lunes, octubre 08, 2007

LA EXTRAÑA QUE HAY EN TÍ, Alucinante Foster

Cosas veredes, amigo Sancho, que tus ojos no creerán. Y que lo digas: me da a mí que si alguien me hubiera pinchado con un alfiler en la parte final de esta preocupante película no me saca ni una gota de sangre, tal era el grado de incredulidad que sufría este cronista, purita pasta de boniato, ante esta indefendible legitimación del ojo por ojo que se han sacado de la manga al alimón un Neil Jordan muy muy lejos de sus mejores momentos como director – aunque la factura visual del filme sea más que correcta, como luego veremos – y una Jodie Foster que no solo la protagoniza (lo que todavía tendría un pase) sino que también la produce, de lo que debemos deducir que en gran medida asume como propios los postulados del filme. Alucina, vecina… y con el agravante de que Jodie Foster fue testigo de primera fila de una película con la que constantemente se relaciona La Extraña que hay en ti como la magnífica Taxi Driver, obra oscura, compleja y en cierto modo opuesta por completo en planteamientos a su presumible (¡Ja!) actualización post 11-S

Y es que la cosa tiene su aquel: ahí es nada coger a una tierna y sensible locutora de radio, felizmente enamorada de su noviete y meterles a ambos una paliza de pánico – por cierto, grabadas con las cámaras móviles por sus asaltantes, un detalle interesante y de cierta actualidad – que acaba con la muerte de él y el coma de ella, coma del que volverá convertida en una victima en principio superada por el trauma pero que rápidamente superará sus miedos a golpe de gatillo en cuanto se planta una pistola en el bolso y apiola a todo indeseable que se le cruza por el camino, al mejor estilo de Charles Bronson en aquellas inolvidables pelis tipo Yo Soy la Venganza.

A todo esto la película presenta a un poli (Terrence Howard: más que correcto) de esos que en teoría respetan y hacen respetar la ley ante todo y lo contrapone al ángel justiciero de ojos azules y determinación asesina para (insisto: en teoría) conseguir a través del inevitable proceso de fascinación mutua paralelo a la investigación que sigue de los hechos una supuesta pluralidad de puntos de vista que, a la vista del cariz que toman los acontecimientos en el tramo final de la película, se revelan del todo punto inexistentes.

La tesis es tan deleznable como preocupante: en el Nueva York post 11-S el miedo campa por sus respetos más que nunca y, según la película, la única forma de superar dichos miedos consiste en proveerse de una simpática 9 mm. con la que puedas volarle la cabeza al primer payaso al que se le ocurra tocarte un poco las narices. Y sin miramientos, que por muchas aparentes dudas que pueda sufrir el personajes principal, a la moza le tiembla cada vez menos el pulso según le va cogiendo el tranquillo a eso de solucionar sus problemas (con los que se topa con una facilidad alarmante, todo sea dicho de paso) por la vía rápida. Hay que joderse, primo, aquí con los yanquis y el Antiguo Testamento, el ojo por ojo y toda la pesca.

Les juro que me pasé la primera hora de película esperando que el filme contuviera en su interior una complejidad algo mayor que la peli de Steven Seagal que les estoy describiendo. Y preguntándome que demonios pintaba una tía a la que siempre he tenido por inteligente como Jodie Foster en medio de ese asqueroso lodazal ideológico. Pero no. Cuanto más avanzaba el filme y más determinada se muestra su personaje, más se dejaban de lado hasta los mínimos apuntes – léase justificaciones – sobre su insólito proceder y menos obstáculos, siquiera morales, se interponían entre ella y su sagrada misión de venganza. Y no entendía nada: no hay en la película un mínimo planteamiento ético sobre la justicia tomada por la propia mano que sirva al menos de reflexión, sino un ramillete de lugares comunes ofrecidos como torpes justificaciones, desde el propio dolor hasta la noble causa de defender a los inocentes pasando por un peculiar sentido de la justicia. Una caña, vamos.

Pero ¿saben que es en el fondo lo peor de La Extraña que Hay en ti? Pues que si uno es capaz por un momento de dejar a un lado su insoportable carga ideológica cinematográficamente es un producto muy bien hecho, incluso diría que superior a la media: Neil Jordan dota a su puesta en escena de claridad expositiva e incluso de cierta elegancia; Jodie Foster está tan esplendida como acostumbra en un papel en el que, aunque no llega ni por asomo a zambullirse en las negruras y complejidades que cabría esperarse de su personaje, consigue sacarlo adelante demostrando casta y recursos mientras que, por su parte, Terrence Howard consigue mantener más que dignamente el tipo e incluso crear con ella una muy peculiar química que hace de su relación en la película uno de sus puntales más interesantes durante buena parte del metraje.

