jueves, septiembre 24, 2009

SAN SEBASTIAN 2009 JORNADA 6: Yo Tambien, Blessed, Un Profeta, The Shock Doctrine

YO, TAMBIÉN Pagafantas con Síndrome de Down.

Las expectativas son una cosa curiosa en los festivales. La primera película española a concurso en la Sección Oficial, por ejemplo, hacía temer lo peor. Al fin y al cabo se trataba de una apuesta cuanto menos arriesgada: la historia de amor – o casi – entre un joven con síndrome de Down y una treintañera de buen ver que arrastra no pocos problemas personales de la que se enamora perdidamente. O sea, no ya una temible historia de superación personal sino un más difícil todavía que indaga en el territorio sentimental y sexual de unos discapacitados cuya realidad cotidiana no difiere demasiado de la nuestra ya que son personas con las mismas necesidades y deseos que nosotros pero a los que no nos esforzamos en comprender demasiado bien. Para echarse a temblar.

Sin embargo, la película de Álvaro Pastor y Antonio Naharro tiene unas cuantas cosas a su favor. Para empezar la presencia de dos actores, Pablo Pineda y la siempre fiable Lola Dueñas, comprometidos con sus delicados papeles hasta tal punto que consiguen insuflar naturalidad y credibilidad allí donde es más necesaria, en la descripción del proceso de fascinación mutua que da paso a otro tipo de sentimientos. Su factura visual, apoyada en una fotografía granulosa digital que busca la inmediatez, la cercanía y cierto tono cuasi documental también pone su granito de arena. Pero lo más importante, y hacen bien los directores en otorgarle un lugar de honor en los agradecimientos, la palpable influencia de Fernando Castets en el entramado argumental y los diálogos chispeantes que recorren su metraje: hay un puntito del cine de Campanella, del que Castets es colaborador habitual, en esta película. Para lo bueno y, ay, también para lo malo.
La propuesta podría parecer descabellada desde un primer momento. Y la verdad es que no deja de ser una especie de variante aun más difícil de ese pagafantas que tan bien ha retratado este año Borja Cobeaga: al pobre chaval no le queda otra que enamorarse perdidamente del personaje de Lola Dueñas, que tampoco puede ver en él en ningún momento a una posible pareja, por muy a gusto que se encuentre con él. O precisamente por eso. La descripción de ese proceso repletito de trampas que los directores sortean con habilidad funciona bastante bien e incluso podría decirse que está tratado sin frivolizar demasiado, con cierto rigor. Pero claro, mantener eso resulta una tarea bien complicada en una película que maneja unos temas tan delicados y susceptibles de caer en el sentimentalismo más ramplón. Y por momentos, cae: tanto la facilona y previsible historia de la pareja de chavales con el síndrome enamorados como la parte de la trama que trata de justificar (¿por qué? ¿para qué?) el comportamiento del personaje de Lola Dueñas perjudican ese delicado equilibrio hasta cargárselo.
Con todo, lo malo es que una vez que se adentra en un determinado camino, ya lo recorre hasta el final. Y eso hace que lleguemos a una innecesaria resolución complaciente que se carga el rigor que había exhibido hasta entonces y convierte a Yo, También en la película amable abanderada del buen rollo que todos nos temíamos. Sería injusto, no obstante, tanto no reconocer que es una película con buenas interpretaciones, momentos muy logrados – la escena del ascensor es impagable, pero también su tratamiento de la desesperación de Daniel ante ciertas circunstancias – y diálogos chispeantes que provocarán algunas risas y cierta complicidad en el espectador no demasiado exigente.

BLESSED, Madres e hijos, incomunicación y vidas cruzadas.

Si Yo, También es de lejos la propuesta más buenrollista de lo que llevamos de Sección Oficial, podría decirse que la australiana Blessed es su reverso tenebroso. Da un mal rollo considerable. Le sigue la pista a siete chavales de lo más perdidos que huyen o han sido abandonados por un entorno familiar hostil o inexistente con la inevitable estructura de vidas cruzadas con el toque moderno Iñarritu-Arriaga-Haggis (táchese según gustos) que ustedes pueden imaginar. El toque de originalidad lo pone el hecho de especiar la archiconocida fórmula con un toque de Rashomon, o sea, primero vemos la jornada desde el punto de vista de los distintos chavales – cuya falta de mínimas entendederas en algunos casos resulta francamente notable – e inmediatamente después de concluida tan divertida jornada poblada de robos, accidentes, rabietas, rebeldías mal entendidas y algún que otro estentóreo cabreo, asistimos al mismo día pero desde el punto de vista de los progenitores, perdón, las progenitoras de semejantes angelitos. Y con el comportamiento de éstas, igualmente deleznable y estúpido en la mayoría de los casos, entiendes que los vástagos quisieran alejarse de semejantes madres.
Blessed es una película bien estructurada que cuenta además con algunas buenas interpretaciones – Frances O`Connor por ejemplo está francamente esplendida en su papel – y que pese a deprimente panorama de incomunicación y esquizofrenia de la sociedad moderna que describe, puede llegar a enganchar al espectador con ese conflicto generacional en el que, sin embargo, a poco que se rasque, uno cae en la cuenta que no profundiza en exceso y sí está repleto de escenas gratuitas: la del chaval frente a la cámara de video, sin ir más lejos, resulta de lo más innecesaria. Por supuesto, inevitable topicazo, los varones adultos de la película ni están ni se les espera y para uno que está presente resulta ser un completo gilipollas. Pero curiosamente lo que más cabrea es algo que no sé si es o no intencionado. Si lo es, me parece terrible, pero si no lo es aun me parece peor: fíjense que de todas las historias, la madre que sufre mayor castigo en el filme es precisamente aquella cuyo comportamiento es el más “reprobable” desde el punto de vista de lo que la sociedad considera normal. Dicho de otro modo, una de las lecturas finales de la película resulta de lo más moralista y reaccionario que puedan imaginar, cuando es precisamente una mujer su directora y responsable última. Manda huevos que diría el otro. Insisto: no es una mala película – de hecho es de lo más salvable en la Sección oficial de este año - pero hay en ella demasiadas cosas discutibles.

UN PROFETA, Audiard demuestra de nuevo por qué es un maestro.

La última película de Jacques Audiard (Un Héroe Muy Discreto, De Latir mi Corazón se ha Parado) Gran Premio del Jurado en el pasado Festival de Cannes, ha pasado por Zabaltegui, como ya lo hizo la cuchilla de Haneke hace unos días, dejando a su paso la sensación de contemplar una lección de cine con mayúsculas. Su película son palabras mayores: la historia de un chaval de origen magrebí al que le caen seis años en el trullo, entra en él sin saber leer ni escribir y sin repajolera idea de lo que es la vida carcelaria, que se ve obligado a cargarse a un tipo bajo amenaza de muerte y consigue, con no poco esfuerzo e inteligencia no ya sobrevivir sino medrar en la peculiar estructura social de casi imposible equilibrio que se forma tras los muros de la prisión hasta convertirse en todo un elemento es simplemente impresionante.
Películas carcelarias hemos visto muchas, incluso me atrevería a decir que algunas de las situaciones que se describen en esta obra de Audiard no son precisamente originales, pero el dominio de la puesta en escena de su realizador, la forma en la que mueve la cámara, el modo en que exprime a sus actores para que todo transmita la continua sensación de verdad, de peligro, de dureza… Todo en El Profeta contribuye a construir una película grande de verdad cuyo metraje superior a las dos horas y media se pasa en un suspiro mientras sigues en todo momento con una mezcla de fascinación y repulsión, el impecablemente contado proceso de transformación progresiva de Malik El Djebena, un sensacional Tahar Rahim. No se la pierdan cuando llegue a las carteleras: la película elegida por Francia para los Oscars es una de las grandes obras de la temporada.

THE SHOCK DOCTRINE, El contundente alegato de Winterbottom

Dice Michael Winterbottom, de nuevo este año en Donosti para presentar este documental co-dirigido con Mat Whitecross, que le importa un pimiento el formato en el que se vea o la forma en que se comercialice – inicialmente es una producción para la televisión que ya se ha pasado así por el Reino Unido – con tal de que lo vea cuanta más gente mejor. Normal. Es dinamita de primer orden, una salvaje patada a la entrepierna de nuestras adormecidas conciencias a ver si despertamos de una puñetera vez y abrimos los ojos a una realidad tremenda que de forma sibilina pero evidente ha ido tomando forma en las estructuras económicas y de poder del mundo occidental hasta llegar incluso a ser considerada por muchos la última responsable de esta inacabable crisis cuyos efectos todos padecemos.

En pocas palabras, The Shock Doctrine es una adaptación en imágenes del recomendable libro homónimo de Naomi Klein en el que ésta demuestra con hechos fehacientes y estadísticas en mano como las radicales teorías ultraliberales del premio Nóbel de economía Milton Friedman y sus colegas de la Universidad de Chicago se han venido imponiendo en los últimos años, convirtiendo el capitalismo salvaje en una norma en las economías occidentales con los resultados que todos conocemos, pero cuyo campo de pruebas anterior no ha sido otro que regimenes tan dudosos como las dictaduras de Chile y Argentina, la Rusia que otorgó poderes absolutos a Boris Yeltsin o esa Gran Bretaña de los años de hierro en los que Margaret Thatcher gobernó prácticamente de espaldas al pueblo.

Es largo de explicar pero resumido es sencillo: The Shock Doctrine habla con brillantez del miedo y como el poder lo utiliza para llevar a cabo políticas ultraliberales que profundizan las desigualdades, desprotegen hasta límites inauditos las coberturas sociales en campos tan necesarios como la educación y la sanidad y consiguen, guerras y represión salvaje mediante si es preciso, los objetivos que persiguen. El documental es contundente y Winterbottom juega con fuego haciendo peligrosos paralelismos entre las técnicas utilizadas por la CIA para sonsacar bajo tortura información a los detenidos y la forma en que estas recetas tienen su paralelismo a un nivel superior, el de la política de estado cuando este es lo suficientemente fuerte para imponerlo a través de su autoridad. No dejan títere con cabeza Winterbottom y Whitecross y es bueno que así sea: maneja con fluidez una catarata de datos y estadísticas que llevan a conclusiones objetivas difícilmente cuestionables, por más que su inicio coquetee peligrosamente con el a veces demagogo “estilo Moore” con el que ideológicamente guarda, como no podía ser de otra forma, numerosos puntos en común. Aunque viendo cualquier telediario es fácil o incluso racional caer en el pesimismo, Klein y los directores ofrecen alguna luz para la esperanza, la principal que los terribles hechos que aquí se narran no están más en tinieblas sino que ya se han dado a conocer. Por algo se empieza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias David. Me estoy enterando de todo gracias a ti y a otros críticos. Que además coincidís bastante en lo esencial. De todos modos me gustaría hacerte llegar "que entiendo" lo que quieres decir con cada película. Debe ser porque nunca dejas los sentimientos de lado más allá de una mirada estrictamente aséptica y estudiosa. Es por ello por lo que suelo coincidir casi siempre en el gusto y la apreciación. Gracias y no te estreses. A las mariscadas ;)))). Ichabelita