El pasado noviembre me encontraba, como todos los años, en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, cerrando la programación del IV Festival de Cine Inédito de Mérida. A falta de una sola película, me decidí por la incómoda e inteligente Lourdes, que luego ganaría el Giraldillo de Oro y a la vez sería la obra más incomprendida y peor recibida por el público de Mérida. Pero hubo otra opción que no se concretó, no me importa confesarlo ahora, por un ejercicio de cobardía por mi parte: en una de las secciones paralelas me había fascinado una pequeña pero poderosa y sumamente perturbadora película griega que venía con el premio Una Cierta Mirada de Cannes 2009 bajo el brazo. Una propuesta radical, rompedora y originalísima capaz de dinamitar convenciones, desordenar conciencias y sugerir vivos debates con su muy estimulante mezcla de repulsión, humor surrealista, desconcierto e inaudita capacidad de metáfora.
Esa película era Canino, precisamente la obra elegida por la Filmoteca de Extremadura para reanudar a partir del próximo jueves sus proyecciones en Mérida. ¿Por qué no estuvo Canino en el IV Festival de Cine Inédito? Muy sencillo: no me atreví a traerla. Habría sido la película escándalo y polémica del Festival, además de la obra más radical tanto temática como formalmente, algo que siempre viene bien en un certamen de esas características. Pero por otro lado, me preocupaba que su radicalidad provocara un enorme rechazo y aun más que ante lo explícito y perturbador de sus imágenes en su tratamiento de la violencia y la sexualidad causara irreparables estragos entre el público del Festival e hiciera huir del mismo a los más convencionales. Por suerte, la Filmoteca les ofrece ahora una magnífica ocasión para comprobar por ustedes mismos si fue o no una decisión acertada.
La palabra que mejor define, ya desde sus primeros minutos, la atrevida propuesta del director Yorgos Lanthimos es sin duda desconcierto. En apenas unas escenas asistimos al planteamiento: en un chalet aislado de la ciudad vive una familia. Nunca sabremos sus nombres: Padre, Madre, Hermana Mayor, Hijo y Hermana Menor es la forma en la que se llaman unos a otros. Padre trabaja fuera de casa, pero el resto no puede abandonar el domicilio. Nunca. Los hijos, cercanos ya a la veintena, han vivido confinados toda su existencia sin tener contacto con otros seres humanos y recibiendo filtrada toda información de un mundo exterior al que les han enseñado a temer como un hábitat hostil y sumamente peligroso. El miedo como herramienta suprema de control.
Adiestrados como perros por unos padres desequilibrados y sociópatas – de los que tampoco queda claro cual es su objetivo final, más allá de garantizar el control – los hijos han desarrollado sus propios códigos de conducta, su propio lenguaje – surrealista por dislocado – y sus propias relaciones emocionales. Lanthimos describe una cotidianeidad tan alienígena como absurda, teñida de un terriblemente perturbador humor negro y una buscada incomodidad para el espectador, que asiste a los resultados de tan cruel experimento con la mirada propia de aquel que observara una sociedad completamente ajena a la nuestra, trastocada de forma tan esencial y sin embargo tan constante en las pulsiones propias de la naturaleza humana (la sexualidad, la competencia, la necesidad de autoafirmación, la rebeldía frente a las normas y el orden establecido) que ofrece jugosas y abiertas lecturas sobre los efectos no ya de un sistema monstruoso y totalitarista como el descrito… sino sobre nuestro propio sistema.
Narrada a base de insobornables planos fijos, encuadres claustrofóbicos que provocan una cierta asfixia y una fotografía que se va oscureciendo según avanza la mínima historia anticipando su resolución, Canino resulta muy eficaz en su voluntad de violentar al espectador, que oscila sin saber muy bien a que carta quedarse entre la risa nerviosa y la repulsión manifiesta, entre la fascinación y el surrealismo, entre la depravación y la extrañeza. Tiene la doble virtud, rarísima en estos tiempos adocenados, de resultar única y de no dejar indiferente a nadie. No se la pierdan, pese a que puedan odiarla. Les prometo toda una experiencia.
