miércoles, octubre 27, 2010

SEMINCI 2010 J04 Incendies Picco Mas Alla de las Estepas



INCENDIES Abrumador pasado.


Es curioso como reaccionamos a veces los humanos ante la barbarie. Supongo que es una cuestión de supervivencia pero siempre me ha sorprendido esa al parecer innata capacidad que tiene el ser humano de ser capaz de reprimir o esconder en lo más profundo de uno los recuerdos o las experiencias más dolorosas para poder proseguir con la propia vida. Como digo, creo que en los casos más extremos es algo que se hace por pura necesidad de supervivencia. Aunque también sospecho que hay cosas que te marcan de forma indeleble, que el peso de determinados recuerdos nunca termina de abandonarte y que el día menos inesperado algo hace que aflore al exterior y te amargue la existencia. Es lógica la perplejidad que sienten al comienzo de esta película los dos hijos gemelos de la difunta Nawal Marwan, una emigrante libanesa que ha criado a sus dos hijos como canadienses y que trabajaba como secretaria para un notario, cuando éste último les desvela en el testamento que tienen un padre que ambos creían muerto y un hermano mayor del que hasta ese instante desconocían su existencia. Y el último deseo de su madre es que encuentren a ambos para entregarle sendas cartas.

Semejante arranque, que motivará el viaje de la hija Jeanne al Libano y un laborioso trabajo de investigación para reconstruir hechos de la vida de su madre completamente desconocidos hasta entonces, detona un inteligente artificio en dos planos narrativos paralelos, presente y pasado, a través del cual vamos descubriendo paulatinamente y al mismo tiempo que Jeanne el calvario soportado por Nawal, mujer expulsada de su comunidad cristiana por haber traído la deshonra a su familia al enamorarse de un refugiado palestino, quedarse embarazada y tratar de huir de él, a quien su bebé le será arrebatado al poco de nacer para ser entregado a un orfanato. Años después, Nawal recorrerá en busca del hijo perdido un Libano de pesadilla donde la muerte reina arbitraria por el sangriento enfrentamiento entre milicias cristianas y grupos armados musulmanes, que practicando el bíblico ojo por ojo en una espiral imparable de violencia han conseguido devastar el país por completo. Mientras seguimos a Nawal en su peripecia del pasado y a Jeanne en su investigación presente, la angustia cobra cada vez más forma: hay una parte de nosotros que quiere saber pero otra que intuye que, como bien dice uno de los personajes de la película, a veces no es beneficioso conocer toda la verdad del pasado.

Denis Villeneuve, director de esta película que Canadá presenta al Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa, consigue una notable obra que se enfrenta al desgarro y a la barbarie con una lucidez expositiva que solo enfurecerá, acaso con parte de razón, a los puristas de la verosimilitud que rechacen de plano la fuerza demiúrgica que puede jugar a veces el destino, aunque este sea un recurso que se ha usado con brillantez – y esta película es brillante en su construcción desde el guión – desde tiempo inmemorial en multitud de ficciones. Contando con una poderosa protagonista, Lubna Azabal – que por cierto guarda un enorme parecido y poseé similar fuerza interpretativa de la mejor versión de nuestra Laia Marull – un excelente diseño de producción capaz de transportarnos con notable fidelidad a los horribles escenarios de las masacres del enfrentamiento civil-religioso del Libano de 1975-1977 y un asimismo poderoso trabajo de puesta en escena y dominio narrativo por parte de Villeneuve, Incendies es posiblemente la obra más notable – y desde luego la que dispone de una mayor capacidad de conmoción – de lo que llevamos visto hasta ahora en la Sección Oficial.


PICCO, Insultante y moralmente deleznable colección de tópicos.

Quizás para compensar el buen sabor de boca dejado por la película canadiense, los programadores de la Seminci han tenido la ocurrencia de proyectar a continuación en la segunda sesión de la mañana la producción alemana Picco. Este cronista, que ya lleva unas cuantas ediciones de la Seminci a las espaldas, ha pasado verdaderos apuros para encontrar rebuscando en la memoria una propuesta tan deleznable, tan cinematográficamente nula y por encima de todo tan rematadamente estúpida como la que nos ocupa entre todas las que alguna vez han formado parte de la Sección Oficial a Concurso. Y créanme que en estos años me ha dado tiempo a ver unos buenos cuantos bodrios de categoría.

Picco es una película carcelaria. Bueno en teoría no, porque sus protagonistas se supone que están internos en un centro para delincuentes juveniles menores de edad pero en la práctica si porque a Picco se le pueden aplicar todos y cada uno de los tópicos que se le vengan a la cabeza cuando juntan en su memoria las palabras Cine y Prisión. No falta ni uno. El protagonista de la misma, Kevin, es un buen muchacho algo blandengue – en realidad no sabemos cómo ha ido a parar allí – que comparte su celda con dos malas bestias que entre ambos no juntarían una sola neurona aprovechable y que se rigen por los códigos carcelarios de toda la vida, a saber: machismo brutal, homofobia desatada, violencia física sistemática, abusos sexuales, humillación, códigos de silencio, etc.