Y ahí está lo verdaderamente jodido del asunto: toda esa corrección, toda esa profesionalidad e incluso esa brillantez en algún momento aislado – véase la secuencia en la que Terrence Howard invita a comer a Jodie Foster en la barra de un bar: la planificación demuestra que Jordan ha visto a Clint Eastwood y Ed Harris en Poder Absoluto y al mismo tiempo que sabe como sacar partido de una buena planificación y unos actores entregados a sus papeles - está al servicio de un mensaje deleznable que debería repugnar la conciencia de cualquier persona con unos mínimos principios morales y sociales, una glorificación de la venganza y el ojo por ojo tan inaceptable que resulta increíble incluso que haya llegado a las pantallas de la forma en la que lo ha hecho sin que nadie le haya puesto un freno (cuando vean su final, entenderán mejor lo que les digo). Pensándolo bien, lo que resulta verdaderamente preocupante es que ésta película sea un signo de los tiempos que corren, al menos en USAmérica. Ay, dios mío ¿Cómo habrá podido meterse Jodie Foster en esto? Hala, al mismo calabozo que Jeremy Irons por El Cuarto Ángel, a ver si aprendemos: La Asociación Nacional del Rifle, caca.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

David! Soy Vigalondo (a veces me pierdo entre los comments).
en la página web de la película tienes las direcciones de la productora, que son quienes gestionan las copias y el envio a festivales.
Lo que soy yo, encantado.
Un abrazo,
Nacho.

JC dijo...

Hola David, ante todo un honor pegar mi comentario tras el del autor de "Los cronocrímenes", que esperamos ver en salas comerciales urgentemente. Pero YA.
Quería agradecerte tus palabras en el blog de Oti sobre mis libros de ensayo. Cosas como estas te hacen creer que lo que has hecho ha merecido la pena. Al menos, yo me lo he pasado pipa escribiéndolos. Sobre la peli de Foster, personalmente me gustó cinematográfica y nostálgicamente, pero el final es muy peligroso, esa justificación de la ley del Talión. Por supuesto que hay que ponerse en la piel de la víctima, pero en este caso ni eso, ya que el policía podía haber arrestado al autor del crimen, quizá con un par de yoyas como "venganza". Ciertamente, estamos volviendo a la ley de la selva o el lejano oeste, sobre todo tras el 11-S. que Dios nos coja confesados. Un abrazo, amigo y gracias por todo

David Garrido Bazán dijo...

El honor es todo mío, Altovolta, que entre tú y el Nacho (menudo sorpresón me dió el jodío: casi se me sale el corazón de la emoción) me estais llenando este post de ilustres invitados ;-)

Cachislamar, si es que tengo que escribir más a menudo, que merece la pena...

Te cuento lo del Vigalondo: servidor es director de programación del Festival de Cine Inédito de Mérida y llevaba algo así como un mes intentando contactar con él para proponerle que trajera a Mérida sus Cronocrímenes, que me da a mi en la nariz que va a ser un pelotazo de mucho cuidado (y además me cae muy bien el Vigalondo, para que te voy a engañar ¡si hasta ha filmado y protagonizado sketchs con los artífices de nuestros queridos Chanantes!) asi que no se me ocurrió mejor cosa que soltarle la invitación en su blog, en los comentarios

¡Y funcionó! Como has leído Nacho me puso sobre la buena pista (¡Mira que no darme cuenta que los datos de distribución estaban en su web oficial, que torpe soy a veces!) y ya estoy negociando para que Nacho y sus Cronocrímenes clausuren con todos los honores nuestro festival el próximo 14 o 15 de diciembre. Cruzo los dedos a ver si la cosa sale y la dichosa financiación no me jode la preciosa programación que estoy montando...

Y en cuanto a lo de tus libros Quitamanchas Peter Pan y No disparen contra el crítico (o apunten entre los ojos) - pongo sus títulos por si alguno no sabe de lo que estoy hablando - es pura sinceridad: me parecen francamente divertidos y arrojan bastante luz sobre esta profesión que me encantaría ejercer pero con la que es tan díficil hoy en día ganarse la vida... es más: hace un par de años me invitaron a dar un curso sobre lo que significa hoy en día ser crítico de cine y tus libros me sirvieron de una inapreciable fuente de notas para preparar mi intervención, que tuvo por cierto bastante éxito a juzgar por lo bien que se lo pasó la audiencia. Y en gran parte era mérito tuyo...

Estamos de acuerdo en tu análisis de la peli de Neil Jordan, doblemente peligrosa precisamente por ser un buen producto cinematográfico... A mi, como a ti, son cosas como éstas las que me dan mucho, mucho miedito por la deriva que lleva el mundo en el que vivimos

Anónimo dijo...

Sólo hay películas buenas, regulares o malas. "La extraña que hay en ti" es una buena película. Si Ud. quiere hacer política dedíquese a la política. Como crítico de cine debe Ud. ceñirse al valor estético. Qué pobre sería la historia del cine si personas como Ud. tuvieran el poder de censurar películas por no coincidir con su mensaje "pacifista".