domingo, octubre 24, 2010

SEMINCI 2010 J02 Copia Certificada y La Mosquitera



COPIA CERTIFICADA, El Viaggio In Italia de Kiarostami.

Primera película rodada fuera de Irán por el prestigioso realizador, Abbas Kiarostami ha conseguido una obra tan interesante como personal con esta Copia Certificada que hemos podido disfrutar esta mañana en el Calderón. Arranca con una disquisición sobre el arte que ya de por sí suscita un especial interés: el valor intrínseco que pueda tener o no una buena copia respecto a la obra original en el mundo del arte, donde se da la paradoja de que se valora enormemente el trabajo primigenio pero que sin embargo es campo abonado para las reproducciones, falsificaciones, reinterpretaciones (o remakes) y donde la línea que separa la inspiración del plagio a menudo es tan difusa que cuesta horrores encontrarla. La tesis de la película se desarrolla a varios niveles. Para empezar la pareja protagonista del filme está compuesta por un atractivo escritor inglés que ha publicado un premiado ensayo en el que defiende la validez de una buena reproducción respecto a la obra original y una galerista francesa afincada en la Toscana que, muy interesada en discutir las tesis del libro, se ofrece a ejercer de guía del primero por los hermosos parajes de la zona en lo que luego será una jornada particular.

La tan inevitable como muy peculiar historia de amor que se desarrolla entre ambos personajes a lo largo de ese día – esta es una de esas maravillosas películas cuyo motor es el tema más viejo y a la vez más inagotable del mundo: un hombre, una mujer y tiempo por delante para conocerse y quien sabe, quizás amarse mientras se relacionan el uno con el otro e intercambian los argumentos y reproches propios de la interminable y bendita guerra de sexos – nos lleva directamente a territorio conocido cuando Kiarostami plantea un juego de representación entre ambos que tiene mucho que ver con aquella maravillosa película de Rosellini llamada Viaggio in Italia (Te Querré Siempre) en la que una pareja en crisis encontraba la forma de superar sus problemas a lo largo de un viaje por la belleza de ese museo al aire libre que es Italia.


Sin embargo, que nadie se llame a engaño: Kiarostami no está haciendo un remake de la película de Rosellini. Lo que el iraní está planteando es una especie de ambicioso y arriesgado ejercicio de abstracción (que uno no ha de cometer el error de interpretar como demasiado anclado en la realidad so pena de perderse el inteligente juego que propone) en el que desarrollar todas y cada una de las etapas que comprende la relación amorosa en unas pocas horas, desde la fascinación inicial del uno por el otro y el deseo hasta la aparición del tedio y la monotonía que lleva a la irascibilidad y la separación e incluso quizás los intentos de reconciliación posteriores que lleven al afecto que según Kiarostami parece ser lo único que hace una relación duradera.


Copia Certificada es una película fascinante con multitud de lecturas sobre el tema principal - ¿no es acaso el juego de representación en el que participan ambos otra copia elaborada de una relación real? – en el que destaca sobremanera el impresionante trabajo de una actriz maravillosa, debilidad personal y confesa del que escribe estas líneas, Juliette Binoche, que hace toda una exhibición en una interpretación en la que conjuga su madurez interpretativa - ¡que primeros planos aguanta la actriz en esta película y como es capaz de subyugar por completo al espectador con ellos! – con una belleza serena, desafiante al paso del tiempo, que resulta una mezcla irresistible. A su lado el británico William Shimell, un debutante en el cine que es algo así como un imposible cruce entre David Strathairn y el entrenador Mourinho, aguanta bien el tipo y ambos consiguen eso tan difícil de conseguir y definir pero que el espectador siente inmediatamente en una pantalla llamado química. Si a eso sumamos momentos como la maravillosa conversación de Binoche con la dueña de la taberna, la estelar aparición del veterano guionista Jean Claude Carriere dando un acertado consejo al escritor o el emocionante tramo final del filme en el hotel, tenemos una película de esas que tratando el tema único, a nadie puede dejar del todo indiferente.


