viernes, junio 06, 2014

CINES DEL SUR 2014 J04 Bastardo, 40 Days of Silence

BASTARDO, Esa amarga Primavera.

En un barrio marginal de una ciudad tunecina, un hombrecillo gris llamado Mohsen pero al que todos conocen como Bastardo y desprecian más o menos abiertamente, rumia su mala suerte cuando le despiden de su trabajo por no denunciar a la mujer que ama. Su amigo Khlifa, en un raro golpe de suerte, consigue que una empresa de telefonía instale encima de su casa una antena que servirá como repetidor de señal y que trae consigo dos efectos inmediatos: el primero es que Mohsen empieza a recibir unos sustanciosos ingresos mensuales y el segundo es que la antena trae al barrio la modernidad en forma de teléfonos móviles, cuyo contrabando también se convierte en un jugoso negocio que trastoca la forma de relacionarse de todo el barrio, despertando las envidias del jefe local Larnouba, un tipo que heredó el puesto de su padre y que aunque se crió con Mohsen no duda en enfrentarse a él para conseguir su parte del negocio. O quedárselo por completo.


Nejib Belkadhi, que con su primer trabajo VHS Kahloucha consiguió asomarse a los festivales de Cannes y Sundance en el 2006 y alcanzar así una cierta notoriedad, traza en Bastardo una metáfora bastante evidente sobre los peligros que puede acarrear la modernización y la transformación inmediata en determinadas comunidades que siempre se han regido por una cierta tradición inmovilista. La ascensión al poder y la nueva consideración social de Mohsen sobrevenida por el dinero y algo tan banal como una antena de telefonía permite cierto juego pero el realizador puebla su relato de algunos personajes estrambóticos que rayan en lo grotesco – un gigantesco travesti que actúa como verdadero poder en la sombra de Larnouba o esa mujer a la que adoran los insectos que recorren de forma incesante su cuerpo y que ama en secreto a Mohsen mientras es la amante de Larnouba… - o de coqueteos con lo fantástico que funcionan como puntos de fuga de una historia en el fondo bastante convencional.


Claro, a nadie se le escapa que en esta historia de lo que es necesario hacer para conquistar y perpetuarse en el poder y la trasformación progresiva de ese hombre gris y inicialmente repleto de buenas intenciones que es Mohsen en otro tirano tan desconectado del pueblo como el anterior y finalmente solitario y embriagado de soberbia, subyace una crítica evidente de los pobres resultados alcanzados por la Primavera Árabe precisamente en este país que fue el foco principal y la bandera de ese movimiento que se extendió como un polvorín por el norte de África y lo llenó de esperanzas ahora ya convertidas por completo en desilusiones. Desde ahí, no cabe duda que Bastardo es una película que tiene cierto grado de interés y desprende una considerable amargura que probablemente es la misma que siente su realizador ante esa oportunidad perdida en la que la apariencia de modernización y cambio ha dejado paso a más de lo mismo. Pero en Cines del Sur hemos tenido ya películas que mostraban esta misma amargura de forma aun más contundente, sin ir más lejos el estupendo documental It Was Better Tomorrow de Hinde Boujemaa que disfrutamos el año pasado en Sección Oficial.


Bastardo es pues una película de esas a las que conviene juzgar no tanto por lo que ofrece a primera vista sino por su conexión más o menos subterránea, más o menos evidente, con la mirada amarga de su director sobre el devenir de su propio país y por extensión de aquellos que formaron parte de la llamada Primavera Árabe. En esa intención última, entiendo, más que en los méritos de una película simplemente correcta se encuentra la justificación de su inclusión en la Sección Oficial de este año.


