hasta sus últimas consecuencias con la complicidad de un Langui que borda su papel de discapacitado capaz de sobreponerse a todo simplemente porque, ay amigo, no quedan más huevos. La marginalidad vista no desde el morbo, sino desde el conocimiento, la honestidad y el respeto en una de las mejores historias que ha dado el cine español este año, un puñetazo encima de la mesa que a muchos nos dejó noqueados y con ganas de más. Este año he tenido el enorme privilegio de conocer un poco a Santiago y admirar su pasión por el cine, su entrega y su compromiso. Nos va a dar muchas grandes cosas en el futuro.
03 AGORA de Alejandro Amenábar
Algunos dirán que es pura ambición, pero mi corazón ama a los cineastas que se la juegan a fondo con cada película nueva que hacen. Amenábar pertenece a esa raza. Sigue los pasos de Kubrick sin disimulo, cambiando de género con cada nuevo proyecto y utilizando su enorme talento visual al servicio de una historia que nació, quien lo diría, de la pasión de su autor por la astronomía hasta convertirse en una compleja superproducción que reflexiona con inteligencia sobre los peligros, tan actuales hoy como entonces, del fanatismo y la intolerancia que surgen del fundamentalismo religioso. Con una magnífica Rachel Weisz convertida en los ojos y el alma de la película, Agora se embarca en un viaje por el conocimiento y la lucha rampante del cristianismo por hacerse con el poder político que aunque en algún momento puntual pueda faltarle algo de emoción para acabar de conquistar al espectador me parece que tiene el mérito incuestionable de sumergirle con enorme convicción en ese mundo, ese crisol de culturas, sectarismos y odios, entretenerle al tiempo que le obliga a reflexionar sobre nuestra triste condición como especie, hoy como entonces. No es poco logro.
02 CELDA 211 de Daniel Monzón
Hay algo extremadamente inquietante en esta película: la identificación con esa bestia parda fascinante llamada Malamadre a la que obliga al espectador nos lleva por unos recovecos interiores francamente extraños. La interpretación de Luis Tosar resulta contundente, la evolución de esa relación de confianza y lealtad que desarrolla con el personaje de Alberto Ammán está bien contada y resulta creíble pero es en el poderío visual de la puesta en escena de Daniel Monzón, que da en esta película un enorme paso adelante respecto a su anterior filmografía, donde residen las mejores virtudes de una película que te agarra por el cuello desde el primer instante, te embarca en un viaje trepidante por terrenos desconocidos y no te suelta hasta su resolución, dejando un inmejorable sabor de boca en el zarandeado espectador, que sale convencido de haber asistido a un gran espectáculo donde hay asimismo espacio para la reflexión. Cine poderoso y estimulante, Celda 211 es uno de los grandes logros del año del cine español.
01 PAGAFANTAS de Borja Cobeaga.
Borja Cobeaga tiene el mérito de haber hecho una película muy necesaria para muchos en la que podemos vernos reflejados como en un espejo y, lo que es más importante, ser capaces de reírnos abiertamente de nosotros mismos y nuestras tristes circunstancias. Su mezcla irresistible de crueldad y ternura, su descripción documental de algunos comportamientos destinados al fracaso o al sufrimiento en nuestro deseo de conseguir a mujeres inalcanzables nos quieren “pero solo como un amigo”, el fino trabajo del tan abrazable como asesinable pringado Gorka Otxoa, sus impagables gags a costa de Enrique Bunbury y su honestidad y coherencia final hacen de esta maravillosa y brutal comedia en opinión del que esto escribe la gran película española del año. Por motivos personales e intransferibles, claro, pero cuando a uno le tocan la fibra (y esta película me la toca sobremanera) pasa lo que pasa…
Más allá de estas cinco podríamos nombrar 25 Kilates, La Vergüenza, 3 Días con la Familia, Castillos de Cartón, la recientemente estrenada – corran a verla si aun tienen ocasión – Animales de Compañía, La Casa de mi Padre, Hollywood Contra Franco, [REC]2, Retorno a Hansala, Petit Indi… Creo sinceramente que el 2009 ha sido un año estupendo en lo que al cine español se refiere. Convendría hacer una mención especial a Planet 51, por el enorme mérito que tiene conseguir hacer una película así, aunque no pueda compararse (todavía) con un producto Pixar. También he de decir que, como todos los años y pese a mis deseos, aun tengo lagunas muy importantes en lo que al cine español se refiere: Gordos, V.O.S., After, Garbo el Espía...
En fin, esto es para mi lo más destacado del 2009... ¿y para vosotros?
2 comentarios:
EXTRANJERAS (sin ningún orden):
- A religiosa portuguesa (E. Green)
- Un lac (F. Grandrieux)
- Morrer como un homen (J.P. Rodrígues)
- Between two worlds (Vimukti Jayasundara)
- Paranoid Park (Van Sant)
- Un cuento de Navidad (Desplechin)
- Yuki y Nina (Girardot/Suwa)
- Singularidades de una chica rubia (Oliveira)
- Liverpool (L. Alonso)
- Je veux voir (Hadjithomas/Joreige)
ESPAÑOLAS:
- Los condenados (I. Lacuesta)
- Tres días con la familia (Mar Coll)
- 25 Kilates (P. Amezcua)
Yo hago mi aportación según la fecha de estreno. Me comería demasiado el coco intentando decidir qué me ha gustado más, y además hay muchas pelis que no he podido ver:
1) Slumdog millionaire
2) Cerezos en flor
3) Watchmen
4) Los mundos de Coraline
5) El primer día del resto de tu vida
6) Up
7) Despedidas
8) District 9
9) Malditos bastardos
10) Avatar
1) Pagafantas
2) Tres días con la familia
3) V.O.S.
4) Ágora
Mención especial de esta selección para la sensibilidad de Cerezos en flor y Despedidas, la mezcla de comedia y drama de El primer día..., la increíble animación de Coraline, el gamusino de Up y el limoncello de Pagafantas.
¡Feliz año nuevo!
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