lunes, septiembre 22, 2008

S Sebastian 2008 Cronica 3: La Belle Personne, El Patio de mi Cárcel, Las Horas del Verano

“Nada, no le des más vueltas. Un dia tonto lo tiene cualquiera, San Sebastián incluido”. Sonaba razonable en mi cabeza, pero no, no acababa de convencerme. Las dos películas de la Sección Oficial proyectadas el domingo parecían cuanto menos impropias de un Festival de Categoría A como éste. Eso siendo bastante benévolo. La verdad es que hoy ha sido una de esas jornadas en las que al terminar y llegar a casa para escribir entiendes un poco mejor el hastío que a veces puede provocar un certamen a aquellos que están obligados a entregar una crónica a los medios para los que trabajan. Incluso puedes llegar a entender que alguien prefiera hablar de sus anécdotas del día a día en lugar de verse obligado a la tortura de reproducir de nuevo en su cabeza las imágenes de las películas que uno preferiría olvidar lo antes posible como si nunca hubieran existido para escribir sobre ellas. No cambiaría estar en San Sebastián por nada del mundo, ya lo sabeis. Pero, caramba, hoy ha sido uno de esos días tontos de verdad...

La Belle Personne es una adaptación libre de una novela clásica de la literatura francesa llamada La Princesa de Clèves que no tengo el gusto de conocer. Según parece la historia original transcurría en la corte del rey Enrique II, pero esta especie de enredo sobre las idas y venidas del amor se ambienta en un instituto parisino de la actualidad. Por alli pasean su palmito un puñado de adolescentes con las angustias, dudas y resquemores propios de los primeros escarceos y un inenarrable profesor de italiano joven y guapete (Philip Garrel, encantado de conocerse), tan adalid del buenrollismo que no tiene reparo alguno en encamarse bien con alguna de sus suculentas alumnas, bien con alguna profesora compañera de trabajo. En tal caldero de pasiones aterriza un buen día una criaturita de dieciseis primaveras y subyugante belleza (la debutante Lea Seydoux) que acaba de perder a su madre y de cambiar de instituto en mitad de curso. Por supuesto gran parte del personal heterosexual del instituto – y el susodicho profesor antes mencionado – se lanza a la sana tarea de conquistarla, saliendo como aparente vencedor un muchacho callado, noblote y enamoradizo, purita carne de cañón para semejante trituradora. Porque claro, resulta que la moza se ha dado cuenta que ese profe tan enrollado mola mazo y, aunque en principio no está por la labor de enamorarse de semejante pichabrava y para ello usa como escudo al noblote pretendiente, irá rindiéndose progresivamente a la fuerza al parecer insuperable de sus sentimientos. Miren ustedes, servidor no tiene nada en contra de una adaptación imaginativa de cualquier relato clásico adaptándolo a los tiempos que corren. El problema es cuando semejante empresa pretende llevarse a cabo con un enfoque tan erroneo: no basta con poner a unos jovenzuelos de hoy a sufrir las cuitas de amor de sus coetaneos de varios siglos atrás cambiando su forma de vestir, sus peinados o su libertad sexual para establecer con acierto la tesis de que los problemas amorosos que se narraban en aquel entonces siguen teniendo plena vigencia hoy en día, por más que esto pueda ser una verdad de perogrullo. Y mucho menos si los medios narrativos utilizados para ello son simples remedos de fórmulas que señeros cineastas franceses han abandonado hace décadas para contar historias. La Belle Personne es pues una película que provoca en el espectador el curioso efecto de estar asistiendo a un relato antiguo traspasado forzadamente al presente pero a la vez contado con unos métodos igualmente pasados de moda. Nada resulta creíble en ella, ni las idas y venidas de sus protagonistas, ni las extrañas formas en las que se relacionan o sobre todo las pretenciosas y un tanto inoportables conclusiones sobre el amor y las relaciones personales que extraen de sus experiencias. Es todo un viaje a ninguna parte que provoca sonrojo en el mejor de los casos y un comprensible cabreo por semejante pérdida de tiempo si nos ponemos en lo peor.Claro que si comparamos La Belle Personne con El Patio de mi Cárcel, primera representante del cine español en esta Sección Oficial, pues aun salimos perdiendo. La opera prima de Belén Macías auspiciada por la productora de los hermanos Almodóvar es una película simplemente desastrosa. Pretende contar la historia de un grupo de reclusas que gracias a la tenacidad de una funcionaria de prisiones con veleidades artísticas consiguen formar un taller de teatro para primero hacer más llevadera su estancia en prisión y más adelante conseguir incluso realizar alguna que otra actuación fuera del ámbito carcelario. Tal argumento, inspirado muy libremente en la experiencia real del taller de teatro de la prisión de mujeres de Yeserías a mediados de los años 80, se conduce a través del personaje de Isa, una atracadora yonqui incapaz (aunque nadie sepa explicar con acierto por qué) de adaptarse a la vida fuera de los muros de la cárcel. A Isa la interpreta una esforzada Verónica Echegui que repite aquí alguno de sus tics de choni entrañable de anteriores películas intentando, eso si, insuflar algo de vida a su planísimo personaje, rodeada de un casting imposible de actrices que defienden como pueden unos papeles que no se sostienen desde el guión ya que ni uno solo de ellos es capaz de pasar del estereotipo o del simple apunte. Da auténtica lástima ver a actrices tan habitualmente solventes como Ana Wagener o Candela Peña pelearse con sus papeles de sacrificada madre coraje gitana víctima de la violencia doméstica o de bienintencionada funcionaria; resulta extraño ver cómo Blanca Portillo naufraga por completo con su amable directora de la prisión o cómo Blanca Apilanez fuerza hasta el absurdo su papel de mala malísima; es, en fin, simplemente triste ver cómo la tierna puta que encarna Violeta Pérez o ese trasunto de Hillary Swank en Boys Don’t Cry que compone Natalia Mateo con su lesbiana enamorada y despechada se estrellan una y otra vez contra el acartonamiento de un guión desastroso que encadena escenas sin que aparentemente haya un criterio lógico alguno que permita la más mínima progresión dramática o generar alguna emoción que no parezca impostada.Todo resulta inverosimil, falso, risible. Para tratar un tema tan serio como la vida cotidiana de las mujeres que pueblan nuestras cárceles se necesita mucho más que este extraño esperpento que provoca una considerable vergüenza ajena en numerosos pasajes. No sé si resulta más alarmante la falta de control sobre su película que han ejercido desde El Deseo, la falta de vista de aquellos que hayan decidido que esta obra es merecedora de figurar en la Sección Oficial de un Festival como San Sebastián o la terrible decepción que provoca que la directora de cortos tan estimulantes como Mala Espina o El Puzzle fracase de una forma tan estrepitosa en su paso al largometraje. Sea como fuere, el caso es que El Patio de mi Cárcel se ha convertido por derecho propio en la que hasta ahora es de lejos la peor película de la Sección Oficial. Esperemos que el esperadísimo Tiro en la Cabeza de Jaime Rosales de mañana redima en parte al cine español en este certamen porque el sabor de boca que ha dejado esta película ha sido francamente amargo. Al lado de tanto desatino, casi resulta una anécdota citar la película más salvable del día, lo que no quiere decir necesariamente buena: Las Horas del Verano, último trabajo que el director francés Olivier Assayas presentaba en Zabaltegui. El autor de Clean firma una película sobre las escasas tribulaciones de tres hermanos para manejar un valioso legado artístico del siglo XIX a la muerte de su madre. A la duda sobre si conviene mantener dicho legado de forma intocable junto con la mansión familiar o convertirlo todo en pasta para repartir a base de subastarlo, venderlo o cederlo a museos como el de Orsay le sigue una reflexión sobre la importancia de esos objetos en la consideración de la siguiente generación encargada de custodiar y transmitir los mismos. La película está bien narrada e interpretada, se sigue sin dificultades gracias a la coreecta labor del elenco y al buen manejo de la cámara y sentido de la composición del plano de Assayas. Vaya, que resultaría irreprochable si no fuera por el pequeño detalle de que todo lo que en ella se cuenta no consigue interesar lo más mínimo al espectador, que dudo mucho que se sienta profundamente conmovido ante los mínimoas, casi inexistentes conflictos de tan civilizados hermanos. Cierto que la peli no carece de algún momento inspirado y tendrá sus defensores. Pero que no me cuenten entre ellos: me aburrió hasta límites insospechados y ante eso, por más que sepa reconocer de forma objetiva la inteligente forma que tiene Assayas de rematar su tesis con la elaborada y un punto sorprendente secuencia final, no hay nada que hacer.

Lo dicho, que mañana será otro día. Al fin y al cabo en un festival que tiene tanto que ofrecer como San Sebastián, raro será que nos topemos con un segundo día tan poco productivo desde el punto de vista artístico como éste... o al menos yo rezo por ello con todas mis fuerzas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola¡¡ Espero que las sensaciones del primer día del festival no se repitan.

Bz.