 

40 DIAS DE SILENCIO – Entre el hipnotismo y el desconcierto.

Chilla es una palabra persa que significa Cuarentena y ese también es el título original de esta desconcertante opera prima de la directora uzbeka Saodat Ismailova que proviene del mundo de las video instalaciones y que ha expuesto sus trabajos en sitios como la Bienal de arte de Venecia. Viene a cuento esta introducción porque estamos ante la que sin duda es la producción más arriesgada y radical desde el punto de vista narrativo que nos hemos encontrado en esta edición de Cines del Sur, tanto es así que el director de programación Mirito Torreiro avisó en su presentación de su película sobre la necesidad de ejercitar la paciencia ante las imágenes de la película, algo que fue recibido como un aviso claro por parte de la audiencia del pase de anoche sobre lo que se nos venía encima. Y es que el público habitual de Cines del Sur, como el de cualquier festival de cine que se precie, sabe que de vez en cuando tiene que encontrarse ante alguna obra que se distancie de los medios narrativos más tradicionales. Lo que no tiene porque traducirse de forma instantánea en el tópico de película lentísima y tostón considerable. Aunque a veces ocurra.


No es el caso de la fascinante 40 Dias de Silencio, aunque algo de eso puede haber. En la primera escena de la película, un largo plano fijo de una joven que mira la nada mientras se ve rodeada poco a poco por el fantasma de su tía, asistimos a su decisión de emprender un voto de silencio, del que no conocemos sus motivos. Estamos en un pequeño pueblo aislado en las montañas de Uzbekistán y la joven que emprende ese voto de silencio, algo no inhabitual en aquellas latitudes, vive bajo el mismo techo con otras tres mujeres de tres generaciones distintas: su abuela que enviudó siendo aun muy joven, una tía que ha regresado al pueblo tras vivir en una ciudad más grande y la hija pequeña de ésta. Mientras la historia se desarrolla con largos planos que nos van desvelando poco a poco las costumbres y los ritos de esa casa, vamos aprendiendo que esas cuatro generaciones de mujeres tienen formas casi incompatibles de ver la vida, de equilibrar su herencia cultural y la tradición con sus deseos.


La rutina, el dia a dia de esa vida rural ausente de figuras masculinas que sin embargo o quizá por ello cobran una importancia clara en el relato, es el centro de una película en la que la directora va obligando poco a poco al espectador a acostumbrar la mirada a un ritmo muy distinto, a prestar atención a los detalles que se cuelan por unos encuadres milimétricamente estudiados en una puesta en escena muy meticulosa. Es muy exigente, si. Pero a cambio ofrece al espectador algo a lo que no está acostumbrado, a usar el tiempo para reflexionar, incluso dentro del mismo plano, aquello que se le está ofreciendo. Si a eso le sumamos que la interpretación de lo que uno ve está preñada de un fuerte simbolismo que hace posible una pluralidad de lecturas en las que intuyo que no hay una sola verdad, sino aquella que el espectador deduce de su interpretación de las imágenes – a menudo muy fascinantes – que Ismailova construye en su relato, estamos ante una de esas propuestas desafiantes que crispan los nervios a los que buscan respuestas fáciles y pueden resultar un atractivo reto a los que buscan nuevas fronteras del lenguaje narrativo. O sea, una de esas películas que uno encuentra solo en los ámbitos de un Festival de Cine y que jamás verá en las pantallas de su cine más cercano. Con todo lo bueno y quizás lo malo que eso implica.


Llegados a este punto, este cronista ha de ser honesto consigo mismo y con el lector y confesar que no tiene una opinión definida sobre 40 Días de Silencio. A ratos me sentí fascinado por su ritmo hipnótico y su inquietante y un tanto perturbadora poética. A ratos me desesperó su críptica forma de narrar la historia y de forma un tanto soberbia, uno se siente tentado de culpar a la directora de la propia incapacidad para acabar de atar todos los cabos de la historia. Es decir, uno CREE haber entendido lo que la película cuenta. Pero no tiene forma de estar seguro de si su lectura es la correcta. Eso genera una cierta incomodidad. Podría decirse que ese desconcierto es hasta saludable para alguien con una cierta experiencia en esto de ver cine. Pero también he de decir que no me sentí particularmente seducido por tan radical propuesta narrativa. Si el problema está en mi o en la propia película es algo que sinceramente aun no he resuelto. 


No hay comentarios: