Sergi Sanchez, La Razón “Haggis ha cambiado la violencia de las calles de Los Ángeles en «Crash» por los efectos secundarios de la guerra de Irak en «In the Valley of Elah». Hemos salido ganando (…) Algún exceso no eclipsa su certero análisis de la intervención militar de EE UU en Irak, siempre vista a través de vídeos grabados mediante la cámara de un móvil (otra vez la democracia de las imágenes, otra vez la realidad reconstruida a través de lo doméstico: aquí Haggis se parece al De Palma de «Redacted»). Haggis apunta el que será, a buen seguro, uno de los grandes temas del cine americano en los próximos años: qué pasará con los veteranos de esta guerra, cómo afectarán sus ecos en la población civil, cómo sobrevivirán a la culpa los chicos analfabetos, violentos, desempleados y traumatizados que volverán a casa. En este sentido, «In the Valley of Elah» persigue, con resultados artísticos más modestos, la sombra de «El cazador».”
Oti Rodríguez Marchante, ABC “Hay películas que se te vienen encima como un tsunami, imparables, incontenibles, que mientras las estás viendo sabes que aquello no dejará de subir, de crecer, de anegarte. No son muchas, pero de vez en cuando uno tiene el privilegio de ser arrastrado por una de ellas, y ayer ocurrió tal cosa con «In the Valley of Elah»(…) No necesita Haggis de diatribas ni apologías, de suposiciones ni hechos sobre lo que es evidente que separa el bien del mal, la humanidad de la crueldad, la sensibilidad de lo yermo: en una escena irrepetible define el dolor con sólo mostrar los andares de Lee Jones y su demolida esposa, Susan Sarandon; en una escena increíble define el horror en el gesto tranquilo, risueño, sin remordimiento, de un criminal que ignora por completo que lo es, que lo son... «In the Valley of Elah» es mucho más que una metáfora sobre David y Goliat o sobre el sí o el no, el vamos o volvemos... Es un vistazo a la bacteria, a nuestro pecado de origen, heredado, y lo trata con una sencillez que acongoja”
Enric González, El País “Lo mejor, pese a la exhibición de los actores, es el guión. Algún afluente del relato, como la vida privada de la policía, no parece imprescindible; sin esos fragmentos, sin embargo, el relato resultaría quizá excesivamente descarnado. Tal vez Haggis, director y guionista, podía haber sido más piadoso con el actual ejército estadounidense. La integridad del padre, soldado viejo, es la unidad de medida que realza la desintegración moral de los soldados jóvenes. Sobre esa contraposición flota una nubecilla de maniqueísmo, porque la guerra de Vietnam no fue más elegante que la de Irak. Pero Irak es el objetivo de Haggis, y la contención formal de la película (el rostro de Tommy Lee Jones, sus hombros envejecidos, sus hábitos castrenses, su desesperanza silenciosa) hace tolerable la brutalidad de fondo. In the valley of Elah es un thriller, un alegato contra la guerra, un retrato amargo de la humanidad depreciada, y un artefacto hipnótico. Cine puro, sin trampas formales.”
Carlos Boyero, El Mundo “Habla con inteligencia penetrante y sensibilidad dolorida de lo que está ocurriendo en la embrutecida psicología y en el impune comportamiento de los soldaditos americanos que están matando y muriendo en Irak(…) Haggis construye esta terrible crónica con el inconfundible estilo del cine clásico. Con sobriedad, sugiriendo, no haciendo exhibicionismos con los torturados sentimientos de personas rotas ante el descubrimiento de la espantosa realidad. Tengo que remontarme al mejor Eastwood, al mejor Scorsese, al mejor Schrader, al mejor Coppola para encontrar en el cine moderno una forma de narrar tan poderosa, tan perturbadora, tan creíble, tan compleja como la de esta película. Haggis no solo ha escrito un guión que te hiela la sangre y ha sabido desarrollarlo en imágenes a las que no les sobra ni les falta nada. También dirige con el pulso de un maestro al impresionante, introvertido y desgarrado Tommy Lee Jones.”
IT’S A FREE WORLD (Ken Loach, GB)
Oti Rodríguez Marchante, ABC “Ken Loach también entraba ayer en la competición, y lo hizo a su modo, como mejor sabe, con un drama social y obrero con sus habituales limaduras de buen humor y vinagre fermentado. La película se titula «It´s a free world», o sea que lo del mundo libre va con segundas, y se centra en la contratación ilegal, el abuso laboral y los diversos modos de humillación de los inmigrantes en Londres. Está hecha con ese toque Loach que parece dejarle una puerta abierta a lo real para que entre como pueda en su ficción: mucho exterior, actores no profesionales pero eficacísimos, jerga, frío y vaho..., en fin, clima Loach. No es difícil que el espectador se vaya permeabilizando a la historia, a los problemas de los protagonistas (nos proporciona el punto de vista de la que en teoría es la «mala», la que contrata y manipula a los inmigrantes...), y que tenga al final la sensación de haber visto una película digna y útil de ver.”
