Empecemos por el título: la expresión In The Loop podría traducirse un tanto libremente como “estar en el meollo”. Y ahí es precisamente donde se encuentran los protagonistas de esta sátira brillante y brutal, un puñado de políticos por lo general aterradoramente incompetentes y tras ellos, una corte de acólitos, ambiciosos asesores lameculos tan emborrachados con su privilegiada posición que desatan en los días previos a la invasión de Irak un torbellino de amenazas, humillaciones, miedos e infantiles luchas de egos en los pasillos del poder de Londres y Washington mientras se deciden las políticas internacionales cuyas consecuencias todos conocemos. Al espectador, atrapado en esa vertiginosa representación, no le queda otra que preguntarse hasta qué punto estamos en manos de semejantes cretinos. Para nuestro propio confort, nos gusta pensar que los que llevan las riendas son gente que sabe lo que se hace, que controlan la situación y que meditan cuidadosamente cada paso que dan sabiendo que sus decisiones afectan las vidas de muchos. Y se nos olvida demasiado a menudo que hay numerosas pruebas de todo lo contrario.
La trama de In The Loop arranca cuando a un empanado ministro británico se le ocurre soltar en público que la guerra que su propio gobierno y los EE.UU. podrían estar (o no) preparando en esos momentos resulta “imprevisible”. Al pobre tipo, cuya propia postura sobre el conflicto varía en función de lo que perciba como lo mejor para su imagen pública, le cae de inmediato encima un paquete del todopoderoso secretario de comunicación Malcolm Tucker - un inenarrable Peter Capaldi capaz de elevar el insulto y la humillación a la categoría de arte convirtiendo por comparación en inofensivo corderito a un experto en la materia como el televisivo Dr. House - que trata de salvaguardar ante la prensa la ambigua postura de su gobierno. Al otro lado del Atlántico, en Washington, toman buena nota de la metedura de pata y convierten al ministro en un peón más de una soterrada lucha de poder entre los partidarios de detener una guerra poco pensada y de consecuencias, éstas sí, imprevisibles y los halcones que, inflamados por el espíritu patriótico y ardor guerrero de su comandante en jefe, están decididos a desatar el conflicto liderados por un nada disimulado trasunto del siniestro Donald Rumsfeld. La sátira política está servida y les aseguro que la espiral de estupideces no hace sino aumentar con el paso del tiempo, ante la incrédula y despavorida mirada del espectador.
Cruce imposible entre la minuciosa descripción de los mecanismos de toma de decisiones en las altas esferas de El Ala Oeste de la Casa Blanca y el corrosivo cinismo y desprejuiciado retrato de la estupidez humana de Teléfono Rojo ¿Volamos Hacia Moscú?, In The Loop avanza como una apisonadora mientras desgrana una sucesión de brillantes diálogos repletos de ingenio, mala leche e infinita crueldad embutidos en situaciones que van de lo paródico a lo ridículo – el recuento de las tropas necesarias para la guerra que James Gandolfini realiza con una calculadora parlante de juguete, el esperado choque de trenes entre el mismo Gandolfini y Malcolm Tucker – y otros retorcidos hasta el sonrojo – el retrato de los británicos una vez llegados a los EE.UU. como colegiales sobreexcitados en un patio de recreo, al parecer más real de lo que desearíamos creer – pero todos ellos servidos con un ritmo vertiginoso en el que tramas, personajes y situaciones se atropellan haciendo volar por los aires la estructura narrativa tradicional.
In The Loop, desmadrada y despiadada a un tiempo, es una película que se siente a gusto en medio del caos, desata sin miramientos la anarquía moral y supone un gozoso reencuentro con lo mejor de ese humor británico irreverente y cáustico. Pese a un tramo final pelín pasado de vueltas, no cabe duda que esta estupenda película de Armando Ianucci es una de las grandes comedias del 2009. Aunque pararse a reflexionar por un instante hasta qué punto retrata una realidad plausible de aquellos hechos pueda infundir un razonable pánico.
La trama de In The Loop arranca cuando a un empanado ministro británico se le ocurre soltar en público que la guerra que su propio gobierno y los EE.UU. podrían estar (o no) preparando en esos momentos resulta “imprevisible”. Al pobre tipo, cuya propia postura sobre el conflicto varía en función de lo que perciba como lo mejor para su imagen pública, le cae de inmediato encima un paquete del todopoderoso secretario de comunicación Malcolm Tucker - un inenarrable Peter Capaldi capaz de elevar el insulto y la humillación a la categoría de arte convirtiendo por comparación en inofensivo corderito a un experto en la materia como el televisivo Dr. House - que trata de salvaguardar ante la prensa la ambigua postura de su gobierno. Al otro lado del Atlántico, en Washington, toman buena nota de la metedura de pata y convierten al ministro en un peón más de una soterrada lucha de poder entre los partidarios de detener una guerra poco pensada y de consecuencias, éstas sí, imprevisibles y los halcones que, inflamados por el espíritu patriótico y ardor guerrero de su comandante en jefe, están decididos a desatar el conflicto liderados por un nada disimulado trasunto del siniestro Donald Rumsfeld. La sátira política está servida y les aseguro que la espiral de estupideces no hace sino aumentar con el paso del tiempo, ante la incrédula y despavorida mirada del espectador.
Cruce imposible entre la minuciosa descripción de los mecanismos de toma de decisiones en las altas esferas de El Ala Oeste de la Casa Blanca y el corrosivo cinismo y desprejuiciado retrato de la estupidez humana de Teléfono Rojo ¿Volamos Hacia Moscú?, In The Loop avanza como una apisonadora mientras desgrana una sucesión de brillantes diálogos repletos de ingenio, mala leche e infinita crueldad embutidos en situaciones que van de lo paródico a lo ridículo – el recuento de las tropas necesarias para la guerra que James Gandolfini realiza con una calculadora parlante de juguete, el esperado choque de trenes entre el mismo Gandolfini y Malcolm Tucker – y otros retorcidos hasta el sonrojo – el retrato de los británicos una vez llegados a los EE.UU. como colegiales sobreexcitados en un patio de recreo, al parecer más real de lo que desearíamos creer – pero todos ellos servidos con un ritmo vertiginoso en el que tramas, personajes y situaciones se atropellan haciendo volar por los aires la estructura narrativa tradicional.
In The Loop, desmadrada y despiadada a un tiempo, es una película que se siente a gusto en medio del caos, desata sin miramientos la anarquía moral y supone un gozoso reencuentro con lo mejor de ese humor británico irreverente y cáustico. Pese a un tramo final pelín pasado de vueltas, no cabe duda que esta estupenda película de Armando Ianucci es una de las grandes comedias del 2009. Aunque pararse a reflexionar por un instante hasta qué punto retrata una realidad plausible de aquellos hechos pueda infundir un razonable pánico.
La Filmoteca de Extremadura proyecta In The Loop en el Centro Cultural Alcazaba el próximo jueves 18 a las 20:30 horas
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