viernes, septiembre 05, 2008

EL CABALLERO OSCURO, Cine de Superhéroes Adulto

Batman Begins cambió la forma en la que el cine podía acercarse al cine de superhéroes. Sus artífices, Christopher Nolan y David S. Goyer, entendieron lo que gente como Frank Miller, Alan Moore o Grant Morrison habían establecido en obras como Dark Knight, Batman Año Uno, La Broma Asesina o Arkham Asylum hace ya más de veinte años: era necesario probar un acercamiento algo más adulto e introspectivo para comprender a un tipo sin poderes que decide dedicar su vida a combatir el Mal con sus propias manos enfundándose en un traje de murciélago gigante. El resultado fue una película brillante, oscura, esforzada por apegarse a la realidad y mucho mejor en su afán de estudio psicológico de las motivaciones y la génesis del personaje que en sus andanzas como defensor de Gotham, una propuesta que se asentaba tanto en su audacia como en el esplendido y sugerente trabajo de Nolan detrás de las cámaras.

El Caballero Oscuro profundiza aun más en ese enfoque adulto planteando algunas cuestiones muy interesantes. Por ejemplo, ¿qué ocurre en una ciudad descrita como un pozo de corrupción cuando un elemento atípico como Batman desequilibra el “orden natural” de las cosas, estableciendo el orden por la fuerza? La respuesta es el Joker, un agente del caos más absoluto, un terrorista salvaje, amoral, enloquecido e insólito cuya única motivación para hacer lo que hace – y hace cosas muy, muy terribles – parece ser demostrarles a todos aquellos empeñados en programar sus existencias de acuerdo al orden que la verdadera naturaleza de la vida puede ser despiadadamente arbitraria. Su existencia está ligada a la de Batman hasta tal punto que, según la tesis que presenta el filme, la terrible radicalización de los actos del Joker no surge sino como contrapeso a ese representante del bien y el orden. Es algo que haría plantearse su utilidad a cualquiera, incluso un personaje que por definición suele situarse a si mismo por encima de esas dudas como Batman.

El filme huye como el diablo de la simplicidad maniquea del enfrentamiento entre el Bien y el Mal y se adentra profundamente en una gama de tonalidades grises por las que todos los personajes transitan, amenizadas de forma intermitente por la tan desquiciante como contundente presencia de ese Joker que lo convierte en un carrusel tan descontrolado y exigente con el espectador que por momentos uno puede sentir en carne propia el vértigo de unos personajes llevados al límite. Ya sea mérito de la escritura de Nolan y Goyer o del notable trabajo de Heath Ledger, lo cierto es que este Joker produce tal repulsión e hipnótica fascinación a la vez que no queda sino reconocer el acierto que supone su concepción, despojada de un origen claro – el guión le provee de varios, a cual más estremecedor – que rebajara de alguna forma su incuestionable fuerza.

Nolan, excelente narrador en imágenes, convierte su película en una trepidante sucesión de secuencias de acción hábilmente engarzadas en la que nada parece superfluo: lejos de construirse como una película de superhéroes al uso, Nolan describe Gotham como un nutrido campo de batalla donde los distintos personajes pelean entre sí e incluso consigo mismos para conseguir sus objetivos sin perder sus principios por el camino, convirtiendo a Batman y su atribulado alter ego Bruce Wayne en poco menos que uno más de los numerosos actores de ese desquiciado juego, sin mucho mayor peso que ese Harvey Dent decidido a acabar con el Mal a cara descubierta, el no menos determinado Comisario Gordon, incapaz de controlar la corrupción de los agentes de la ley a sus órdenes o incluso esos jefes mafiosos preocupados por recuperar ese lugar (¿legítimo?) que les ha sido arrebatado.

Con un férreo control del ritmo gracias a un ajustado montaje que consigue que las dos horas y media de película se pasen en un suspiro y unas interpretaciones que están a la altura de las expectativas que generaba su excelente elenco, El Caballero Oscuro es un espectáculo muy recomendable para todos aquellos que busquen en la pantalla algo más que un simple entretenimiento pasajero: no cabe duda que Nolan plantea cuestiones al espectador que no obtienen fácil respuesta y no se conforma con cubrir el expediente como una peli de superhéroes más. Eso si, pese a sus muchos aciertos, dudo que El Caballero Oscuro sea, como pretenden algunos, la película definitiva sobre el tema del superhéroe. Aun queda mucho territorio por explorar – hay muchas expectativas por ver lo que Zack Snyder consigue con una de las obras emblemáticas del género, la mítica Watchmen – pero sí tengo claro que el díptico de Nolan sobre Batman está entre los mejores logros que ha deparado esta compleja relación entre el cómic y el cine.

No estaría mal que algunos tomaran buena nota, aunque es interesante apuntar que a lo mejor tampoco sería deseable que al cine de superhéroes le pase lo que en un momento determinado le pasó al cómic tras la aparición de Dark Knight y Watchmen y se pueble de personajes tenebrosos, oscuros e introspectivos hasta la nausea de tal forma que el cine olvide su esencia primigenia. Eso opina por ejemplo Nacho Vigalondo y aunque no comparto su “tremendismo” reconozco que me he reído no poco con su propuesta para el rescate del cine de superhéroes.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Nada, nada, en el fondo el Joker es un perroflauta de tomo y lomo, ja, ja...
Un abrazo y gracias por tus comentarios!