Hay quien opina que Copia Certificada es un Kiarostami muy alejado de los cánones habituales a los que el realizador iraní nos tiene acostumbrados. Es cierto que puede considerarse un ejercicio de estilo distinto, algo lógico si pensamos que es la primera vez que rueda fuera de su país, pero tampoco estoy tan seguro que lo que plantea esté demasiado alejado de las innovaciones y el sentido del riesgo que han hecho famoso a Kiarostami. Es más, diría que esta variación – término mucho más amable y justo que copia – sobre las relaciones entre hombres y mujeres aporta una visión distinta y enriquecedora al tema que no debería tomarse a la ligera por más que, cosas de asumir ciertos riesgos, pueda haber algún momento en el que la propuesta rechine un poco para los puristas de lo verosímil.


LA MOSQUITERA, El desconcierto de la realidad cotidiana.

La primera escena de la nueva película de Agustí Vila, el muy personal realizador de Un Banco en el Parque, que venía con el aval del premio al mejor filme de un festival importante como es Karlovy Vary, marca a la perfección el tono surrealista que domina todo el filme: una pareja llega a su casa y muestra su desconcierto porque hay un perro nuevo en la misma que sumar a los seis que se supone que hay en la casa. Y digo se supone porque ni ellos mismos tienen claro cuantos ha llevado su hijo, una especie de San Francisco de Asís desubicado, a la casa a estas alturas. Con lo que, ni cortos ni perezosos, se ponen a buscarlos para contarlos mientras perros de todas las razas y tamaños van desfilando ante la alucinada mirada del espectador, desconcertado ya desde el mismo comienzo.

Pues así es La Mosquitera, una película que apuesta por deformar la realidad mostrándola desde parámetros reconocibles pero al mismo tiempo perversamente trastocados o subvertidos para conformar una especie de abstracción desde la cual el realizador parece querer reflejar aspectos de la misma que a la vez que son reconocibles para el espectador provocan en el mismo desde una lógica sensación de extrañeza hasta una comicidad algo cafre y despiadada. La pareja protagonista, unos entregadísimos - y es de agradecer porque sin ello no podría cobrar vida una propuesta tan bizarra - Eduard Fernandez y Emma Suarez forman una pareja en crisis que se separa dejando en mayor confusión a un ya de por sí bastante perdido adolescente apasionado por los animales y las sustancias nada recomendables mientras buscan nuevas formas de encontrarse a sí mismos y conjugar sus necesidades con los comportamientos normales de la sociedad.

O sea, que mientras Eduard pierde el oremus por una atractiva pornochacha emigrante que desea a la vez que quiere respetar profundamente, lo que provoca no pocas situaciones curiosas, Emma se encapricha del amigo adolescente de su hijo y se embarca en una sórdida relación sexual con ribetes sadomasoquistas. A todo esto rondan por ahí la hermana de la protagonista, que tiene una curiosa forma, por decir algo, de educar a su hija de diez años y los padres de él, una Geraldine Chaplin muda durante todo el metraje y cuyos pensamientos son interpretados entre dientes por su marido Fermí Reixach. Vamos, una galería de personajes que no desentonarían en una de las películas más despendoladas de David Lynch.
Reconozco el atrevimiento de una película tan personal como La Mosquitera y no me duelen prendas tampoco en confesar que ese humor absurdo y despiadado, ese intento por mezclar surrealismo con la dureza de las situaciones cotidianas me provocó en más de un momento una sensación chocante y consiguió que me riera a carcajadas con algún gag impagable – el del cigarrillo con el que la hermana ha disciplinado a su hija pequeña quemandole la mano que provoca el comentario escandalizado de Emma Suarez “Pero ¿es que has vuelto a fumar?” es magnífico – pero pese a todo he de reconocer que, analizada en serio, la película de Agustí Vila es una propuesta cuya capacidad de subversión se agota demasiado rápido, demasiado desigual en su sucesión de situaciones, casi sketches, con los que busca continuamente la complicidad del espectador pero que acaba por conformar una película arrítmica cuyo buscado sentido del absurdo puede conseguir precisamente eso, que resulte demasiado absurda para el espectador. En cualquier caso, lo que sí es reconfortante es encontrarse de vez en cuando en un Festival una película como ésta que apueste claramente por descolocarte y que de vez en cuando lo consiga, aunque no acabe de funcionar bien en su conjunto. Y siempre es saludable echarse unas risas con las miserias de la vida cotidiana vistas desde un prisma distinto…

No hay comentarios: