lunes, marzo 02, 2009

CICLO FESTIVAL (IM)POSIBLE: Los Cronocrimenes

El Cine Club Forvm inicia hoy lunes día 2 su andadura con el primero de los cuatro ciclos de cine previstos para el 2009, un Festival (Im)Posible que se desarrollará todos los lunes de marzo, con la proyección a las 20:30 en el Centro Cultural Alcazaba de la estimable opera prima de Nacho Vaigalondo Los Cronocrímenes. Ésta es una película peculiar dentro del panorama del cine español por muchos motivos. En primer lugar, es una película de género, algo ya de por sí bastante poco habitual en una cinematografía poco proclive a asumir determinados riesgos - y eso pese a los éxitos recientes de obras como El Laberinto del Fauno, El Orfanato o [REC] que han demostrado sobradamente que hay todo un campo lleno de posibilidades que explorar en ese sentido – y en segundo lugar y no menos importante, pertenece a la ciencia ficción, lo que en términos estrictos significa ser una pionera ya que tradicionalmente el cine español ha ignorado de forma sistemática meterse en semejantes derroteros y en las contadas ocasiones en que lo ha hecho o bien su acercamiento ha tenido mucho de carácter paródico o desmitificador (Acción Mutante de Alex de la Iglesia es el ejemplo más evidente) o el elemento de ciencia ficción era una mera excusa para contar otro tipo de cosas (Abre los Ojos de Amenábar, Platillos Volantes de Oscar Aibar o la interesante 3 Días de Francisco J. Gutiérrez)Es un tanto complejo hablar sobre Los Cronocrímenes sin destrozar parte de su magia. La película arranca con una estructura propia del cine de suspense, variante psicópata anónimo, en la que la curiosidad del personaje de Héctor – un desconcertante Karra Elejalde que parece dejarse llevar con facilidad por sus instintos más primarios – provoca un carrusel de situaciones aparentemente carentes de sentido para el espectador que sin embargo se ve arrastrado a participar activamente del juego que se le propone mientras intenta encajar las piezas de un puzzle que resultará familiar a los amantes de las paradojas temporales, si bien con variaciones muy particulares que hacen de Los Cronocrimenes una película – y ahí reside uno de sus principales alicientes – inequívocamente española. Y es que hay un aire de familiaridad en Héctor, su mujer, la excursionista en bicicleta que se pasea por el monte y hasta en el sobrepasado aprendiz de científico al que da vida el propio Nacho Vigalondo que remite de forma inmediata al espectador a un reconocible carácter español que, en una película de estas características, descoloca no poco.Los Cronocrimenes tiene unas cuantas virtudes y algún que otro defecto que posiblemente le impiden llegar a ser la obra redonda que podría haber sido. Entre las primeras se encuentra un trabajadísimo guión que no solo esquiva con facilidad las múltiples trampas que encierran las paradojas temporales sino que consigue enganchar al espectador pese a lo patético del comportamiento a ratos mezquino, a ratos determinado, pero siempre egoísta de su atribulado protagonista. Es admirable la forma en la que Vigalondo va diseminando las piezas de ese puzzle y encajándolas sin que resienta ni por un instante la tensión del conjunto ni el interés del espectador, al que sin duda se le pide un cierto esfuerzo para seguir los recovecos de una trama no exenta de cierta dificultad según se van complicando las cosas para ese Héctor que intenta reintegrar su identidad fragmentada a cualquier precio. Por supuesto, ese guión de hierro no cobraría pleno sentido sin un magnífico trabajo de montaje que en todo momento dirige la atención del espectador hacia los elementos esenciales para comprender la historia, con lo que se da la interesante circunstancia de que convierte al mismo en un inopinado voyeur (como el mismo Héctor) angustiado por el desenlace de la misma.
Es en las interpretaciones, reconozcámoslo, donde se malogra en parte esta propuesta. Más allá de la idoneidad o no de la elección de un actor tan peculiar como Karra Elejalde para el papel principal – algo subjetivo que tendrá tantos defensores como detractores – y dejando de lado los papeles mucho menos relevantes de las dos mujeres de la película, reducidas a detonantes de la acción y objetivo último de las acciones de Héctor, no cabe duda que reservarse para sí mismo el esencial papel de esa especie de becario descontento no fue la mejor de las ideas del talentoso Vigalondo: aunque se intente justificar su pésima actuación desde un curioso giro del guión, lo cierto es que la falta de convicción de su personaje arrastra un más que interesante filme hacia arenas movedizas porque en una película de estas características la credibilidad lo es todo y el amplio crédito que Vigalondo consigue con su estupendo guión, su cuidada dirección y su excelente montaje por momentos está a punto de echarse a perder en un par de secuencias clave por su floja interpretación.Sin embargo, no conviene dejar que los árboles tapen el bosque: Los Cronocrimenes es, además de un entretenido artefacto narrativo, una película que esconde lecturas más que jugosas sobre diversos temas como la propia identidad, la insatisfacción, el deseo de lo prohibido, la culpa y la posterior redención y sobre todo, sobre la representación de la realidad tanto en lo expuesto como en lo imaginado, todo un proceso de aprendizaje acelerado para ese Héctor atrapado en la telaraña temporal. De acuerdo que con un mayor presupuesto Los Cronocrimenes tendría un acabado más logrado, una factura visual más atractiva y estaríamos hablando de una película mucho más notable que habría estado a la altura de sus muy altas pretensiones pero no conviene subestimar lo mucho que ha conseguido Vigalondo con la que es, no lo olvidemos, su primera obra: ahí es nada abrir una brecha en el adocenado panorama español y plantar la bandera de un incipiente cine de ciencia ficción nacional con características propias y reconocibles que no por ello carecen de alcance universal, mostrando el camino a seguir para que propuestas de esta índole, ahora casi inexistentes, tengan cierta continuidad en un futuro cercano.

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