sábado, octubre 27, 2007

SEMINCI 2007 Crónica 2: Oviedo Express y Argentina Latente

Lo siento. Perdonadme. Se que hoy debería empezar esta crónica hablando en profundidad de My Blueberry Nights. Los que en su momento leísteis esta crítica de 2046 que escribí aquí mismo hace ya tres años sabeis de mi devoción por el cine de Wong Kar Wai, un Autor con mayúsculas ante el cual un servidor pierde los últimos restos de objetividad que me quedan. Pero no puedo hacerlo todavía. Todavía tengo que madurar un poco lo que quiero transmitiros y puede que incluso la vea una segunda vez, como sucedió entonces, antes de lanzarme a escribir unas cuantas líneas apresuradas. Solo diré que WKW sigue en forma, que su cine no ha perdido un ápice de su personalidad en su primera producción norteamericana y que My Blueberry Nights sigue conteniendo muchos de esos elementos mágicos que hacen que algunos sigamos siendo eternos devotos del cine del autor de In The Mood for Love. He oido acusaciones de repetitivo, de manierista, de autorreferencial sin nada nuevo que aportar, de autor acomodado. Y aun entendiendolo, no puedo compartirlo: su cine me sigue emocionando de una forma que nadie más puede conseguirlo en el panorama cinematográfico de hoy en día. No digo más. Prometo resarciros cuando madure algo más lo que bulle en mi interior.
INTERLUDIO: Empachado de belleza.
Con la cabeza aun dándome vueltas con las imágenes de las mujeres (¡qué mujeres!) de My Blueberry Nights me adentro en el Hotel Olid a resolver temas de acreditación y casilleros. Hay un gran revuelo en el salón, donde están los distintos medios de radio: el reparto al completo de Oviedo Exprés con Gonzalo Suárez a la cabeza, está de promoción. De repente me encuentro frente a frente con una mujer preciosa, vestida con una falda negra ajustada por encima de la rodillas y una blusa blanca. Sostener su mirada no es tarea fácil: te mira como si supiese de antemano lo que está pasando por tu cabeza. Me ruborizo. Aitana Sánchez Gijón me está sonriendo. Balbuceo algunas palabras incomprensibles y consigo que alguien me saque una foto con ella. Me tiemblan las rodillas. Se va hacia un sofá, se acomoda y bebe un café. Y sigue costando mirarla: si su mirada se cruza con la mía, llevo las de perder. Me doy la vuelta, resignado. Me topo de frente con Bárbara Goenaga, que no solo está en el reparto de Oviedo Exprés sino en Los Cronocrímenes de Nacho Vigalondo, la película que (cruzo los dedos, atención, primicia) abrirá el próximo Festival de cine de Mérida el 8 de diciembre. Tengo que hablar con ella, pero en ese momento no puedo: tengo rojitas las orejas. Me alejo despacito y me vuelvo a dar la vuelta, evitando en todo momento la tentación de mirar hacia donde presumo que sigue sentada Aitana. Y me encuentro frente a Maribel Verdú, otra de mis actrices y mujeres favoritas. Nos miramos un segundo que a mi me parece una eternidad y sigue su camino hacia el siguiente medio que la espera. Me estoy poniendo malísimo. Me encamino como puedo a la puerta, en busca de aire fresco. Cuando me cruzo por el vestíbulo con una risueña Leonor Watling ya estoy plenamente convencido que mi cerebro me está jugando malas pasadas. Salgo del Olid tan empachado de belleza que parece que floto. Que cosas...
OVIEDO EXPRÉS de Gonzalo Suárez
a última película de Gonzalo Suárez es perfectamente coherente con la mayor parte de su filmografía. El director de Remando el Viento, El Detective y la Muerte o El Portero sigue sin ser fiel a nada que no sea su propio universo, y esta peculiar adaptación del relato de Stefan Zweig La Angustia que consiste en seguir de cerca los avatares de una compañía de teatro que llega a Oviedo a representar La Regenta y acaban por convertir sus propias vidas en una peculiar reinvención del texto de Clarín en la realidad lleva la marca de su peculiar autor en todo momento. A Gonzalo Suárez le gustan los juegos metalingüisticos, poblar de refrencias más o menos reconocibles sus obras e invitar al espectador a que descubra sus numerosas citas literarias o cinéfilas. Al mismo tiempo, su concepto de la comedia en esta personal película pasa por apelar al sentido desprejuiciado de lo lúdico, al aceptar el desmesurado vodevil que crean sus exagerados personajes alrededor de una trama de engaños amorosos, venganzas, celos, envidias y multitud de equívocos con los que el director zarandea al espectador. Sin embargo y aun admitiendo que el sentido del riesgo del cineasta es muy loable, a este