jueves, septiembre 11, 2008

HELLBOY II, Fascinante exhibición de frikismo

Una de las anécdotas más entrañables que recuerdo relacionadas con mi trabajo alrededor del mundo del cine tuvo lugar en Cádiz en noviembre del 2004 cuando conocí a Guillermo Del Toro. Estaba en fase de pre-producción de El Laberinto del Fauno y su último estreno en España era precisamente Hellboy. Hablando sobre la película le comenté que quizás lo que más me había gustado de ella era que no me había parecido una adaptación del cómic de superhéroes al uso – ya de por sí Hellboy no es técnicamente lo que podría considerarse un superhéroe, pero sobre eso volveré luego – gracias principalmente a la forma en la que había construido la relaciones personales de los personajes y muy especialmente la historia de amor entre Hellboy y la pirokinética Liz, una singular revisión de La Bella y la Bestia tan delicada como sumamente creíble. Con una sonrisa Del Toro me confesó que había utilizado para construir aquella relación su propia experiencia personal, hasta el punto que algunas de las líneas de diálogo del filme estaban extraídas de las que él mismo había mantenido con la que hoy es su esposa para, en fin, convencerla.
Pocos ejemplos de relaciones tan fecundas hay en el cine reciente como el apasionado romance que mantiene Guillermo del Toro con el personaje salido de los lápices del artista Mike Mignola: por un lado, la condición de Hellboy de ser un demonio criado entre humanos que combate toda amenaza paranormal a su mundo de adopción le permite al director establecer una fuerte identificación personal cuya mejor baza reside en la irresistible atracción que el director mexicano siempre ha sentido no solo por los monstruos en sí sino por los inadaptados, los incomprendidos. La reivindicación de lo diferente, lo fantástico y su profunda imbricación en el mundo real, “normal”, es desde siempre una de las más evidentes señas de identidad de Del Toro.Pero es que además ocurre algo singular: Hellboy tiene la ventaja de que puede fácilmente pasar por un superhéroe más en lo que a los despachos de los ejecutivos de Hollywood se refiere, cuando en realidad su condición de demonio investigador de lo paranormal lo aleja mucho del concepto usual y es precisamente en el sólido punto de contacto entre esa sutil diferencia y la abigarrada y personalísima poesía de Del Toro donde esta secuela consigue sus mejores logros. Como quiera que Del Toro es uno de esos cineastas que siempre ha entendido que la forma va unida de manera indisoluble al contenido hasta crear una sola cosa, pocas veces va a encontrarse en su carrera con un vehículo más apropiado para dar rienda suelta a su creatividad con tales márgenes de libertad dentro de la industria. Y eso es algo de lo que a la luz de los resultados de Hellboy II todos salimos beneficiados.Hellboy II cuenta con un presupuesto mucho mayor que la primera entrega y eso se traduce en una multiplicación tal de los efectos visuales para la recreación del mundo en que se desarrolla que la película resulta un impresionante festín visual, un regalo para todos aquellos que aun creemos en la necesidad de que el cine sepa transportarnos a deliciosos mundos imaginarios que nos dejen con la boca abierta. El planteamiento es tan sencillo como rico en posibilidades: una tregua milenaria establecida entre los humanos y las criaturas mágicas que pueblan de forma secreta nuestro mundo se ve rota por la ambición desmedida de aquellos, que han ido progresivamente arrinconando a esos seres mitológicos hasta que uno de ellos decide que ya es suficiente y se rebela, intentando desatar una guerra.Del Toro se aleja así, quizás demasiado, del enfoque personal que presidía la primera entrega y que hacía de Hellboy una adaptación tan especial: su criatura, embarcada ya en una dificultosa relación de pareja con su amada Liz (una Selma Blair tan arrebatadoramente triste como siempre), sigue peleando por ser conocido y aceptado en el mundo que defiende cuando tiene más afinidades con aquellos que combate pero no hay en ese sentido una progresión mayor del personaje, sino una cierta reiteración de lo que se contaba de forma más prolija en la primera película.
Sin embargo, Del Toro consigue que la sencillez casi tópica de su guión y esa falta de enjundia sean defectos perdonables gracias a un espectáculo visual tan hipnótico como superlativo que nos regala multitud de perlas fascinantes: desde una versión ciertamente perversa de las hadas de los dientes, trasunto siniestro de aquellas otras que vimos en El Laberinto del Fauno, hasta la descripción de ese apabullante ejército dorado robótico-medieval, pasando por la hermosa y lírica resolución del ataque del pesadillesco elemental o el aprovechamiento de personajes como una criatura hecha de humo, todo rezuma magia, poderío visual y una rara pero hermosa poética destinada a hacer las delicias del aficionado al fantástico más exigente. Especialmente destacable es la escena del Mercado Troll, comparable en su impacto a la que en su momento tuvo la famosa secuencia de la taberna galáctica de La Guerra de las Galaxias: podrá verse decenas de veces con la seguridad de que siempre se podrá encontrar un detalle nuevo en tan barroca acumulación de personajes fantásticos y mágicos.Por si eso fuera poco, no conviene tampoco dejar de lado la habilidad con la que Del Toro ha conseguido imbuir su espíritu decididamente gamberro en el personaje: con toda la pirotecnia visual de la que hace gala el filme, no cabe ninguna duda que la escena más lograda del mismo es aquella en la que Hellboy y Abe Sapiens – geniales Ron Perlman y Doug Jones - ahogan sus penas en alcohol mientras entonan el Can´t Smile Without You de Barry Manilow, siendo este el momento, más allá de la gracia de la situación creada, en el que esos entrañables monstruos transmiten una cercana humanidad con la que es sumamente sencillo identificarse. Lo cierto es que los amantes del fantástico nos podemos considerar afortunados este verano: ojalá todos los años se dieran cita en la cartelera películas de signo tan distinto y al mismo tiempo tan estimulantes y maravillosas como El Caballero Oscuro, Wall-E o Hellboy: El Ejército Dorado, toda una celebración del mejor espíritu friki

