miércoles, septiembre 23, 2009

SAN SEBASTIAN 2009 JORNADA 5: Get Low, Hadewijch, Mother

GET LOW, Duvall no salva una historia de pocos vuelos.

Había cierta expectación por ver la película que ha permitido una vez más que Robert Duvall, ya Premio Donosti, se pasee a sus anchas por una ciudad en la que, según sus propias palabras, se siente como en casa. Get Low se articula alrededor de un personaje real en principio fascinante, un ermitaño con bien ganada fama de salvaje y huraño que organizó allá por los años 30 su propio funeral con el pretexto de querer escuchar las muchas leyendas que sobre su persona se han ido acumulando en los últimos años, para lo cual acude a un empresario de pompas fúnebres sin demasiados escrúpulos – estupendo Bill Murray – y a algún que otro fantasma de su pasado que le ayudará a sacar a la luz algunos esqueletos que aun guarda en el armario. Para dar aliciente a la cosa, el futuro finado decide sortear sus ricas tierras entre los asistentes al evento, lo que hace que se desate cierta lógica locura y la cosa pase de la extravagancia de un anciano a un más que jugoso negocio.
El punto de partida, sin ser demasiado original, no carece de interés y la propuesta funciona al principio gracias a las composiciones de Duvall y Murray, que dan lugar a unos cuantos momentos divertidos por la brusquedad de uno y la indisimulada avaricia y acentuado cinismo del otro. Pero por desgracia la peli se desinfla en cuanto empieza a entrar en materia y se enreda alrededor de esos secretos inconfesables que luego resultarán no ser gran cosa que atenazan al ermitaño y este pasa de ser una bestia amenazadora a un entrañable osito de peluche sin que esa transición esté del todo bien explicada. Se deja ver con agrado y no molesta, pero una vez más (y ya van demasiadas en esta, digámoslo de una vez, demasiado desangelada Sección oficial que tan pocas alegrías nos está ofreciendo) uno se pregunta qué méritos tiene una película de tan poco fuste, poco más que un telefilme de sobremesa con buenos actores en su reparto y nulo sentido del riesgo, para estar en San Sebastián.

HADEWIJCH, La fe puede ser peligrosa, pero los directores con ínfulas no veas.

Claro que, puestos a comparar, prefiero una película aseada de corte clásico y consciente de sus limitaciones como Get Low al espanto pretencioso que nos ha servido el francés Bruno Dumont con Hadewijch, insufrible reflexión sobre la fe ciega y el fervor de una niña rica aspirante a novicia completamente perdida en su amor por Dios que tras encontrarse con dos musulmanes acaba, no se sabe muy bien por qué, transitando del fundamentalismo de su fe cristiana al integrismo musulmán caldo de cultivo de odios contra el mundo occidental que tiene las consecuencias que todos conocemos. Vale, está claro que Dumont nos está mandando un serio aviso sobre los peligros de una exacerbación de la fe tan desmedida que no importa demasiado si se practica desde la óptica cristiana o desde el lado musulmán – al fin y al cabo ambas religiones organizadas ponen a Dios como excusa para sus desmanes – pero cuando uno aborda temas tan delicados como éste conviene hacerlo desde un tratamiento muy riguroso si no se quiere caer en el más espantoso de los ridículos. Y desde luego no es la mejor de las ideas articular esta historia alrededor de un personaje tan abofeteable y tan irritante en su supina estupidez como esta improbable hija de diplomático y supuesta estudiante de teología incapaz de sostener una conversación seria sobre Dios, su educación católica o las enseñanzas del Islam y ser poco más que una tabla rasa a merced de cualquiera con cierta autoridad.

Si a eso le sumamos que al director de L’Humanité o Flanders ha debido tomar para inspirarse antes de rodar esta película una sobredosis de Bresson y Dreyer y no tiene el más mínimo reparo a la hora de fusilar alegremente a uno y a otro en su alucinante tramo final – puestos a hacer homenajes, más vale hacerlos con el descaro y el sentido del cachondeo del que hace gala Tarantino en sus Bastardos y no ponerse trascendente – el resultado es que una película que bien llevada podría haber llevado a sesudas conversaciones sobre la naturaleza de Dios, la necesidad de la fe y demás zarandajas, solo dan ganas de olvidarse de ella lo más rápido posible. Y es que, como queda meridianamente claro incluso sin la necesidad de pasar por el trance de ver la película, hay que rezar menos y follar más.

MOTHER no hay más que una y además ésta es detective

Como la Sección oficial sigue sin levantar cabeza más allá de Campanella, uno sigue eso si buscando refugio en Zabaltegui y sus Perlas de Otros Festivales, que bien mirado es una forma ideal de disimular las lagunas. Allí se presentaba ayer la coreana Mother de Bong Joon Ho, miembro este año del jurado de la Sección Oficial. El autor de Memories of Murder, ha construido una estupenda película que coge al vuelo una idea presente en aquella magnífica película consistente en cargarle el muerto, nunca mejor dicho, de un asesinato al primer retrasado mental que pasaba por allí y que estuviera dispuesto a firmar una confesión sobre el particular. El problema es que en este caso la madre de ese chaval de más bien poquitas luces decide ante la pasividad de la policía y de su propio abogado, tomar cartas en el asunto e investigar por su cuenta hasta que consiga dar con el auténtico asesino que libere a su hijito del alma de la cárcel.
Mother es pues una película que indaga sobre el amor incondicional de una madre y las cosas a veces terribles que esta señora está dispuesta a hacer por su niño del alma. Toma así varios elementos muy reconocibles de anteriores películas del director, lo que es una ventaja pues el tipo se mueve como pez en el agua en este registro y a la vez un defecto, pues no deja de sonar a algo ya conocido: cualquiera que haya visto The Host o la antedicha Memories of Murder está en terreno familiar, pues reconocerá la debilidad que siente el director por los desvalidos, la denuncia de la incompetencia policial, el valor de una obsesión a la hora de resolver un crimen por complicado que parezca el rompecabezas o por estúpidas que sean las pistas que uno persiga y, sobre todo, el negro sentido del humor que sirve para aligerar el tono del filme.

De hecho, el realizador abre la película con un curioso baile de la protagonista en las montañas y desaprovecha en su tramo final una oportunidad ideal para conseguir una perfecta estructura circular. Y es que una de las cosas que siempre le pasa a este talentoso director es que se gusta demasiado a si mismo y riza el rizo más de lo debido sin necesidad. En cualquier caso, Mother es una muy recomendable película que cuenta a su favor con un trabajo excepcional a cargo de la veterana actriz Kim Hye Ya y una trama de suspense atractiva y muy bien desarrollada que sirve para que Bong Joon Ho ponga el acento en lo que más le interesa, que no es otra cosa que la forma de funcionar de esa auténtica madre coraje a la que le importa más bien poco su bienestar o el de los demás con tal de que su retoño, por muy gilipollas que éste sea, esté a salvo. Como debe ser.

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