viernes, septiembre 21, 2007

TRANSYLVANIA: Gatlif a lo suyo

Desde hace ya bastante tiempo uno sabe perfectamente lo que va a encontrarse cada vez que se enfrenta a una película del director francés Tony Gatlif. El autor de Exils o Vengo repite una y otra vez los mismos elementos en todas sus películas: su admiración por la cultura gitana repartida por toda Europa, la descripción de los viajes a ninguna parte en los que siempre están inmersos de una u otra forma sus personajes, la recuperación del folklore y de las costumbres más antiguas de los habitantes de la vieja Europa y, por supuesto, la música sonando continuamente. Siempre me ha parecido que este hombre tiene una cierta obsesión por llegar a los niveles de un Emir Kusturica, director con el que comparte no pocas obsesiones e imaginarios personales, pero al que le falta el talento necesario (y el sentido del humor del serbio) para conseguir ese objetivo. Por eso sus películas dan siempre esa sensación de obras de segunda mano, ya vistas mejor realizadas anteriormente, y Transylvania no es precisamente una excepción, ni siquiera con la presencia de una pareja de actores a priori tan extraña como Asia Argento y Birol Ünel y su deseo de ambientar el filme en Rumanía.

Transylvania se inicia con el viaje de dos mujeres, nuestra protagonista Zingarina y su amiga Marie, que con ayuda de una guía se internan en Rumanía a la búsqueda del hombre de los sueños de la primera, un apuesto músico que fue expulsado de Francia hace unos meses dejando a la primera embarazada y del que ella no tiene ninguna noticia. Zingarina - la siempre perturbadora Asia Argento - es una de esas mujeres capaces de hacer todo por conseguir lo que quieren, una mujer decidida y con cierta inclinación natural por el exceso que busca por todas partes a su amado para tratar de darle sentido a su vida.

Sin embargo, cuando tras muchos días de búsqueda (y muchas juergas nocturnas: resulta que el mozo es músico y, claro, para encontrarle han de vivir de forma continua la noche rumana) Zingarina localiza al fin a su hombre en mitad de la tradicional y un tanto surrealista fiesta de Herodes (una especie de pasacalles salvaje con la gente disfrazada de animales y música a todo trapo) Zingarina descubre que éste no tiene la más mínima intención de volver con ella, rechazándola abruptamente y sumiéndola en una terrible depresión. El rechazo provoca que a Zingarina se le vaya la pinza y, en un arrebato tan histérico como en verdad incomprensible, abandone a Marie para comenzar un viaje a ninguna parte vestida como una gitana más de las muchas que pueblan los caminos de la región transilvana.

En su desesperación, encuentra un alma dispuesta a ayudarla en el personaje de Birol Ünel - le ha visto el lector en la estupenda Contra la Pared de Fatih Akin, - un trashumante que sobrevive comprando y vendiendo objetos de cierto valor y que, aunque no quiera reconocerlo, está fascinado con Zingarina. Transylvania es, como la mayor parte de la obra de Gatlif, una película en la que no importa tanto lo que se cuenta como los elementos aparentemente accesorios que ayudan a contar la historia, que en realidad resulta de lo más previsible. Así, no es la historia de amor lo que más interesa, ya que esto es poco menos que un pretexto para que Gatlif esboce un pintoresco cuadro de las gentes y las costumbres de los rumanos, las duras condiciones en las que sobreviven muchos de sus habitantes y, por supuesto, la fuerza que la música y las viejas tradiciones aun tienen entre ellos.

Nada nuevo bajo el sol: Birol Ünel se limita a repetir en gran medida su papel de tipo excesivo con un gusto desmedido por la libertad y los excesos que ya clavara en Contra la Pared y la subyugante presencia de Asia Argento se desaprovecha desde el mismo instante en que se empeña en disfrazarse de gitana - no da el pego, la verdad: sus bonitos rasgos la delatan - conformando una pareja curiosa, pero poco más. Mucha música - casi siempre interesante - y algún rasgo de humor aislado completan una propuesta pelin pesadita que no aporta mucho nuevo a la filmografía de Gatlif. Lo mejor, eso si, la estupenda BSO, una de esas que hace que no pares con el pie quieto un segundo mientras estas en la butaca...

Venga, un cachito de la peli con musiquilla y con Birol Ünel haciendo el cafre - por la Argento, claro - para que os hagais una idea de lo que va el tema


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