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola David, antes que nada felicitarte por tus comentarios en el blog pirata sobre la movida de los "100 liliputienses". Ante tanto cacareo se agradece una mente bien amueblada. Y sobre Hellboy 2, me encantó, a pesar de ser menos lovecraftiana que la primera y tener más romance de por medio. Según imdb, tampoco se disparó el presupuesto, ¿no? Vamos, que junto a Wall.e, lo mejor del verano. Y Del Toro, un fenómeno en persona, le entrevisté dos veces y espero que sean algunas más. Ah, y chapó por Once, otra de las nuestras. Un abrazo!

David Garrido Bazán dijo...

Gracias, Maese. La verdad es que se ha montado una cojonuda con el post de Oti... y eso siempre es bueno a pesar de que haya que soportar a los que se salen de madre.

(Para algún despistado que lea esto y que no sepa de qué estamos hablando, que se de un paseo por aquí:
http://blogs.abc.es/index.php/unadepiratas/2008/09/13/que_poca_verguenza#comments)

Yo diría que Wall-e es la mejor película que he visto este año. La vi el viernes por segunda vez y me pareció aun mejor que la primera vez que la disfruté. Tengo pendiente un post sobre ella, pero San Sebastián se me echa encima y no sé si me va a dar tiempo. Hellboy 2 también me encantó, por supuesto, pero la primera me tocó un poquito más el corazoncito y por eso quizás la tengo en más alta consideración, aunque hay que reconocer que la secuela es un festín total...

Con Del Toro tengo una espinita clavada: cuando nos conocimos en Cadiz me invitó al rodaje de El Laberinto del Fauno y me dio un e-mail para que estuvieramos en contacto. Mi madre enfermó, no pude acudir al rodaje (siempre me ha dado una bronca tremenda esa falta) y para más jodienda el mail que Guillermo me facilitó dejó de funcionar antes de que puediera establecer una correspondencia más fluida con él, algo que siempre he lamentado porque nos caimos de maravilla al conocernos. Si alguna vez coincides con él, dile que se pase por aquí, please y te estaré eternamente agradecido.

Tengo unas ganas enormes de ver la reacción de los emeritenses esta noche con Once. Me apetece mucho, mucho, mucho.

Otro abrazo, amigo. Si no fuera por tus comentarios esto sería un erial ;-)

Anónimo dijo...

Leo bastante y comento muy poco, eso sí. O sea que me siento responsable del erial. De acuerdo con ambos sobre Hellboy II y Once(también a mi me gusto más la primera hellboy) , Wall-e no la vi. Bueno, continuará.
Salud,