cronista le da la sensación que se le ha ido un poco la mano. No es que no consiga lo que pretende – Oviedo Expréss es una película en la que uno se divierte, a ratos con muchas ganas – sino más bien que en su afán de juguetear con las expectativas del espectador y de llevar a límites que bordean peligrosamente con el ridiculo a sus atribulados personajes, la película acaba por provocar no poco desconcierto.Muy alejado de una comedia al uso y sin embargo respetando las reglas más elementales del vodevil, Gonzalo Suárez enreda y enreda a sus personajes – véase el panorama: un actor principal seductor, gañán y pasadísimo de ego, una actriz principal enferma de celos y con complejo de prima donna, un alcalde de Oviedo cuya amante es una femme fatale a la que ha procurado hueco en su consitorio, una mujer del alcalde aburrida que se deja seducir cual Regenta y queda expuesta a todos, la madre de ésta que es una lianta e inconsciente de mucho cuidado, un actor secundario enamorado y deprimido con ansías suicidas, un director pretencioso y estomagante y un ángel al que algunos pueden ver y que ejerce de omniscente voz en off con el simple objeto de que el director pueda reirse de las convenciones al respecto – en una trama en la que, como muy bien avisa al principio con una acertada cita de Mark Twain, es poco más que inexistente.
Oviedo Express, es cierto, se deja ver con agrado y sin aburrir demasiado. Contiene buenas interpretaciones de un reparto que se lo ha pasado en grande pasándose de rosca (Carmelo Gómez y Maribel Verdú son los que más se benefician de ello) y algunas buenas líneas de diálogo en un guión algo deslavazado que se precipita como una bicicleta sin frenos por una pendiente ahasta su desopilante resolución en la que se dan cita, nada menos, que El Crepusculo de los Dioses y la tragedia de un personaje empeñado en destruir todo lo existente en las artes para, según él, disfrutar enormemente empezando de cero. No es una simple coincidencia: es toda una declaración de intenciones y esta peculiar adaptación es buena prueba de ello. Yo no me atrevo a recomendársela por la sencilla razón de que no entré en su juego y no me divirtió en exceso. Pero igual pasan un buen rato.
ARGENTINA LATENTE de Pino Solanas
Memorias del Saqueo y La Dignidad de los Nadies tienen una continuación algo menor en esta tercera parte que se presentó ayer en tiempo de Historia, lamentablemente sin la presencia de su director suponemos que muy ocupado en las elecciones argentinas donde se presenta como candidato al Congreso. Argentina Latente aporta al doloroso proceso de revisión y denuncia de las barbaridades económicas cometidas en uno de los países con más recursos de América latina la posibilidad de revertir las concesiones que han empobrecido de forma radical al país, la necesidad de una continua reinvención de los procesos productivos – autogestión incluida, por supuesto – para sacar adelante una industria en ruinas, y la importancia de la inversión en educación y del compromiso de los universitarios formados en la Argentina en retornar al país despreciando sueldos mucho más jugosos en el exterior para poner de nuevo en marcha la maquinaria.

Solanas no es tan incisivo como en sus dos anteriores entregas, quizás porque es consciente que bajo el gobierno de Kirchner se han empezado a hacer ciertas cosas bien y porque la situación ha mejoreado respecto al terrible corralito. Sin embargo sigue sin temblarle el pulso a la hora de denunciar los abusos de poder de administraciones anteriores, aunque bien es verdad que esta vez pretende poner mucho más el acento en defender los valores de un pueblo que en el pasado y en el presente siempre ha sabido hacer frente a las adversidades y salir adelante.

En Argentina Latente uno se entera de cosas relacionadas con la energía nuclear, la industria aeronautica o automovilistica desde sus prometedores inicios hasta su actual estado de abandono que de nuevo le hace a uno preguntarse como es posible que ese pueblo haya sido capaz de aguantar tanto y por tanto tiempo a sus dirigentes. Carente de la rabia y la capacidad de sorpresa de La Memoria del Saqueo y de la capacidad inmensa de emocionar de La Dignidad de los Nadies, Argentina Latente se queda en una propuesta interesante pero ligeramente menor que no consigue alcanzar la misma altura que sus predecesoras. Lo que no quiere decir ni mucho menos que no merezca mucho la pena verla, claro está.

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