Carlos Boyero, El Mundo “Loach, ese permanente notario del sufrimiento y las durísimas condiciones de supervivencia de los parias occidentales, describe con insoportable realismo la siniestra metodología de las agencias de trabajo temporal, esa explotación tan turbia como legitimada. En este retrato los dirigentes de ese esclavismo consentido por los gobiernos no son los asesores fiscales de las empresas o sus solapados familiares, sino una sensual perdedora de clase media que descubre que se lo puede montar con el tráfico y la mano de obra barata de emigrantes con o sin papeles. Esta chica no es una hija de puta sin conciencia, solo alguien pragmático que acaba contagiándose de los beneficios y las plusvalías que puedes lograr con el clandestino o legalizado trabajo de gente desesperada, e situación límite. Locah, como siempre, logra amargarme el día, que la comida me siente mal (…) Aquí las victimas son inmigrantes. Habría que convencer a Loach para que hiciera otra peli sobre los indefensos nativos que también son machacados con inextinguibles contratos basura”
Sergi Sánchez, La Razón “Lo de Ken Loach no tiene perdón. Uno demuestra que es un autor retomando el hilo de sus propios intereses e intentando estirar de él para detectar nuevos atajos, nuevas direcciones, una evolución hacia alguna parte. «It’s a free world» pisa el mismo terreno que «Lloviendo piedras» o «Ladybird, ladybird» sin aportar nada a una fórmula agotada en sí misma. Ahora toca la inmigración ilegal, toca analizar la situación de todos los sin papeles que quieren trabajar en la dura sociedad inglesa. (…) Angie monta una improvisada agencia de trabajo temporal para inmigrantes poniendo toda la carne en el asador. Es decir, aparcando su apolillado sentido de la moral para aprovecharse de sus víctimas. Claro, ella también lo es, pero Loach y Laverty justifican su actitud sin detenerse lo suficiente en observar qué ocurre a su alrededor. Cuando deciden dar voz a los inmigrantes, lo hacen con su estilo discursivo y chapucero. Cuando quieren reñir a su protagonista lo hacen desde el más molesto didactismo.”
Enric González, El País “It's a free world abre la caja torácica de las empresas de empleo temporal. Sólo cerrando los ojos ante ese espectáculo de tumores se puede pasar de largo. Loach es socialista y gozosamente demagogo, pero muestra la verdad: quien acepta la actual situación (la precariedad, la explotación, el chantaje permanente) necesita escudarse en la tesis de que la economía, como en otro tiempo el Estado, vale más que la humanidad. Y esa tesis conduce a conclusiones temibles. Esa tesis, la del valor supremo del dinero, es la de todos. Es nuestro ahorro, nuestro futuro, nuestro trabajo, nuestra pensión, el bienestar de nuestros hijos. Cerramos los ojos, ignoramos los gritos de las víctimas (o acaso las compadecemos un momento), y confiamos en que el Moloch del mercado se cebe en cualquier otro. Loach cuenta la historia de una joven madre inglesa con un currículum de empleos breves y mal pagados. El último, en una agencia de empleo temporal. Cuando la despiden de ella, crea su propia agencia. La gigantesca masa de los parias de la tierra, polacos, iraníes, ucranios, afganos, nigerianos, constituye su capital. ¿No les hace un favor, ofreciéndoles una oportunidad en la ubérrima Gran Bretaña del nuevo capitalismo? Se trata, como es obvio, de una historia sin final feliz. Sin final, en realidad.”
EL ROMANCE DE ASTREA Y CELADÓN (Eric Rohmer, Francia)
Sergi Sánchez, La Razón “Acostumbrados a los Rohmer urbanos, a menudo olvidamos «Perceval le Gallois», «La marquesa de O» y «La inglesa y el duque», cintas de época en las que el autor pone en práctica su rígida y estimulante cosmovisión, propia de un sofisticado matemático de las emociones, en un entorno pictórico y literario que, en apariencia, constriñe la espontaneidad y la frescura de su filmografía. A los 87 años Rohmer afronta «El romance de Astrea y Celadon» como un testamento que resume y condensa las constantes vitales de su cine. Relato de amor cortés El resultado es desconcertante: si, por un lado, encontramos los temas de siempre (el amor como arte de la combinatoria, la fidelidad y su cara oscura, la irritante pasividad de los hombres y la terca fuerza de voluntad de las mujeres, la relación del individuo con la naturaleza), por otro parecen atrapados en un corsé acaso demasiado consciente de su aridez. Eso sí, es admirable la sensibilidad con que Rohmer integra a sus héroes en el paisaje, edénico y pastoril, y sorprende la sensualidad con que se aproxima a los momentos eróticos de su relato de amor cortés.”
Otí Rodríguez Marchante, ABC “No es fácil poner detrás de In The Valley of Elah ninguna otra película, pero menos aún como la que pusieron, la de Eric Rohmer «Les amours d´Astrée et de Céeladon», una comedieta sobre los tontorrones amores y reacciones de un par de tortolos como sacados de un pasaje pastoril del Quijote y vestidos de cualquier manera, con gasas blancas y enaguas y refajos que, francamente, tal vez tenga algo de gracia o pertinencia en otra ocasión.”
Respuesta de Oti: "Te dire, David, que, por ejemplo, con Sergi Sanchez no he tenido ocasion de intercambiar mas que un hola el otro dia. Y bien que lo siento, porque muchas veces me interesa su opinion tanto como la mia. A Boyero, logicamente, lo veo mas porque somos amigos, pero casi nunca se lo que escribe o va a escribir. Y de Enric, que tengo tambien mas relacion, y que de vez en cuando cenamos (yo nunca como en los festivales), y hablamos de las pelis que hemos visto y ya hemos enviado la cronica. Es decir, que casi siempre hablamos con la cronica ya enviada... No es dificil coincidir en las peliculas si las ves en los mismos sitios, a las mismas horas y en el mismo orden. Pero, no te preocupes, veras como hay algunas en las que estamos en completo desacuerdo."
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