miércoles, marzo 04, 2009

CHE GUERRILLA, Cronica de un fracaso anunciado

Empecemos con una cuestión de poca importancia pero que creo que merece la pena destacar. Tras el pase de cuatro horas y media que Steven Soderbergh hizo de su personal visión del Ché en el pasado Festival de Cannes y de leer en todas partes declaraciones suyas de que se trataba de una propuesta unitaria que se estrenaría en dos partes por motivos estrictamente comerciales, uno no puede sino sentir cierta perplejidad ante el hecho incuestionable de que Ché el Argentino y Ché Guerrilla son dos obras que manejan estilos narrativos y hasta estéticos complementarios pero sin duda distintos, hasta tal punto que pienso, contra lo apuntado por Soderbergh, que funcionan perfectamente como obras independientes. A falta de vivir la experiencia - que imagino algo extenuante - de ver las dos partes de forma consecutiva tal y como afirma Soderbergh que había ideado esta obra, la sensación que me quedó a la salida del cine es que tanto el estilo, la estructura, la atmósfera y las intenciones de ambos relatos resultaban tan diferentes que Soderbergh buscaba desde el primer momento una contraposición en diversos aspectos en cuanto a las dos partes de la misma y, haciendo de la necesidad virtud, ha vendido con notable éxito la moto del “autor obligado a ceder por las circunstancias comerciales” cuando en realidad estas dos visiones del Ché funcionan igualmente bien tanto de forma conjunta como por separado.Recapitulemos un poco: Ché El Argentino era una película bastante didáctica en su intento de capturar la esencia de Ernesto Guevara y en la que Soderbergh trataba por todos los medios sin conseguirlo del todo de huir de la imagen habitual del mito, dando lugar a una película bastante desapasionada que, eso sí, tenía la virtud de dejar al espectador con ganas de más. Una estructura temporal que alternaba los episodios de la campaña cubana con el histórico discurso del Ché en las Naciones Unidas en defensa de la Revolución, con un tratamiento visual distinto para ambas, hacían de esa película una obra no exenta de cierto atractivo que, curiosamente, uno podría adscribir más fácilmente al género de acción que a un cine político convencional y que, al finalizar poco antes de la entrada en La Habana con la Revolución ya triunfante, poseía un inequívoco aire optimista, esperanzado.Ché Guerrilla nos hurta una parte para mi esencial de la biografía de Guevara, el periodo de consolidación de la Revolución cubana (1959-1964) y sus posteriores diferencias con Fidel Castro, así como su primer fracaso en su intento de internacionalizar la misma en el Congo, situándonos en las vísperas de su viaje de incógnito a Bolivia donde al mando de unas decenas de hombres trataría de nuevo de repetir la experiencia cubana. Bastante lejos del idealismo de El Argentino, Guerrilla es una película con vocación casi documental en su esfuerzo por retratar el durísimo esfuerzo que supuso construir un grupo armado clandestino en aquel ambiente tan poco propicio. Soderbergh no escatima un detalle en esa sucesión de estampas de la vida cotidiana del guerrillero que desgrana en una cronología absolutamente lineal – otra diferencia esencial con El Argentino – esa aventura boliviana condenada al fracaso.Es de agradecer, eso sí, la minuciosidad con la que son plasmadas las distintas razones de ese fracaso. Al espectador le queda claro que lejos del apoyo popular creciente que obtuvo en Cuba según se desarrollaba la lucha armada, el grupo del Ché siempre fue visto en Bolivia con una enorme desconfianza por parte tanto de los partidos políticos locales que debían apoyarlos como por un campesinado al que se le escapaban continuamente las razones de aquella idealista empresa. Así, Guerrilla se va revistiendo progresivamente de un halo de tristeza que impregna las imágenes de la película y que anticipa de forma constante el destino trágico de su protagonista. Soderbergh se adentra en la selva con los guerrilleros y con su mirada naturalista sobre esos hombres enfrentados a la dureza de una tarea imposible despoja casi por completo al revolucionario de su carácter mítico. A ese respecto la imagen de un Guevara asmático peleando por respirar, frustrado por sus propias limitaciones, dice mucho más sobre ese personaje que cualquier línea de diálogo.Resulta muy interesante comparar las dos formas tan distintas con las que Soderbergh se ha acercado a la intimidad del Ché en ambas películas: si en El Argentino la esencia de su pensamiento quedaba retratada en su interacción con los hombres a su mando y con el pueblo cubano al que adoctrinaba, en Guerrilla lo que define su humanidad es su proceso de progresivo aislamiento, viéndose incapaz de conectar del todo con sus hombres o con el campesinado boliviano, que tiene mucho que ver con esa huida hacia delante ideológica y física que supuso aquella aventura. Estamos ante una película mucho más llena de sombras y sobre todo, mucho más angustiosa: ni la inquebrantable tenacidad de Guevara ni su conocido carisma (nuevamente estamos ante una magnífica interpretación de un Benicio Del Toro completamente entregado en su papel) son capaces de evitar que la duda y el desánimo vaya instalándose entre sus hombres, más conscientes con cada revés que sufren del destino que les espera.Elegía sobre la destrucción del sueño revolucionario, Guerrilla interesa mucho más por la crónica triste de esa derrota anunciada que se adivina detrás de sus imágenes que por el insistente empeño de Soderbergh en su pretensión de ser objetivo a través de ese estilo casi documental que de nuevo se traduce en poco más que una falta de pasión sorprendente frente a un personaje por el que en realidad no oculta sus simpatías. Solo desde esa lucha interior puede entenderse la desgana con la que está filmada la última parte del filme y la cuestionable decisión de romper ese estilo al mostrar la muerte del Ché con una cámara subjetiva de su protagonista, quizás buscando despertar en el espectador esa emoción que le ha estado escamoteando durante gran parte del metraje. Puede que tanto El Argentino como Guerrilla sean productos fílmicos irreprochables que ayudan a entender mejor una figura emblemática, pero flaco favor se le hace a la memoria del Ché que su visionado provoque poco más que indiferencia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola David. No tenía pensado yo ver estas pelis, intuía que no me iban a gustar. Después de leerte me corroboro. Gracias por una crítica tan pormenorizada.

Un besote!!

Anónimo dijo...

Hola David. No tenía pensado yo ver estas pelis, intuía que no me iban a gustar. Después de leerte me corroboro. Gracias por una crítica tan pormenorizada.

Un besote!!

David Garrido Bazán dijo...

Gracias a ti por dejar tu comentario, reina. Siempre es un placer. Ya sabes que aquí tienes un rinconcito siempre que te apetezca: ponte todo lo cómoda que quieras :-)