Por allí también deambulan un par de almas sensibles: un chapero que tiene la mala suerte un día de que su delito sale a la luz, con lo que su ostracismo primero y el continuo acoso después por parte de todos lo llevarán a un funesto destino y un tipo que no se mete con nadie y trapichea para sobrevivir en el duro ambiente en el que se mueve pero cuya fragilidad mental le convertirá en victima propiciatoria de sus compañeros, que la tomarán con él hasta límites absurdos según el guión (?) por pura y sádica diversión. En fin. La cosa va derivando con el paso del tiempo en un despropósito que alcanza niveles de estupidez y estulticia tal que un servidor se fue sintiendo cada vez más y más encabronado con una película para la cual según su director, se ha documentado en diversos casos reales acontecidos en Alemania. Su voluntad es, según declara, pegar un puñetazo en el estómago en el espectador para que este reaccione ante una situación que según él es demasiado habitual en su sociedad y demuestra una falta de atención y una indiferencia preocupantes sobre el problema de la reinserción de los delincuentes juveniles.

Miren ustedes, yo no sé si las cosas serán así o no en realidad en Alemania pero tengo claro que a mi lo único que Picco me provocó fueron ganas de devolverle el susodicho puñetazo al autor del mismo. Con creces. Y es que me parece del todo punto impresentable utilizar en vano tal cantidad de tópicos y personajes que cambian de actitud de un plano a otro alegremente. Para hacer, cito textualmente al director, “fotoperiodismo de guerra”. Con dos cojones. Me gustaría que esta película la vieran unos cuantos responsables de centros de internamiento de menores de España a ver que opinan del “fotoperiodismo” del tal Philip Koch. Pero pensándolo dos veces sería hacerles un flaco favor. Lo mejor es pasar de largo de ella como si nunca hubiera existido. Y no tratar de comprender que ha llevado a los programadores de la hasta ahora una esplendida Sección Oficial a bajar tanto el nivel de la misma seleccionando una obra de pésimo gusto, moralmente atroz y, lo peor de todo, cinematográficamente desprovista del más mínimo valor, ya que resulta rutinaria y aburrida hasta en su puesta en escena. Lo dicho, mejor olvidarla cuanto antes como si nunca hubiera desfilado delante de nuestras despavoridas pupilas.


MÁS ALLÁ DE LAS ESTEPAS Tribulaciones polacas en la Unión Soviética.


Ya nos lo contó hace bien poco el maestro Andrzej Wajda en la terrible Katyn: el pacto de no agresión firmado por Hitler y Stalin en las visperas de la II Guerra Mundial que permitió a ambas potencias repartirse amigablemente el pastel que suponía Polonia, unos invadiendo por el oeste y otros por el este, supuso una verdadera fuente de calamidades para uno de los países cuya población civil fue más duramente castigada durante el conflicto. Si Wajda documentaba en Katyn de forma escalofriante la matanza a sangre fria de cientos de oficiales polacos por parte de los soviéticos, Mas Allá de las Estepas, la película presentada hoy por la realizadora belga pero que supongo de ascendencia polaca Vanja D’Alcantara – está dedicada a la memoria de su abuela materna – narra un hecho poco conocido como es la deportación de miles de civiles a punta de rifle desde sus hogares hasta los confines de la URSS para trabajar en condiciones de absoluta esclavitud para los soviéticos en los campos de trabajo colectivos.

Más Allá de las Estepas narra el tremendo viaje de Nina, que cargada con un bebé de pocos meses y con su marido desaparecido en destino incierto, se ve obligada a abandonar su hogar para convertirse en una suerte de prisionera política en un territorio de clima tan hostil como Kazajistán, donde sus guardianes ni siquiera han de preocuparse por encerrar a sus trabajadores porque, se mire donde se mire, no hay donde ir en aquel remoto paraje helado. Cuando el bebé de Nina enferma, sin médicos, hospitales o medicinas a la vista, ésta se verá obligada a utilizar todos sus recursos y sacar fuerzas de flaqueza para tratar de salvar la vida de su hijo sin mas ayuda que la de un grupo de nómadas kazajos con los que ni siquiera puede entenderse hablando.

La opera prima de esta realizadora formada en Nueva York es tan correcta como rutinaria. No hay nada en ella que moleste, pero tampoco ofrece algo nuevo que despierte mi interés, más allá del desconocido hecho histórico que ilustra. Todo suena a terreno conocido y sobradamente visto: la manifiesta injusticia, la crueldad y maldad intrínseca de los soldados soviéticos que tratan de sacar todo el partido que pueden a la situación, la lucha tenaz de la protagonista por sobrevivir y conseguir salvar a su bebé contra toda esperanza, la dignidad del humilde kazajo que simpatiza con ella y le ofrece consuelo, la desesperación, la belleza de los inhóspitos parajes donde transcurre la historia bellamente fotografiados, eso si… Solo el buen trabajo interpretativo de su actriz protagonista, Agnieszka Grochowska, sobre cuyos hombros recae el peso de la película, tarea de la que sale bien parada gracias a su talento y a la fuerza de su mirada, merece destacarse en una película que insisto, me parece correcta y a la que no puedo ponerle mayores pegas que el hecho de que no haya conseguido interesarme lo suficiente para implicarme emocionalmente con ella.


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