Canino se proyecta en la Filmoteca de Extremadura (Centro Cultural Alcazaba) el próximo jueves 16 a partir de las 20:30 horas
Esa película era Canino, precisamente la obra elegida por la Filmoteca de Extremadura para reanudar a partir del próximo jueves sus proyecciones en Mérida. ¿Por qué no estuvo Canino en el IV Festival de Cine Inédito? Muy sencillo: no me atreví a traerla. Habría sido la película escándalo y polémica del Festival, además de la obra más radical tanto temática como formalmente, algo que siempre viene bien en un certamen de esas características. Pero por otro lado, me preocupaba que su radicalidad provocara un enorme rechazo y aun más que ante lo explícito y perturbador de sus imágenes en su tratamiento de la violencia y la sexualidad causara irreparables estragos entre el público del Festival e hiciera huir del mismo a los más convencionales. Por suerte, la Filmoteca les ofrece ahora una magnífica ocasión para comprobar por ustedes mismos si fue o no una decisión acertada.
La palabra que mejor define, ya desde sus primeros minutos, la atrevida propuesta del director Yorgos Lanthimos es sin duda desconcierto. En apenas unas escenas asistimos al planteamiento: en un chalet aislado de la ciudad vive una familia. Nunca sabremos sus nombres: Padre, Madre, Hermana Mayor, Hijo y Hermana Menor es la forma en la que se llaman unos a otros. Padre trabaja fuera de casa, pero el resto no puede abandonar el domicilio. Nunca. Los hijos, cercanos ya a la veintena, han vivido confinados toda su existencia sin tener contacto con otros seres humanos y recibiendo filtrada toda información de un mundo exterior al que les han enseñado a temer como un hábitat hostil y sumamente peligroso. El miedo como herramienta suprema de control.
Adiestrados como perros por unos padres desequilibrados y sociópatas – de los que tampoco queda claro cual es su objetivo final, más allá de garantizar el control – los hijos han desarrollado sus propios códigos de conducta, su propio lenguaje – surrealista por dislocado – y sus propias relaciones emocionales. Lanthimos describe una cotidianeidad tan alienígena como absurda, teñida de un terriblemente perturbador humor negro y una buscada incomodidad para el espectador, que asiste a los resultados de tan cruel experimento con la mirada propia de aquel que observara una sociedad completamente ajena a la nuestra, trastocada de forma tan esencial y sin embargo tan constante en las pulsiones propias de la naturaleza humana (la sexualidad, la competencia, la necesidad de autoafirmación, la rebeldía frente a las normas y el orden establecido) que ofrece jugosas y abiertas lecturas sobre los efectos no ya de un sistema monstruoso y totalitarista como el descrito… sino sobre nuestro propio sistema.
Narrada a base de insobornables planos fijos, encuadres claustrofóbicos que provocan una cierta asfixia y una fotografía que se va oscureciendo según avanza la mínima historia anticipando su resolución, Canino resulta muy eficaz en su voluntad de violentar al espectador, que oscila sin saber muy bien a que carta quedarse entre la risa nerviosa y la repulsión manifiesta, entre la fascinación y el surrealismo, entre la depravación y la extrañeza. Tiene la doble virtud, rarísima en estos tiempos adocenados, de resultar única y de no dejar indiferente a nadie. No se la pierdan, pese a que puedan odiarla. Les prometo toda una experiencia.
Canino se proyecta en la Filmoteca de Extremadura (Centro Cultural Alcazaba) el próximo jueves 16 a partir de las 20:30 horas
1 comentario:
No te puedes imaginar, compa David, cuántas ganas tengo de ver esta peli (y no he tenido aún ocasión de hacerlo). Está claro, y así lo explicas tú (tan magistralmente como siempre), que no es film apto para todos los estómagos, pero ya sabes que algunos, a la hora de ver cine, lo tenemos totalmente minado de antiácidos, con lo cual, como dijo aquel, en ese sentido, “no problemo”... Un fuerte abrazo y buen fin de semana.
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